por John L. Lash del Sitio Web MetaHistory traducción de Editorial-Streicher 9 Junio 2013 del Sitio Web Editorial-Streicher
Este ensayo es una tentativa de explicar uno de los aspectos más desconcertantes de la experiencia humana:
Si no fuere un desafío lo bastante difícil, interpretaré algunos pasajes del Apocrifón de Juan, un texto que presenta material sobre los Arcontes, único en el corpus de escrituras gnósticas.
Mi objetivo es mostrar
que los gnósticos tenían una visión extremadamente sofisticada del
auto-engaño humano, sobre todo en cuanto a moralidad y
responsabilidad.
El hinduísmo y el budismo se refieren a la "ley del karma" como si fuese una fórmula obligatoria de alguna manera implementada por autoridades cósmicas, o quizás debido a una cerrada repetición de intercambios de energía en el universo.
De acuerdo a la definición habitual, la ley del karma asegura que cada acto retornará finalmente a su hechor de un modo equivalente.
Se la
supone establecida para animar a hacer buenas obras, hechos
afectuosos, y para apartarse de las acciones malas, dañinas y
destructivas. La formulación cristiana es "lo que usted siembra,
aquello usted cosecha".
Una persona que hace daño a otros sufrirá el justo castigo, sufriendo daño a su vez, etc. En el hinduísmo y el budismo, las enseñanzas sobre el karma son inseparables de la hipótesis de la reencarnación.
¿Por qué? Generalmente se cree que el karma debe actuar a través del tiempo, abarcando muchas vidas, porque es un principio universal.
Éste es un elevado concepto de la moralidad, en verdad. Implica que cualquier acción emprendida por una persona cuando está viva tendrá repercusiones y ramificaciones después de que ella muera, y finalmente rebotará sobre el hechor que ha nacido de nuevo, para bien o mal.
De esta manera, hay un poder aleccionador de largo plazo
en la doctrina del karma.
La reencarnación misma es un asunto complicado.
La veracidad de la retribución kármica depende de si se asume que las vidas sucesivas realmente demuestran un patrón de causa y efecto. Esta premisa puede ser imposible de verificar, dejando a la ley del karma incierta sobre algo que permanece no demostrado, si es que no improbable. Sin embargo, hay un modo simple de explicar por qué se invoca la reencarnación cuando la doctrina del karma es promulgada.
En la realidad normal, el karma no es demostrable. No coincide con los hechos de la realidad. Es no-intuitivo y no-evidencial, no apoyado por los hechos de la experiencia humana.
El karma desafía el sentido
común y choca bruscamente contra lo obvio.
La gente buena sufre daños atroces. La gente mala se sale con la suya. El engaño es desenfrenado y muy frecuentemente nunca expuesto. De ser expuesto, no es castigado. A los perpetradores casi nunca se les piden cuentas. Hay muy poca justicia en la realidad humana.
Éste es un hecho claro y brutal de
la vida que debe ser ignorado por un acto consciente de negación.
Actos horribles ocurren sin que el autor sea conocido o hecho responsable. Los que llegan a ser conocidos y se demuestra que son culpables de actos atroces a menudo andan en libertad. Ellos hacen alarde de la impunidad. Esta situación es difícil de aceptar, pero sin embargo la evidencia está en todas partes en el ordenamiento social, en la política, en los asuntos íntimos y familiares.
Aquellos que cometen hechos malos raramente reciben lo mismo a cambio, aunque eso pueda suceder en situaciones específicas de guerras de pandillas o enemistades de la Mafia.
En tales casos, sin
embargo, no resulta necesario suponer que funciona una enorme ley
impersonal del karma. La gente toma venganza o ejerce la violencia
recíproca. Ninguna ley cósmica se requiere allí.
La reencarnación, que no puede ser demostrada, es invocada para apuntalar una premisa que es rotundamente refutada por los hechos de la vida.
Este es un ejemplo de lo que los
existencialistas llaman mauvaise foi, mala fe, es decir, creer o
pretender creer algo que usted sabe que no es verdadero, para alguna
segunda intención, a modo de consuelo o sentido de la justicia, o
simplemente por una completa incapacidad para aceptar la amarga
verdad.
Pero la noción de la retribución kármica es inherente a estos sistemas de creencias. Si no hay ningún proceso de reencarnación que asegure el justo castigo, no hay problema, sólo déjeselo al Creador.
De aquí la
creencia en la retribución divina que figura tan marcadamente en
aquellas religiones: Dios castigará a los malhechores y recompensará
el buen comportamiento del fiel, quienes tienden a ser oprimidos y
abusados; el juicio divino prevalecerá sobre cada persona e incluso
sobre el drama de la Historia. Cristianos y musulmanes se aferran
por igual a esta convicción con vehemente intensidad.
Después de todo, si no hay ninguna compensación, ningún sistema de castigo y recompensa que actúe sobre el comportamiento humano, entonces cada uno es libre de hacer lo que quiera sin preocuparse por las consecuencias que puedan recaer sobre el hechor.
Como no habrá ninguna consecuencia indeseada para mí,
puedo hacer lo que me dé la gana, actuando para dañar o beneficiar a
otros, de una u otra forma, libre de una acción recíproca sobre mí,
de cualquier modo.
Como Walter Kaufmann observó en su
crítica de la moralidad "prudencial" de la fe judeo-cristiana, un
acto realmente moral es hecho sin la preocupación cautelosa por cómo
esto beneficia al hechor, es decir, por la recompensa del favor de
Dios o de la vida eterna después de la muerte. Los actos malvados y
engañosos, por contraste, siempre son realizados con la preocupación
por las consecuencias para el hechor. Volveré sobre este punto al
final de este ensayo.
Tal gente universalmente está de acuerdo en que el comportamiento bueno y "moral" sólo es posible entre los seres humanos por seguir ciertas reglas prescritas.
El argumento para la fe en Dios está estrechamente unido al argumento para el orden moral respaldado por una entidad sobrehumana, y esto supone que tal autoridad es la única base para la moralidad.
Sin reglas dadas por Dios, impuestas por un
sistema de recompensa y castigo, ¿por qué alguien haría algo salvo
seguir sus propios impulsos egoístas?.
Pero quizás valdría la pena considerar a qué realmente se podría parecer la "anarquía moral".
Me referiré a aquel tema al
final del ensayo.
En el cajón de sastre de los escritos gnósticos coptos, este texto es único porque contiene dos rasgos no encontrados en otra parte en aquella literatura por lo demás redundante. Como suele suceder, estos dos rasgos se refieren a dos preguntas claves que con frecuencia aparecen en la discusión sobre los arcontes, los malévolos embaucadores de que habla el gnosticismo.
Estas preguntas son:
Demás está decir que éstas son preguntas bastante amplias.
Tengo que informar que el Apocrifón de Juan no proporciona nada como respuesta clara y adecuada a una u otra pregunta. Lo siento por eso. Sin embargo, presenta una base provisional para tales respuestas, si la inferencia y la extrapolación son permitidas.
Objetable como pueda ser este método para algunas mentes, la inferencia y la extrapolación son los ejercicios a seguir, con moderación y rigor, para conseguir algo viable de la literatura gnóstica. A aquellos que objetan mi bien conocida técnica en este aspecto, les digo: demándenme. A aquellos que siguen mi tendencia, debo advertir que las respuestas que pueden ser desarrolladas a partir de este material no son simples.
Por otra parte, aunque las explicaciones requeridas para ambas respuestas sean complicadas, el resultado de estas explicaciones puede ser sorprendentemente simple.
En este
ensayo sólo me remitiré a la segunda pregunta.
A este respecto, ellos funcionan mediante un vínculo telepático con la especie humana, con nosotros, sus primos cósmicos, como la cosmología gnóstica nos informa. No todo lo que sucede en la mente humana se origina allí.
La insinuación específica de los arcontes es evidente en el pensamiento religioso y espiritual, sobre todo en el virus mental del salvacionismo y el complejo del mesías.
Los gnósticos advirtieron
explícitamente que los arcontes infectan al pensamiento humano con
falsas ideas religiosas, incluyendo la creencia en una mente maestra
masculina o autoridad paternal, el dios padre de fuera del planeta.
El Demiurgo mismo está terriblemente engañado, creyendo que él es la única deidad cósmica responsable del Cielo y la Tierra, y el iniciador de la creación de la raza humana.
El dios de la fe abrahámica existe, por cierto, pero
él es un
demente depredador alienígena inclinado a engañar y a esclavizar a
la Humanidad; tal es la extraña advertencia de los videntes
gnósticos en los Misterios.
Mediante otro vector de influencia, ellos usan la falsificación y la simulación para desviar nuestra atención de la realidad del potencial humano, los talentos de nuestra especie como el pensamiento racional y la imaginación, y para distraernos de la presencia de la Naturaleza y del poder sobrenatural que está dentro de la Naturaleza.
He hablado de esta táctica de la contra-imitación con mucho detalle en mi libro "Not in His Image".
Ialdabaoth, el nombre gnóstico para Yahvé, es llamado el espíritu de la falsificación. La palabra copta para "simulación", HAL, denota la firma de los arcontes, quienes pueden imitar pero no crear.
Ellos son una especie mímica. Ellos imitan nuestras facultades para substituír su mentalidad por la nuestra propia, y por lo tanto viviendo sustitutamente (vicariamente) por medio de nosotros.
Como
dijo Castañeda, ellos funcionan como "una instalación foránea" en
nuestras propias mentes.
Es sin duda el
paradigma descriptivo más lúcido del control mental sub-liminal
producido por la mente humana. Descártelo bajo su propio riesgo.
El Apocrifón de Juan tiene alguna sorprendente y
desconcertante información sobre este asunto. Me concentraré en un
pasaje clave.
Un poco después de las dos terceras partes del camino por esta obra, en el pasaje 27, encontramos un acontecimiento notable:
Esta convincente descripción de un sistema de atadura kármica con "grilletes" recuerda la cadena budista de eslabones reencarnacionales, los nidanas, dibujados alrededor de la periferia de la Rueda de la Vida.
Creo que este pasaje presenta el equivalente gnóstico de la doctrina budista del karma, pero la enseñanza gnóstica no debería ser identificada punto por punto con la doctrina budista.
Tiene quizá
una lección diferente para enseñar sobre la causa y el efecto moral.
Éstas son las cadenas del heimármene, las obras del destino, o, traducido más integralmente, el arrastre de la compulsión ciega, un acto que obliga al siguiente.
Cuando los arcontes cometen adulterio con Sofía, la diosa permite que algo en la composición natural de la Humanidad sea adulterado por la influencia arcóntica. Por "adulterio" se entiende la adulteración, la inclusión de un elemento foráneo o extraño, tal como el jarabe de maíz puede ser usado para adulterar la miel.
El resultado es que los arcontes ponen una tendencia entrópica en el comportamiento que de otro modo sería libre para
ejercer la auto-corrección y la auto-regeneración, tal como el
aditivo de jarabe de maíz tuerce la química natural y el valor
nutritivo de la miel.
Por medio de nous, la inteligencia divina, y la luminosa epinoia, la imaginación, los humanos pueden corregirse a sí mismos y mantener su comportamiento de acuerdo con todo lo que es bueno y productivo y consecuente con los diseños últimos de la vida. Los humanos tienen una gran ventaja sobre la horda arcóntica, según dice el texto repetidas veces.
Incluso los arcontes saben esto:
Los Arcontes no pueden competir con la imaginación humana, la mismísima facultad innata en la Humanidad para la detección y derrota de aquellos parásitos de la mente.
Pero el texto dice que el jefe supremo de los arcontes ordena un cierto poder:
...significando que los arcontes pueden realmente nublar y sesgar nuestra percepción, lo que ellos hacen principalmente por medio de HAL, la simulación.
Pero hay que añadir que nosotros
llevamos a cabo las simulaciones, los actos del modelado y la
imitación, mediante los cuales ellos nublan nuestra percepción.
Incluso en su mejor momento, el poder arcóntico sobre la mente
humana es tomado prestado de la mente.
Tal como otros animales en la Naturaleza necesitan una señal del medioambiente para desencadenar sus programas instintivos - los castores responden a las señales estacionales construyendo represas, por ejemplo - así los humanos se benefician de la activación de su atributo único, la luminosa epinoia, el poder de la imaginación.
De esa manera Sofía, que proporcionó estas capacidades superiores en la raza humana en primer lugar, da a los arcontes una ligera ventaja en su juego contra la Humanidad permitiéndoles dar las señales desencadenantes. Enfrentando a estos embaucadores, la especie humana es desafiada a usar su imaginación para su misma supervivencia.
Los Arcontes son tanto agentes como expresiones del poder del engaño en la mente humana, y no sólo de un modo general:
Comprender que no estamos solos en el engaño a nosotros mismos, sino
siempre involucrados en una orquestación cósmica, un juego amañado,
es la gran verdad para la liberación de la especie humana de todas
las formas de engaño, manipulación y esclavitud.
El aditivo (equivalente al jarabe de maíz en la miel) es una tendencia al trance, a la auto-hipnosis o auto-sugestión, como el texto claramente lo indica. Aquella tendencia es puramente arcóntica.
En efecto, Sofía permite que los arcontes induzcan un factor de trance en las mentes humanas, como si usted interrumpiera el mecanismo del oído interno para tener a alguien ligeramente mareado y desequilibrado. Lo que es puesto en desventaja es la percepción, debido a la turbiedad de la sugestión: simplemente sugiera que algo sea visto de un cierto modo y la gente tenderá a verlo de esa manera.
De aquí proviene la magia de la
publicidad. De aquí el impacto de las operaciones psicológicas de
Inteligencia que utilizan tecnología de simulación. Sofía lo hace
así, de modo que al descubrir el engaño de la auto-sugestión podemos
detener la ilusión en su raíz y elevarnos a nuestro verdadero
potencial, usando la imaginación para mezclarnos en la realidad
sublime de los designios terrestres más bien que en la fantasía y la
evasión.
El Apocrifón de Juan sugiere que la tendencia ilusoria no ha sido simplemente dejada para funcionar como una disposición mental, sino que real y funcionalmente está "instalada" en el mecanismo del comportamiento humano, corporalmente activo.
La compulsión ciega del destino se debe a la manera en que la conducta se repite, al imprimirse a sí misma en el organismo humano, al estilo de la Programación Neuro-Lingüística.
Nuestra esclavitud hacia el karma reside en esto:
Ahora bien, comprendo que la mezcla del lenguaje mitológico con el análisis psicológico no funcionará bien con algunas personas, pero simplemente no hay ningún otro modo de enmarcar el diagnóstico aquí.
La metáfora mitológica,
La actividad compulsiva marca al organismo humano para reproducirse a sí misma en patrones que siempre se repiten (cadenas intercambiables), pero es luego implementada mediante acciones diferentes, de sólo una vez (cadenas cambiantes).
Por ejemplo, el ebrio que golpea a la esposa que es la posibilitadora de su adicción, repite un patrón compulsivo de abuso, y ella repite su participación en aquel modelo, pero cada vez que aquello sucede, ellos son dos personas que realizan acciones distintas en aquel momento en el tiempo.
Cada vez que él la golpea
en la cara es un caso único de abuso físico, aunque su acto exhiba
un patrón repetitivo de abuso.
Sofía realmente asume un riesgo con
nosotros al permitir al karma funcionar corpóreamente y no
simplemente como un proceso mental. Me atrevería a decir que ella
hace eso porque nuestro atributo divino de la epinoia es también
corpóreo, y corre ese riesgo para igualar y dominar al otro.
Más bien es la compulsividad pura la que se alimenta de sí misma y se llena de surcos en la repetición estereotipada. El trato con los Arcontes liga cada acto humano a un arrastre corporal, de modo que un acto hecho automáticamente tiende a producir un acto similar o uno opuesto y compensador, por la misma persona. La idea clave aquí es el hecho de ser arrastrado por una fuerza (entrainment), que es lo que significa heimármene.
La cadena de la esclavitud kármica no hace que una buena acción genere otra buena acción, ni tampoco hace que un mala acción genere otra mala acción, cualitativamente hablando.
Simplemente hace que cualquier tipo de hecho se haga repetitivo y tome una vida propia. Siendo esto así, alguien que daña a otros es condenado por sus propias acciones a seguir haciendo eso hasta que se auto-corrija o hasta que alguien más lo corrija, o lo detenga, o le deje frío y muerto.
La compulsión
de la repetición fuerza al hechor hacia la auto-corrección, o bien
la completa entropía física de la repetición causará finalmente la
ruina del hechor.
Repito:
La conclusión de sentido común de este arcano diagnóstico conductual es:
La opción de auto-corrección significa que no hay ninguna responsabilidad desde fuera de la voluntad soberana de cada individuo solitario.
No hay ningún sistema cósmico de compensación moral. No hay ninguna justicia ordenada en el universo, aunque la justicia pueda ocasionalmente ser alcanzada por la iniciativa humana en ciertas situaciones. El malhechor que daña y engaña a otros, y que no puede auto-corregirse, sólo puede ser detenido por otro individuo, en una interacción directa y de primera mano.
¿Cuántas películas de Hollywood no describen aquella obvia
verdad?.
El juego ya ha sido arreglado por la tendencia arcóntica que Sofía permite:
El mecanismo de la entropía moral funciona en el cuerpo humano, en el circuito fisiológico y neurológico que sostiene el comportamiento y retiene los patrones conductuales.
Si Sofía no permitiera que eso ocurriera de esa manera, experimentaríamos una resistencia total de mente y cuerpo, saltando de un momento de máxima expresión al siguiente, corrigiéndonos y mejorándonos en cada singular acción tomada.
Pero nunca nos engañaríamos a nosotros mismos ni llegaríamos a ser mucho más sabios por el hecho de comprender la acción.
Debido a la compulsión, nos agotamos y nos desgastamos, conductualmente hablando. Pero vencer la compulsión nos da un impulso, un espíritu especial, que no surge en el constante empuje libre de obstáculos de nuestro potencial. Los Arcontes proporcionan la resistencia contra la cual generamos una liberación cada vez más alta de potencial.
Desde el punto de vista de Sofía, se trata de una justa compensación: sin aquel desafío a nuestro potencial, no iríamos tras el alcance óptimo de nuestra especie. Con el desafío, los arcontes consiguen jugar su juego.
Pero la auto-corrección puede ser realizada en cada
situación donde ellos se inmiscuyen.
No
rinde beneficios ser bueno; ése es un hecho brutal. Podría, pero no
necesariamente. En la expresión de la bondad innata no se busca
ninguna rentabilidad. O no se necesita.
¿Por qué? Porque para persistir en hacer daño usted tiene que trabajar enérgicamente contra el orden natural de las cosas y contra la disposición benigna del animal humano, pero la entropía arcóntica que le da el carácter a la compulsión ciega aumenta cuando usted se resiste a ella.
Para vencer aquella tendencia entrópica usted
requiere continuamente exagerar su sistema y encauzar sus fuerzas.
Pero los criminales pueden prosperar en la amplificación de la
fuerza vital requerida para persistir en el comportamiento abusivo y
controlador. Ésta es otra amarga verdad de la manera en que las
cosas son en la condición humana.
La palabra "anarquía" está compuesta por la raíz "arjé", que también se encuentra en "arconte".
La an-arquía es la condición de negación de lo arcóntico.
La anarquía está contra toda autoridad salvo la que reside en la voluntad soberana de una persona individual. No existe tal cosa como el karma considerado como un sistema de recompensa y castigo. Ésa es una completa patraña de hombres viejos para intimidar a los niños.
Usted es libre de hacer lo que le plazca en la vida y de tratar a la gente como desee, sin ninguna regulación moral prescrita de ninguna clase.
Aquel adagio es sólo un poco menos de la mitad de una verdad esencial, y una verdad a medias más peligrosa, en efecto. La otra mitad es que cualquier cosa que usted haga sucede según un patrón de compulsión ciega, a menos que usted vea dicha estructura y la venza.
Sólo entonces usted es realmente libre de hacer lo que desee; pero no estando todavía libre de la compulsión, usted no puede comprender qué es realmente ser libre.
La libertad depende no simplemente de
la independencia y de la capacidad para actuar, sino de la acción
libre de la repetición estereotipada, de la compulsión ciega, de la
entropía arcóntica, del heimármene.
En una perspectiva liberada, no hay ninguna
ley kármica según la cual usted pueda sopesar la causa y el efecto
de sus acciones. Imagine cómo se siente aquella clase de libertad.
Algunos especímenes humanos son completamente consumidos por ello.
Ellos han llegado a estar totalmente arcontificados. Ellos hacen compras y matan con igual despreocupación. Hay muchos de ellos circulando por estos días. De esa manera, encontramos una camarilla de psicopáticos monstruos del control manejando los asuntos humanos. Gran sorpresa. La instrumentación del comportamiento arcóntico es actualmente tan penosamente obvia a escala global que Sofía puede estar examinándonos con un ojo penetrante en la prueba que ella dispuso para nosotros, comprobando los resultados.
Cada problema en el mundo en general está amañado, orquestado, deliberadamente instigado y engañosamente puesto en práctica y manejado:
¿Cuánta manipulación se necesita antes
de que rompamos la manera en que el karma funciona y veamos a través
de la colusión ciega de una especie auto-engañada?.
Si no fuera por aquellos problemas, podríamos estar
resolviendo las cosas completamente bien. Pero usted no puede ganar
un juego que está arreglado para que usted lo pierda.
Se podría decir que Sofía hizo un trato con los arcontes, pero es
Kali quien lleva a cabo el trato. Ella supervisa el involucramiento
humano con los poderes demoniacos del engaño y la manipulación. Ella
es llamada Durga, "invencible", porque ningún impulso arcóntico o
demoniaco en el universo puede derrotarla. Kali libera a la especie
humana de todas las ilusiones, incluyendo la ilusión de la
compasión.
Esto es evidente en toda la Naturaleza en el modo en que Sofía lanza los dados evolutivos espléndidamente para un triunfo minuciosamente selectivo. La madre animal planetaria es en efecto teleológica, orientada hacia objetivos, pero ella juega salvajemente con la posibilidad y la novedad para conservar los márgenes de su mundo abiertos y fluidos.
Ella ama atravesar los obstáculos como un niño autista que conjuga las raíces cuadradas hasta 50 puntos decimales.
El escenario gnóstico del heimármene muestra cómo Gaia-Sofía ha puesto en marcha una jugada precaria oponiendo a la especie humana contra sí misma y con los arcontes como efecto multiplicador. Kali supervisa el juego para un objetivo particular, porque la admisión al Juego de Kali se convierte en una opción al salir del juego amañado.
Usted no gana ese juego arcóntico, usted sólo lo abandona. No hay ningún karma que dominar o vencer.
El acto realizado por su
propia belleza y placer es ya una iniciación a Kali.
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