Julio 29, 2014
del Sitio Web
GazzettaDelApocalipsis
Puede parecer una locura, propia de una mente excesivamente
fantasiosa y conspiranoica.
Pero si lo razonamos y lo analizamos con detenimiento veremos que no
es una idea tan descabellada: a determinadas élites de este planeta,
especialmente en estos momentos, les interesaría mucho que se
produjera una "gran" epidemia, o si preferimos nombrarlo de una
manera menos alarmista, una "gran crisis sanitaria".
Evidentemente no nos referimos a una pandemia mortal y descontrolada
de carácter apocalíptico, como la peste negra o las que nos muestran
en las películas de Hollywood.
Nos referimos a un brote epidémico que reúna una serie de
características, digamos que, "ventajosas" para conseguir
determinados fines.
Es decir, una crisis perfectamente controlada y controlable en su
evolución, pero que a la vez genere una implacable sensación de
pánico entre la población, con el fin de que ésta reclame y acepte
las medidas necesarias para afrontar dicha crisis.
Dicho de otra manera:
un gran problema que requiera una gran
solución… una solución que solo determinados grupos en el poder
puedan ofrecer.
Estamos convencidos de que en determinados
Think Tanks ya se ha
planteado esta posibilidad como algo plausible.
Al fin y al cabo, la función principal de los Think Tanks es
proyectar y prever escenarios hipotéticos a modo de simulación, con
el fin de determinar qué estrategias deberían implementarse si se
produjeran y cómo se podría sacar el mejor provecho de ellos.
Y como iremos viendo, una epidemia a escala planetaria representaría
una oportunidad única a diferentes niveles.
Una idea ya inoculada
A pesar de que pueda parecer una locura plantearse tales escenarios,
lo cierto es que la idea de una gran pandemia mundial ya ha sido
debidamente inoculada en el imaginario popular en los últimos años y
de forma sospechosamente insistente.
Como hemos dicho en anteriores artículos, una de las maniobras de
manipulación mental más habituales consiste en inocular ideas,
imágenes o conceptos con el fin de que la mente de la ciudadanía se
"acostumbre" a ellas y las observe como una posibilidad futura.
Parece que uno de los objetivos principales de este mecanismo es
impedir que el impacto o shock asociado a tales conceptos si llegan
a convertirse en realidad, derrumbe todas las creencias de la
población y con ello, todas las estructuras mentales que mantienen
en pie el sistema.
Por lo visto, con la inoculación y aceptación de una determinada
imagen o idea, ésta se incorpora a la psique como "escenario
previsible" y se condiciona con ello la respuesta futura de la
gente.
Sería algo así como administrarle una vacuna a la sociedad para un
mal que aún no ha hecho acto de presencia.
Quizás ésta sea la causa por la cual estamos viendo tantas obras de
ficción cuyo argumento gira alrededor de una gran pandemia; hasta el
punto de que estamos siendo sometidos a un auténtico bombardeo
psicológico.
Pandemias de fantasía
Si nos fijamos bien, veremos que en las últimas dos décadas han
proliferado las películas centradas en pandemias planetarias que
asolan a la especie humana.
Pero entre ellas encontramos un
subgénero que ha alcanzado altas cotas de popularidad y que nos
llama especialmente la atención:
el género de zombies.
Como destacábamos en un artículo anterior titulado,
COMO CONTROLAN
TU FANTASÍA, el subgénero de zombies, tan en boga en estos últimos
tiempos, ha sufrido un extraño giro argumental que, por lo visto, ha
pasado desapercibido a la mayoría de gente.
En sus inicios, las películas de zombies giraban entorno a grupos de
personas fallecidas que volvían a la vida con el objetivo de devorar
a los vivos.
Sin embargo, en los últimos años, los zombies han dejado de ser
"muertos vivientes" para convertirse directamente en "infectados por
un virus que deben ser exterminados".
Y lo han hecho prácticamente en todas las películas y series del
género, casi sin excepción.
No deja de ser curioso que todos los creadores, sean guionistas,
directores o productores se hayan abonado a la misma corriente sin
ofrecer alternativas o nuevos puntos de vista…
Y es que ¿cuántas películas, series de televisión e incluso
videojuegos, producidas en el último cuarto de siglo nos hablan con
insistencia de una gran epidemia planetaria que asola la humanidad?
¿Alguien sería capaz de contarlas?
¿Por qué se ha invertido tanto dinero en un tema tan específico y
que ofrece tan pocas variaciones a nivel argumental de una obra a
otra?
Porque lo cierto es que habría muchas formas diferentes de tratar y
enfocar el mismo concepto basado en una pandemia global.
3 fantásticas películas que son una excepción a la regla
Sin embargo, en la gran mayoría de films, el mismo enfoque se repite
sistemáticamente, en todos los aspectos y se centra casi siempre en
la transmisión de la enfermedad por vía sanguínea, por contacto
físico y por transmisión de fluidos.
La repetición constante de la misma idea, una y otra vez, empieza a
resultar francamente inquietante.
Una colección de epidemias reales
Pero lo más paradójico del caso es que vivimos el momento de nuestra
historia en el que disponemos de mayores recursos y conocimientos
científicos y médicos y sin embargo, la presencia de epidemias se
hace más patente que nunca.
Últimamente, tanto los medios oficiales como los medios alternativos
de Internet nos han presentado una auténtica panoplia de amenazas
epidémicas de todo tipo, perfectamente publicitadas, tales como,
...o incluso la proliferación
imparable y altamente preocupante de las superbacterias (bacterias
resistentes a los más poderosos antibióticos), cada vez más
frecuentes en los centros de salud, especialmente en los hospitales
y que ya ha sido declarada por la Organización Mundial de la 'Salud'
como una amenaza potencial para la humanidad.
Así pues, estamos siendo bombardeados por el concepto "gran
pandemia" por dos vías:
-
por un lado, mediante la insistente
presencia del tema en el mundo de la ficción
-
por el otro, por un degoteo
sutil y incesante en los medios de comunicación, que se
relaciona con nuestros miedos más profundos y arraigados
como seres humanos y como especie
La pregunta que debemos hacernos es:
¿aún hay alguien que no crea
posible el estallido de un brote epidémico que asole parte de la
especie humana?
Quien sabe, incluso puede haber gente a la cual tal posibilidad le
produzca una suerte de atractivo morboso…
UNA EPIDEMIA LLENA DE...
"BENEFICIOS Y
VENTAJAS"
Pero como decíamos al principio del artículo, la aparición de una
pandemia planetaria, bajo determinadas condiciones, ofrecería una
gran serie de ventajas y beneficios a determinadas élites y grupos
de poder…
Sumisión completa a las autoridades
Para empezar, el pánico asociado a la expansión de una epidemia
llevaría a la población a acatar, e incluso exigir, un mayor orden y
control por parte de las autoridades.
Así pues, gracias a la aparición de un brote epidémico, los
mecanismos del poder se verían reforzados hasta límites que en
cualquier otra circunstancia resultarían inaceptables para la
mayoría de la ciudadanía.
Este es un mecanismo que ya se ha utilizado en los casos de amenaza
terrorista, consiguiendo que la población ceda sumisamente
libertades a cambio de seguridad.
Se trata de una maniobra habitualmente utilizada por los más
variopintos regímenes y cuyo mayor exponente encontramos en la
actualidad en los EE.UU., país que tras
los atentados del 11-s se ha
convertido, prácticamente, en
un Estado Policial donde la población
se ve sometida a una vigilancia masiva.
Las ventajas en el caso de la epidemia, serían aún mucho mayores que
en el caso del terrorismo, pues ya no estaríamos ante un enemigo
identificable y dotado de un discurso ideológico, hecho que lo
convierte en algo opinable y que por lo tanto puede conducir a tomar
partido por uno u otro bando.
En el caso de una epidemia, el enemigo es algo difuso e intangible
que nos afecta a todos por igual:
la enfermedad, una imagen poderosa
que enraíza con nuestros miedos más ancestrales y que es capaz de
doblegar hasta la razón más firme.
Así pues, la necesidad de controlar una epidemia podría llevarnos a
un estado dictatorial que incluso los más fervientes defensores de
las libertades individuales aceptarían sin apenas rechistar, porque
simplemente, los derechos sociales dejarían de ser el foco central
de sus preocupaciones.
Aborto de una posible Revolución
El momento de crisis sistémica actual ha conducido a muchos países
del mundo al borde de la rebelión civil.
En los últimos meses se han sucedido en varios países las
manifestaciones y las protestas, en muchos casos masivas.
El número de gente que deja de creer en el sistema va en aumento y
cada vez es mayor el número de personas que claman por un cambio
radical, no solo de los esquemas sociales, económicos o políticos,
sino incluso de todos nuestros preceptos como especie a nivel
mental.
Cada vez hay más personas que dejan de creer en los mecanismos de
autoridad jerarquizada y abogan por un mundo más horizontal y
colaborativo entre iguales.
Pero una epidemia masiva terminaría de un plumazo con todos estos
movimientos tan peligrosos para el status quo actual.
Para empezar, porque el derecho a la manifestación podría verse
radicalmente restringido bajo el subterfugio de la seguridad
sanitaria y el peligro que conllevarían las concentraciones masivas
de personas.
De esta manera, se conseguiría que los movimientos de protesta
tendieran a su disolución, produciéndose una desmovilización social
masiva.
Atomización de la sociedad
Pero lo peor es que la visualización del concepto "agrupación de
personas" como algo peligroso conduciría a la sociedad hacia una
atomización y hacia una pérdida del contacto humano entre sus
componentes.
Dicho en otras palabras, se produciría un efecto de disgregación
social a gran escala.
Nuestro vecino dejaría de ser un compañero o un aliado para
convertirse en un sospechoso y en un potencial foco de infección y
muerte.
Así, la desconfianza y el recelo se extenderían a nivel horizontal,
hacia aquellos que comparten nuestro mismo entorno, mientras por
contra, la confianza aumentaría a nivel vertical, hacia las
autoridades y aquellos que garantizaran nuestra seguridad, hasta
convertirse en total sumisión y servilismo a ellos.
En este aspecto, la maniobra sería una jugada magistral.
Porque no solo reforzaría los mecanismos del poder sino que
dinamitaría por completo la posibilidad de crear agrupaciones
basadas en la confianza mutua y la solidaridad entre iguales,
estructuras todas ellas potencialmente peligrosas para las
estructuras de poder jerarquizadas actuales.
Y aunque la epidemia al final consiguiera ser controlada o
erradicada, esos sentimientos de desconfianza hacia las demás
personas de nuestro entorno y la necesidad de una sumisión
voluntaria a la autoridad, quedarían marcadas con fuego en la mente
de todos los ciudadanos a través del intenso miedo que habrían
sentido durante el proceso, sentando así las bases psicológicas para
un modelo de sociedad futura totalitaria y represiva.
Eliminación de disidentes
En un caso extremo, además, la epidemia permitiría realizar una
purga discreta, sutil y silenciosa de todas aquellas personas que
pudieran resultar molestas a determinados gobiernos o intereses.
Algo que quizás en el momento actual podría levantar sospechas, pero
que en el escenario de una epidemia recibiría una fácil
justificación dadas las circunstancias.
Establecimiento del
"gran hermano" tecnológico
El necesario control de la epidemia exigiría un monitoreo constante
de todas y cada una de las personas del planeta, convertidas ahora
en focos potenciales de la enfermedad.
Eso conllevaría un esfuerzo (progresivo, desigual y no homogéneo) en
todos los países con el fin de imponer un control exhaustivo sobre
sus ciudadanos.
Se sentarían así las bases del gran hermano tecnológico, sin que
nadie pudiera levantar la más mínima protesta, pues todo se
justificaría en alas de la supervivencia de la especie.
Todos los datos médicos de cada habitante deberían ser recogidos,
almacenados y centralizados con el fin de realizar un monitoreo
constante de los diferentes focos epidémicos potenciales en tiempo
real.
Con el fin de llevar un seguimiento eficaz de cada persona, estas
deberían ir equipadas con algún tipo de dispositivo fácilmente
legible o escaneable, que ofreciera inmediatamente los datos
identificativos de cada ciudadano a las autoridades, así como datos
de carácter médico y biométrico de interés.
Éstos datos podrían estar almacenados en los propios teléfonos
móviles o en dispositivos incorporados al cuerpo, tales como
microchips o parches.
Se multiplicarían los controles rutinarios en calles y medios de
transporte, tales como aeropuertos y estaciones de tren, metro y
autobús.
Toda persona sería susceptible de ser detenida, analizada e
inspeccionada por las autoridades, así como verse obligada a revelar
sus actividades detalladamente, con el supuesto fin de prevenir su
posible contacto con focos de infección.
Vigilancia masiva ciudadana
Por si todo esto fuera poco, la propia ciudadanía se convertiría en
un órgano de vigilancia y represión de sus semejantes.
La paranoia y el pánico asociados a la enfermedad, conducirían a una
vigilancia estricta de todas las personas que nos rodearan.
Para cualquier tipo de actividad, los propios ciudadanos se
exigirían entre sí las certificaciones médicas o los últimos
análisis que garantizaran el perfecto estado de salud de unos y
otros.
Esto multiplicaría el volumen de
negocio de algunas industrias
farmacéuticas o del campo sanitario y derivaría en un estado de
vigilancia masiva y mutua realizada por todos y cada uno de
nosotros.
Se promovería la denuncia ante las autoridades de aquellos que
presentaran cualquier atisbo de síntoma y de aquellos que se negaran
o se mostraran reticentes a pasar controles o a ser monitoreados y
vigilados.
Toda persona que tuviera la osadía de presentarse como defensora de
las libertades individuales o que se atreviera a dudar de las
medidas draconianas aplicadas por la autoridad, sería considerada
por los demás ciudadanos o incluso por sus propios familiares y
amigos, como un irresponsable y un peligro público potencial,
provocando su rápido aislamiento social y su silenciamiento como
elemento discordante.
Eliminación definitiva del dinero físico
Se daría también el espaldarazo final a la deseada eliminación del
dinero en efectivo y al establecimiento del pago electrónico a todos
los niveles, con la excusa de evitar el riesgo de contagio asociado
al intercambio de dinero físico.
Además, tal necesidad urgente e ineludible, llevaría a un rápido y
acelerado proceso de sustitución de un tipo de dinero por el otro,
que a su vez, representaría un enorme negocio para las grandes
multinacionales tecnológicas encargadas de implementar tales
dispositivos, cobrando los costes a los propios ciudadanos vía
impuestos, pues debería ser el Estado el que sufragara tales gastos.
El establecimiento del dinero electrónico representaría el control
absoluto de cada habitante del planeta, pues directamente, las
autoridades dispondrían de toda su información fiscal en vivo y en
directo y tendrían la capacidad de bloquear sus cuentas a
conveniencia.
Eliminación de los medios alternativos
El pánico generado por la epidemia, llevaría a la ciudadanía a
reclamar informaciones inmediatas, fiables y prácticas por parte de
las autoridades.
Y evidentemente, las autoridades encargarían la
difusión de esas supuestas informaciones "veraces" a
los grandes medios de
comunicación, sus voceros habituales.
Los medios alternativos o contraculturales no tendrían acceso a
ellas y por contra recibirían todo tipo de filtraciones falsas con
las que generar bulos y una creciente sensación de desconfianza y
decepción entre la población, justo cuando más necesitaría tener
acceso a la verdad que se le oculta.
Poco importaría que los medios alternativos denunciaran
manipulaciones y teorías conspirativas respecto a la aparición y
proliferación de la epidemia.
A la gente lo único que le importaría sería obtener información con
la que sentirse segura y poder proteger a sus seres queridos y ésta
provendría siempre de los mass media.
Así pues, el miedo y la sumisión a la autoridad que conllevaría la
aparición de la epidemia, tendría como efecto colateral la sumisión
a la "verdad" oficial ofrecida por los grandes medios de
comunicación, que recuperarían el papel preponderante que en la
actualidad están viendo discutido por las redes sociales y los
medios alternativos de Internet.
El gobierno de los tecnócratas
La situación de emergencia requeriría no solo una autoridad fuerte,
sino un gobierno eficiente.
La actual crisis de confianza de la población hacia la corrupta
clase política, que se ha mostrado además manifiestamente
incapacitada e ineficiente a la hora de gestionar de forma correcta los bienes
públicos, hallaría en la epidemia el punto de inflexión definitivo.
La población reclamaría que fueran los técnicos, los científicos y
los expertos y no los políticos corruptos, los que llevaran la voz
cantante durante la crisis y ello representaría una oportunidad de
oro para implantar regímenes tecnocráticos, algo a lo que nos
encaminamos en el futuro.
Los comités de expertos, científicos y técnicos serían los
encargados de determinar las políticas a llevar a cabo y los poderes
ejecutivos representados por los líderes políticos pasarían a un
segundo término.
Aparecería pues una nueva clase social dominante:
los tecnócratas y
un nuevo modelo de dictadura o tiranía en la que los órganos
represivos cambiarían de aspecto.
Las porras, las leyes y las cadenas de antaño serían sustituidas por
"protocolos de actuación" y por "directivas técnicas de obligado
cumplimiento", aplicadas con frialdad y eficiencia por obedientes
burócratas disfrazados de científicos.
Entraríamos definitivamente en un nuevo régimen, en el que las
personas serían consideradas solo simples datos computables y
sacrificables en pos del perfecto equilibrio de las ecuaciones y de
las inertes leyes del calculo estadístico.
Los tecnócratas se convertirían en una suerte de nuevos sacerdotes
de bata blanca que sustituirían los viejos sacrificios humanos por
los nuevos sacrificios de masas en pos de un bien común
perfectamente calculado y parametrizado según la nueva doctrina "divina" de la ciencia.
Serían los comités de expertos los que fríamente determinarían quién
vive y quién muere, de la misma forma que los jurados de los
concursos de cocina o de canto de la televisión deciden quién vale y
quién no vale.
Al fin y al cabo, éste es el concepto principal que debían
inocularnos a todos a través de esos asquerosos "talent shows"…
El imperio de las transnacionales
La crisis sanitaria conllevaría, además, una quiebra prácticamente
inevitable de los sistemas sanitarios de los diferentes países, ya
muy deteriorados tras la última crisis económica y sometidos al
endeudamiento masivo de los gobiernos.
Ante la imposibilidad de lidiar con la epidemia de manera efectiva
por motivos económicos, los servicios sanitarios públicos serían
definitivamente privatizados y su gestión acabaría recayendo
principalmente en las grandes empresas transnacionales, a través de
sus divisiones de
la industria médica y farmacéutica.
Por lo tanto y de forma clara y explícita, la salud de todas las
personas del planeta sería prácticamente propiedad exclusiva de las
grandes transnacionales, sin intermediarios molestos, ni trabas
legales de ningún tipo que limitaran sus actividades.
Serían esas transnacionales las que suministrarían los comités de
expertos y serían las que ejercerían el poder de facto sobre cada
aspecto de nuestras vidas, convirtiendo a los gobiernos electos y a
los estados en sus títeres, algo que se insinúa en la actualidad,
pero que llegado el caso dejaría de ser una insinuación para
convertirse en ley.
Dicho de otra manera:
las grandes compañías transnacionales se
convertirían en los nuevos dioses a los que tendríamos que rendir
culto…
Cambio de modelo económico
Cada vez más datos revelan que la situación actual del
sistema
económico y financiero internacional, está próxima al colapso.
Las burbujas de deuda de los gobiernos, los grandes bancos y las
empresas están cada vez más próximas a estallar, con el riesgo de
crack económico que ello representa.
La aparición de una pandemia representaría una oportunidad única
para realizar una transición controlada del sistema económico actual
hacia un nuevo paradigma.
Algunos países podrían justificar su situación financiera culpando
de ella a la epidemia y cualquier medida de ajuste que pudiera
aplicarse, por dura que fuera, estaría plenamente justificada por la
situación de emergencia mundial.
Podría producirse así un derribo controlado del sistema actual y una
renegociación pactada de las condiciones del nuevo sistema, en la
que aquellos que dispusieran de los mejores recursos para afrontar
la crisis sanitaria, llevarían la voz cantante y dispondrían de las
mejores cartas.
Guerra biológica encubierta
La aparición de una epidemia, permitiría además, atacar y arrodillar
a cualquier régimen o país que se mostrara díscolo o desobedeciera
las directrices impuestas
por las élites, mediante la
"aparición
súbita" de brotes epidémicos virulentos y aparentemente
incontrolables en su territorio.
Esto brindaría la posibilidad a determinados poderes fácticos de
apoderarse definitivamente de los recursos naturales de países en
vías de desarrollo, sin encontrar ningún tipo de oposición ni verse
obligados a establecer negociaciones de ningún tipo.
Incluso permitiría realizar tareas de limpieza étnica o desplazar y
reubicar grandes masas de población, según el caso.
Sería pues, una nueva forma de invadir países y territorios, bajo el
paraguas argumental de una gran crisis sanitaria…
Control de la inmigración ilegal
Siguiendo en este contexto, la aparición de una epidemia
representaría la excusa perfecta para aplicar medidas de control de
la inmigración que ahora nos parecerían inhumanas en diferentes
partes del mundo.
Esas medidas recibirían la aceptación silenciosa de gran parte de la
población occidental, obsesionada por evitar que personas
presuntamente contagiadas o portadoras de la enfermedad ingresaran
en su territorio.
Y sobretodo… UN ENORME NEGOCIO
Una epidemia global que provocara suficiente nivel de pánico podría
representar un negocio de magnitudes prácticamente inimaginables,
especialmente para las empresas farmacéuticas o del mundo sanitario
que dispusieran de los productos adecuados para afrontar la gran
crisis.
Pongamos un ejemplo concreto.
Hace pocos días publicamos un artículo titulado:
THERANOS: LA
MISTERIOSA EMPRESA SANITARIA… en el que mostrábamos las actividades
de una compañía que, en caso de producirse una epidemia, vería
multiplicado exponencialmente su volumen de negocio.
La actividad principal de "Theranos inc." está centrada en el mundo
de los tests de laboratorio, tales como análisis de sangre y
detección de enfermedades.
Theranos ha desarrollado un método rápido, eficiente y barato de
análisis, que en el caso de una epidemia mundial, la convertiría en
una empresa indispensable a la hora de afrontar la gestión de la
crisis y por lo tanto en uno de los negocios más fructíferos de las
últimas décadas.
No ofrecemos el ejemplo de Theranos por capricho.
No deja de ser llamativo que en el consejo de administración de
dicha compañía encontremos, principalmente, no a científicos,
empresarios o médicos, sino a ex-generales del ejército de EE.UU.,
ex-secretarios de Estado y de Defensa del gobierno norteamericano y
a reconocidos elitistas como
Henry Kissinger.
Todos ellos, durante la última década, han invertido su dinero y su
tiempo en una empresa que se dedica a… hacer análisis de sangre y
detección de enfermedades.
Alguna gente malpensada podría llegar a considerarlo sospechoso…
Theranos, pero, es solo un ejemplo concreto de la inmensa
oportunidad de negocio que una gran epidemia podría representar para
determinadas élites económicas.
Porque seamos sinceros… ¿cuántas grandes
compañías farmacéuticas
podrían sacar una gran tajada de ello?
Características "ideales" de la epidemia
Llegados aquí y puestos a imaginar escenarios hipotéticos,
elucubremos qué características debería tener ese brote epidémico
para convertirse en un negocio fructífero y en una maniobra
realmente beneficiosa para unos cuantos.
Las características principales de esa pandemia, deberían ser.
-
Ser fácilmente controlable
-
Generar un elevado nivel de pánico entre la población
Para que se cumplan estos dos requisitos, aparentemente
contradictorios entre sí, la enfermedad que generara la epidemia
debería ser difícil de transmitir, pero a la vez resultar
extremadamente dañina y fácilmente visualizable como concepto
generador de terror entre la población.
Una enfermedad difícil de transmitir es, por ejemplo, aquella que no
se transmite por vía aérea, sino que se transmite por contacto
directo con los fluidos contaminados de la persona infectada
(curiosamente el tipo de enfermedad con el que tanto nos han
bombardeado en las películas de pandemias y zombies)
Sin embargo, la enfermedad debe resultar también extremadamente
virulenta para provocar el deseado efecto de pánico masivo que
conduzca a la sumisión.
Si nos fijamos en las películas de las que hemos hablado en este
artículo, en la mayoría de ellas, la sangre hace acto de presencia
como icono visual de la infección y como gancho que enlaza con
nuestros miedos más profundamente arraigados.
Así pues, ¿hay alguna enfermedad que encaje con todos estos
requisitos?
Que cada uno saque sus propias conclusiones…
2
Cómo podrían
"gestionar" la epidemia
En el caso de crear una epidemia con la que conseguir todos los
objetivos anteriormente mencionados, lo ideal sería mantenerla
controlada desde un principio y generar una sensación de pánico
artificial y un cierto desconcierto a través de los medios de
comunicación, que actuarían como altavoces.
Por lo tanto, no estaríamos hablando de una gran cantidad de
víctimas, sino de un número limitado, pero que generara un
elevadísimo nivel de temor entre el público.
Para conseguir tales efectos, sería necesaria la aparición de
diversos focos de forma sucesiva y en diferentes puntos del planeta,
todos ellos perfectamente acotados y controlados en realidad, hecho
que permitiría ir gestionando la evolución de la epidemia como si se
tratara de una narración dramatizada por capítulos.
A su vez, la aparición de posibles mutaciones imprevistas del virus,
actuarían como giros argumentales con los cuales incrementar
paulatinamente y regular a conveniencia la sensación de temor de la
población.
Gestionando adecuadamente ambos recursos narrativos (aparición de
focos y mutaciones del agente patógeno), la crisis sanitaria podría
alargarse durante meses o años, hasta alcanzar los objetivos que sus
impulsores se hubieran propuesto en un inicio.
Cabe destacar que desde sus primeros pasos, la enfermedad central
debería disponer de una vacuna, cuya existencia sería ocultada
inicialmente al resto de la población.
¿Por qué razón?
Por puro negocio.
A más personas infectadas, mayor necesidad de
adquirir la vacuna y
por lo tanto, mayor valor o precio tendría ésta debido a la demanda.
Por otro lado, la gestión de la enfermedad en sus estadios iniciales
e intermedios podría ir derivando desde una falta de tratamiento
eficaz, hacia un tratamiento paliativo o mitigador parcial, hasta
culminar finalmente en la aportación de la vacuna en el momento
adecuado.
Con ello, los perpetradores de la maniobra se garantizarían un mayor
volumen de negocio que el obtenido ofreciendo la vacuna directamente
a las primeras de cambio, pues ganarían dinero con la aplicación de
los tratamientos paliativos durante un largo periodo de tiempo,
cronificando la enfermedad, hasta que en última instancia
realizarían el montante principal del negocio con la venta de la
vacuna.
Se trataría pues, de un proceso similar al que vemos con la
obsolescencia programada de los productos tecnológicos.
Dicho de otra manera:
alargando la enfermedad, alargarían el
negocio.
Una maniobra desalmada… pero previsible.
Aclaración final
Sabemos que lo que hemos expuesto en este artículo es lo que mucha
gente calificaría (y muy adecuadamente) como material "conspiranoico
sin ningún sentido".
Por ello queremos dejar claro que en este artículo NO estamos
diciendo que vaya a producirse una pandemia, ni que determinados
grupos en el poder tengan planeado llevar a cabo algo por el estilo.
Lo repetiremos para dejarlo bien claro:
NO ESTAMOS DICIENDO QUE VAYA
A PRODUCIRSE UNA PANDEMIA NI NADA PARECIDO. Ni mucho menos...
Simplemente, hemos generado una hipótesis (aceptamos que muy fría y
cruel), que a mucha gente puede parecerle muy fantasiosa y exagerada
y simplemente nos hemos limitado a analizar, desde nuestro punto de
vista, de qué manera esa hipótesis podría convertirse en una
realidad, a quién beneficiaría y por qué.
Así pues, todo lo expuesto en este artículo es un simple ejercicio
de imaginación, que por otra parte invitamos a realizar a todos los
lectores, por ejemplo en las reuniones de amigos, como si fuera un
juego narrativo o una diversión.
Sin embargo, a pesar de no creerlo posible y como decíamos al
principio del artículo, sí creemos que algunos grupos de poder y
Think Tanks asociados han estudiado a fondo cómo, cuándo y de qué
manera podrían ellos u otros grupos opositores, realizar una
maniobra similar.
En este artículo y de forma muy modesta, hemos tratado de hacer algo
remotamente parecido.
Esperemos que nadie tenga la mala intención de tomarlo como un
arrebato profético o como una advertencia literal.
Además, podemos estar todos bien tranquilos.
Nunca veremos algo tan terrible como lo expuesto en este escrito,
principalmente, porque no hay personas tan crueles en este mundo, ni
capaces de llevar a cabo atrocidades de esta magnitud… ¿no?
(...de fondo se oye una carcajada malvada…)
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