15 Enero 2016 del Sitio Web LaCajaDePandora
Pero mira por dónde, la evolución debe ser caprichosa - por decir algo - porque la especie humana es la única que no posee un único lenguaje común (más allá del lenguaje no verbal) para comunicarse con sus semejantes.
¿Extraño, no? Eso nos hace ser más
diferentes entre nosotros y tener unas marcadas identidades de las
que muchos se sienten orgullosísimos.
En fin, ahora podríamos discutir si el hombre es realmente sapiens (sabio) - y quizá lo fue en un pasado muy remoto - pero mucho me temo que las cosas han ido a peor y que el Homo sapiens es una denominación bastante incorrecta para definir al ser humano actual.
Así pues, podríamos decir que hemos
sufrido una especie de "involución", que se ha traducido en la
aparición de un nuevo espécimen al que podríamos bautizar
científicamente con el nombre de Homo imbecilis.
En cuanto a su localización, se extiende por la casi totalidad del planeta, pues habita todas en las zonas civilizadas y muy especialmente el llamado mundo occidental o 'primer' mundo.
No se aprecia distinción racial
importante, aunque el hombre blanco es probablemente el mayor
exponente de esta nueva especie, seguido por las razas asiáticas,
simplemente por su enorme peso demográfico.
De hecho, es más próximo a una máquina que a un ser consciente. No sabe nada de nada, pues la educación básica - o incluso avanzada - que ha recibido ha llenado su mente de mentiras y estupideces.
Desde luego, cree saber muchas cosas (sobre todo aquel que tiene estudios superiores, másters, y demás), pero no es más que un almacén de datos superfluos que él no ha razonado, ni contrastado, ni criticado.
Se orienta fundamentalmente por su sistema de creencias, que inocentemente considera que es suyo.
Lo cierto es que ha ido incorporando a
su cerebro lo que le han programado (perdón,
quise decir "enseñado")
y no ve el mundo más que con los ojos de su amo.
El Homo imbecilis está en su salsa cuando se mueve en un entorno borreguil masivo, promovido por la educación, las costumbres y sobre todo por los medios de comunicación y más últimamente por las tecnologías de la información (Internet, redes sociales, etc.).
Se rige por emociones básicas e impulsos y tiende a hacer lo que hace todo el mundo para no convertirse en un "excluido social".
Es muy fácil de manipular y convencer; no es nada complicado hacerle creer que él es soberano y protagonista de los acontecimientos, cuando en realidad lo están llevando dócilmente al matadero.
Él cree en los Estados y en las instituciones, y no se imagina un mundo sin leyes ni normas. Todo tiene que estar perfectamente reglamentado y organizado.
En este contexto, el buen Estado se
preocupa de uniformizar a la gente para que no haya diferencias
indeseables y todos puedan ser como todos; además vela en todo
momento por nuestra seguridad y por nuestro bien con medidas de
control de todo tipo, y así da la tranquilidad adecuada al Homo
imbecilis.
Además, ahora se hace selfies porque está 'de moda' y es 'guay'.
Trabaja, come, viaja, duerme, se levanta, se acuesta, acompañado de su inseparable artilugio y sufre hasta la exasperación cuando se da cuenta que ha salido de su casa sin su aparato querido.
El Homo imbecilis también ve la televisión, y se cree todo lo que allí se dice, como en el pasado su ancestro el Homo sapiens se creyó lo que decía el párroco desde su púlpito eclesial.
Aparte, con la televisión trata de
divertirse y desconectar de la realidad a veces dura y fatigosa
mirando series, deportes, concursos y otros divertimentos pensados
para hacer su vida 'más llevadera'…
Valora el dinero como su dios principal en este mundo y hace planes para conservarlo y acrecentarlo en la medida de lo posible.
Entretanto, vive instalado en un estado de permanente miedo e inseguridad, y está preocupado por fenómenos que apenas puede comprender como el paro, la crisis económica, el terrorismo, el cambio climático, la pérdida de las pensiones, etc.
Por lo demás, se identifica con su bello (o no tan bello) cuerpo y se preocupa obsesivamente de su aspecto físico, su indumentaria, sus complementos, su apariencia de cara a los demás…
Come de forma compulsiva, engorda, y
luego va al gimnasio, hace deporte, hace dietas, toma pastillas, se
hace liposucciones y cirugía estética… o está obsesionado con su
dieta vegetariana, sus productos naturales y ecológicos, etc.; son
dos caras aparentemente muy distintas… de una misma moneda.
Pero no sabe por qué está aquí ni le
preocupa.
El Homo imbecilis es, en suma, un pobre desgraciado, un robot, un pelele, un mamarracho, un pedazo de carne, una cosa sin espíritu ni voluntad.
O dicho de otro modo,
A esto hemos llegado… para satisfacción
del amo.
Parece que algunos ejemplares de esta
especie ya han entrado en esta fase… y en este caso, el amo
ya no está tan satisfecho...
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