por Luminis Bellator
Septiembre 2015
del Sitio Web EnkiPtahSatya Website


 

 

 

 




El Panteón de los Dioses - La Teología Original

Como ya visto previamente sobre la mentira milenaria de la teología bíblica, la historia y la arqueología comprueban que la teovisión más antigua de la humanidad no era el monoteísmo como ciertas instituciones religiosas, políticas y filosóficas han querido hacernos creer, sino el politeísmo.

 

El panteón divino, un concilio de una pluralidad de dioses y diosas, era el tema central de todas las religiones más antiguas de esta tierra. En los hogares antiguos muchos dioses eran reconocidos y respetados.

 

Algunos pueblos reconocían una multitud de dioses pero sólo rendían culto a uno de ellos. Esta variedad del politeísmo se llama henoteísmo.

 

Todos los dioses del panteón tenían su propio rango y a veces competían por la supremacía enmarañándose en intensas rivalidades y luchando por el trono del concilio del cielo. De vez en cuando una deidad tutelar sería destronada por un rival divino que la reemplazaría como el dueño del trono de la región.

 

La cultura politeísta era dominante en todas partes en el mundo antiguo. El monoteísmo, en cambio, fue un desarrollo bastante tardío comparado con el politeísmo ancestral.

Uno de los primeros intentos de reemplazar el panteón politeísta por la creencia en un sólo dios ocurrió durante la decimoctava dinastía egipcia en el siglo 14 AEC bajo el reinado del faraón Akhenatón. Este monarca le introdujo al reino la teología radical del Atonismo, una novedosa creencia monoteísta en un sólo dios solar, pero este nuevo sistema apenas duraría 20 años y los sacerdotes y laicos egipcios pronto volverían a su religión ancestral milenaria después del final de su reinado.

 

El próximo paso del politeísmo al monoteísmo sucedería en la tierra de Palestina a mediados del primer milenio AEC cuando el sacerdocio hebreo rechazó el panteón de los dioses Elohim que habían sido adorados por los pueblos semíticos occidentales incluyendo los Hebreos durante siglos y empezó a promover un culto exclusivo al dios más alto del panteón El, conocido también por su epíteto Yahvé en aquel entonces.

 

Esta vez, a diferencia de la teología henoteísta en la cual se reconocen varias deidades pero sólo se adora a una, el sacerdocio hebreo excluyeron a los demás dioses del panteón antiguo de sus antepasados, relegaron a muchos de ellos al nivel de ángeles, profanaron a otros convirtiéndolos en demonios y 'dioses extranjeros falsos' y en un punto más tarde de la historia llegarían a negar su existencia por completo y reconocerían sólo a su dios nacional Yahvé (Day, 2002i).

 

Esta vez, el cambio al monoteísmo fue un gran éxito para la élite judía y siglos más tarde esta nueva forma de religión iría extendiéndose por todo el mundo occidental con el advenimiento del Cristianismo y por todo el Medio Oriente y una gran parte de África con el nacimiento del Islam.

 

Este binomio de religiones emparentadas terminaría suprimiendo todas las religiones politeístas originales de Europa y Mesopotamia, reemplazando las antiguas creencias a la fuerza y monopolizando el mundo religioso casi de modo entero.

 

Con las inquisiciones eclesiásticas y las llamadas 'guerras santas' contra los supuestos infieles, los antiguos cultos ancestrales fueron borrados de la mapa y su literatura histórica y esotérica fue quemada y condenada al olvido.

 

Así sucedió el ascenso del monoteísmo.

Durante tantos siglos los occidentales hemos sido sometidos al pensamiento unidireccional del monoteísmo. Incluso nos han hecho creer que el monoteísmo abrahámico es la religión original. Sin embargo, ahora en esta época de ciencia y descubrimiento hemos llegado a saber que el monoteísmo judío tiene una antigüedad de sólo tres milenios como mucho.

 

Si hablamos en términos más exactos sería más preciso concluir que el cambio al monoteísmo completo tuvo lugar después del exilio del pueblo hebreo en Babilonia a mediados del primer milenio AEC y por lo tanto tiene una historia de quizás sólo 2500 años. En cambio, la teología politeísta estuvo en pleno apogeo en el reino sumerio del tercer milenio AEC teniendo una antigüedad de cinco milenios como mínimo.

 

Además, el politeísmo formaba la base del pensamiento religioso de los,

  • Acadios

  • Babilonios

  • Asirios

  • Persas

  • Hititas

  • Egipcios

  • Cananeos

  • Hebreos primitivos o proto-hebreos,

...durante la era antigua.

 

La primera religión de los pueblos indoeuropeos también era politeísta reconociendo un panteón de dioses y esta proto-religión iría convirtiéndose en las grandes religiones europeas de la antigüedad como la grecorromana y la germánica.

 

Todas estas tradiciones espirituales politeístas ya habían existido durante milenios antes del nacimiento del monoteísmo posterior y siguieron vivitos y coleando en los corazones de los pueblos gentiles por siglos más hasta que el monoteísmo, el nefando invento judío, fue adoptado por el estado de Roma en la antigüedad tardía y comenzó su embate encarnizado contra todas las religiones ancestrales del pueblo europeo.

 

Desde entonces todo recuerdo del politeísmo fue arrojado al abismo del olvido y el mundo entero cayó en las garras de la nueva cosmovisión monoteísta recibiendo una era de oscurantismo.

En dicha época tenebrosa monoteizada por completo y anterior al nuevo conocimiento histórico que ahora tenemos sobre las culturas politeístas pre-bíblicas, la gente tenía muy pocas opciones.

 

En la época medieval la creencia en el sólo dios de la Iglesia Católica era obligatoria. La 'santa' inquisición no era muy simpática con los 'herejes' que incluían infieles, creyentes de cultos paganos ancestrales (pre-cristianos), politeístas, gnósticos y ocultistas.

 

Afortunadamente en las épocas siguientes no era tan duro como antes, pero todavía la gente común y corriente carecía de opciones y al parecer los únicos caminos disponibles para ellos eran el monoteísmo bíblico (Catolicismo, Protestantismo, etc.), el deismo (creencia en un dios no-intervencionista indefinido) o el Darwinismo naturalista.

 

Sin embargo, ahora, con las religiones más antiguas ya redescubiertas y sus textos literarios ya recuperados ya tenemos un bueno conocimiento del politeísmo pre-bíblico original y por lo tanto tenemos la libertad de la elección.

 

En otras palabras, ya vislumbramos el panorama. Ya no disponemos de una sola opción: la sumisión al supuesto dios único del pensamiento monoteísta; ahora conocemos a más dioses y por lo tanto podemos elegir a quién vamos a seguir y aceptar como nuestro dios.

 

Por razones obvias, el politeísmo es mucho más pluricéntrico que el monoteísmo unilateral; hay mayor nivel de escogencia.

 

Así que en este artículo vamos a volver al mundo politeísta, echar un vistazo a los perfiles de algunos de los dioses más importantes del panteón sumerio y ensimismarnos en la mitología comparativa.

 

 


Los Anunnaki y los Elohim - Creadores de la Humanidad

La religión mesopotámica antigua reconocía un panteón de unos cincuenta dioses conocidos como Anunna o Anunnaki en los textos sumerios y acadios.

 

Estos términos antiguos son bastante misteriosos y aún no se sabe su significado exacto a cierta ciencia, pero actualmente la mayoría de los eruditos los traduce como 'aquellos de sangre de príncipes' o 'aquellos del linaje majestuoso' (Leick, 2003ii).

 

Lo cierto es que su significado incluye la noción de que estos cincuenta dioses son la progenie de Anu, el dios del cielo y rey del panteón, y por lo tanto son de un linaje celestial. Otras interpretaciones propuestas incluyen 'aquellos que vinieron del cielo a la tierra' y 'los dioses del cielo y de la tierra' puesto que en Sumerio an significa 'cielo' y ki equivale 'tierra'.

 

Los Anunnaki eran dioses altos de linaje real y pertenecían al concilio celestial. Cada deidad de este grupo tenía su lugar en el cielo y también su propia ciudad o región en la tierra donde sus seguidores les rendían culto.

 

Los dioses más importantes del panteón eran,

  • Anu, el rey del cielo y padre de todos los Anunnaki

  • Enki, el hijo primogénito de Anu y un dios de sabiduría, benevolencia y las aguas de la vida

  • Enlil, el hijo menor de Anu y un valiente comandante militar

  • Ninhursag, hermanastra de Enki y la madre de la vida

  • Marduk, el hijo primogénito de Enki y el gran dios principal de Babilonia

Según los textos mesopotámicos, los Anunnaki crearon al hombre a su imagen a través de su propia sangre divina.

En un escalón debajo del concilio celestial de Anu había un grupo de dioses menores llamados los Igigi. Estas deidades eran trabajadores subordinados a los Anunnaki.

 

Los textos antiguos relatan que los Igigi se cansaron de sus tareas agotadoras e inacabables en la tierra y decidieron amotinarse en protesta. Según los mismos relatos, después de la sublevación de estos dioses menores Enki del concilio celestial propuso la creación del hombre para que reemplazara a los Igigi en sus labores arduas.

 

Es más probable que el término Igigi signifique 'vigilante' derivándose de las raíces igi (ver) y gi (rodear) (Jensen, 2012iii).

La religión semítica occidental reconocía un panteón de unos setenta dioses llamados los Elohim. Eran conocidos como los 70 hijos y hijas de El, el altísimo, rey del panteón y dios del cielo. Su consorte celestial era Asera, la reina del cielo y madre de todos los dioses.

 

Estas deidades eran adoradas por los Fenicios, los Cananeos, los Filisteos y los Hebreos tempranos.

 

Más tarde estos Elohim se convertirían en el Elohim de la Biblia tras ser monoteizados por el sacerdocio hebreo en el exilio (Smith, 2003iv; Day, 2002v). Los Elohim son el equivalente semítico levantino de los Anunnaki; son idénticos.

 

Así que las entidades divinas conocidas como Elohim (plural de El o Eloah = dios) que aparecen en Génesis y dicen "hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza" son los mismos Anunnaki esta vez en su forma semítica.

 

Recordemos que a diferencia de los Hebreos, Cananeos, Asirios, Babilonios y Acadios que formaban la cultura semítica, los Sumerios hablaban un idioma totalmente distinto a las lenguas semíticas y por lo tanto utilizaban distintos términos para referirse a los dioses.

 

Los dioses más importantes del panteón de los Elohim incluían,

  • El, el dios del cielo y padre de todos los dioses que más tarde se daría a conocer como Yahvé en la Biblia hebrea

  • Asera, la esposa celestial de El que luego sería denigrada como una diosa extranjera y expulsada del culto de Yahvé en la época de los profetas bíblicos

  • Baal, dios del trueno y joven guerrero representado por el becerro

Muchos de los Elohim del panteón semítico tienen sus homólogos directos en el panteón sumerio más antiguo.

 

En los idiomas semíticos levantinos como el Hebreo y el Cananeo, el vocablo el o eloah significa 'dios' y proviene de la raíz proto-semítica ilu cuyo significado es 'alto' o 'poderoso'.

 

El término equivalente de Elohim en Acadio es Ilāni (dioses).

En las escrituras semíticas como las de la Biblia aparecen también seres celestiales llamados vigilantes o irin en Arameo. Estos seres comienzan a presentarse en los textos judíos a partir del Libro de Daniel, un texto apocalíptico que relata la vida y las visiones del profeta hebreo Daniel en el exilio en Babilonia.

 

En dicho libro los vigilantes o irin aparecen como emisarios divinos de Yahvé (Daniel 4:13; 4:17; 4:23). En los siglos posteriores estos seres protagonizan la literatura apocalíptica del Judaísmo de la época del Segundo Templo representados como ángeles.

 

Soy de la opinión de que los vigilantes o irin de la Biblia son idénticos a los Igigi o dioses menores en la literatura sumero-acadia.

  • Primero, irin e igigi tienen esencialmente el mismo significado; ambos términos equivalen 'él que vigila'.

     

  • Segundo, dichos seres sólo empiezan a aparecer en las escrituras hebreas después de su contacto con la cultura babilonia debido al exilio.

Los Babilonios vivieron en el corazón de Mesopotamia y habían heredado la cultura religiosa y literaria sumero-acadia de modo directo.

 

Sin embargo, es importante notar que en la religión mesopotámica original los Igigi nunca fueron simples ángeles o mensajeros sino dioses auténticos en todo el sentido de la palabra.
 

 



Los Dioses del Panteón

El panteón sumerio es el más antiguo de la tierra de Mesopotamia, la cuna de la civilización, y formaría la base de los panteones de las culturas posteriores en el Medio Oriente (Kramer, 1998vi).

 

Por lo tanto, existen muchas semejanzas evidentes entre los panteones de los Sumerios, los pueblos semíticos, los pueblos indoeuropeos tempranos como por ejemplo los Hititas y luego los pueblos mediterráneos como los Griegos.

 

Vamos a echar un vistazo a los perfiles de algunos de los dioses más importantes del panteón sumerio y hacer comparaciones interculturales.

 

Anu - El Rey Celestial

Anu era la deidad más alta del panteón sumero-acadio, el rey del cielo, el presidente del concilio de los dioses y el progenitor de todos los Anunnaki.

 

Tenía su morada en la parte más alta del cielo y era considerado un juez que juzgaba los delitos de los hombres.

 

En la época sumeria Anu era conocido como 'El Señor de las Huestes Celestiales' y se creía que él las había creado para la destrucción de sus enemigos. Según la religión mesopotámica, Anu era asociado al planeta Marte, el cuerpo celestial que simbolizaba la guerra; y al planeta Saturno, el juez oscuro de todos los planetas (Evans, 1998vii).

 

Los textos relatan que Anu era un dios bastante misántropo y con una naturaleza despiadada y belicosa. A pesar de ser el dios más alto del panteón, Anu no era el primer motor de toda la creación sino un ser creado como todos los demás dioses en el panteón.

 

Anu fue engendrado en el cielo por los dioses primordiales Anshar y Kishar y luego se convertiría en un violento usurpador del trono celestial derrotando al rey Alalu en combate y proclamándose el altísimo (Van Der Toorn, 1996viii). En tiempos antiguos Anu tenía por ciudad sagrada Uruk (la Erech bíblica) donde fue construido su templo principal E-anna.

 

Además de ser un usurpador violento y dictador cruel, Anu fue el dios que más se opuso al otorgamiento del conocimiento divino al hombre en el santuario de Eridú en la región de Edín (el Huerto del Edén sumerio), le denegó al hombre el secreto de la inmortalidad y luego intentó extinguir a la humanidad a través del gran diluvio.

 

Anu era un enemigo del hombre.

Más tarde Anu aparecería en el panteón semítico occidental como el dios El. Igual que Anu en el panteón sumerio, El era considerado el dios más alto, el rey del cielo, el líder de la asamblea divina, el gran juez celestial y el padre de todos los dioses del panteón de los Elohim.

 

Era adorado como el altísimo en las tierras levantinas por los Fenicios, los Filisteos, los Cananeos y los Hebreos y era reconocido como un dios de la agricultura y la cosecha. El fue engendrado en el cielo por los dioses primordiales Elyon y Beruth y luego logró ascender al trono gracias a su gran destreza militar.

 

En las culturas semíticas de la Edad de Hierro El era considerado un dios sanguinario y su culto exigía el sacrificio humano y la inmolación del primogénito por holocausto a cambio de una cosecha abundante (Olyan, 1988ix).

 

Cabe decir que El y Anu eran considerados la misma deidad por los pueblos semíticos mesopotámicos como los Babilonios y los Asirios (Blásquez, 2001x). De hecho, en el idioma acadio, la lengua semítica más antigua, el ideograma cuneiforme para el dios Anu tenía dos valores fonéticos pudiendo leerse como Anu o Ilu.

 

Es sabido que la raíz semítica antigua Ilu es el origen del apelativo divino Il en Ugarítico y Fenicio y El en Cananeo y Hebreo. Más tarde el mismo El, la versión semítica de Anu, se convertiría en el dios El o Elohim bíblico presentándose como el altísimo y el único dios digno de adoración y alabanza.

 

En la religión semítica pre-israelita El era conocido por su título divino El dū yahwī ṣaba'ôt cuyo significado es 'El que crea los ejércitos' (Miller, 2000xi), un epíteto compartido por su versión bíblica posterior Yahvé Sebaot (él que crea los ejércitos) y parecido al apodo de su precursor sumerio Anu, 'El Señor de las Huestes Celestiales'.

 

Otro epíteto de El era Ab Shnom o 'Padre de los Años', una descripción cuya variante hebrea más tarde aparecería como 'Anciano de Días' en el Libro de Daniel y como 'Dios (El) grande cuyos años son incontables' en el Libro de Job (Day, 2002xii). Esto significa que El era un dios envejecido y una deidad del tiempo.

 

El era asociado al planeta Saturno, el gran juez del firmamento.

 

Sus prácticas sacrificatorias cruentas seguirían entre los Judíos en la religión bíblica como un vestigio de su carácter pre-bíblico (Smith, 2002xiii).

 

En fin, Anu y El son idénticos siendo la misma entidad desde el principio y éste luego se convertiría en el dios bíblico Yahvé.

En la antigüedad el mismo El de los pueblos semíticos occidentales era conocido por los Griegos como Kronos (Smith, 2002xiv). En la mitología griega Kronos era el titán más alto del panteón helénico, el dueño del trono del cielo, el jefe de la asamblea de los dioses en Olimpo, una deidad de la agricultura y la cosecha, el dios del tiempo y de la materia, y un tirano despiadado.

 

Además, era un violento usurpador del trono celestial venciendo a su propio padre en una lucha por la supremacía y un dios de sacrificio humano y del holocausto infantil que pedía el derramamiento de sangre humana por inmolación. Sus símbolos principales eran la hoz, la cruz y la luna menguante. En Kronos vemos muchas semejanzas llamativas con El de la religión semítica.

 

De hecho, el origen del nombre Kronos queda desconocido y lo cierto es que no es una raíz nativa de la lengua griega. Por lo tanto, se piensa que Kronos era una deidad extranjera para los Griegos y fue importado a las tierras helénicas a través de la cultura semítica vecina.

 

El mismo Kronos era conocido como Saturno en el mundo de habla latina y poseía las mismas características en la cultura romana. El día sagrado de Saturno-Kronos es el día sábado llamado Dies Saturni o 'Día de Saturno' en Latín y Kronía en el Griego clásico en honor de Kronos.

 

Al mismo tiempo, el día sagrado de los Judíos es el sábado. Mucha gente sabe que sábado tiene por significado 'día de descanso', pero muy poca gente sabe que el equivalente hebreo Shabbath de donde proviene el término comparte su raíz etimológica con Shabbathai, el nombre hebreo para el dios y el planeta Saturno.

 

En fin, los Judíos iniciados, los que son los élites de la judería y del círculo interior, adoran a Saturno abiertamente.

 

El Judaísmo ha sido un culto a Saturno desde el principio y el Cristianismo y el Islam, dos religiones derivadas del Judaísmo de modo directo, son dos cultos cripto-satúrnicos cuyo dios real es Saturno-Kronos, el dios malvado de este mundo.

En fin, el dios del cielo Anu del panteón sumerio, la deidad celestial más alta El del panteón semítico occidental, el derivado El o Yahvé bíblico, el dios griego sangriento Kronos y su equivalente romano Saturno son de hecho idénticos.

 

Todos son facetas distintas de la mismísima entidad en las varias etapas de su evolución.

 

Este dios multifacético antiguo es un ser malévolo al cual que los Gnósticos asociaban el malvado dios de este mundo, Yaldabaoth.

 

Anu-El-Saturno-Kronos es el dios inicuo y usurpador que se apoderó de la tierra hace unos milenios. Él es el soberano principal de Kali Yuga, la era oscura de engaño en la cual nos encontramos hoy; y sus 'ángeles' son los malvados Arcontes que señorean sobre nuestro mundo de modo subrepticio.

Aunque mucha gente piensa que el culto de Saturno ya es algo del pasado, la religión satúrnica aún sigue viva en la actualidad. El simbolismo satúrnico se puede encontrar en los logotipos de muchas empresas iluministas y las imágenes de muchas sociedades secretas de la élite dirigente.

Aquí voy a revelar una verdad espeluznante y muy estremecedora.

El dios de los Illuminati no es Lucifer como algunos grupos quieren hacernos creer; el dios de los Illuminati es Saturno, el dios de los Judíos, ¡el mismísimo Yahvé!

Los Illuminati de hoy, los élites del escalón más alto de la sociedad, en su mayoría Judíos sionistas, masones kabalistas y altos iniciados de las varias sociedades secretas ocultas, son adoradores de Saturno-El-Yahvé, el dios de Israel, cuya identidad original es el malévolo dios sumerio Anu.

 

Ellos son su verdadero Pueblo Elegido. Ellos son sus hijos terrenales. Ellos tienen un nefando pacto con él, un verdadero trato fáustico. Ellos controlan el mundo actual de modo subrepticio bajo la orientación de su dios depravado, la antigua deidad celestial que se adueñó de muchas zonas de la tierra hace unos cuatros milenios tras su victoria en la última guerra cósmica entre los dioses justo antes de la caída del último reino sumerio.

Sus sistemas religiosos y filosóficos mundiales incluyen,

  • las religiones monoteístas abrahámicas (Judaísmo, Cristianismo e Islam)

  • el Sionismo

  • el Iluminismo

  • el 'Satanismo' moderno (aquí el mismo dios malévolo está en ambos campos manipulando a los seguidores engañadizos de dos sectas opuestas),

...y muchas de las hermandades ocultistas de hoy.
 



Enki - El Príncipe Sabio

En el panteón sumero-acadio Enki era el hijo primogénito del rey Anu y el gran príncipe de los Anunnaki.

 

Formaba una parte de la tríada más alta del panteón junto con su padre y su hermanastro Enlil. Era reconocido como el dios de las aguas del Abzu, el lugar de la creación de la vida humana según los textos antiguos; una deidad de la ciencia y la sabiduría, el constructor de las grandes civilizaciones, un maestro de la magia y los misterios espirituales y el dueño del Árbol de los Me, un término sumerio que se refiere al conocimiento celestial de los dioses y el equivalente mesopotámico del Árbol de la Ciencia en el Génesis hebreo posterior.

 

Era amado como el gran padre de la humanidad siendo el creador del hombre y un dios benévolo que siempre quería a la raza humana. Además, Enki era el señor del santuario de Eridú, su ciudad sagrada, ubicado en la tierra del Edín entre los grandes ríos al este.

 

Este santuario era el precursor sumerio del Huerto del Edén en la Biblia. Sus apodos más conocidos eran Nudimmud cuyo significado es 'hacedor' y Ushumgal, un epíteto sumerio que equivale 'Gran Serpiente'.

 

Según los relatos mesopotámicos, Enki es el dios que le otorgó al hombre la ciencia y la civilización.

En los relatos más antiguos de la creación como el Génesis de Eridú y el Poema de Atrahasis entre otros, es Enki el que crea al hombre Adamu a través de la sangre divina y un alma de los dioses. El hacedor de la humanidad no es Anu-Yahvé sino su hijo primogénito Enki.

 

Según los mismos textos, es Enki el que le advierte a Ziusudra del diluvio de los dioses malévolos y lo salva por un barco. El salvador de la humanidad no es Anu-Yahvé sino el príncipe Enki. En fin, Enki el dios benévolo es el verdadero dios del género humano.

Sus símbolos principales incluyen la serpiente que representa la fuerza de la vida y la ciencia divina y los peces del mar, pues es el dios de las aguas. Sus constelaciones son Acuario, el portador del agua del conocimiento; y Capricornio, pues Enki era asociado con la cabra en tiempos antiguos.

 

La Era de Acuario es la era de Enki y será el comienzo de su reinado sobre la tierra en una época futura cercana. Se cree que el significado de su nombre sumerio es 'Señor de la Tierra', pues él era y volverá a ser el príncipe de nuestro planeta.

En las civilizaciones de Acadia y Babilonia Enki era conocido como Ea, el noble padre de Marduk, la deidad principal de Babilonia.

 

No se sabe cuál es el significado de su nombre acadio a cierta ciencia, pero algunos eruditos piensan que podría ser una combinación de las raíces sumerias e- (casa, templo) y -a (agua) dando el significado 'aquel de la casa del agua', un apelativo adecuado para un dios acuífero.

 

En Egipto era conocido como Ptah, un nombre egipcio que significa 'maestro constructor', un título bastante parecido a su epíteto sumerio Nudimmud (hacedor) a nivel semántico. Ptah era adorado como un dios de la sabiduría, la ciencia oculta y la artesanía y era conocido por varios apodos como 'Señor de la Magia', 'Señor de la Verdad' y 'Señor de las serpientes y de los peces'.

En el antiguo panteón semítico occidental de los Cananeos y los Fenicios su equivalente era Kothar-wa-Khasis, uno de los hijos de El y un gran dios de la ciencia, la sabiduría, la maña, la ingeniería, la arquitectura, la magia y las artes ocultas.

 

Debido al descubrimiento de un texto ugarítico que denomina la morada sagrada de Kothar-wa-Khasis como HKPT, algunos eruditos consideran la posibilidad de que él y Ptah fueran la misma deidad puesto que Hikaptah significa 'casa del alma de Ptah' en la lengua egipcia.

 

Tengamos en cuenta que las lenguas semíticas como el Ugarítico y el Cananeo se escribían sólo con consonantes y muy rara vez se representaban los vocales en la escritura.

En una versión de la mitología griega Enki era representado como Poseidón, uno de los hijos de Kronos (Anu, El, Yahvé) y el gran titán de las aguas del mar. A diferencia de los demás titanes, Poseidón era un dios benévolo y un gran amigo de la humanidad que les enseñaba a sus fieles las artes celestiales. Era una deidad de la ciencia, la construcción y los artes metalúrgicos y escultóricos.

 

Además, era admirado como un mago poderoso y un maestro de los misterios ocultos. En otro relato helénico Enki se representa como el benévolo Prometeo, el titán sapientísimo y bondadoso que tras crear al hombre a su imagen se rebela contra los titanes mayores y le otorga a la humanidad el fuego de la sabiduría de los dioses. Según la mitología griega, Prometeo es castigado y vilificado por su acto de rebelión y su amor para los humanos.

 

Este mito forma un paralelismo con la literatura sumeria según la cual el dios Enki, el padre de la raza humana, se rebela contra el concilio de Anu y le otorga al hombre la ciencia de los Anunnaki llamada los Me en Sumerio.

Enki aparece de modo indirecto también en el Libro de Génesis, esta vez representado de manera negativa. Tengamos en cuenta que la Biblia de los Judíos es un documento propagandista cuyos objetivos son la calumnia de los enemigos del dios hebreo Anu-Yahvé-Saturno y el apoyo del orden anuista y de la teocracia monoteísta de los élites judíos.

 

Enki, el Ushumgal o Gran Serpiente, el señor del santuario de Eridú en la tierra oriental de Edín y dueño del Árbol de los Me según los relatos sumerios antiquísimos, aparece en el tergiversado Génesis bíblico como la Serpiente del Huerto del Edén en la tierra de los grandes ríos al este.

 

Es el ser misterioso que tiene acceso al Árbol de la Ciencia en medio del huerto. Es el gran rebelde serpentino que le otorga al hombre el conocimiento celestial abriéndole los ojos y haciéndolo como los dioses (Génesis 3:22) rebelándose contra Yahvé y sus querubines.

 

Como todos sabemos, la Biblia demoniza a la Serpiente como el diablo y lo vilipendia como el padre del mal y el adversario de la humanidad. Sin embargo, todo eso es una gran mentira de los Judíos, adoradores de Saturno; aliados de Anu. La prueba de eso es que todos los textos pre-bíblicos de las épocas de los Sumerios, los Acadios y los Babilonios explican de modo clarísimo que Enki es el padre de la humanidad y un gran benefactor de nuestra raza.

 

Relatan también los numerosos actos de misantropía por parte de Anu, el precursor mesopotámico del Yahvé bíblico.

 

En realidad, la gran Serpiente Enki le hizo un gran favor a Adán otorgándole el conocimiento de los dioses y liberándolo de la esclavitud del tirano malévolo Yahvé. Contrario a lo que enseña la teología judeocristiana, la Serpiente no trajo la muerte y el sufrimiento al mundo del hombre.

 

El mismo Génesis cuenta que Adán no pudo conseguir el fruto de la inmortalidad porque Yahvé les ordenó a sus querubines que obstruyeran el camino del Árbol de la Vida (Génesis 3:24).

Enki, la Gran Serpiente que se rebeló contra la tiranía de su padre Anu y le dio al hombre gran conocimiento divino, es el verdadero creador benévolo y padre amoroso de la humanidad.

 


Enlil - El Gran Guerrero Valiente

En el panteón sumero-acadio Enlil era el segundo hijo de Anu y el hermanastro de Enki.

 

Un joven guerrero y un gran cerebro militar, Enlil era un dios autoritario respetado y temido. Su nombre sumerio significa 'Señor del Viento' siendo él un dios del aire y de las tormentas. Se destacaba por su gran destreza militar y su valentía sin paragón.

 

Su ciudad sagrada era Nippur ubicada en el corazón de Mesopotamia entre el Tigris y el Éufrates.

 

Cuando Enlil se casó con su esposa divina Ninlil, engendró un gran linaje guerrero cuyos miembros más conocidos incluyen el dios bélico Ninurta y la hermosísima diosa guerrera Inanna, conocida también por su nombre acadio Ishtar.

Enlil era conocido por su carácter colérico y su agresividad. Durante la era antediluviana y hasta la destrucción de la nación sumeria hace unos cuatro milenios, Enlil ocupaba un puesto muy alto en el concilio celestial y trabajaba al lado de su padre Anu.

 

Al inicio, Enlil odiaba a los humanos heredando los sentimientos misántropos de su padre. Los textos mesopotámicos cuentan que Enlil se opuso al desarrollo de la civilización humana e incluso colaboró con su padre en el proyecto de exterminio llamado el diluvio. Por su pasado violento y belicoso, Enlil es considerado idéntico a Yahvé por algunas personas; sin embargo, ésa es una asociación errónea.

 

Enlil no es Yahvé en absoluto; su padre Anu lo es. Enlil se opuso a Enki al principio luchando contra su hermanastro en una rivalidad fraternal, pero más tarde sería rechazado por su padre malévolo y calumniado por el pueblo de Anu.

Como es el caso de las otras deidades sumerias, el culto de Enlil se extendió por todo el Medio Oriente e incluso partes del Mediterráneo europeo. En el panteón semítico occidental era conocido como Baal, uno de los hijos de El y el dios de las tormentas y del trueno.

 

Igual que su equivalente mesopotámico Enlil, Baal era reconocido como un valiente joven guerrero y un miembro alto de la asamblea de los Elohim.

 

En las tierras levantinas durante la edad de hierro Baal era representado por el becerro. En la época bíblica encontramos a esta deidad antigua calumniada como un dios extranjero y enemigo de El o Yahvé y denigrada como Ba'al Zevuv (Belcebú), un juego de palabras en Hebreo y una expresión burlona cuyo significado es 'señor de las moscas'.

 

Más tarde este mismo Belcebú sería convertido en el príncipe de los demonios en la demonología judía.

 

Puesto que Enlil y Baal son idénticos, este tipo de burla hacia Baal en la Biblia da a entender que en algún momento después de la caída de la civilización sumeria y antes de la redacción de la Biblia hebrea, Enlil se convirtió en enemigo de su padre Anu-El-Yahvé y fue demonizado por él.

 

Eso quiere decir que Enlil y Anu ahora son adversarios en la lucha cósmica y Enlil está aliado con su hermanastro Enki.
 



Marduk - El Gran Dios de Babilonia

Siendo el querido hijo primogénito de Enki y nacido a la diosa Damkina, Marduk es un dios sapientísimo y sumamente poderoso. Un Anunnaki de la segunda generación, Marduk se convirtió en el dios principal de la suntuosa ciudad de Babilonia con la bendición de su padre hecho orgulloso.

 

En la época de la mayor grandeza babilónica, encontramos en los textos literarios como el poema épico Enuma Elish su glorioso ascenso al trono del panteón. Igual que su padre, Marduk es un dios de gran conocimiento, un gran constructor de civilizaciones resplandecientes, un gran maestro de la magia y un gran soberano.

 

Además, era representado por el dragón o la Serpiente como Enki. Su esposa es la hermosa Sarpanitu y su hijo primogénito es Nabu, el dios de la escribanía y del intelecto.

 

Se piensa que su nombre se deriva de la frase Amar-Utu cuyo significado es 'becerro del sol'.

 

En Babilonia era llamado también Bel, un título que significa 'señor' en el dialecto babilonio, y sus epítetos incluían bel rabim (gran señor), bel belim (señor de señores) y muballit mite (reanimador de los muertos). Su templo principal era el Etemenanki, un grandioso zigurat de siete plantas que le fue dedicado en el siglo 6 AEC.

 

En Egipto Marduk era identificado con el dios solar Amón-Ra. Su ciudad sagrada en Egipto era Heliópolis, la ciudad del sol.

Un dios del gran linaje enkita, Marduk se convirtió en un gran enemigo de su abuelo malvado. Al parecer, Anu terminó enemistándose con todos los miembros de su familia empezando con su hijo primogénito Enki, luego con su segundo hijo Enlil y por último con su nieto Marduk.

 

Al final todos estos vástagos del linaje fueron inducidos al infame librucho de la calumnia de Anu en algún momento u otro. Primero, Enki, la Gran Serpiente, fue calumniado como el adversario de la humanidad en el Libro de Génesis. Segundo, como vimos previamente, Enlil (Baal) fue denigrado como Belcebú y convertido en un príncipe de los demonios por el desgraciado y miserable pueblo de Anu en su dizque libro sagrado.

 

Finalmente su nieto Marduk, su gran rival y señor de la hermosa civilización de Babilonia, fue añadido a la lista de víctimas en su inmundo papiro de maledicencia. Marduk aparece en la Biblia en la época de los profetas bajo el nombre hebraico Merodach y su epíteto babilonio Bel.

 

En Jeremías 51:44 el rencoroso Yahvé (Anu) jura castigar a Marduk en su propia ciudad y derrocar su civilización suntuosa.

 

En Isaías 46:1-2 el mismo megalómano afirma que su nieto (Marduk) y biznieto (Nabu) se han postrado delante de él y se han humillado.

 

El malvado Anu se ha peleado con todos los dioses del linaje de Enki y también con su hijo otrora preferido Enlil. En fin, las civilizaciones de Babilonia y Egipto eran grandes baluartes del linaje enkita apadrinados por dioses como Marduk y Nabu mientras el pueblo de Israel era una nación del linaje de Anu.

 

Así sucedería la gran rivalidad familiar entre los Anunnaki en la antigüedad.
 



Ninhursag - La Señora de los Dioses

En Mesopotamia Ninhursag era reconocida como hija de Anu y hermanastra de Enki siendo una de las siete deidades principales del panteón.

 

Era adorada como una diosa de la fertilidad y considerada la madre de la vida ya que ella misma, según los textos, desempeñó un papel muy importante en la creación del hombre Adamu.

 

Ninhursag le ayudó a su hermanastro Enki en la formación del hombre en la arcilla del Abzu y luego ofreció su matriz divina para alumbrar a la nueva criatura. Ninhursag es la diosa parturienta que dio a luz a los primeros miembros de nuestra especie. Ninhursag es una diosa benévola para la humanidad.

Su nombre sumerio original significa 'Señora de las Colinas Sagradas'.

 

En los textos sumerios y acadios era conocida también por sus varios apodos y epítetos como Ninmah (Gran Señora), Nintu (Señora de la Vida) y Belet-Ili (Señora de los Dioses).
 



Ningishzidda - Un Dios de la Ciencia Celestial

Un sapientísimo dios enkita, Ningishzidda era un gran maestro divino conocido en varios lugares distintos bajo muchos nombres por su inmenso conocimiento de la ciencia, la magia y las artes ocultas.

 

Ningishzidda fue el fundador de varias civilizaciones suntuosas y era un benévolo docente de los misterios del cielo para los humanos. En cuanto a su linaje divino, existen varias interpretaciones.

 

Algunos estudiosos piensan que era la progenie del dios Ninazu, un hijo de Enlil y Ninlil, mientras otros sugieren que era un hijo de Enki y por ende un hermanastro de Marduk. Existe también una tercera interpretación de que Ningishzidda era un hijo de Anu y por lo tanto un dios Anunnaki del primer escalón igual que Enki y Enlil.

 

Su nombre sumerio, según el experto sumeriólogo Thorkild Jacobsen, significa 'Señor del Buen Árbol', pues Ningishzidda era un dueño del Árbol de la Vida. Como Enki, Ningishzidda era un dios conocedor de muchos secretos y uno de los muy pocos seres que sabían reanimar a los muertos.

 

Por lo tanto, en Sumeria era conocido como un dios del inframundo.

Muy parecido a Enki, Ningishzidda era representado como un dios ofidio y simbolizado por un palo con dos serpientes enroscadas idéntico al caduceo.

 

En Egipto era conocido como Thot y venerado como un maestro de la ciencia, matemática, astronomía, astrología, geometría, medicina, escribanía, legislación, teología, magia y el misticismo. Su ciudad sagrada era Hermópolis Magna donde se ubicaba su templo principal llamado 'Casa de la Vida'.

 

En Grecia era conocido por el nombre Hermes. Igual que su equivalente mesopotámico, Hermes era considerado un guía de las almas de los difuntos siendo el señor del inframundo y era representado por el caduceo.

 

En Mesoamérica se convirtió en Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, un dios creador benévolo según la mitología mexicana.

 

Quetzalcóatl fundó la grandiosa civilización mesoamericana muy parecida a la egipcia y le otorgó al pueblo indígena la ciencia de los dioses.

 

Igual que Ningishzidda en Sumeria y Thot-Hermes en la cultura helénica, Quetzalcóatl era representado con una vara rodeada por dos serpientes enroscadas en la mano.

 

 


La Verdadera Naturaleza de los Dioses del Panteón - El Alieniteísmo

Los Sumerios dejaron claro en sus textos que una raza sobrehumana bien poderosa procedente del cielo llamada los Anunnaki creó al hombre a su imagen para que reemplazara a los dioses menores en sus tareas y luego dicha raza le enseñó la cultura y la civilización.

 

Del mismo modo, los textos semíticos occidentales, la Biblia incluida, hablan de un concilio de seres celestiales conocidos como los Elohim y relatan que éstos hicieron al hombre a su imagen y semejanza para que labrara la tierra de su santuario terrenal.

 

Más tarde el mismo Génesis relata que algunos seres misteriosos llamados Bene ha Elohim o hijos de los dioses descendieron del cielo y tomaron para sí mujeres humanas engendrando a vástagos híbridos anómalos que se convertirían en los grandes hombres de renombre. En tiempos antiguos dichos seres celestiales eran llamados 'dioses' por los hombres de antaño; sin embargo,

 

¿Quiénes eran los Anunnaki y Elohim realmente? Hoy los llamaríamos extraterrestres o alienígenas...

Aunque muchos autollamados pensadores racionalistas tanto eruditos como laicos quieran ver las mitologías antiguas como obras de ficción y relegar sus relatos a la categoría de meras fábulas simbólicas, cuentos ficticios y cosmovisiones primitivas de las mentes supersticiosas e incultas de una época pre-científica simplemente por el hecho de que las ideas de lo sobrenatural y lo futurista no encajen en su cosmovisión estrecha y limitada sin conformarse con sus prejuicios, un pensador realmente inteligente considera de manera seria la idea de que todo lo mitológico tiene una base histórica y verídica.

 

Un hombre realmente ilustrado sabe que los hombres antiguos no eran como cavernícolas medio ignorantones y poco sofisticados como mucha gente quiere creer, sino hombres sapientísimos con altos niveles de conocimiento y raciocinio.

 

Por lo tanto, es absurdo pensar que hombres tan dotados como los que construyeron las pirámides, levantaron los zigurats y poseían un conocimiento avanzado de la astronomía sólo se inventaran cuentos supersticiosos para entender lo desconocido. ¡Eran hombres de ciencia!

 

Los escribas antiguos registraron acontecimientos que ellos mismos o sus antepasados habían presenciado con sus propios ojos. Grabaron eventos reales interpretándolos de acuerdo con su entendimiento cultural y el lenguaje de su época.

La idea de que los antiguos dioses eran en realidad extraterrestres avanzados originarios de otro planeta en el espacio ya no parece tan estrafalaria cuando uno considera que términos como dios y extraterrestre son simplemente una cuestión del lenguaje. Si lo analizamos bien, nos daremos cuenta de que un dios y un extraterrestre son esencialmente lo mismo.

 

Los dioses de la antigüedad tienen su origen en el cielo, de vez en cuando vienen a la tierra a veces en vehículos voladores misteriosos como carrozas de fuego o columnas de nube, crean al hombre a través de métodos aparentemente sobrenaturales y desconocidos por la humanidad y vigilan sobre la civilización humana para asegurar su buen funcionamiento.

 

Del mismo modo, los seres extraterrestres vienen de otro planeta ubicado en el cielo desconocido o el espacio foráneo, descienden del cielo a la tierra en naves espaciales tecnológicamente superiores a cualquier vehículo aéreo humano, pueden haber creado a la humanidad a través de la ingeniería genética otrora desconocida por el hombre y a veces visitan la tierra quizás para intervenir en la política o tal vez para observar su experimento.

 

En los textos de las religiones antiguas los dioses tienen que comer e incluso pueden morir en combate. Los extraterrestres son seres biológicos que tienen que alimentarse y a pesar de ser longevos siguen siendo seres mortales.

 

Si lo pensamos bien, ambos tienen características más o menos idénticas. Sólo es una cuestión de términos y definiciones.

En las lenguas de los pueblos mesopotámicos de la antigüedad no existían palabras como extraterrestre y alienígena. Ésos son términos propios de nuestra cultura moderna que fueron acuñados hace no mucho más de un siglo.

 

Por lo tanto, los hombres antiguos denominaban a los seres sobrehumanos que descendieron del cielo con las palabras propias de su cultura y época llamándolos dioses o ángeles. Lo que presenciaban los Sumerios en el tercer milenio AEC era esencialmente idéntico al fenómeno ufológico que vemos hoy.

 

Sin embargo, los pueblos de aquella época tenían una relación mucho más íntima con los seres interplanetarios de su tiempo conviviendo con sus maestros alienígenas y viéndolos con sus propios ojos. Los textos sumero-acadios relatan cómo algunos de los dioses moraban en sus ciudades sagradas en la tierra e interaccionaban con hombres.

 

Del mismo modo, incluso la Biblia hebrea menciona que Yahvé, el dios de Israel, y sus emisarios celestiales bajaban a la tierra y conversaban cara a cara con profetas y patriarcas como Moisés y en algunas ocasiones incluso llevaron a sus fieles al cielo como en los casos de Enoc y Elías.

Es perfectamente razonable pensar que el origen del politeísmo fue un encuentro cercano prolongado con antiguos astronautas extraterrestres bien avanzados y como dioses al lado de los pequeños humanos.

 

El panteón era una representación mitológica de un concilio de monarcas y soberanos extraterrestres reales que se habían encargado de la gerencia de las civilizaciones de la tierra.

 

Los Anunnaki de los textos mesopotámicos y los Elohim de las religiones semíticas occidentales eran en realidad entidades biológicas extraterrestres sumamente avanzadas, capaces de viajes espaciales y la ingeniería genética, dueñas de un nivel tecnológico bien alto y con una duración de vida muy longeva.

 

Eran una raza de humanoides procedentes de otro planeta en el cosmos que había seguido una trayectoria evolutiva más antigua y por ende más avanzada que la nuestra. No eran simplemente seres etéreos, sino seres físicos de carne y hueso parecidos a nosotros pero con habilidades psíquicas y sobrenaturales bien desarrolladas debido a su evolución espiritual.

 

Son seres biológicos de origen alienígena, pero también son dioses puesto que han alcanzado el nivel más alto de la evolución. Llegaron a la tierra en naves espaciales avanzadas y establecieron una base terrenal.

 

Luego crearían al hombre a través de la manipulación del ADN de un homínido primitivo nativo de la tierra para utilizarlo como un trabajador inteligente. Antaño los Anunnaki eran como nosotros siguiendo una trayectoria evolutiva biológica en un planeta lejano, pero ahora han alcanzado la fase divina de su evolución convirtiéndose en dioses en el sentido convencional de la palabra.

 

Si nuestro ancestro evolutivo terrestre era el Homo Erectus y nosotros somos Homo Sapiens entonces los Anunnaki, que nos llevan cientos de miles de años de evolución biológica y espiritual, ahora se podrían llamar Homo Divinus.

Existen varios conceptos erróneos respecto a la Teoría de los Antiguos Astronautas.

Primero, entre muchos teóricos de la conspiración existe la idea de que los Anunnaki son una raza de reptilianos crueles y malévolos. Sin embargo, la verdad no es así. De hecho no hay ninguna evidencia en los textos que indique que los Anunnaki sean de forma reptoide.

 

Los Anunnaki no son reptilianos y nunca los han sido; son una raza del género humanoide que ha seguido una trayectoria evolutiva parecida a la nuestra en un planeta lejano.

 

Los Anunnaki se parecen mucho a nosotros, pues fuimos creados a su imagen y semejanza a través de su material genético.

 

Si los Anunnaki realmente fuesen reptoides, lógicamente nosotros también los seríamos, pero por supuesto sabemos que no es así. Sí existen varios símbolos y epítetos serpentinos adoptados por algunos dioses y algunos investigadores los interpretan como evidencia de que los Anunnaki eran una raza reptiliana, pero en realidad los símbolos de la serpiente asumidos por Enki, Marduk y Ningishzidda tienen un significado espiritual y no tienen nada que ver en absoluto con un supuesto origen reptiliano.

 

La verdad es que la serpiente simboliza el poder de la Kundalini, la fuerza de la vida, la sabiduría y el conocimiento espiritual oculto. Por lo tanto, el mismo símbolo fue demonizado y vilipendiado por los seguidores del sistema oscurantista de Anu.

Segundo, entre críticos y detractores existe el supuesto equivocado de que la Teoría de los Antiguos Astronautas es un producto de la imaginación del autor nacido en Azerbaiyán Zecharia Sitchin y por lo tanto el paradigma pierde su validez al refutarse las afirmaciones erróneas del mismo.

 

Sin embargo, dicho razonamiento es nada más que una falacia del hombre de paja. Aunque Sitchin sea uno de los autores más conocidos que apoyan dicha teoría alternativa no es de ninguna manera el primero ni el único proponente y es cierto que existen varias perspectivas distintas dentro del mismo paradigma.

 

Dicho de otra manera, no todos los proponentes del planteamiento paleo-astronauta estamos de acuerdo con todas las interpretaciones sitchinianas. La verdad es que desde que Sitchin publicó su primer libro El Duodécimo Planeta en 1976 varios autores del mismo paradigma han escrito un montón de libros que exponen otras interpretaciones paleo-astronautistas distintas a las propuestas originales de Sitchin y ofrecen varias perspectivas novedosas.

 

De hecho, muchos proponentes de la Teoría de los Antiguos Astronautas reconocemos que existen errores en algunas de las interpretaciones de Sitchin, pero eso no quiere decir que el paradigma general esté equivocado.

 

No somos sitchinitas, sino enkistas; no nos basamos en los escritos de Sitchin sino en los textos antiguos de modo directo y en una perspectiva enkista.

 

 


El Conflicto Cósmico Revisitado

¿Cómo interpretamos el gran conflicto cósmico bíblico a la luz de nuestra cosmovisión politeísta?

La gran escisión se produjo debido a un marcado conflicto de valores e intereses entre dos facciones opuestas del concilio real de los Anunnaki (Elohim), los grandes dioses celestiales de la antigüedad cuyo origen era en realidad extraterrestre.

Enki, la Gran Serpiente de la sabiduría del cielo, el príncipe noble y verdadero creador divino del Homo Sapiens, amaba a su progenie humana y deseaba ayudarla en su evolución natural. Enki quería compartir con nosotros todos los secretos del cielo y enseñarnos el conocimiento que nos haría como los mismos dioses (Génesis 3:5).

 

Así que nuestro gran Padre ancestral colocó a su querido hijo humano Adapa (Adán) en el Santuario de Eridú en la tierra del Edín (el Huerto del Edén sumerio) y le reveló el Designio del Cielo y de la Tierra, todo en contra de la voluntad de su padre Anu, el misantrópico rey del cielo.

 

En aquel momento Enki-Prometeo le entregó al Hombre el Fuego de los Dioses o el conocimiento de la sagrada Kundalini que es la clave para nuestro alcance de la divinidad y de la inmortalidad.

 

Enki y sus dioses, la facción serpentina de los Anunnaki, continuarían revelarles a los Hombres los secretos de la espiritualidad divina con el fin de ayudarlos a evolucionar con mayor velocidad y convertirse en seres divinos. En tiempos antediluvianos descendían a la Tierra y nos enseñaban los misterios del cielo (Enoc 9:6).

 

Eran nuestros maestros espirituales en la leyendaria Era de Oro antediluviana. En la primera época del mundo posdiluviano nuestros Dioses Enkitas volvieron, fundaron la gran civilización de Babel en el corazón de Mesopotamia y de nuevo nos revelaron el conocimiento espiritual para llegar al cielo (levantar la Kundalini hasta el chakra celestial ubicado en la coronilla) y alcanzar nuestro endiosamiento (Génesis 11).

 

En fin, los Dioses Enkitas de la estirpe de la Serpiente siempre han buscado elevarnos a su nivel y hacernos despertar a nuestra gran potencia divina.

Anu-Yahvé y sus secuaces arcónticos, en cambio, siempre quisieron impedir nuestra iluminación espiritual con el fin de mantenernos subordinados a ellos y atrapados en su red de control. A diferencia de Enki que veía la relación entre los hombres y los dioses como un beneficio mutuo, los Anuistas consideraban que el Hombre era nada más que un esclavo inteligente cuyo único propósito era servirles a los dioses.

 

Por lo tanto, a los Anuistas les fue inconveniente que el Hombre despertara y llegara a ser como los dioses. Anu, el rey tiránico del cielo, se opuso a la iluminación de la Humanidad por primera vez cuando le prohibió a Adapa/Adán que conociera la ciencia de los dioses en el Santuario de Eridú/Huerto del Edén.

 

Entonces él y sus esbirros angélicos maldijeron al Hombre e impidieron que consiguiera la inmortalidad (Génesis 3:15-19; 3:22-24). En la era antediluviana cuando los Vigilantes (en realidad los Dioses Enkitas) venían a la Tierra y les revelaban a los hombres los secretos del cielo Anu-Yahvé enviaría a sus arcángeles como Miguel y Gabriel a hacer guerra contra nuestros maestros divinos, expulsarlos de la Tierra y encadenarlos en la oscuridad del inframundo (Enoc 10:4-6; 10:12-13).

 

Luego el malvado Anu-Yahvé buscó aniquilar a la Humanidad entera con su diluvio mortífero y lo habría logrado si no hubiera sido por la intervención salvífica de nuestro verdadero Padre creador Enki-Prometeo.

 

Más tarde en la era posdiluviana los mismos bellacos anuistas volverían a nuestro planeta y destruirían la civilización enkista de Babel cuando se enteraron de que los Dioses de Enki nos revelaban los secretos de la divinidad de nuevo (Génesis 11:6-7).

 

En fin, Anu-Yahvé siempre ha querido imponernos una política de oscurantismo y mantenernos en un estado de estancamiento y bajo su control.

A finales del tercer milenio AEC aconteció un suceso apocalíptico muy lúgubre que cambiaría la trayectoria de la historia por completo. La Tierra sería invadida por los extraterrestres de Anu-Yahvé y la era luminosa de nuestros Dioses llegaría a su fin.

 

Por desgracia los Anuistas vencieron a nuestros Dioses en la última guerra divina en Mesopotamia (Epopeya de Erra, Sodoma y Gomorra), los condenaron al exilio (Lamentaciones de Sumeria) y destruyeron el orden espiritual enkista de antaño (Torre de Babel). En fin, Anu-Yahvé y su camarilla malvada se apoderarían de la Tierra y la Humanidad sería sometida a su dominio.

 

Así entró el mundo en la era de decadencia de Kali Yuga, el tiempo del reinado del inicuo y perverso Anu-Yahvé y sus arcontes malévolos.

Desde entonces surgirían las religiones monoteístas arcónticas de Anu-Yahvé como el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam y empezaría la campaña de desprestigio contra los dioses de la facción serpentina y la cosmovisión politeísta ancestral. Enki sobre todo sería calumniado bien feo y su arquetipo rebelde iluminador sería convertido por los Anuistas en el 'diablo'.

 

Enlil, otro gran dios de la humanidad cuyo nombre semítico era Baal, fue traicionado por su "padre" Anu y convertido en Belcebú, el príncipe de los demonios; y Marduk, el hijo primogénito de Enki y el gran dios supremo de Babilonia, fue difamado en la Biblia de los Judeoanuistas.

 

Mientras tanto, Anu-Yahvé, el gran impostor, sería exaltado como 'dios único' y su culto monoteísta oscurantista se extendería por casi toda la Tierra.

En las religiones abrahámicas los papeles han sido revertidos. El verdadero Padre de la Raza Humana es convertido en el 'diablo' y el auténtico adversario del Hombre es mostrado como nuestro salvador.

 

Así es la solapada 'inversión acusatoria' del ilusionista cruel Anu.

 

En realidad, los Dioses de la estirpe de la Serpiente son nuestros verdaderos benefactores que buscan nuestra iluminación y Anu-Yahvé-Saturno es el auténtico diablo que tiene nuestro planeta secuestrado en sus garras y nos somete a su yugo a través de sus religiones satúrnicas siniestras y su Nuevo Orden Mundial judeosionista.

 

 


Conclusiones

El sistema teológico original era el politeísmo.

 

La creencia en una pluralidad de dioses se remonta hasta la época de la civilización sumeria que floreció en el tercer milenio AEC. Esto significa que la religión politeísta tiene una antigüedad de unos cinco milenios como mínimo.

 

En cambio, el monoteísmo abrahámico fue un desarrollo bastante tardío y tiene una historia de sólo unos 2600 años como mucho.

Los panteones de las culturas politeístas antiguas comparten muchas semejanzas llamativas a nivel estructural e incluso tienen muchos de los mismos miembros en sus varias formas.

 

Existen varios paralelismos exactos entre los panteones de los Griegos, los Semitas occidentales y los pueblos mesopotámicos.

 

La conclusión más lógica es que todas las teologías y mitologías politeístas de la antigüedad comparten un origen común en la más antigua cosmovisión sumeria. En fin, todos los dioses de las varias civilizaciones gentiles últimamente vienen de la región de Sumeria.

¿Quién eran aquellas misteriosas deidades cuyos hechos dejaron una impresión bien profunda en la psique del pueblo sumerio y luego se convirtieron en la base de todas las mitologías del mundo antiguo?

 

La respuesta más lógica es que los Anunnaki o Elohim eran seres extraterrestres que habían seguido una trayectoria evolutiva muy avanzada en un planeta lejano, viajado a la tierra en naves espaciales y formado al Homo Sapiens a su imagen y semejanza a través de la ingeniería genética avanzada.

 

En fin, el origen del politeísmo antiguo fue un encuentro prolongado con una civilización alienígena evolucionada, una teología que podríamos denominar el alieniteísmo.

La civilización extraterrestre conocida como los Anunnaki se separó en dos facciones opuestas en algún momento de la historia primordial tras un conflicto de valores:

  • los Enkitas encabezados por nuestro creador Enki (la Serpiente) quisieron ayudarnos a desarrollar

  • los Anuistas dirigidos por el rey tiránico Anu-Yahvé sólo buscaron esclavizarnos

Por desgracia, Anu y sus secuaces se apoderaron de la tierra tras la última guerra divina hace unos cuatro milenios y el mundo cayó en sus manos.

Así empezaría el conflicto cósmico.

 

Los reinos de Egipto y Babilonia cuyo dios principal era el gran Marduk (Amón-Ra) seguiría como los grandes baluartes de la espiritualidad enkista y el Pueblo de Israel sería elegido por Anu-Yahvé y en medio de él se fundarían las religiones de los Anuistas.

 

Los cultos monoteístas, todos programas de control mental de Anu, se extenderían por todo el planeta y los Anuistas extraterrestres se apoderarían de las naciones de modo subrepticio.

 

Ahora las mismas potestades ocultas siguen señoreando sobre la humanidad a través de su Nuevo Orden Mundial.

 




Referencias

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  13. Smith, M.S. (2002) The Early History of God: Yahweh and the Other Deities in Ancient Israel. Michigan (pp. 172-178)
     

  14. Smith, M.S. (2002) The Early History of God: Yahweh and the Other Deities in Ancient Israel. Michigan (pp. 172-178; 78)