10 Junio 2015
del Sitio Web
GazzettaDelApocalipsis
Poco a poco se acumulan los indicios inquietantes sobre nuestro
futuro como especie.
Algunos de ellos son más llamativos; otros pasan más desapercibidos.
Lo que nadie puede negar es que el ser humano está a las puertas de
una transformación sin precedentes y debemos empezar a reflexionar
muy profundamente sobre qué sentido debemos darle a este gran
cambio.
Actualmente muchas personas están distraídas, pensando en futuros de
"izquierdas" o "derechas", convencidas de que afrontan una lucha
transcendente a nivel social o económico, cuando lo que está
realmente en juego es nuestra mismísima esencia como seres
vivos.
Mientras nos distraemos discutiendo sobre si el presidente del
gobierno debe vestir traje o debe ir en mangas de camisa, no nos
percatamos de que el smartphone que llevamos entre las manos ha
cambiado más la faz de la sociedad, la política y la economía que
todos los miembros del parlamento juntos.
Centrémonos pues en los elementos
determinantes que nos configuran como especie y dejemos de
distraernos con el color de las corbatas.
Lo que se avecina no es un simple cambio
de chaqueta:
por primera vez en la historia,
debemos decidir si seguimos siendo humanos como hasta ahora o si
decidimos ser otra cosa diferente.
Los primeros síntomas de que estamos en
los albores de una dramática transformación, provocada por nuestra
relación con la tecnología, están por todas partes y adquieren
diferentes aspectos, muchas veces problemáticos.
Uno de ellos tiene que ver con nuestra sexualidad y con los modelos
de relación que los humanos tendremos en un futuro.
A continuación transcribimos
un artículo del diario The
Independent, que resulta de lo más revelador al respecto…
LA ADICCIÓN AL PORNO
Y LOS VIDEOJUEGOS LLEVAN A UNA CRISIS DE LA MASCULINIDAD
La Pornografía y los Videojuegos están
llevando una "Crisis de Masculinidad", dice Psicólogo de
Stanford
Fuente
Un prestigioso psicólogo ha
advertido de que los jóvenes se enfrentan a una grave crisis de
masculinidad debido al consumo excesivo de videojuegos y
pornografía.
El célebre psicólogo y profesor emérito de la Universidad de
Stanford, Phillip Zimbardo, ha realizado dichas
advertencias, que forman parte importante de su último libro,
"El Hombre (Des)Conectado -
Man (Dis)Connected".
En una entrevista para un programa de la BBC, Zimbardo habló
sobre los resultados de su estudio, una mirada en profundidad
sobre la vida de 20.000 jóvenes y sus relaciones con los
videojuegos y la pornografía.
Philip Zimbardo
Según Zimbardo:
"Nuestra atención se centra en
los hombres jóvenes que juegan a videojuegos en exceso y que
lo hacen solos en su habitación, aislándose de la sociedad"
"Ahora, con la pornografía libremente disponible, algo único
en la historia, estos jóvenes realizan una actividad
combinada: juegan a videojuegos y como descanso, ven un
promedio de dos horas de pornografía a la semana".
Zimbardo dice que hay una "crisis"
entre los hombres más jóvenes, un gran número de los cuales
están experimentando una "nueva forma de adicción" relativa al
consumo excesivo de videojuegos y pornografía.
NOTA: Un país más
avanzado a nivel tecnológico que la media y que por lo tanto
dibuja el posible horizonte futuro del sexo masculino en todo el
mundo, es Japón.
En un artículo reciente, titulado:
PREOCUPACIÓN EN JAPÓN: LA FALTA DE
RELACIONES SEXUALES AMENAZA EL FUTURO DEL PAÍS ya
hablábamos de los efectos demográficos de esta creciente
epidemia de falta de relaciones sexuales que poco a poco está
extendiéndose entre las nuevas generaciones.
Otros ejemplos de disfunciones sexuales y psicológicas
relacionadas con la tecnología, la encontramos en los siguientes
artículos…
Zimbardo ya dio una charla en 2011
en la que esbozaba los problemas de desarrollo social de los
jóvenes y de su rendimiento académico, que él atribuyó a un uso
consumo excesivo de pornografía, videojuegos e Internet.
Citó el ejemplo de una madre que conoció mientras realizaba el
estudio, cuyo hijo no ve ningún problema en jugar a videojuegos
hasta 15 horas al día.
Zimbardo dijo:
"Para mí, el problema no está en
el número de horas que juega, sino en los cambios
psicológicos en la forma de pensar".
Zimbardo da un ejemplo de la forma
de pensar de un joven adicto a los videojuegos y la pornografía;
según el chico:
"Cuando estoy en clase, me
gustaría estar jugando al World of Warcraft. Cuando estoy
con una chica, me gustaría estar viendo pornografía, porque
así nunca sería rechazado".
Zimbardo afirma que este fenómeno
relativamente nuevo está afectando a la mente de los hombres
jóvenes.
Citando la investigación que él y su equipo realizó para el
libro, dice:
"Esto empieza a cambiar la
función cerebral. Está cambiando el centro de recompensa del
cerebro, y produce una especie de excitación y adicción".
"Lo que estoy diciendo es que los cerebros de estos
muchachos están siendo reprogramados digitalmente".
También mencionó el creciente
problema de un fenómeno controvertido en el mundo científico,
llamado "disfunción eréctil inducida por el porno", o PIED:
"Los muchachos que deberían ser
muy viriles, ahora están teniendo problemas para conseguir
una erección".
"Tienes esta paradoja: están viendo vídeos subidos de tono
que deberían excitarlos y en cambio no consiguen excitarse".
Sin embargo, un
artículo en Psychology Today,
sostiene que no hay vínculos científicos demostrables entre el
consumo de pornografía y la disfunción eréctil.
Como decimos, este es un tema controvertido en estos momentos en
el mundo de la ciencia.
En opinión de Zimbardo, la solución es aceptar que el problema
es grave, que los padres deben tomar conciencia de la cantidad
de horas que los niños gastan solos en su habitación jugando y
viendo porno a expensas de otras actividades.
Zimbardo también culpa a la imagen negativa sobre los hombres
que se ofrece en los medios de comunicación estadounidenses, que
muestran a los hombres como "patanes, indeseables, que sólo
desean tener sexo y que incluso son patosos al practicarlo"
También abogó por una mejor educación sexual en las escuelas,
que debería centrarse no sólo en la biología y la seguridad,
sino también en las emociones, el contacto físico y las
relaciones románticas.
El problema acuciante de la salud mental masculina, se ha
convertido en una gran preocupación en la actualidad.
El año pasado se realizó la primera Conferencia sobre Psicología
Masculina en la University College de Londres, destinada a
fomentar que la Sociedad Británica de Psicología introdujera una
sección especializada al sexo masculino.
La Campaña "Campaign
Against Living Miserably o CALM" (algo así como
Campaña contra vivir miserablemente), se inició en 2006 y ha
ganado importancia estos últimos años, por sus esfuerzos en
alentar a los hombres a que hablen de sus problemas de salud
mental, con el objetivo de reducir la tasa de suicidios
masculinos.
Phillip Zimbardo es famoso por el "Experimento
Zimbardo", realizado en 1971 en la Universidad de
Stanford, en la que se pidió a 24 estudiantes que realizaran el
papel de "guardias" y "prisioneros" en una prisión simulada en
los sótanos de la Universidad de Standford.
El experimento, que debía durar dos semanas, fue abandonado
después de tan solo seis días, ya que los estudiantes que
realizaban el papel de guardias y que antes del experimento se
habían mostrado como personas normales, se volvieron
extremadamente sádicos y los "prisioneros" se convirtieron en
sumisos y deprimidos.
Hablamos de este importante experimento
en el artículo, ¿Sabes
porque las Personas Uniformadas tienden a Abusar de su Poder? - El
Experimento Zimbardo.
EL SEXO
CONSUMISTA
Aunque lo parezca, este no es un tema menor o anecdótico.
Estamos ante los primeros síntomas de una enfermedad social que
puede acabar siendo grave para el futuro de la especie y que no es
más que el reflejo lógico de una serie de mecanismos que ya
configuran el funcionamiento de nuestra sociedad.
Esta nueva modalidad de adicción enfermiza a la pornografía, está
íntimamente relacionada con lo que encontramos al entrar en un
supermercado o con lo que nos sucede cuando encendemos un televisor.
De hecho, comparte los mismos mecanismos psicológicos de
funcionamiento.
Simple y llanamente, es una expresión más del consumismo.
Y es que el consumismo desenfrenado, ese que nos lleva a cambiar de
canal compulsivamente o a adquirir todo tipo de productos
innecesarios, se basa fundamentalmente en nuestro instinto de
supervivencia.
Ese instinto es el que nos lleva a acaparar todo lo que necesitamos
para sobrevivir y acumularlo por si acaso se acercan futuros tiempos
de dificultad.
Imagina que vives en un estado de incertidumbre constante sobre el
mañana, en el cual no sabes si al día siguiente tendrás comida que
llevarte a la boca; hasta el punto de que puedes llegar a pasar
varios días sin comer.
Ahora imagina que estando en esta situación, te encuentras con un
saco lleno de comida y víveres.
Este mecanismo de supervivencia y
reserva de recursos está arraigado en los más profundo de nuestros
genes desde tiempos remotos y es el que, de facto, utiliza la
sociedad para convertirnos en ávidos consumistas.
Es el que nos lleva a llenar los armarios hasta los topes con ropa
innecesaria y a atestar nuestras neveras de productos que muchas
veces acaban pudriéndose en la basura.
Es una necesidad grabada a fuego en los más profundo de nuestras
psiques.
Se suman la necesidad instintiva de acaparar recursos, la
oportunidad real de saciar esa necesidad y la ilusión de la libertad
de elección y todo ello combinado provoca un efecto devastador en
nuestras mentes, convirtiéndonos en esclavos psicológicos del
consumismo y en unos auténticos adictos.
Pues bien, este mismo mecanismo adictivo con profundas raíces
psicológicas es el mismo que se activa en la mente de un hombre
cuando entra en una página Web pornográfica.
Es indiscutible que los hombres tenemos una pulsión profunda que nos
hace desear la posesión de todas las mujeres.
Quizás tenga una raíz biológica, pero lo cierto es que el deseo
inconfesable de un hombre es ser el único macho del mundo y poder
disponer sexualmente de todas las hembras sin oposición.
Este impulso de "acaparamiento sexual", es similar al impulso
instintivo que nos lleva a acaparar todos aquellos productos que
necesitamos para garantizar nuestra supervivencia.
Las webs porno actúan como sucedáneo para este deseo inconfesable e
irrealizable.
De repente, a un simple clic de ratón, hay miles de mujeres
"disponibles", con diferentes características y atractivos,
dispuestas a realizar sumisamente cualquier práctica sexual ante
nuestros ojos.
Es como entrar en unos grandes almacenes con la cartera llena y
poder comprar todo aquello que se nos antoje. Aquí la tienda de ropa
es una Web pornográfica y los pantalones, blusas y chaquetas son
chicas orientales, teenagers traviesas y rubias tetudas y viciosas.
De nuevo, como en el caso del consumismo, se suman la necesidad
instintiva de acaparar mujeres, la oportunidad "real" de saciar esa
necesidad sin oposición y la ilusión de la libertad de elección y
todo ello configura un cóctel explosivo en la mente de un hombre,
con el consiguiente peligro de acabar convirtiéndose en un adicto al
cibersexo.
Además hay un elemento distintivo altamente pernicioso, que
convierte la adicción a la pornografía en especialmente peligrosa:
el miedo.
En una Web pornográfica no hay miedo al rechazo, no hay
dificultades, exigencias, ni desengaños. Solo una sola satisfacción
que cumplir, la propia, sin lugar al compromiso.
Y este es un reflejo muy claro de la sociedad que empieza a
perfilarse de cara al día de mañana.
-
Una sociedad que solo premia la
comodidad propia y el egoísmo más descarnado, sin correr
riesgos emocionales.
-
Una sociedad formada cada vez
por individuos más íntimamente cobardes.
-
Un ejemplo claro de ello lo
encontramos en las cada vez mas omnipresentes páginas y apps
de contactos y ligues.
PÁGINAS DE
CONTACTOS
Mucha gente las ve como algo necesario, como un instrumento
fantástico que permite aumentar las probabilidades de una relación
exitosa para "solteros exigentes".
Pero bajo el pretexto de la búsqueda de las personas afines, se
esconde algo mucho más nocivo.
En el fondo, las páginas de contactos son el vehículo perfecto para
la expresión de la comodidad, el egoísmo, la cobardía y la falta de
amor incondicional hacia los demás.
No queremos hacer el esfuerzo de conocer a personas muy diferentes
de nosotros y tener que abrirnos a sus intereses y aprender cosas
nuevas y nuevos puntos de vista. ¡Qué incómodo!
Somos demasiado importantes para perder
el tiempo de esta manera. Demasiado esfuerzo. Nosotros nos merecemos
un producto que encaje con nuestros requisitos para no tener que
movernos ni un milímetro.
Es mas confortable y útil buscar a las personas con las
características adecuadas, de la misma manera que buscamos un hotel,
unos pantalones o un vehículo acorde con nuestras necesidades.
Y he aquí donde reside la clave del asunto: que las personas no son
coches, ni hoteles, ni piezas de ropa que deban encajar
obligatoriamente con nuestras exigencias y no se pueden recomendar,
puntuar, ni clasificar por estrellas como los hoteles.
En el mundo actual, cada vez tendemos más a confundir los objetos
con las personas y una vez se acabe de instaurar esta visión de la
realidad y se alcance una nueva normalidad, nuestro futuro será de
los más oscuro.
Porque una vez instalado en nuestra mente el hábito de calificar a
los demás individuos como objetos, acabaremos tratando a los demás
como simples productos adquiribles y utilizables para nuestro
beneficio y disfrute.
Y una vez empecemos a actuar así, ¿qué diferencia habrá entre
relacionarse con una persona o con un androide?
Cuando empecemos a pensar así, ¿para qué querremos perder el tiempo
buscando una persona que encaje con las características exactas que
estamos buscando si podemos encargarla directamente como se encarga
una pizza?
Solo tendremos que meternos en la tienda virtual de turno y
diseñarla a medida como si fuera un personaje de videojuego.
La tecnología nos permitirá que en la
tienda nos monten el androide con las características que
solicitemos y con el software de personalidad de nuestra elección y
nos lo enviarán a casa para que disfrutemos de su compañía.
Puede parecer una exageración, pero estamos dando los primeros pasos
para que en el futuro las personas reales y físicas, con todos sus
maravillosos defectos y complejidades, acaben siendo consideradas
demasiado incómodas, molestas, obsoletas, imperfectas, indeseables e
imprevisibles.
Si no tomamos conciencia de ello para corregirlo, vamos camino de un
futuro sexual en el que no habrá seres humanos,
sino estereotipos animados a los cuales todo el mundo querrá
parecerse para ser deseable y no recibir "votos negativos" de la
comunidad.
Y eso nos llevará a la destrucción de la individualidad, de la
personalidad propia y única, sentando los cimientos para una
sociedad represiva y profundamente enferma, formada por
pseudo-individuos clonados que se esforzarán constantemente por
adaptarse a la última tendencia de lo que es deseable, sexy y
apetecible y que odiarán la "imperfección" de los que no reflejen
esas tendencias.
ESCLAVOS DE LA
INTERFAZ
Uno de los grandes problemas que se están generando en la
actualidad, es que hemos permitido que nuestros avances tecnológicos
se hayan convertido en intermediarios indispensables a los cuales no
podemos ni sabemos renunciar, hasta el punto de que condicionan
todos los aspectos de nuestras relaciones y de nuestra existencia.
Pongamos un ejemplo:
un smartphone es un instrumento
fabuloso, maravilloso, cuya función original era la de facilitar
la comunicación entre las personas. Pero paulatinamente ha
dejado de ser una herramienta útil para convertirse en otra cosa
diferente.
Cuando alguien ve en la terraza de un bar a un grupo de amigos
que apenas se hablan entre sí y que están inclinados sobre las
pantallas de sus móviles, en lugar de estar riendo, charlando y
mirándose a los ojos, podemos empezar a intuir que hay algo que
no encaja.
Se hace obvio que esa herramienta, que debía ejercer de
intermediaria en la comunicación, ha adquirido una nueva función que
va mucho más allá, hasta el punto de alterar tan radicalmente
nuestra forma de comunicarnos, que ya no sabemos hacerlo si no
es bajo sus dictados.
Como hemos dicho tantas veces, hemos acabado siendo esclavos de
nuestras creaciones.
Es un problema que se repite constantemente y que hemos vivido de
mil y una maneras diferentes.
En su momento 'inventamos'
miles de dioses que debían ayudarnos a sobrellevar la
pesada carga de nuestra angustia existencial, pero con el paso del
tiempo, todas esas creencias liberadoras han acabado
derivando en dogmas con los que
programar nuestra mente y encadenar nuestra existencia, con rutinas
y tradiciones absurdas de obligatorio cumplimiento, hasta el punto
de que al final solo nos han añadido más carga y más dolor, siendo
incluso fuente de guerras y disputas sin sentido.
Lo hicimos con todos los dioses que 'creamos' y ahora nos
sucede con el desarrollo tecnológico.
Las herramientas a nuestro servicio, las acabamos convirtiendo en
pesadas cadenas que solo sirven para destruir nuestra individualidad
y nuestra personalidad propia.
Es un proceso enfermizo que se repite constantemente a todas las
escalas.
Lo podemos ver con las nuevas tecnologías, donde al final hemos
confundido la interacción con la imitación.
A cualquier persona con un mínimo de sensibilidad e intuición, le
resulta absolutamente terrorífico ver miles y miles de fotos de
selfies de personas diferentes
imitando las mismas posturas y las mismas expresiones en la cara,
una y otra vez, una y otra vez.
Es como ver una película de horror en la que un inexplicable virus
mental se ha apoderado de la mente de la gente que te rodea y les ha
convertido en clones psíquicos, borrando cualquier chispa de
individualidad y personalidad propia y convirtiendo a los individuos
en expresiones insulsas de una misma masa informe.
Las
redes sociales, que deberían ser
herramientas para la interacción entre individuos y para el
enriquecimiento mutuo, solo son espejos en los que replicar la
estupidez de los demás hasta límites vomitivos.
Oleadas de campañas virales de origen desconocido irrumpen
continuamente como tsunamis uniformadores que se llevan por delante
todo atisbo de diferencia y originalidad.
Es como si estuviéramos en una inmensa
batidora que poco a poco nos va mezclando a todos hasta que consigue
crear una masa homogénea, informe e insípida:
-
Un idiota se tira de un balcón a
una piscina: mil idiotas se tiran de un balcón a una
piscina.
-
Una idiota pone morritos ante un
espejo: un millón de idiotas ponen morritos ante un espejo.
-
Un grupo de imbéciles se ponen a
bailar haciendo el mono: doscientos millones de imbéciles
bailan como monos imitando a los primeros.
Lo peor es que este mismo virus
planetario está destruyendo la personalidad propia y la
individualidad a todas las escalas.
A escala urbana podemos verlo en el centro de todas las grandes
ciudades, en forma de Starbucks,
McDonald’s o
Zaras, que como una infección
cancerosa se extienden hasta los últimos confines del planeta y
convierten los centros de todas las urbes en clones impersonales de
la misma basura.
Dicen que hay
una élite que gobierna el mundo y
que esa élite está convencida de que el 95% de la población
sobramos, que no aportamos nada, que somos irrelevantes y que no
tenemos ningún valor, creen que solo servimos para obedecer, para
consumir y para contaminar y que el planeta estaría mucho mejor
si todos nosotros desapareciéramos.
¿Y cuál es la respuesta de la población ante tal insulto y tal falta
de respeto?
Pues bien, parece que la respuesta común es esforzarse
denodadamente en darles la razón y en justificar cualquier argumento
que nos lleve a una extinción en masa o a ser esclavos obedientes y
sumisos.
Debería avergonzarnos a todos.
Disponemos de las mejores herramientas tecnológicas para liberarnos
jamás creadas y en cambio las estamos utilizando casi exclusivamente
para destruir lo mejor de nuestra esencia individual.
Pero quizás deberíamos ver el vaso medio lleno. Todo tiene su
vertiente positiva.
Y es que ahora, gracias a las redes sociales, ya sabemos que nuestra
estupidez es "trending topic"…
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