por Marcelo Ramírez
Nació para enfrentar al Pacto de Varsovia, pero cuando éste desapareció, no se desactivó como se suponía que debía ocurrir.
Por el contrario,
Esa expansión no es un error de cálculo ni una respuesta espontánea a hechos coyunturales.
Es una estrategia estructural que tiene un único objetivo:
La guerra en Ucrania no es entonces un accidente ni un conflicto local:
No es casual que Moscú haya definido a la OTAN como una amenaza existencial. Porque lo es.
La doctrina militar rusa, reformulada tras la experiencia en Ucrania, coloca a la alianza atlántica en el centro del riesgo estratégico.
Por eso los márgenes de negociación se estrechan:
En el escenario actual, los Estados Unidos no sólo conducen esa coalición hostil, sino que también buscan prolongar el conflicto como herramienta de desgaste.
La idea es sencilla:
El problema, como suele suceder con los imperios en decadencia, es que el tiro les está saliendo por la culata.
Rusia ha resistido, y no solo ha resistido:
Mientras tanto, Europa, que debía ser el ariete de esta ofensiva, comienza a sentir el peso de sus propias decisiones.
En este contexto, la OTAN, lejos de garantizar seguridad, se ha convertido,
No hay ninguna región donde haya intervenido y no haya dejado destrucción.
El intento de someter a Rusia es entonces un acto desesperado, una apuesta de alto riesgo que puede desencadenar consecuencias impredecibles.
La OTAN empuja al mundo hacia un conflicto de escala global. Y lo hace con una irresponsabilidad que raya en la locura.
Pero Rusia ya entendió el juego, y cuando una nación con el arsenal nuclear más grande del planeta percibe que su existencia está en peligro,
Ya no se trata de ganar o perder, sino de vivir o desaparecer.
La OTAN ha cruzado esa línea, y ahora, lo que se juega no es el futuro de Ucrania:
Análisis Geopolítico de Marcelo Ramírez. ADIÓS A LA PAZ: LOS ACUERDOS SE DERRUMBAN Y LA ESCALADA EMPIEZA
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