por Carlos Sánchez
11 Marzo 2025

del Sitio Web BrownstoneEsp

Versione in italiano

 

 

 

 

 

 


La OTAN ni es ni ha sido

una organización militar defensiva.

 

Su espíritu nunca ha sido el de

promover la democracia ni el de ayudar

a resolver conflictos de manera pacífica...




En los últimos tiempos, y como consecuencia de la toma de posesión de Donald Trump, estamos viendo como la otrora monolítica narrativa otanista se resquebraja por momentos.

 

Donald Trump se ha plantado en el cuartel general figurado de la organización atlantista con la escoba y el recogedor, amenazando con levantar todas las alfombras y barrer la porquería que allí se esconde.

Todo el mundo pendiente de Trump y de su próxima decisión.

 

Ni las bombas rusas, ya sean reales o simuladas, han tenido jamás mayor poder de persuasión que el bolígrafo con el que Trump firma sus órdenes ejecutivas.

Como dijo Edward Bulwer-Lytton,

"la pluma es más poderosa que la espada".

En tiempos de Bulwer-Lytton no había bombas atómicas, claro está, pero de nuevo se cumple la metonimia.

 

El bolígrafo de Trump tiene más poder que las bombas atómicas, al menos de momento. Bien es cierto que quien ostenta hoy el el bolígrafo, tiene un buen puñado de bombas nucleares en su arsenal.

 

Como no podía ser de otro modo, la camarilla de dignatarios europeos y estómagos agradecidos del gobierno en la sombra han colapsado visiblemente.

 

Al show de Zelensky en el Despacho Oval y los sopapos metafóricos con que la nueva administración americana despidió al autócrata ucraniano, han seguido sendas declaraciones tanto de Elon Musk como JD Vance amagando con sacar a EE.UU. de la OTAN.

¿Sacar a EE.UU. del Tratado del Atlántico Norte?

 

¿Cómo es eso posible, si EE.UU. ostenta estatutariamente el gobierno militar de dicha institución?

 

¿Qué clase de locura es esta?

Dichas amenazas no han encontrado respaldo en el extenso primer discurso del Presidente Trump ante el Congreso.

 

No es mal momento para revisar algunas presunciones sobre el pretendido papel de la OTAN, tras la que se esconde deliberadamente su verdadera naturaleza.

Desde su creación hace 75 años, la OTAN se ha empeñado en demostrar la falsedad de las premisas sobre las que se constituyó.

 

En el ámbito político, según la descripción que de sí misma hace en su página Web,

"La OTAN promueve valores democráticos y permite a los miembros consultarse y cooperar en cuestiones relacionadas con la defensa y la seguridad para resolver problemas, generar confianza y, a largo plazo, prevenir conflictos".

Empezando por Turquía, estado fundador, hasta la Grecia de los coroneles, pasando por la cooperación con España firmada con el General Franco allá por 1953, la OTAN ha establecido diversas líneas de colaboración y membresía con toda suerte de dictadores señores de la guerra.

 

Resulta por tanto evidente que,

la cacareada promoción de valores democráticos no es más que un slogan para consumo de adocenados.

Desde la caída del muro de Berlín han promovido golpes de estado de todo color y condición.

Sobre todo color, ya que la OTAN se ha empleado con gran eficacia en todas esas revoluciones de colores ocurridas en la Europa del este, otrora zona de influencia soviética.

No deja de resultar llamativo que sus voceros del Council of Foreign Relations (CFR) insistan en difundir la idea de que,

la "invasión" rusa de Ucrania es el primer paso de una invasión de toda Europa a gran escala... (sic)

Desde la unificación alemana pactada con Gorbachov,

la OTAN ha incumplido sistemáticamente el compromiso de no expandirse hacia el este.

Véanse las recientes declaraciones del señor Josep Borrell, cuya labor al frente de la diplomacia europea se ha caracterizado más por incendiar que cualquier otra cosa, cuando reconocía este hecho, ocultado por la inmensa mayoría de los opinadores a sueldo, pese a ser una realidad verificable de manera sencilla.

 

Basta mirar un mapa para observar que, desde 1990, la OTAN ha ido ampliando su lista de Estados Miembros exclusivamente hacia el este de Europa... una contravención palmaria de los acuerdos en virtud de los cuales se llevaron a cabo procesos de independencia pacíficos en la década de los 90.

 

Estas promesas fueron explícitamente expresadas en febrero de 1990 por el Secretario de Estado James Baker tanto al Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Eduard Shevardnadze, como al Presidente Mijail Gorbachov.

 

Según Borrell, si bien estos compromisos existieron, ya son "historia". Papel mojado, para entendernos...

 

Cabría comentarle al señor Borrell, que cualquier compromiso adquirido en el pasado es "historia", lo que no justifica su incumplimiento.

 

También es historia el Memorándum de Budapest, aquel texto firmado en 1994 por Rusia, EE.UU., Francia y Reino Unido, que sirvió precisamente para asegurar la independencia pacífica de Ucrania, Bielorrusia y Kazajistán, tan manoseado en los últimos meses por la clá de palmeros atlantistas.

 

¿Acaso el Memorándum es más respetable que los acuerdos que lo facilitaron?

Sin la promesa de no expansión de la OTAN hacia el este, jamás se hubiese firmado ese Memorándum en los términos que se hizo.

La independencia pacífica de estos territorios hunde sus raíces en estos compromisos, señor Borrell, por lo que menospreciarlos como si fuesen compromisos menores implica la mutilación del espíritu del acuerdo y, por tanto, una justificación tácita de la política de agresión a Rusia y a sus legítimas aspiraciones de seguridad.

 

Otro de los argumentos esgrimidos de manera recurrente por la ralea de opinadores interesados asociados al Council of Foreign Relations, es el de que Ucrania renunció a su arsenal nuclear.

 

¿Cómo que renunció?

 

El arsenal nuclear era soviético, no ucraniano. Ucrania no tenía entidad política al momento de la firma del Memorándum. Si la hubiese tenido, no hubiese necesitado el apoyo de EE.UU., Francia y el Reino Unido.

 

Es tan obvio que repele a la inteligencia.

Ucrania, como comunidad política, no era más que una mera entidad usufructuaria de derechos otorgados por terceros. Ni siquiera puede considerarse que sus fronteras procedan de procesos de formación de una identidad nacional.

 

Pongamos por caso la cuestión de Crimea.

Que Crimea formase parte de la unidad administrativa ucraniana desde 1953 fue, si se quiere, un capricho de Nikita Khrushchev, a la sazón Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, en lo que pretendía ser una muestra de buena voluntad hacia sus camaradas ucranianos, animado por la indisimulada intención de distinguirse de la férrea política centralista de Stalin y, por qué no decirlo, llevado por un cierto sentido práctico.

Del mismo modo, la región del Donbass, hoy en liza por la así llamada "Operación Especial" rusa, se constituyó en origen, allá por 1918, como República Soviética de Donetsk-Krivói Rog, teniendo que aceptar por la vía de los hechos su propio proceso de asimilación artificial a la República Socialista Soviética de Ucrania.

 

Como vemos, lo que hoy llamamos Ucrania, no es más que un constructo histórico derivado de eventos más o menos azarosos, que explican la actual situación de división étnica.

 

Hablar, por tanto de la integridad territorial ucraniana, obviando su historia reciente, es simple y llanamente puro voluntarismo atlantista.

 

Iré más allá:

la propia etimología de la palabra "Ucrania", cuyo significado en ruso antiguo es "tierra fronteriza", refleja de manera significativa su confusa identidad nacional.

A la luz de lo expuesto, se puede colegir que,

la legitimidad de Ucrania como entidad política soberana, arrogándose como propios territorios cedidos por la URSS por mero interés estratégico, es cuando menos discutible.

 

Menor espacio para el debate concede la aseveración de que Ucrania "cedió" su arsenal nuclear.

 

La soberanía ucraniana, por tanto, es otro constructo histórico, propiciado por la debilidad soviética en sus últimos estertores.

Al margen de consideraciones históricas sobre la integridad territorial de Ucrania, desde la firma del Memorándum de Budapest, la voluntad de incumplimiento y desprecio a la palabra dada por parte de la OTAN se hizo cada vez más patente.

 

Todavía se puede ver un vídeo de un jovencísimo Joe Biden, entonces senador por Delaware, durante una reunión del Atlantic Council en junio del 97, haciendo mofa de las preocupaciones que le hacían llegar sus homólogos rusos:

"me decían que si seguíamos expandiéndonos hacia el este, les obligaríamos a mirar hacia China. Buena suerte, les dije. Y si no, siempre podéis probar con Irán".

(video también AQUÍ...)

No anduvo muy perspicaz el viejo Joe.

Hoy, China supera en casi todos los ámbitos a EE.UU., que muestra señales cada vez más evidentes de estado fallido.

Poco después, llegaron las adhesiones de Hungría, Polonia, República Checa, Eslovaquia, y todos los países que encontraron hasta llegar a las puertas de Rusia, hasta las puertas de Kiev.

 

El valor simbólico de Kiev para la cultura rusa, no tiene parangón.

Tanto Ucrania como Rusia deben al Rus de Kiev, constituido allá por el s. IX, su momento fundacional.

Mientras escribo estas líneas, evoco los acordes imaginados en 1874 por el genial compositor ruso Modest Mussorgsky, cuya "Gran Puerta de Kiev" supone el punto álgido de su inmortal obra "Cuadros para una Exposición".

 

Recientemente, Wikileaks publicó varias decenas de cables diplomáticos intercambiados durante 2008 entre diplomáticos rusos y estadounidenses a través de los cuales Rusia avisaba de las consecuencias catastróficas de forzar a Ucrania a entrar en la OTAN, cuya situación de división étnica entre el este, étnicamente ruso, y el oeste ucraniano, permitía adivinar un horizonte de guerra civil.

 

Tras el golpe de estado del Maidán, alentado y favorecido desde las entrañas del estado profundo, a través de la inefable USAID con la inestimable colaboración de la National Endowment for Democracy (NED) y la red de fundaciones de George Soros, instaladas desde 1990 en la región, la situación ha discurrido tal y como profetizaban los cables rusos de 2008.

 

Desde 2014, una guerra civil silenciada por los medios de intoxicación occidentales tiene lugar en el este de Ucrania, donde los habitantes de la región del Donbass han tenido que aprender a hacer su vida entre bombardeos, malviviendo en sótanos, ajenos a cualquier empatía occidental.

 

Como en Crónica de una Muerte Anunciada, los hechos han ocurrido tal y como denunciaba Rusia que ocurrirían.

 

También la Corporación Rand, una de esas organizaciones militares a caballo entre el estado profundo yankee y los medios de intoxicación de masas, publicaba la hoja de ruta de lo que debería ser el proceder de la administración americana en el este de Europa.

 

La receta, seguida por Biden con precisión de cirujano, consistía en hostigar a Rusia deliberadamente en todos los frentes que fuese posible, a saber:

  • envío de armas letales a Ucrania (no olvidemos que en estos momentos Zelensky ganaba las elecciones prometiendo pacificar el Maidán)

  • promover movimientos insurgentes "no violentos" en el Cáucaso Sur

  • liberalizar Bielorrusia,

...y, por supuesto, armar a los "rebeldes sirios", ya saben ustedes, los rebanapescuezos moderados del HTS, marca blanca de Al Qaeda, a los que tras sesión de chapa y pintura, han pretendido colar como demócratas de toda la vida.

 

Como diría Mafalda,

el informe de la Rand Corporation no es el acabose de Biden, sino más bien el continuose del empezose de Obama.

Dicho y hecho...

 

El panorama preconizado por la Rand Corporation ha resultado tal y como se planteaba en su informe, coherente con el acervo atlantista, cuyos objetivos teleológicos, tan elocuentemente expresados por el primer Secretario General de la OTAN, Lord Hastings Lionel Ismay, consistían en,

mantener a Estados Unidos dentro, a Rusia fuera y a los alemanes abajo.

Todos estos escenarios, como el lector puede suponer,

no se montan de un día para el otro.

 

Requieren de un esfuerzo continuado de injerencia, para el que es necesario desplegar toda una panoplia de elementos sobre el tablero.

Veamos qué dice al respecto la página de la OTAN.

 

En el ámbito militar, la OTAN afirma,

"estar comprometida con la resolución pacífica de las disputas".

Para poder resolver disputas de manera pacífica, lo primero que hay que hacer es crearlas...

 

Para ello, el deep state cuenta con una maquinaria muy bien engrasada de injerencia, regada abundantemente con dinero,

  • de la Agencia Internacional de Ayuda al Desarrollo (USAID)

  • del Departamento de Estado,

...con destino a organizaciones como el National Endowment for Democracy (NED) o la Fundación Freedom House, que a su vez participan en la creación de redes locales de presión política.

 

Son los llamados "métodos no violentos"...

 

Poco después, como setas en otoño brotan las manifestaciones, las batucadas, los bailes y flashmobs televisados para consumo de las masas occidentales, que desarrollarán vagamente una empatía acrítica con los alegres manifestantes.

 

La democracia abriéndose paso...

 

Si el país en cuestión tiene suerte, y el mandatario al que se pretende remover hinca la rodilla, se procede al cambio de régimen deseado, siempre de manera pacífica, claro.

 

Los nuevos mandatarios, plegados a los intereses de sus patrocinadores,

desarrollan las políticas propicias para el lucro de los fondos de inversión estadounidenses, y así, entre vítores y confetti concluye todo...

Todos contentos y todos felices, y los que puedan permitírselo incluso comerán perdices.

 

Los medios de comunicación occidentales destacan las incontrovertibles virtudes democráticas de los flamantes nuevos títeres, y tras unos días de campaña promocional, se procede al cierre del telón.

 

Sin embargo, puede ocurrir que el dignatario en cuestión no esté dispuesto a dar su brazo a torcer.

 

Es momento del plan B, de los ataques de falsa bandera como ocurrió con los muertos del Maidán, o los famosos gaseamientos de Alepo.

 

El objetivo es dibujar al mandatario como un sátrapa sanguinario, un enemigo de la democracia o un genocida abyecto. Años más tarde, se destapará la argucia, como ocurrió en los dos ejemplos descritos, pero pocos prestarán atención.

 

Mientras tanto, las masas adocenadas de Occidente aplaudirán fuerte los bombardeos de la OTAN en Serbia, en Libia, en Siria o donde se tercie, felices de que por fin se libere al pueblo de turno de las garras de un mandatario cuyo nombre no saben pronunciar y sobre el que semanas antes nunca habían oído hablar.

 

Ya será el tiempo de los Timber Sycamore, de los Batallones Azov o, más recientemente, de los rebanapescuezos moderados sirios.

 

Estos últimos están dando buena cuenta de su crueldad en los últimos días, filmando orgullosos sus ejecuciones y torturas a miembros de comunidades religiosas ajenas a su sanguinario culto salafista.

 

Y es que, aunque el rebanapescuezos se vista de Armani, rebanapescuezos se queda.

 

Esta limpieza étnica, que durante un largo mes los medios han conseguido silenciar, se vende hoy como "choques" entre las autoridades sirias (los rebanapescuezos ) y "fuerzas leales a Assad" (civiles, mujeres e incluso niños).

 

En definitiva,

la OTAN ni es ni ha sido una organización militar defensiva.

 

Su espíritu nunca ha sido el de promover la democracia ni el de ayudar a resolver conflictos de manera pacífica, como afirman en su página Web.

 

Muy al contrario, su acción siempre se ha dirigido a promover los conflictos allí donde los EE.UU. hayan propuesto saciar temporalmente su codicia y a enriquecer a un complejo militar industrial que vive de parasitar el erario público de sus Estados Miembros.

Si para ello hay que mentir, ocultar, asesinar, bombardear y torturar, se miente, se oculta, se asesina, se bombardea y tortura.

El botín bien lo merece...

Al otro lado de la narrativa se encuentra China, quien lidera junto a Rusia a los BRICS, cuyo modelo de injerencia se antoja más civilizado...

 

Infraestructuras a cambio de recursos naturales, en la construcción de una realidad geopolítica multipolar a la que Europa permanece obstinadamente ajena.

 

En palabras de Gramsci,

"el viejo mundo se muere.

 

El nuevo tarda en aparecer.

 

Y en este claroscuro surgen los monstruos"...

Ya se nos está haciendo largo el claroscuro...

 

Cada muerto, cada nuevo sacrificio humano en el altar del globalismo se clava en el alma de quienes aún no hemos sucumbido a la banalización del mal, a convertir el sufrimiento humano en un nuevo objeto de consumo.

 

El globalismo se muere, el mundo multipolar tarda en aparecer, y en el claroscuro siempre está ¡la OTAN...!