del Sitio Web
LaCosechaDeAlmas
Llegan vientos de cambio, no solo la conciencia global esta en periodo de transformación, sino que también se avecinan cambios al ras de suelo, allí donde realmente se palpa el drama.
La política, la economía, el trabajo… interiormente sabemos, que hay algo, que no sabemos describir, pero que intuimos que va a salir fuera y que va a ser palpable por todos.
Después de años de espera, de ver que el cambio queda para más tarde, que todo se retrasa, por fin se empiezan a notar las primeras brisas.
La corrupción política nos salpica a diario y nos damos cuenta que la 'democracia' era la etiqueta que justificaba el reparto de bienes, entre los nietos de los mismos que se lo llevaban muerto en regímenes anteriores.
La democracia fue el modo
en que nos dicen que 'elegimos', pero no quien nos gobierna, sino
quien nos roba, y a diario va quedando palpable que ninguno puede
tirar la primera piedra, por mucho que traten de vendernos la
honradez política y democrática, de esos hombres y mujeres, queda
claro que desde el concejal del pueblo mas modesto hasta el
presidente del gobierno, no quedan manos limpias, ni bolsillos
vacíos.
La banca era una mentira, el dinero no lo era menos.
Todo se consumió entre los labios como tabaco seco; las mieles del éxito, realmente fueron las hieles del fracaso y el todo vale, dejo paso al hasta aquí hemos llegado. La santa crisis puso cada cosa en su sitio y ya no pudimos mirar para otro lado, la miseria que veíamos en los anuncios de las ONGs, ahora llamaba a nuestra puerta y se instalaba en casa indefinidamente.
Nos dimos cuenta de lo
que realmente importa y nos bajamos de la nube de una hostia.
Otros se zambulleron en el mar de la alternativa, la pancarta y la indignación, pero el sistema fue diseñado para esquivar al pueblo, para alimentarse de él, funcionar con su sangre, así que esto tampoco supuso una solución; las protestas fueron deglutidas y defecadas sin ninguna consecuencia.
Ahora nos venden el
'cambio' y casi podemos tocarlo con los dedos, lo tenemos delante y
corremos para alcanzarlo, solo podemos desear que cuando el cambio
se produzca no nos demos cuenta, que como auténticos burros,
estuvimos persiguiendo otra zanahoria mas.
La balanza esta moviéndose hacia otro extremo, el imperio del capital-deuda esta mostrando sus últimos estertores antes de morir, este imperio como todos los anteriores mueren de éxito, como una flor, justo cuando esta en su máximo esplendor, es cuando le comienza a acechar el rigor mortis.
Cuando por fin conquistan el mundo y consiguen imponer por la fuerza su dominio, despierta en sus entrañas la metástasis que provoca que todo se desmorone y con ellos, todo lo que tocaron.
Esa es la verdadera crisis...
Solo a partir de aquí se puede plantear un cambio social y este es el momento que estamos viviendo hoy.
Hemos aceptado el fin del imperialismo, y vamos a enterrarlo con mas pena que gloria; solo cabe esperar que al finalizar el sepelio, sepamos encauzarnos y responsabilizarnos como es debido.
El cambio ha de ser para tomar la soberanía, que nos fue negada durante milenios.
Debemos convencernos que
no somos los seres viles y monstruosos que nos vendieron
los viejos 'sabios' de Sión, que
somos soberanos y estamos por encima de todos ellos, que tenemos
autoridad y la vamos a ejercer.
Unas condiciones inapelables e innegociables, que garanticen la verdadera libertad del Ser humano, su soberanía y su legitimidad para iniciar su propio proyecto sin intervención externa, ni influencia de terceros.
Esto no solo es mentira, sino que es una treta bastante oscura y evidente. El patrón oro no es nuevo, y nunca garantizo nada.
Anteriormente con este patrón vigente, existieron crisis y hambrunas, por lo tanto esto no debe ser tomado en cuenta mas que como un modelo transitorio.
El verdadero objetivo que nos debe mover es la desaparición total del dinero, sin concesiones, ni sustitutos, nada de trueques, ni valores materiales en especies.
Los metales preciosos y las gemas, deben perder el estatus que poseen y ser un recurso natural mas, para el desarrollo tecnológico humano.
Una vez desaparezca el dinero, desaparece la desigualdad, el clasismo, la delincuencia, la corrupción, la exclusión y todo lo negativo que aporta el tener o no tener dinero.
No solo debe ser tomado esto, como algo utópico e irrealizable.
Luchar y morir por un trozo de tierra debe quedar anclado en el pasado para siempre; nadie debe ser dueño de nada en el planeta. Debemos subir al siguiente escalón y tener una mentalidad planetaria, sin fronteras, ni banderas.
Este es otro escollo que debemos solventar, erradicar la programación patriótica y borrar definitivamente la identidad encerrada en un trapo de colores.
Esta mentalidad básica y reptiliana, es la que nos ha impedido progresar y es la que ha provocado que se justifique la invasión y el sometimiento de una regiones sobre otras.
Tenemos un planeta entero que nos ofrece de forma desinteresada todo lo que necesitamos, pero preferimos seguir acotando esos tesoros que se nos ofrecen y continuar impidiendo que todos disfrutemos de ellos libremente.
Todo un planeta, pero lo despreciamos y caemos en nacionalismos estúpidos e inútiles, los mas abiertos de mente se proclaman ciudadanos del mundo, pero en realidad somos huéspedes y debemos garantizar, que al irnos debemos dejar esto, mejor de lo que lo encontramos.
No somos dueños de nada, ni tenemos autoridad sobre la tierra que pisamos.
La
Tierra es un ser vivo y debe ser respetado.
Una civilización que pretende progresar en igualdad, sin diferencias económicas y sociales, sin diferencias territoriales, con libertad física, debe también liberar su mente necesariamente.
Abolir la esclavitud física que da el dinero y la esclavitud mental que otorga la religión. Desterrar esos dioses que se transformaron, que cambiaron su nombre y manipularon al hombre.
No podemos caer otra vez en el mismo error, el dios que hundió las antiguas civilizaciones, que saboteo todos los intentos de progreso, que salvó y eligió a unos pocos, para continuar sembrando el caos y la destrucción, para después transformarse en el dios del amor jesuitico y seguir derramando sangre inocente dos mil años mas.
No podemos seguir por más tiempo engañados; hoy señalamos a Sión y esperamos su muerte, no debemos reencarnarlo, en forma de Dragón encarnado u otra hermandad o familia foránea.
Basta ya de someternos a voluntades externas, a dioses traidores y guías oscuros.
Ningún demiurgo debe continuar sembrando el caos en este planeta, ningún pueblo debe ser tocado por la mano de ningún ente, nadie ha de ser el elegido y ningún mesías leproso debe guiar nuestros pasos.
Un Ser libre debe de tener una mentalidad libre...
De este modo, existirá un
libre albedrío real y tendrá la opción de reconectar, si lo
desea, a su propio origen, a su propio Dios real, a su propia
fuente y religar verdaderamente su alma.
Es indispensable que nuestro arranque tenga consigo un proceso de responsabilización tanto personal como colectiva y esto no puede ser efectivo sin el conocimiento que nos ha sido negado.
Estas cuatro grandes losas que hemos ido arrastrando en nuestro camino, deben ser elevadas y acompañadas por unas pautas para asegurar la verdadera intención que nos indique que realmente vamos a poder hacernos responsables de nuestro futuro.
Un ahora, donde toda la
tecnología y toda la industria creada para nuestro sometimiento y
nuestro control, sea desmantelada y destruida.
Esto no puede ser una utopía simple, si de verdad nos están ofreciendo una posibilidad real de cambio.
Esta debe ser una revolución progresiva, lenta, pero segura, no una simple reforma:
No podemos caer otra vez en el mismo error y confiar en el pan para hoy, hambre para mañana, como hasta ahora.
Si reclamamos la libertad, debemos tener la responsabilidad de saber administrarla, ser ciudadanos del mundo y a la vez soberanos de la Tierra.
Gobernar con mano de hierro nuestros bajos instintos y alimentar con guante de seda nuestras emociones. Sin caer en la vergüenza, ni el ridículo, que durante siglos nos señalaban las mentes psicópatas al ver manar nuestras lagrimas.
Ni los 'sabios' de Sión, ni la familia Dragón, ni la hermandad blanca, ni nada que se le parezca, ningún grupo de iluminados, son los que deben decidir sobre nuestro futuro.
No es momento de
remiendos, ni de nefastas segundas partes. No debemos aceptar ningún
parche, no queremos salvadores, tampoco reformadores, gestores o
tecnócratas, sino revolucionarios con conciencia, gente comprometida
con el pueblo, con nuestra raza y con el planeta, humanos tomando
las riendas del futuro humano, personas sintientes, sin miedo, con
los pies en el ahora y la mirada en el mañana.
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