Primera Parte
28 Julio
2013
Hace eones de tiempo, en
el centro de nuestra galaxia, los maestros arquitectos, grandes
creadores de vida que vivían junto al Logos, se recreaban formando
estrellas, soles y sistema planetarios por doquier en los cuatro
confines de la Vía Láctea.
Varios de esos arquitectos planetarios,
después de lanzar una estrella por aquí, un sistema por allá, se
percataron de que en uno de los sistema solares ya creados había
hueco para otro pequeño planeta, y como estaban con el tono creativo
subido, guiñáronse el ojo unos a otros y dijéronse:
"creemos un
lugar que sirva para ser disfrutado por todas las razas y seres que
existen en nuestra galaxia, creemos un pequeño paraíso ahí donde las
condiciones son óptimas para ello".
Dicho y hecho, ese pequeño paraíso fue formado primero a nivel
energético, los moldes de los diferentes cuerpos etéricos que iban a
componerlo fueron creándose, primero desde el plano más sutil hasta
los planos más densos, donde finalmente la materia empezó a
condensarse y a formar una perfecta y compacta masa sólida.
Las energías de los elementos empezaron a mezclarse, el fuego y el
aire, el agua y la tierra.
Se formó el núcleo del planeta, con vida
y conciencia propia.
Se formaron los mares, cuyo espíritu sentó las
bases para la vida en el agua.
Se formaron los primeros campos
energéticos que dieron lugar a formas primitivas de flora.
Se
integraron la energía y furia del fuego en los volcanes y el
espíritu del viento en la atmósfera.
A medida que millones de años
iban transcurriendo, pues los arquitectos creadores tenían que dejar
enfriar y reposar su creación, las energías combinadas de los
elementos dieron lugar a las energías de la naturaleza y crecieron
árboles, plantas y flores por doquier.
Los elementales del fuego,
del agua, del viento y de la tierra manifestaron a elfos, hadas,
ondinas, salamandras, gnomos y todo un elenco de seres para velar
por el buen funcionamiento y el crecimiento de este planeta que
nacía como una joya azul, vibrante, un punto resplandeciente dotado
de todo aquello que podría considerarse necesario para que el nuevo
planeta fuera uno de los paraísos y lugares de reposo de toda la
galaxia.
Así, cuando el planeta estuvo listo físicamente, los grandes
arquitectos informaron a diferentes razas de la galaxia, y muchas se
asombraron al descubrir tal maravilla en el espacio, en un sistema
solar tan poco conocido hasta entonces.
Muchas de ellas se
convirtieron en jardineros y sembradores de vida, trajeron muchas
especies de animales y plantas de sus propios sistema y las
añadieron a las especies que el planeta había manifestado en su
propia habilidad creativa.
La Tierra se convirtió en un compendio de
conciencias que compartían un mismo cuerpo físico, que se
autodenomino
Kumar, pues los espíritus de los elementos, la
conciencia del núcleo del planeta, los seres que cuidaban de la
naturaleza y los propios espíritus grupales de los árboles y los
animales se unieron para trabajar juntos por el desarrollo de la
vida en armonía con el resto de la Creación.
Desde el espacio,
las múltiples razas que habían sembrado parte de
la vida orgánica se regocijaban desde sus naves al ver como crecían
las plantas, como avanzaban y se desarrollaban nuevos animales, como
la belleza del planeta se incrementaba en cada instante.
Sin embargo, un buen día, desde una de esas naves desde donde se
supervisaba el desarrollo del planeta, algunos de los cuidadores del
mismo vieron pasar otras naves que rápidamente descendían hacia la
superficie del planeta azul.
Estupefactos, pues no sabían de quien
pudiera tratarse, ya que todas las razas que habían colaborado en la
siembra del planeta estaban en permanente contacto respecto a sus
trabajos de "jardinería", decidieron enviar emisarios voluntarios
para ver que estaba sucediendo y quienes eran esos nuevos
visitantes.
Pero para ello debían ir de incógnito, no sabiendo que
podían encontrarse, así que no les quedó otro remedio que entrar
encarnando en una de las especies que pudiera albergar, aun con
dificultades, una conciencia de alguno de los jardineros para que
este pudiese observar que estaba pasando de forma totalmente
clandestina.
Así, uno de los seres que monitorizaba el planeta decidió bajar,
entrando primero en los planos internos no físicos, donde diferentes
guías y seres de luz le indicaron como construirse un "alma", que
iba a ser el vehículo energético que iba a necesitar para poder usar
uno de los "contenedores" disponibles, la vida orgánica más avanzada
representada por una de las nuevas especies de saurios conocidos
como
trodoones que se había desarrollado de forma natural en los
últimos miles de años tras haber recibido, por parte de los
jardineros y forma-tierras mayor capacidad inteligente y
autoconciencia para convertirse en la especie dominante del planeta.
El jardinero aprendió como introducir su ser dentro de ese traje
energético que los guías le ofrecían y que habían denominado "alma",
y se fusionó con ella, pudiendo entonces entrar en el plano físico.
Reuniéndose primero con el gran espíritu de los animales, pidió
permiso a ese ser que gobernaba entonces la conciencia grupal de los
trodoones para usar uno de sus cuerpos físicos, permiso que le fue
concedido, así que este jardinero se vio finalmente encarnado en uno
de los miembros de la especie y pudo observar a los seres recién
llegados al planeta sin ser visto ni detectado.
Pero lo que vio le horrorizó.
¡Por todos los creadores de sistema! exclamó...
Miles de trodoones como el cuerpo que el mismo estaba usando habían
sido capturados, atados, encadenados, ¡y estaban haciendo
experimentos con ellos!
¿Cómo es posible?
¿Quienes son estos
visitantes?
¿Cómo pueden estar dañando y haciendo esto con la vida
en este planeta?
El jardinero se acerco más a uno de los centros
donde se habían establecido los visitantes del espacio, para
intentar ver que pasaba, pero lamentablemente también fue capturado.
Lo tumbaron en una camilla y empezaron a inyectarle cosas, a hacerle
pruebas, a someterlo a terribles experimentos.
El jardinero se disoció del cuerpo, salió del mismo pues no era
capaz de aguantar aquello, dejó que el trodoon falleciera y decidió
volver a su nave y puesto de observación.
Pasó primero por el plano
donde residía el gran espíritu de los animales, allá se despojó de
su alma, que reintegró con la energía del campo de esa raza, y donde
empezó a ver con tremendo horror como miles de almas de trodoones
llegaban cargadas con ira, rabia, dolor y estupefacción ante lo que
estaba ocurriendo.
El gran espíritu de los animales no daba crédito, estaban matando,
torturando y experimentando con su contrapartida física y su ser, su
conciencia, que no conocía más que la pureza, tranquilidad y
felicidad de la vida empezó a cargarse con emociones poco conocidas
hasta entonces.
El jardinero se despidió del gran espíritu y le
prometió encontrar una solución a lo ocurrido.
Tras eso regreso a su
nave...
Segunda Parte
30
julio, 2013
Al llegar a la nave de vigilancia el jardinero, ya con su forma y
apariencia normal, informó al resto de razas y miembros de su propia
tripulación de lo ocurrido.
En aquellos momentos no sabían que
hacer, ellos solo eran cuidadores de planetas, no se habían
encontrado nunca una situación de ese estilo.
Estaban desbordados
por el escenario que se les planteaba en esos momentos...
El jardinero que había bajado en primer lugar, siendo comandante de
una de las naves principales y responsable de la monitorización del
planeta hasta entonces en crecimiento, no tuvo más remedio que pedir
a todo su equipo que empezaran a bajar por múltiples puntos del
mismo para recoger información y entender que estaba pasando.
Así
fue como cientos de seres de diferentes razas empezaron a encarnar
en las primeras especies de "manus" de la Tierra, pues el
trodoon había sido modificado y convertido en una nueva especie
autoconsciente, para traer tras cada encarnación el máximo de
información posible.
Tras decenas de misiones, el propósito estuvo claro.
Otros grupos
habían modificado genéticamente a los trodoones, creando el "manu",
para crear una nueva raza de seres que funcionaran como esclavos,
mano de obra y alimento para los intrusos.
El paraíso que los
maestros arquitectos habían creado resultó ser no solo un lugar de
disfrute, sino uno de los planetas de la galaxia donde los recursos
minerales, de flora y de fauna, que habían sido implantados,
terminaron siendo un reclamo más que apetitoso para grupos que
deseaban aprovecharse de ellos, en exclusiva propiedad.
En aquellos momentos, los jardineros no podían hacer nada más que
esperar.
Pasaron miles de años, diferentes grupos de voluntarios
iban bajando al planeta de forma regular, encarnando en las nuevas
formas físicas alteradas para encontrar la manera de liberar a esos
seres (que ya habían recibido tantas manipulaciones que ahora ya no
eran ni trodoones ni manus, sino una nueva especie mezcla de todo lo
anterior denominada "lhumanu"), del yugo de esas razas y restaurar
el curso de la evolución.
Sin embargo, ya no podían hacer mucho.
La
manipulación genética rompió la conexión con el gran espíritu de los
animales, los nuevos cuerpos físicos creados ya no tenían conciencia
grupal sino individual y se veían separados los unos de los otros.
Había nacido un nuevo "ser" en el planeta, un nuevo nivel
"evolutivo", que no tendría que haber existido si las leyes
evolutivas naturales hubieran seguido su curso.
Había nacido un ser
que tenía cuerpo homínido, pero parte de sus genes y de su mente
presentaba rasgos de
aquella otra raza invasora, e incorporaba el
carácter, la concepción y la forma de entender la vida de la misma
forma que sus maestros creadores la entendían, sin las capacidades,
potencial y conocimiento para comprender porque eran así, o como
podían ser de otra forma.
Esto último, por supuesto, no había sido
transferido desde los creadores a los creados.
El nuevo ser se llamó "lhumanu", y a partir de entonces la vida en
la Tierra cambió por completo.
El nuevo "ser humano" estaba
desconectado de los árboles, estaba desconectado de los animales, no
podía ver a los elfos ni jugar con las hadas.
El espíritu del agua y
del viento ya no podían susurrarle historias, y el ser humano se
volvió contra su planeta.
Empezó a excavarlo para extraer minerales,
empezó a destruir bosques para construir palacios, empezó a matar
animales para hacer sacrificios, y empezó a destruir a la naturaleza
para arar sus campos y sembrar aquello que de forma natural no
crecía en ellos.
Aprendió de
sus creadores extraterrestres el
concepto del poder y la dominación de los unos sobre los otros,
aprendió el concepto de la manipulación del entorno para su
beneficio, y lo peor de todo, es que no se cuestionaba ni un ápice
que estuviera haciendo algo incorrecto y contranatural, pues no era
consciente que ese no era el camino evolutivo que los jardineros y
arquitectos del planeta habían planificado para la vida en la
Tierra.
Sin embargo, por otro lado, la creación de
millones de vehículos
orgánicos individualizados, sin conexión con una mente grupal,
permitió que cientos de miles de seres y espíritus de otras partes
de la Creación entraran y encarnaran en el recién creado ser humano
para experimentar una nueva forma de vida.
Esos espíritus, matrices
de luz, porciones de la chispa divina nacidas del Logos Galáctico, o
de otros Logos, o de otras Fuentes más allá de nuestro
entendimiento, encontraron el recipiente perfecto para experimentar
la vida cada uno a su manera y ritmo.
Comprendían las condiciones en
las cuales los vehículos que iban a ocupar habían sido creados,
comprendían que el planeta había sufrido una manipulación y sabían
que se había alterado el curso evolutivo planificado, pero la ley
del
libre albedrío obligaba a respetar el desarrollo de la
situación, y la oportunidad de crecimiento y experiencia se volvía
más increíble que nunca con estos nuevos parámetros, que de
repente, habían aparecido en un pequeño sistema solar en los
confines de la galaxia.
No así lo veían los jardineros, pues, en todo momento, a lo largo de
los miles de años que habían estado cuidando el planeta,
consideraron este desarrollo como algo anormal, que había que
solucionar.
Pero, de nuevo, la ley del libre albedrío obligaba, y
solo podían hacer una cosa.
Entrar a restaurar el sistema desde
dentro, tratar de volver a poner las cosas en su lugar, encarnando
una y otra vez para que el nuevo ser humano recuperara su conexión
con la naturaleza, la respetara, se diera cuenta de que había sido
creado genéticamente y estaba siendo manipulado constantemente, como
recurso, como mano de obra, como alimento.
Pero el problema es que para poder entrar tenían que usar los mismos
cuerpos físicos genéticamente alterados, ya no podían encarnar en
una especie homínida inferior y "limpia", pues era del todo
imposible hacer así el trabajo ya que en esos momentos el nuevo ser
humano dominaba ya el resto del planeta.
Había que usar los mismos
cuerpos físicos que habían sido creados en laboratorios e
implantados y cuyas características primordiales que lo hacían
compatible y respetuoso con el entorno habían sido suprimidas, y
tenían que jugar con las nuevas reglas.
Así, cada jardinero que
entraba en el planeta tenía que luchar terriblemente por romper los
velos, las restricciones, y las limitaciones del vehículo físico que
ocupaba para tratar de hacer su trabajo y corregir el curso de los
acontecimientos.
Y era muy frustrante, porque la mayoría de las veces se iba una
encarnación tras otra sin conseguir romper el velo del cuerpo físico
y de la mente humana, sin poder hacer despertar a la personalidad en
la que se convertían tras la entrada, y en las pocas ocasiones en
las que un jardinero, que ya estaban entrando por millones a lo
largo y ancho del planeta, conseguía despertarse a si mismo, se
encontraba con que el resto de seres humanos eran imposibles de
despertar y no eran capaces de ver lo que había sucedido.
La información que transmitían en algunos casos ya quedaba relegada
a la categoría de mitos y leyendas, cuando no de pura
'imaginación',
pues los creadores genéticos se habían apoderado del todo de la
mente arquetípica de la nueva raza, el ser humano, e instaurado el
sistema de control necesario para poder usarla.
No así lo veían los
árboles, los elfos, las hadas, el espíritu del agua o el espíritu
del viento, que empezaban a sufrir las consecuencias de esta
situación.
Y cada vez empezaron a protegerse más y a distanciarse
más de unos seres con los que antaño compartieron camino.
Además, ocurrió un suceso inesperado.
Los jardineros empezaron a
generar
karma...
El planeta tenía unas leyes evolutivas estrictas, y
si deseabas entrar en él debías adherirte a las mismas.
Por el mismo
diseño de los maestros arquitectos y del Logos Solar, todo ser que
quería encarnar debía usar un alma nativa, formada a partir de los
campos energéticos y planos internos del planeta, que mantenían
unida la materia del cuerpo físico y servían de recipiente a la
chispa divina que quería usarlos.
Y esas almas tenían sus propias
reglas evolutivas, así que cuando se generaban situaciones y
experiencias con otras almas tenían que compensarse, balancearse y
cancelarse.
Para los jardineros se generó un doble problema.
No solo la
frustración era por no haber despertado y por no haber podido llevar
a cabo la misión, sino por encima haberse liado más con el sistema
de vida en la Tierra, y haberse echado a la espalda compromisos que
a partir de entonces iban a tener que cumplir, retrasando su misión,
dentro de una planeta ya totalmente manipulado y bajo control de las
razas creadoras.
Durante miles de miles de años la situación siguió igual, sino peor...
Los jardineros
originales, los que primero entraron, pidieron ayuda, y millones
de seres de otras partes respondieron y empezaron a llegar, y a
medida que el tiempo pasaba empezaron a preparar un plan de
choque que solucionaría el problema por completo, si es que
salía bien...
Tercera Parte
01
Agosto 2013
Todos los grupos que, por alguna razón o por otra, se habían visto
involucrados con el cuidado del planeta y que conocían bien como
funcionaban los ciclos evolutivos a lo largo de la galaxia se dieron
cuenta de que, en "breve", algo importante iba a suceder.
Se acercaba el final de un ciclo.
Había una oportunidad de hacer
pasar al planeta a otro plano frecuencial, donde la vibración y las
energías encontradas modificarían por completo la vida orgánica,
produciría un cambio total en la estructura atómica de la Tierra y
con ello afectaría por completo a todos lo seres que lo habitaban.
Se terminaría así de un plumazo la existencia actual de destrucción,
la manipulación, y el control por parte de las razas creadoras del
ser humano como un ser "implantado" y fuera de lugar, que se había
convertido en una plaga y parásito para el resto de conciencias y
seres que habitaban la Tierra.
Largo tiempo el espíritu grupal de las razas animales se lamentaba
de los daños sufridos, miles de especies que fueron traídas de otros
planetas fueron sacadas de aquí por los mismos que las trajeron, la
naturaleza se había vuelto desconfiada del ser humano, los elfos,
ondinas, gnomos y hadas jamás se hacían visibles para este, el
espíritu del mar contenía la ira al ver como sus aguas se iban
polucionando y contaminando.
Pero los jardineros, y las razas que creían que todavía era posible
solucionar el problema no dudaron un solo instante en redoblar sus
esfuerzos
para despertar al ser humano, que, en su mayoría, seguía
todavía sumido en su mentalidad dominadora, arrasadora y
conquistadora, como si fuera el ser más inteligente que pisara el
planeta en el que vivía, y sin darse cuenta que el resto de
conciencias y seres lo consideraban más bien una plaga a exterminar.
Si ya había millones de espíritus de jardineros de todas las partes
de la galaxia encarnando, millones más llegaron para seguir
encarnando y trabajando a destajo desde dentro.
El Logos Solar, el
padre energético de la Tierra, viendo que se terminaba el tiempo,
pegó un grito desesperado que llegó hasta los grandes arquitectos de
la Creación, en el centro de la galaxia, y estos también decidieron
intervenir.
La Tierra era un planeta "enfermo" y necesitaba mucha
ayuda.
Así, se convocó una reunión.
Representantes del Logos galáctico,
representantes de los árboles, el espíritu del viento, del agua,
representantes de los elfos y de las hadas, representantes de las
razas intraterrenas que habitaban el planeta en armonía mucho antes
de la creación del ser humano, y representantes de las diferentes
razas de jardineros que atendieron la reunión desde sus naves
espaciales empezaron a discutir que iban a hacer.
Algunos de los asistentes pensaban que un "borrón y cuenta nueva"
sería una buena solución, ellos podrían encargarse de ello,
limpiando el planeta de un plumazo y dejando que este se regenerara
por completo desde cero...
Esto representaba no subir de nivel
evolutivo, sino mantener durante otro ciclo completo a la Tierra en
el nivel frecuencial actual, pero limpia, empezando desde el
principio.
Otros, más benévolos, y entendiendo que
el ser humano era
un producto inconsciente de laboratorio, que había sido creado y que
merecía una oportunidad para desarrollarse por si solo sin el yugo
de sus controladores abogaron por permitirles que tomaran las
riendas del cambio evolutivo en sus manos.
Para ello iban a ser guiados por millones de jardineros que
entrarían de nuevo justo antes del cambio, y por los que estaban ya
dentro, para instaurar las condiciones necesarias para permitir al
planeta el salto de nivel.
Los jardineros empezaron a buscarse entre
ellos, y empezaron a despertarse unos a otros ayudados por sus
representantes que estaban fuera del planeta en las naves.
Cuando muchos de
ellos empezaron a acordarse de quienes eran en
realidad y para que habían venido, pudieron empezar a
recibir instrucciones y planificar la última fase del plan de
choque que debía implementarse, algo que venía a ser como anclar
una especie de manto energético que les permitiría mantenerse
sujetos al planeta cuando este tuviera la oportunidad de cambiar
de plano frecuencial dentro
de la elíptica galáctica en la que se encontraba.
Aun así, para ello, los jardineros no eran suficientes en número,
sino que hacían falta millones de seres humanos "despiertos", y
dispuestos a ayudar, para enraizar esas nuevas energías al planeta,
de forma que este no se viera rechazado por la fuerza del vórtice
que permitía el paso dimensional, lo que sucedería si la Tierra no
era energéticamente compatible con el nuevo entorno al cual se iba a
desplazar.
El problema es que no todos los asistentes a esa reunión confiaban
en que los seres humanos lo pudieran conseguir.
Pero es que, si no
lo hacían, si no estaban listos cuando llegara el momento de la
apertura del vórtice, con el nivel evolutivo suficiente para
mantener la malla frecuencial necesaria para poder moverse de una
zona a otra, el planeta se vería abogado a otro ciclo completo
dentro del mismo plano, no se habría producido el salto, y aquellas
razas que deseaban mantener al planeta como su zona de recreo y de
suministro, probablemente habrían ganado la partida.
Y eso no podía ser...
Estas mismas
razas invasoras, ya lo sabían los jardineros, habían
hecho y repetido el mismo patrón en todos los otros sistema que
habían conquistado, y, en algunos casos, habían llegado a
destruirlos, volando planetas enteros en pedazos por la codicia, la
negatividad y el deseo de poder sobre todo lo existente que existía
en ellos.
Y eso sería una gran desgracia para los maestros
arquitectos que tanto amor habían puesto en la creación de la
Tierra, y una desgracia para los espíritus que desde la Fuente no
tendrían entonces un lugar como este donde experimentar y crecer.
Solo la Fuente entendía que estas razas actuaban según su
naturaleza, y que habían tomado la decisión hacia eones, debido a la
ley del
libre albedrío, y como grupo, de renunciar a mantener la
chispa divina en su interior, por lo que, volviéndole la espalda a
la matriz de luz, sus almas se habían vuelto oscuras y mortales,
necesitadas de tecnología para subsistir...
El ser humano, por otro
lado, jamás perdió la matriz de luz que residía en los homínidos, y
por ello su esencia era inmortal, pero pocos de ellos sabían que la
tenían, y muchos menos sabían usarla, dejarla salir y resplandecer y
hacer que fuera ese espíritu que había encarnado en ellos quienes
ayudaran a enderezar la situación del planeta,
pues todos querían
hacerlo, mientras buscaban sus propias experiencias y adquirían sus
lecciones evolutivas particulares...
Solo por eso, o principalmente por eso, se les dio a los seres
humanos la oportunidad de lidiar ellos mismos con el cambio
evolutivo que tenían delante, aunque contarían con la ayuda de los
jardineros, cada vez más numerosos,
tanto los encarnados dentro del
sistema como los que orbitarían y trabajarían desde fuera,
combatiendo si era necesario y literalmente hablando, a los que
trataban de hacer que los humanos no despertasen, y se mantuviesen
bajo el sistema de control implementado desde hacia ya miles de
años...
El plan ya estaba en
marcha, y todos empezaron a trabajar duro para ello, pues el
tiempo apremiaba, y había aun mucho por hacer...