por Andy Lloyd traducción de Adela Kaufmann
Versión original Uno podría contar con que la comunidad astronómica estaría emocionada con el prospecto de descubrir este planeta/sub-enana marrón en le Nube de Oort. Por el contrario, este tema está en la muy periferia de la astronomía, y mis propias especulaciones son aún mas ‘allá afuera’ que Murray y Matese!
El equipo de la Universidad de Lafayette, conformado por Matese y el Dr. Daniel Whitmire et al, hicieron la tentativa de hacer que la NASA se interesara en un búsqueda del cielo por el Planeta X.
Ellos fracasaron incluso en conseguir que la idea fuese considerada seriamente. Murray ha logrado obtener una escasa cantidad de tiempo de telescopio en el Observatorio Real de Australia (realmente, una hora), y ha ganado un par de imágenes detalladas de la constelación Delfino sobre un período de seis meses, para poder avistar cualquier estrella que esté en movimiento en esa pequeña región del cielo (1).
Recuerde… el Planeta X pudiera haber sido ya catalogado como una estrella débil por los astrónomos, pero no ha sido determinada su naturaleza. Personalmente, pienso que el debería de ver más de cerca de Ofiuco.
Murray y Matese, tienen cada uno sus críticos científicos, y es muy evidente que hay una tremenda cantidad de trabajo que hacer para convencer al elemento conservativo en la astronomía y la astrofísica para que tomen en serio sus ideas.
No todos comparten el tolerante optimismo de Murray.
El admite que planetas del tamaño de la Tierra podrían estar flotando sin ser detectados, en la Nube de Oort, pero duda que cualquiera tan grande como Júpiter esté allá afuera escondido.
Pienso que su casi está fortalecido grandemente por la evidencia mitológica disponible (¿increíbles pruebas?), pero mi propia investigación especulativa no sirve para ayudar en su caso entre la comunidad científica de la corriente principal, de mente muy estrecha.
Tal es el maravilloso mundo de la ciencia, amigos…
El Dr. Matese discute nueva evidencia
para apoyar sus demandas iniciales en 1999 acerca de la potencial
existencia de una pequeña enana marrón en las afueras de la Nube de
Oort, y discute las razones por las cuales tal masivo
objeto habría escapado directa detección hasta ahora. El también
describe sus esperanzas para la siguiente generación de telescopios
infrarrojos, SIRTF y SOFIA. Admitiendo que el no puede claramente
señalar este objeto a un área menor del 5% de todo el cielo, el
concede que solamente la suerte podría provocar un temprano
descubrimiento.
El se mantiene en sus anteriores declaraciones de un
enlace entre Nibiru y su
enana marrón sobre todo en los terrenos de
los períodos de la orbitas y la visibilidad de tal objeto para una
antigua civilización. El observa que el recibe un tremendo número de
correos electrónicos acerca de
la teoría de Sitchin del 12avo
planeta, y que sus breves lecturas de la evidencia alternativa
propuestas por investigadores de apoyo (como yo) han fallado en
convencerlo de alguna posible conexión.
Una enana marrón a ½ año luz lejos de acá y orbitando alrededor del Sol cada 4 millones de años no podría ser la misma que un objeto reapareciendo visiblemente en el sistema solar cada 3600 años más o menos. Si es todo lo que cada objeto hizo alguna vez. Hay una forma en que esta distante enana marrón pudiera haber recientemente terminado convirtiéndose en el objeto de Sitchin. Y es más, el Dr. Matese propuso la idea el mismo.
En su propio papel inicial en Ícaro en 1999, Matese escribió lo siguiente:
Matese de una distancia de perihelio para tal fluctuación natural en la órbita de la enana marrón, como 124 UA (lo cual es aproximadamente de 2 a 3 veces la distancia de Plutón del Sol, bien dentro de la órbita de cualquier distancia de NIBIRU).
El papel de Jack Hills, que Matese cita, va más allá, suministrando escenarios en donde tales ‘vuelos de paso’ por pequeñas enanas marrones en órbita podrían ser más adelante sometidos a otros cambios como resultado de llegar tan relativamente cerca del Sol. Tales cambios tienden a resultar en órbitas elípticas excéntricas, según las simulaciones por computadora corridas por Hills. Así, si la enana marrón ha actuado hace unos pocos millones de años, como lo propuso el mismo Matese, entonces, de hecho, podría haberse convertido en un objeto más estrechamente vinculado con una órbita de miles y no millones de años.
Esto sería todavía consistente con la evidencia
del cometa, porque estos objetos fueron perturbados desde sus
grandes órbitas circulares a ½ año luz de distancia sobre el curso
de millones de años. De hecho, el hecho de que el Dr. Matese no
puedan señalar la posición del Perturbador muestra cuan amorfa y
flexible es su información.
De hecho, la última Edad de Hielo comenzó
repentinamente hace 3.2 millones de años, por un mecanismo todavía
no entendido por los científicos.
De muchas maneras, la primera es la teoría más plausible, simplemente porque es difícil de explicar cómo un planeta pudiera ser localizado a decenas de miles de unidades astronómicas de distancia. No hay mecanismo conocido que nos ayude a entender cómo un planeta se pudo formar tan lejos de una estrella, y muchos piensan que no es probable que un planeta que ‘flota libremente’ pudiera ser capturado hacia tal extensa órbita.
Mientras que yo
sospecho que nuestra pequeña base de datos de planetas nos lleva a
la variedad potencial de órbitas y objetos oscuros interestelares,
otros permanecen sin ser convencidos.
¿Está este planeta del tamaño de Júpiter orbitando la estrella, o está simplemente flotando libremente a través de la región?
Es
difícil decirlo por ahora, pero imagínese que esta estrella fuese el
Sol, y el planeta brillante
SOri70 Nibiru/Marduk. El último hallazgo
podría sentar un precedente para una órbita bastante extraordinaria,
de conformidad con la teorías de Matese y Murray. Por supuesto, esto
no significa que sus indirectamente detectados ‘planetas’ son los
mismos que los de Sitchin, pero pienso que coloca sus propuestas en
un terreno más sólido.
Podríamos haber
capturado un vistazo de cómo se habría visto nuestro sistema solar
hace unos 4 billones de años.
Como tal, ha sido difícil obtener datos sobre discos formadores-de-planetas que pudieran o no pudieran existir alrededor de jóvenes enanas marrones.
Gracias a nuevas observaciones, podemos
ahora estar casi seguros que los planetas, de hecho, se forman
alrededor de enanas marrones, así como alrededor de jóvenes
estrellas. Así, cualquier enana marrón interestelar vagabunda, que
abre su camino hacia el sistema solar probablemente tendría que
venir con su propia contingencia de planetas/lunas, todas calentadas
por la débil luz y calor de la enana.
Los discos que aparecen en esta imagen son indicativos de una apariencia de alas de un sistema de una joven enana marrón.
Pero enanas marrones más viejas supuestamente pierden tales discos al acrecentarse de ellos planetas/lunas orbitantes. Los datos de TIMMI2 respecto a LP 94420, que se cree que tienen una antigüedad de aproximadamente 500 a 650 millones de años no muestran disco, solamente emisiones infrarrojas de la misma enana.
Por supuesto,
esto es por no decir que LP 94420 no tiene planetas orbitándolo.
Ninguna gran sacudida, podría usted pensar, ya que nuevos planetas parecen estar surgiendo de todas partes. Lo diferente aquí es que el binario es uno muy cercano, con la estrella compañera orbitando aproximadamente a la misma distancia que Urano de nuestro Sol.
Su influencia gravitacional debe haber removido planetas del sistema hace mucho. En vez de esto, el planeta, más grande que Júpiter, está fielmente orbitando la estrella principal a una distancia más grande que aquella de Marte.
Este es un hallazgo inusual:
Cuando un sistema binario está más libremente vinculado, los astrónomos no estarían sorprendidos de hallar planetas en cualquiera de los sistemas, por supuesto. Si nuestra estrella tiene un pequeño compañero que está libremente vinculado, entonces los otros planetas en el sistema solar no serían afectados.
Pero este nuevo hallazgo seguramente sigue callándose.
Si una pequeña estrella legara tan
cerca como Urano, entonces las orbitas planetarias más cercanas al
Sol no serían adversamente afectadas por su tirón. Este precedente
ha sido ahora establecido. No está predicho, pero por allí vamos.
Los astrónomos tendrían que ajustar sus suposiciones.
El Dr. Stern le contó al periódico New Scientist que el descubrimiento era probablemente solamente el primero de muchos.
Marc Buie del Observatorio Lowel en Arizona está hablando acerca de una extraña característica en el lejano borde de nuestro sistema solar más allá de Plutón, entre el enjambre de pequeños mundos llamados el Cinturón de Kuiper.
El papel de Brunini y Melita de 2002 (7) exploran una gama de posibilidades de un cuerpo planetario integrado en el Cinturón de Kuiper. Sin embargo, este cuerpo debería de haber sido fácilmente detectado por ahora.
Ellos argumentan que una órbita inclinada crea el mejor ajuste, pero esto aún parece ser un desajuste hecho por falta de evidencia de un perturbador a una distancia de 80 UA. En vez de esto, una órbita inclinada para un objeto tan distante, con una órbita altamente excéntrica, podría explicar los datos, mientras estaba siendo consistente con su actual ausencia dentro del Cinturón de Kuiper. ¿Suena familiar?
Estaré incluyendo material sobre esta
investigación en mi segundo libro, ‘El Reino de Nibiru’.
La estrella no experimentaba ningún bamboleo, porque la enana marrón está orbitándola a 1500 Unidades Astronómicas. Este es un prometedor desarrollo, porque pienso que es probable que el compañero más pequeño y oscuro del sol logra el afelio entre 500 y 2000 UA.
Dada la evidencia de Epsilon Indi B, esto no parece ser tan irrazonable.
Consideración de Temprano Vuelo Estelar Cercano al Sol
Estas bolas de hielo, hasta de mil kilómetros de diámetro, habitan la región entre Urano y Neptuno. La mayor parte de planetas orbitan en el mismo plano, aquellos del disco proto-planetario desde donde fueron formados.
Pero muchos objetos del cinturón de Kuiper, incluyendo a Plutón, viajan en orbitan se 2alta.inclinación”, a un ángulo agudo al plano de los planetas.
Esta historia apareció en el News Scientist en febrero de 2004.
La implicación del artículo es que un cercano pasaje de una estrella de baja masa pasó por el Sol hace billones de años puede dar cuenta de las anomalías en el Cinturón de Edgeworth-Kuiper. Sin embargo, esto no es el caso, ya que los cálculos llevados a cabo solo explican parcialmente la naturaleza del EKB, como es actualmente entendido.
La potencial realidad es realmente mucho más emocionante…
Referencias
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