por José Javier Esparza
Trump ha cambiado el relato sobre la guerra de Ucrania.
Lo ha dicho el vencedor de las elecciones alemanas, lo ha dicho nuestra ministra de Defensa y lo han dicho otros conspicuos portavoces del orden global.
Y es llamativo que lo hayan dicho precisamente así:
Porque, en efecto, la relevancia política de la guerra de Ucrania, fuera de los países contendientes, radica sobre todo en su fuerza como relato:
¿Cómo no salir en defensa del agredido?
Éste ha venido siendo desde febrero de 2022 el relato oficial y desde el principio se intentó que no hubiera otro posible.
Tanto se intentó, que una de las primeras
decisiones de los países europeos fue prohibir cualquier medio de
comunicación ruso en nuestro suelo e, inmediatamente después,
publicar en todos nuestros países, con cargo a nadie sabe quién,
biografías laudatorias de Zelenski lo mismo en libro que en
audiovisual. Para dejar claro el relato.......
Hemos estado a punto de ganar la guerra todos los días.
Se subrayaban las crueldades y atrocidades de los rusos mientras se exaltaban las virtudes de los ucranianos, para los que se pedía de manera incesante más y más armamento, pues la victoria sólo era "cuestión de tiempo"...
En torno a este relato ha crecido una atmósfera fuertemente emocional que hacía imposible cualquier disidencia:
Y desde ese punto de vista, era verdad...
Por utilizar una imagen muy popular, es como lo de ese cuento indio donde unos ciegos tratan de describir un elefante sólo a partir de la parte del animal que pueden tocar:
Lo mismo aquí, en esta guerra (como en todas)...
Si uno pone el foco en febrero del 22, es evidente que la guerra la empieza Rusia con una invasión alevosa y claramente ilegal del territorio soberano ucraniano.
Ahora bien, si uno amplia el foco y lo coloca no en 2022, sino en 2013-14, que es cuando el conflicto se hace irreversible, entonces la perspectiva cambia.
¿Recordamos?
Si ponemos ahí el foco, el conflicto lo empiezan los americanos.
Pero si ampliamos más el foco y nos vamos al nacimiento del estado ucraniano, en 1991, entonces la perspectiva vuelve a cambiar:
Si ponemos el foco ahí, la culpa del conflicto es sin duda de los sucesivos gobiernos ucranianos, depredadores de una nación a la que han condenado a la corrupción permanente y a la emigración de millones de personas mucho antes de que empezara la guerra.
Pero hay más:
Si colocamos ahí el foco, entonces la culpa es de los europeos... los mismos europeos que confesaron (Merkel, Hollande) que,
Y Europa, desde ese momento, no ha dejado de
prolongar... el relato...
A él no le interesa lo más mínimo tensar a los rusos, porque, en su visión del orden mundial, su rival en el tablero no es Rusia, sino China (y si consigue separar a Rusia de China, mejor que mejor).
En cuanto a la guerra en sí, por supuesto que la OTAN podría doblegar a Rusia, pero sólo a costa de una escalada cuyas consecuencias serían con toda seguridad catastróficas.
En estas condiciones,
Una guerra que no vas a ganar, ¡mejor liquidarla...!
Eso es todo.
Bueno, deben de pensar ahora en la Casa Blanca:
Pero para eso es imprescindible, ante todo,
romper la narrativa que durante tres años ha hecho de la guerra de
Ucrania el eje de la política mundial, la quintaesencia de la lucha
por las libertades y los "valores occidentales" frente al despotismo
asiático-ruso-soviético... romper el relato...
Ahora el relato se deshace y el ciego ha de aceptar que sólo estaba tocando una parte del elefante.
Por eso hay quien, incapaz de reaccionar, opta por el llanto, como Christoph Heusgen, o por el delirio de la conspiración:
Pero no, no hay nada de eso.
Y ahora, también como siempre, asistiremos a la
construcción de un nuevo relato a medida que las armas vayan
callando y la paz se imponga... ¡hasta la próxima guerra...!
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