Enero 5, 2010
- Somos la “evolución ” de esas mentiras -
Resulta verdaderamente difícil definir qué es hoy el Darwinismo (el neo-darwinismo, para ser exactos), lo cual es un serio problema, porque se trata de “la” teoría de la evolución, la base teórica de la Biología que permitiría explicar (pero sobre todo comprender) todos los fenómenos biológicos y muchas de las grandes cuestiones candentes actuales, desde los graves problemas ambientales, hasta el posible futuro de los ecosistemas (especialmente el humano), desde el SIDA hasta el cáncer.
Pero lo cierto es que, a pesar de que en los últimos 25 años se han producido descubrimientos espectaculares en el campo de los conocimientos biológicos (o tal vez, precisamente por ello), nos encontramos con una gama tan variada y, a veces tan contradictoria, de concepciones y explicaciones de los procesos evolutivos que la base teórica, más que en confusa, se ha convertido en inexistente.
La idea de evolución (de cambio en la organización morfológica, fisiológica y genética) se resume así de sencillamente:
En la época en que se elaboró la Teoría Sintética se hablaba de “un gen – un carácter”.
Muchos genes tienen la capacidad de lo que se conoce como “splicing” (empalme o ligamiento) alternativo (Herbert y Rich, 1999), es decir, de producir diferentes mensajes (diferentes proteínas) en función de las condiciones del ambiente celular (que, a su vez, depende del ambiente externo), lo que en definitiva significa que el ADN POSEE LA CAPACIDAD DE RESPUESTA AL AMBIENTE.
Y esta capacidad de respuesta va aún más lejos si tenemos en cuenta los descubrimientos derivados de la secuenciación (parcial) del genoma humano).
- Bárbara McClintock
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Según Bárbara McClintock, la
descubridora de los elementos móviles, la función de los genes es
totalmente dependiente del ambiente en que se encuentran. Los resultados del Proyecto Encode (Encyclopedia of DNA Elements) que, mediante la cooperación de 35 grupos de trabajo, el uso de potentes métodos bioinformáticos, y estudiando la actividad de 44 regiones seleccionadas al azar que constituyen el 1% del genoma codificante de proteínas ha obtenido “la mayor resolución obtenida hasta ahora” (Gerstein, M. K., et al., 2007), han puesto de manifiesto que los genes tienen muchas formas alternativas y un mismo gen puede dar lugar a proteínas distintas dependiendo de cómo se combinen las distintas regiones.
Pero lo más determinante es cómo se controla esa información:
En efecto, entre toda la inmensa maraña que constituye el control de la información genética, ha surgido con una gran importancia (seguramente la fundamental) la actividad de lo que, gracias a la “aportación” de la llamada “teoría del gen egoísta”, ha permanecido durante muchos años fuera del foco de interés de los genetistas (von Sternberg, 2002) por su consideración de “ADN basura” (más concretamente “chatarra”).
La fracción “no codificante” del genoma, que constituye el 98,5% de la totalidad del genoma, está formada por “ADN intergénico”, es decir, intrones, virus endógenos, elementos móviles y una gran variedad de secuencias repetidas en mayor o menor medida . Todas estas actividades están condicionadas por el almacenamiento y procesamiento de información por parte del, por el momento, indescifrable proteoma (el conjunto de proteínas celulares que participan en todos sus procesos), (Gavin, A.C. et al, 2002; Ho, Y. et al. 2002), y por el estado del metaboloma (Barábasi y Oltvai, 2002), es decir, por las condiciones ambientales.
Cada combinación determina, al parecer, sus estructuras y funciones características. Según los autores La célula está organizada en una forma para la que no estamos preparados. Las remodelaciones genómicas se han producido porque los genomas animales y vegetales están compuestos en su inmensa mayor parte (lo que incluye lo que las ideas darwinistas habían llevado a considerar ADN “basura”, pero que se ha revelado como la parte fundamental de los genomas), por virus endógenos completos o fragmentarios, es decir, virus integrados en los genomas que participan en funciones esenciales de los organismos, y “elementos móviles” y secuencias repetidas que son secuencias derivadas de virus.
Esto explica los grandes cambios de fauna y flora que se observa en el registro fósil entre los grandes períodos geológicos, separados por grandes extinciones y que han recibido sus nombres por las diferentes faunas que los caracterizaban.
En suma, los procesos biológicos, incluso al nivel más básico, están resultando tan diferentes de la visión reduccionista del darwinismo que todavía figura en los libros de texto, que la conclusión lógica es la que planteó Phillip Ball (2001), uno de los editorialistas de la revista Nature, ante el informe de la secuenciación del genoma humano:
En otras palabras, la que tenemos es inútil.
Porque, desde luego, todo esto implica que la evolución de la vida, no ha podido ser, según la narración darwinista, mediante mutaciones, es decir, “errores” o desorganizaciones al azar, productoras de variantes de un mismo gen, con pequeñas consecuencias en el fenotipo, que serían “fijadas” por la selección natural en el caso de ser “mejores” que sus otras variantes, produciendo como consecuencia una evolución gradual.
Desde el origen de las células que constituyen los seres vivos que, como ha sido comprobado por W.F. Doolittle (2000), Lynn Margulis (1995) y R. Gupta (2000), se ha producido por agregaciones de bacterias, hasta las bruscas remodelaciones de fauna y flora que inician los grandes periodos geológicos ( Moreno, 2002) y que coinciden con grandes catástrofes ambientales perfectamente documentadas en la actualidad, (Kemp, 1999), pasando por la todavía, misteriosa para los científicos, “explosión del Cámbrico” (Morris, 2000), en la que aparecieron, de un modo "repentino", todos los tipos generales de organización animal (ver Sandín 2002), constituyen un relato más acorde con las características reales de los fenómenos naturales. Desde la naturaleza de la información genética hasta el todavía indescifrable funcionamiento celular, desde las sofisticadas e interdependientes actividades de los procesos fisiológicos, hasta la coordinación en la formación de un organismo, o la complejidad de los ecosistemas, la Naturaleza nos habla, fundamentalmente, de cooperación.
En lo más profundo del Darwinismo, con sus inamovibles principios, lo que subyace en realidad no es el intento de estudiar o comprender la Naturaleza, sino el espíritu que guiaba las argumentaciones de Malthus, Spencer y el mismo Darwin:
Y esto explica la magnífica acogida de los libros “científicos” encaminados en esta dirección, su gran difusión y el gran prestigio que adquieren sus autores.
- On the Origin of
Species by Means of Natural Selection, El caso más nefasto por lo profundamente que ha calado en el ámbito científico es el protagonizado por el zoólogo inglés Richard Dawkins.
La tesis central de “El Gen Egoísta - Las Bases Biológicas de Nuestra Conducta” es que los seres vivos somos, simplemente, “máquinas de supervivencia” construidas por los genes que son la “unidad de evolución”, y que compiten por alcanzar la supremacía sobre los otros genes.
Su “entrañable” visión de la vida la resume así:
El problema de su visión es que sus bases científicas son inexistentes.
- Richard Dawkins - El planteamiento de este libro es que nosotros, al igual que todos los demás animales, somos máquinas creadas por nuestros genes.
Sin embargo, a pesar de lo absurdas que resultan estas argumentaciones para cualquier persona, no ya con conocimientos históricos, etnográficos o sociológicos, sino con un mínimo nivel cultural y la capacidad de hacer uso de un elemental sentido común, el auge que han obtenido entre los darwinistas más radicales (que, sin exagerar, se pueden considerar los dominantes en la Biología actual) ha sido creciente desde la primera edición, en 1976, del “Gen egoísta”:
...se están constituyendo en la “base científica” de la justificación de la actual situación política y económica mundial.
Naturalmente, este proceso viene acompañado de un apoyo “oficial” mediático inversamente proporcional al que suscitan las actitudes críticas con este fenómeno.
- John Horgan - Así es como Horgan trata en su libro al recientemente fallecido S. J. Gould, el más brillante (y crítico, dentro de la ortodoxia) teórico evolucionista de los últimos años autor, junto con Niles Eldredge, de la “Teoría del equilibrio puntuado”:
- S. J. Gould - Gould incurrió en la herejía de publicar un artículo técnico titulado “¿Está Emergiendo Una Nueva Teoría General de La Evolución?”, que constituía nada menos que una revisión científica de la sagrada teoría de Darwin.
Y la jerarquía evolucionista no le perdonó jamás.
Desde el punto de vista científico, no existe un comportamiento humano dictado por naturaleza, es decir, “programado” en nuestros genes (Lewontin et al, 87).
A lo largo de nuestra historia han existido, (y existen) culturas, sociedades, modos de vida e individuos en los que la cooperación realmente solidaria es norma común, y no parece muy científico calificar a esos individuos de “mutantes”.
- David Frederik
Attenborough - Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2009
Para que sus postulados se cumplan, el “lenguaje” genético ha de ser universal y único; es decir, la información contenida en una secuencia de ADN ha de ser la misma independientemente del organismo en que esté, y hoy sabemos que no es así.
Uno es añadir las secuencias modificadas
a “vectores", como
plásmidos, (utilizados por las bacterias para
transmitirse, por ejemplo, genes de resistencia a antibióticos), o
virus más o menos “mutilados”, e “infectar “ con ellos las células
tratadas. El otro es la Biobalística.
Aunque las noticias sobre estos “logros científicos” suelen ser muy triunfalistas (“Científicos norteamericanos crean el primer mono que incorpora un gen de otra especie” - El País, 12-1-2001), las consecuencias reales de estos “avances” y los fracasos sistemáticos parecen ser menos periodísticos.
Ya se sabe que las bacterias y los virus patógenos son extraordinariamente minoritarios en relación con el inconcebible número existente.
Su carácter patógeno se debe a alteraciones de sus procesos naturales, muchas de ellas causadas por el Hombre. Pero el fanatismo darwinista y sus delirios de poder manipular, “dominar” a la Naturaleza encuentra enemigos incluso en los componentes que son esenciales para su funcionamiento equilibrado.
Pero además, se han mostrado extraordinariamente abundantes en todos los ecosistemas, participando en importantes ciclos biogeoquímicos, en transferencia horizontal de genes, cumpliendo una función de de almacenamiento de información genética y contribuyendo a la dinámica evolutiva del sistema y a su estabilidad, ya que mantienen el equilibrio de la diversidad ambiental y son los portadores de información genética entre diferentes ambientes.
Que son los elementos que conectan el mundo orgánico con el inorgánico. - Carl Woese -
Las unidades básicas serían las bacterias que cuentan con todos los procesos y mecanismos fundamentales de la vida celular, cuyos componentes parecen haberse conservado con muy pocos cambios a lo largo del proceso evolutivo.
Los virus, mediante su mecanismo de integración cromosómica, serían los que, bien individualmente, bien mediante combinaciones entre ellos, introducirían las nuevas secuencias responsables del control embrionario de la aparición de nuevos tejidos y órganos, así como de la regulación de su funcionamiento. Según las últimas aproximaciones al estudio científico de la evolución, los fenómenos que componen la vida, desde las células, los órganos y tejidos, los organismos, las especies y los ecosistemas, hasta la totalidad del ecosistema global que constituye la Tierra, están organizados en sistemas jerárquicos e interconectados cuyas propiedades y, por tanto su evolución responden a los conceptos de la Teoría General de Sistemas de von Bertalanffy.
Según ésta, un sistema se define como un conjunto organizado de partes interactuantes e interdependientes que se relacionan formando un todo unitario y complejo.
Los sistemas complejos adaptativos son muy estables y no son susceptibles a cambios en su organización, pero como se menciona anteriormente, ante un desequilibrio suficientemente grave, su respuesta es binaria: un colapso (derrumbe) catastrófico o un salto en el nivel de complejidad (debido a su tendencia a generar patrones de comportamiento global).
Es decir: adaptación (ajuste al entorno) y evolución (cambio de organización) constituyen procesos diferentes.
Se podría decir que la evolución es una propiedad intrínseca a la vida, como algo inevitable, consecuencia de sus características.
Pero el modelo social y el modelo biológico de la “libre competencia” necesitan competidores.
Por eso, si no los encuentran, los crean. Se ha creado una Biología virtual en una sociedad virtual.
La Nueva Biología está transformando este inhóspito Mundo, degradado por la competencia de todos contra todos, y plagado de terribles enemigos, en un Mundo rico y complejo, pero, sobre todo, lleno de misterios por desvelar, en el que todos sus habitantes, hasta el más ínfimo y extraño, tienen un papel que jugar, y un derecho a la vida.
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