por Ernesto Milá
03 Marzo 2025
Y, para desmentirlo, en lugar de proceder al desguace de la OTAN - desguace obligado al carecer de enemigo, dada la quiebra del sistema de alianzas de la URSS - no solamente se reforzó, sino que inició una inexorable "marcha hacia el Este", incumpliendo la promesa dada por George Bush a Mijail Gorbachov en Malta en diciembre de 1989.
Rusia tenía en aquel momento graves problemas que se agravaron aún más en el período 1991-1999, cuando el país cayó en manos de un alcohólico, Boris Eltsin.
Pero, a partir de 2000, se inició el enderezamiento de Rusia que en 2013 ya estaba en condiciones de detener la "marcha hacia el Este" de la OTAN.
Luego vino el conflicto ucraniano, los 16 paquetes de sanciones contra Rusia y, finalmente, el cambio de política internacional que se produjo con la segunda llegada de Trump al poder.
Ahora, el cambio histórico es radical y los únicos que no se han dado cuenta son aquellos países que creen que se les paró el reloj antes de 1939 y creen que todavía pesan en el concierto mundial:
Vale la pena revisar los cambios geopolíticos que se están produciendo en estos momentos y que marcarán el resto del siglo.
Romualdi sostenía - con razón - que el desenlace de la Segunda Guerra Mundial - querida por la santa alianza entre el capitalismo americano, las finanzas judeo-anglosajonas y el "partido de la guerra" encabezado por el tándem Roosevelt-Churchill, no lo olvidemos - había sido la "derrota de Europa".
A partir de ese momento, la URSS y los EE.UU.,
convertidos en superpotencias enfrentadas dominaban en Europa
despedazada.
Además, tenían un asiendo en el Consejo de Seguridad de la recién creada ONU y, por tanto, figuraban entre los rectores del Nuevo Orden Mundial surgido de Yalta en 1945.
No era así:
Oswald Spengler tenia razón cuando, en Años Decisivos (The Hour of Decision), comentó que la utilización de fuerzas coloniales por parte de ambos países en la Primera Guerra Mundial demostró a los indígenas que los "blancos" no eran invulnerables y, de la misma forma, que habían luchado contra los Imperios Centrales, podrían luchas contra los colonialistas ingleses y franceses.
No se equivocó.
Aunque no hubiera existido la ONU, ni su "comité
de descolonización", era más que evidente que los imperios
coloniales estaban en franca desintegración que se aceleró con
el resultado de la Segunda Guerra Mundial.
La intervención anglo-francesa en Suez en 1956, fue cortada en seco por los EE.UU.:
Los europeos, todavía no habían extraído
conclusiones del proyecto frustrado de la Comunidad Europea de
Defensa (CED) vinculado a los seis países que habían suscrito el
pacto de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA),
primer paso en la larga construcción de lo que es hoy
la UE.
En agosto de 1954, el proyecto de la CED se desmoronó cuando la Asamblea Francesa se negó a apoyar el Tratado constitutivo que debía ir en paralelo a la creación de la CECA y a los intentos de unificación europea.
El concepto del CED implicaba el "rearme alemán",
a lo que el gobierno francés se negó.
Esto hubiera debido de satisfacer al nacionalismo francés:
Fue lo más cerca que se estuvo de crear un
ejército europeo unificado.
Aquella era la hora del duopolio USA-URSS...
Los ejércitos, por lo demás, tras la guerra de Argelia, se habían convertido en dóciles cuerpos funcionariales sometidos a las constituciones nacionales que los excluían de cualquier decisión política.
El resultado fue que, cuando cayó el Muro de Berlín, Europa respiró:
Todos esperábamos que, al haberse quedado sin "enemigo" (con el hundimiento de la URSS), la OTAN entraría en letargo.
Pero ocurrió todo lo contrario...:
...fueron los grandes acontecimientos históricos
de finales de los 80 y principios de los 90, y fue en ese contexto
cuando EE.UU., literalmente, engañó a Gorbachov con la promesa
incumplida de que aceptara la unificación alemana a cambio de que
la OTAN
no avanzaría "ni una pulgada" hacia el Este.
Nadie se le opuso:
Creada en virtud del Tratado de Maastricht, el 1 de noviembre de 1993, la UE no es, en la práctica, ni un "Supraestado federal", ni una "Unión", ni siquiera una alianza:
Desde el comienzo de su andadura, la UE, se configuró como,
En un mundo sin la URSS, la UE no atribuyó ningún
papel especial a la defensa que siguió encomendada a la OTAN, esto
es, al Pentágono.
Y, contra toda lógica, contra todo respecto a los
acuerdos firmados, contra toda evidencia, concluyeron que "Rusia es
culpable" y, por tanto, había que ampliar la "defensa occidental",
incorporando a más y más miembros, a pesar de que algunos de ellos,
disponían de ejércitos testimoniales y en otros, la integración fue
tan rápida que ni siquiera se dio la oportunidad a sus ciudadanos de
opinar.
Hipotecar la defensa europea a un grupo extraeuropeo representante del "dinero viejo", supone dejar en manos de otros el propio destino y renunciar a una política exterior tendente a defender los intereses del viejo continente.
Pues bien, esto es lo que han hecho los gobiernos
europeos de derechas o de izquierdas desde los años 90...
Las administraciones norteamericanas no entendieron que las humillaciones que sufrió Rusia durante la perestroika y el gobierno de Eltsin, marcaron a fuego a las siguientes generaciones que si extrajeron consecuencias prácticas encarnadas en la figura de Vladimir Putin.
No advirtieron en 2013, cuando organizaron el "Euromaidán"
(la "revolución naranja") que no estaban ante una Rusia gobernada
por un alcohólico, sino por un país que se había reconstruido y no
iba a tolerar más ofensas.
A partir de ese momento, el gobierno ucraniano,
envió grupos armados irregulares a estas repúblicas, hostigando a la
población civil pro-rusa y causando entre 14.000 y 20.000 víctimas.
El 29 de diciembre de 2014, Petró Poroshenko, el entonces presidente ucraniano, prometió celebrar un referéndum sobre el ingreso en la OTAN.
Entonces llegó Volodimir Zelensky...
Sin ánimo de avivar la idea de una "conspiración judía", lo cierto es que un tercer judío, George Soros, entra, desde el principio en esta historia dramática:
Soros, a través de su Open Society Foundation, y canalizó millones de dólares para promover el "euromaidan" y trabajó con la CIA, la National Endowment for Democracy (NED) y la USAID, para crear grupos antirrusos.
Soros y el Departamento de Estado de Estados
Unidos, junto con el entonces vicepresidente
Joe Biden, fueron fundamentales
para instaurar en el poder a Zelensky.
La propaganda de Putin ha insistido mucho en que el régimen ucraniano está apoyado por los neo-nazis locales...
La cosa se entiende mucho mejor si se tiene en cuenta que el Batallón Azov ha sido enviado siempre a puestos de primera línea en donde se han ido desgastando y sufriendo ingentes bajas...
En cualquier caso, la colusión entre Soros y Zelensky es tan extrema que, incluso en Instagram se ha bromeado - jugando con los parecidos físicos - en que el segundo es hijo del primero o, incluso, un clon...
Pues bien, los primeros objetivos están prácticamente cubiertos, mientras que el resto (neutralidad, minorías rusas, liquidación de la oligarquía) quedarán resueltos en las "negociaciones de paz".
Ente los EE.UU. y Rusia, ¡por
supuesto...!
Esta parte del análisis nos confirmará en el hecho de que, para los antiguos Estados colonialistas, Francia y el Reino Unido, el tiempo no ha pasado y el choque con la realidad que se inició con el final de la Primer Guerra Mundial y terminó con la derrota de Suez y con la descolonización, todavía no se ha producido.
Macron y Starmer creen que abrazando a Zelensky (el gran perdedor que mendiga el abrazo mientras pone el cazo...) y sentándose en el Consejo de Seguridad de la ONU, siguen siendo "grandes potencias".
Es el precio de haber pasado algo más de un siglo
viviendo de fantasías, recuerdos del pasado e imperios coloniales en
estado gaseoso...
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