por Claudio Fabian Guevara
30 Abril 2013
del Sitio Web
NuevoCronista
Barrie Trower
fue agente de inteligencia Inglés
Los dispositivos para el rastreo de personas, la manipulación remota del
comportamiento y la inducción de enfermedades son tecnologías con medio
siglo de desarrollo científico.
Tienen patentes registradas, permisos
legales y proveedores oficiales.
¿Cuánto puede influir la guerra encubierta
en el desarrollo de la historia?
La tecnología pondrá a disposición de los líderes de las principales
naciones una amplia gama de técnicas para llevar a cabo guerras secretas,
para las cuales se necesitará de apenas un mínimo de fuerzas de seguridad en
el campo.
Zbigniew Brzezinski
"Between Two Ages - America's
Role in the Technetronic Era". 1970
Por estos días me gustaría hablar con Barrie Trower sobre sus temas
favoritos.
Le preguntaría qué avances se han logrado en los últimos años en
la guerra de
las microondas y su arsenal de armas encubiertas, que las
potencias desarrollan desde hace décadas para objetivos tan variados como
dispersar manifestantes, abatir moralmente a disidentes o inducir cáncer y
otras enfermedades.
Le preguntaría cómo cree que fue atacado Hugo Chávez, si
sospecha que también Fidel fue víctima de esta brutal ingeniería para la
muerte, y cuán seguros pueden estar otros líderes del mundo.
Muchas voces descalificaron como "no científica" la posibilidad de "inoculación" de un cáncer en el fallecido presidente Chávez, tal cual
sugirió el vice Maduro horas antes del deceso del líder venezolano.
"Inocular" no parece la palabra apropiada en este caso.
Pero descartar como
"no científica" la posibilidad de un sofisticado ataque para "inducir" una
enfermedad mortal en un líder político de la talla de Chávez, ignora décadas
de experimentos y estudios científicos del más alto nivel que han
establecido protocolos y tecnologías para lograr estos objetivos.
Y otros,
igual de horrendos: inducir al suicidio, provocar depresión, trastornos
mentales o cambios en la personalidad. En la literatura especializada se
denominan "armas psicotrónicas".
En el hipócrita lenguaje de los documentos
oficiales, "armas no letales".
Entre otros, Barrie Trower habla de estas cosas. Es un personaje poco
conocido, y no es fácil explicar quién es. Trabajó como agente británico
diez años, en el área de "microwave warfare", interrogando espías
extranjeros atrapados in fraganti en la tarea de irradiar targets enemigos.
Hoy en día, en sus entrevistas y ponencias en diferentes partes del mundo,
habla sobre el devastador efecto de las tecnologías inalámbricas en las
personas, que se basan en microondas.
Precisamente, llegué a su testimonio
estudiando la influencia de los campos electromagnéticos en la salud, para
una investigación de la Universidad Veracruzana de México.
Trower también explica que las potencias trabajan desde hace más de medio
siglo en el desarrollo de armas encubiertas con variados fines. Esta
tecnologías abarcan, por ejemplo, la escalofriante "skull voice", que
proyectada sobre la víctima, le hace escuchar voces dentro de su cráneo.
Sirve para telecomandar a un asesino, o para aterrorizar a un enemigo, entre
otras "aplicaciones útiles".
También hay,
-
dispositivos de rastreo de
personas
-
lectura del pensamiento
-
manipulación remota del comportamiento y
las emociones
-
inducción de enfermedades mortales en
víctimas escogidas
No se trata de ciencia ficción, ni de "teorías de la conspiración".
Son
hechos plasmados en documentos oficiales. Hay patentes registradas,
referencias legales y proveedores oficiales de los Estados que incluyen las
"armas no letales" entre su oferta.
Hasta donde sabemos, estas tecnologías aparecieron casi por casualidad en la
Segunda Guerra Mundial. Una de las primeras pistas para el inicio de la
investigación con fines bélicos la proporcionó
Allan Frey en 1962, que
reportó el "efecto auditivo" que producían las microondas y los radares
entre personal militar que circulaba cerca de las torres de transmisión.
Media siglo después, sabemos de programas de investigación militar, ensayos
prácticos y fundamentos teóricos que condujeron al desarrollo de "armas no
letales", basadas en frecuencias, ultrasonidos y microondas, que no dejan
rastros en sus víctimas.
Aquello que se conoce públicamente data de décadas atrás. No sabemos qué
tecnologías pueden constituir el "state of the art" de la guerra encubierta
en 2013. Sólo tenemos algunas pistas, y no son nada tranquilizadoras.
Las tecnologías de hace 40 años, diseñadas para ser aplicadas a cualquier
organismo en general, y por lo tanto, de éxito dispar, hoy pueden ser
personalizadas a partir del ADN de la víctima para que su efectividad sea
fulminante.
Por lo tanto, la pregunta no es si esto puede suceder o no.
La pregunta es,
¿Cómo lo hacen?
¿Hasta donde han llegado?
¿Cuánto puede influir la guerra
encubierta en el desarrollo de los acontecimientos históricos?
El valor estratégico de la invisibilidad
Para el ciudadano común es doloroso admitir la posibilidad de que nuestros
Estados, a los que identificamos de alguna manera con nuestros padres,
puedan estar implicados en crímenes tan monstruosos.
Pero si nos desapegamos
de esta postura ingenua, y estudiamos en detalle el caso, veremos que la
voluntad política de eliminar el disenso, incluso por vías violentas, es indisimulado, sobre todo en las facciones más extremistas de la elite
gobernante.
Una estadística simple nos permitirá observar que hasta los 70, las personas
socialmente influyentes o peligrosas para el status quo tenían una alta
posibilidad de morir violentamente en un atentado o en un "accidente".
Pero
a partir de entonces, los agentes del cambio social son muchísimo más
propensos a morir como consecuencia de enfermedades misteriosas, muertes
súbitas, posibles envenenamientos imposibles de rastrear, y sobre todo,
cáncer.
"Es como si tener tendencias izquierdistas fuera peligroso para la
salud de una persona", arriesga Charles Kong Soo, que enumera un listado
elocuente de muertes de este tipo en los últimos 20 años.[1]
Cuando Chávez en vida arriesgó la posibilidad de que hubiera un sabotaje
contra los presidentes latinoamericanos, se daba la curiosa coincidencia de
que padecían cáncer,
-
el ex-presidente argentino Néstor Kirchner (cáncer de
colon)
-
la presidente Dilma Rousseff de Brasil (cáncer de linfoma)
-
su
predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva (cáncer de garganta)
-
el propio Chávez
(no revelado)
-
el ex presidente cubano Fidel Castro (cáncer de estómago)
-
el
presidente boliviano Evo Morales (cáncer nasal)
-
el presidente de Paraguay,
Fernando Lugo (cáncer de linfoma)
Posteriormente también sufrió un tumor
Cristina Fernández, esposa de Kirchner y su sucesora. No eran todos
'peligrosos revolucionarios antiimperialistas', pero tenían algo en común:
formaban un bloque compacto con acuerdos comunes frente a la prepotencia del
Norte.
El balance tres años después:
Habitualmente, incluso personas de alto
discernimiento se encogen de hombros,
escépticos, ante la insinuación de que estas cadenas de acontecimientos, y
otras realidades sugestivas, puedan responder a un diseño.
"Si ciertas
potencias gozan de este poderío, por qué no lo usan para eliminar
definitivamente a todos sus enemigos"?, se pregunta.
La respuesta es obvia.
La guerra encubierta es un concepto sólo aplicable
para inducir ciertos acontecimientos en silenciosa reserva, mostrar un
poderío disuasivo, condicionar y persuadir secretamente a ciertos enemigos.
Tan pronto como un arma encubierta se utiliza abusivamente para provocar
cambios violentos que son advertidos por el grueso de la población, es
puesta en evidencia y deja de serlo, perdiendo su principal valor
estratégico: la invisibilidad.
Nuestro ser bioeléctrico
La base científica de las
armas psicotrónicas reside en la dimensión
bioeléctrica de nuestra vida.
La tierra, nuestro ambiente natural, es una
enorme caja de resonancias, y nuestros cerebros están "sintonizados" en su
frecuencia. Nuestras células se comunican entre sí mediante señales de
radio. El DNA, como muestra la investigación del ruso Piotr Garvagej,
es una
antena que dialoga con su entorno mediante señales y sonidos.
Biólogos y
físicos coinciden: radiofrecuencias y campos magnéticos tienen una
influencia decisiva en los sistemas vivientes.[2]
Por eso la medicina de
frecuencias ya desarrolla métodos de curación de una extensa gama de
enfermedades basado en campos pulsátiles de baja frecuencia.[3]
Así como hay campos electromagnéticos curativos, hay campos patógenos, hoy
conocidos como contaminación electromagnética. Y también existen frecuencias
diseñadas intencionalmente para provocar ciertos daños o efectos. Pequeñas
dosis de energía electromagnética provocan cambios en las emociones, en el
funcionamiento del cerebro y la salud general de las personas.[4]
Estas
ondas son direccionables a distancia, invisibles e indetectables, lo cual
las convierten en la materia prima ideal de la nueva guerra fría.
Hace muchas décadas que las potencias desarrollan programas orientadas a
desarrollar este tipo de armamento con fines de espionaje, defensa nacional
o seguridad interior. Esto no es novedad para nadie que realmente estudie el
tema.
Los primeros emergentes datan de 1965, cuando el doctor David Krech de la
Universidad de Berkeley, EE.UU., habló en el New York Times de la
posibilidad de
controlar la mente con fines militares.
Años después, Paul
Tyler, médico responsable de la investigación de la Marina norteamericana de
los efectos de las radiaciones sobre los seres humanos, reconocería en el
Centro Universitario para la Doctrina Aeroespacial que,
"se pueden alcanzar
efectos biológicos precisos con la ayuda de ondas electromagnéticas".
Elizabeth Rauscher, física nuclear del Laboratorio de Investigación
Tecnológica de San Leandro (EE.UU.), fue más allá, y halló frecuencias
específicas que permiten desarrollar desde náuseas hasta estados de euforia,
lo cual la llevó a alardear:
"Si me dieran los fondos suficientes, podría
modificar el comportamiento del 80 por ciento de los habitantes de una
ciudad sin que lo sepan. Los podría hacer más felices o más agresivos".
Richard Cesaro, director del
Proyecto Pandora, admitió la posibilidad de,
"controlar el comportamiento humano
mediante microondas de baja intensidad".
Y dentro de su proyecto trabajó el español José Manuel Rodriguez Delgado, de
la Universidad de Yale, famoso por la invención del Estimociver, un aparato
que permite la estimulación del cerebro por control remoto.
Rodríguez
Delgado demostró que es posible influir en el comportamiento autónomo,
somático y motor, modificar manifestaciones psicológicas como la ansiedad o
la agresividad, o producir una variedad de efectos, entre ellos agradables
sensaciones, alegría, concentración, sentimientos extraños, relax, visiones
de color y otras respuestas.
"La energía para activar el cerebro del
transmisor se transmite por medio de radiofrecuencias", decía Delgado.
[5]
Fue uno de los científicos más activos del denominado
"Proyecto Pandora",
que consistía en modular voces y sonidos en la cabeza de los soldados, por
medio de campos electromagnéticos.
Hay más, mucho más.
El neurocientífico Michael Persinger investigó los
efectos de las radiaciones electromagnéticas para un programa de armas del
Pentágono. Persinger, en un estudio publicado en 1985, habló sobre la
posibilidad de crear experiencias sensoriales, es decir, engañar a la mente,
mediante el uso de ondas electromagnéticas.
Persinger sostiene que cualquier
estado mental puede ser creado por una fuente exterior. Y que los medios
operativos para conseguir ya están disponibles a nivel global, porque los
niveles de potencia necesarios son similares a los sistemas de radio y
telecomunicaciones.[6]
Los párrafos precedentes sólo son una introducción sumaria.
El canadiense
John McMurtry recopila cerca de 200 referencias técnicas, legales y
bibliográficas sobre el tema, además de precisas descripciones sobre las
bases de funcionamiento de distintas tecnologías, en un breve artículo
titulado "Evidencias de técnicas de influencia remota sobre el
comportamiento" [7]
No se trata de experimentos o teorías sin aplicaciones prácticas. Como
veremos, hay varios capítulos en la historia donde estas armas se aplicaron.
Al punto que varias mociones en el Parlamento europeo piden hoy por su
regulación y control.
Referencias
[1] "Cancer the secret weapon?" February 27,
2012, Charles Kong Soo, The Trinidad & Tobago Guardian.
http://guardian.co.tt/lifestyle/2012-02-27/cancer-secret-weapon
[2] "Seres electricos y vibracionales", Claudio Fabian Guevara, en
vibromancia.com:
http://www.vibromancia.com/~ti000021/index.php/ipa/introduccion/237-iii-el-misterio-de-lo-intangible50
[3] Muchos investigadores llevan a cabo con éxito tratamientos novedosos
en base a campos electromagnéticos y frecuencias: Valerie Hunt, Dr.
Philpot (EE.UU.), Dra. Graciela Pérez (Argentina), Dr. Zayas (Cuba),
Ing. Antonio Gómez Yepez (México)
[4] Para información científica sobre el tema, puede consultarse fuentes
al final del artículo.
[5] Fuente: Cannon; Delgado, JMR, "Radio intracerebral Estimulación y
grabación gratuita a los pacientes," en Schwitzgebel y Schwitzgebel (eds.)
[6] "¿Se están usando ya armas psicotrónicas"? Rafael Palacios,
Discovery Salud, Abril de 2009.
[7]
http://www.deepblacklies.co.uk/remote_behavioral_techology.htm.