por General
Leonid Ivashov
11 Marzo 2009
del Sitio Web
VoltaireNet
General Leonid Ivashov
El general retirado Leonid Ivashov fue jefe de las Fuerzas Armadas de la
Federación de Rusia, hoy vicepresidente de la Academia de Problemas
Geopolíticos.
Fue jefe del departamento de Asuntos Generales del Ministerio
de Defensa de la Unión Soviética, secretario del Consejo de Ministros de
Defensa de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), jefe del
Departamento de Cooperación Militar del Ministerio de Defensa de la
Federación Rusa.
El
11 de septiembre de 2001 ocupaba el cargo de jefe del
Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas. |
El General ruso retirado Leonid Ivashov, antiguo
jefe de las Fuerzas Armadas de Rusia, es una de las personas mejores
informadas en el mundo, no sólo por el importante cargo que ocupó y que le
permitió de gozar una serie de sofisticadas herramientas:
...sino porque también hoy en día es
vicepresidente de la Academia de Geopolítica en Moscú.
Pero lo más destacado
del General Ivashov es su transparencia y sinceridad al momento de hablar de
problemas políticos de poder mundial que están afectando la Humanidad y que
otras personas de su condición guardarían silencio por razones de Estado.
La experiencia de la humanidad demuestra que el terrorismo aparece:
-
donde
quiera que se produce una agravación de las contradicciones en un momento
determinado
-
donde las relaciones comienzan a degradarse en el seno de la
sociedad y donde el orden social sufre cambios
-
donde surge la
inestabilidad política, económica y social
-
donde se liberan potenciales de
agresividad
-
donde decaen los valores morales
-
donde triunfan el cinismo y
el nihilismo
-
donde se legalizan los vicios
-
donde la criminalidad se
desarrolla aceleradamente
Los procesos ligados a
la globalización crean condiciones favorables para
esos fenómenos, extremadamente peligrosos.
Provocan una nueva división del
mapa geopolítico del mundo, una redistribución de los recursos del planeta,
violan la soberanía y borran las fronteras de los Estados, desmantelan el
derecho internacional, acaban con la diversidad cultural, empobrecen la vida
espiritual y moral.
Pienso que hoy en día podemos hablar de una crisis sistémica de la
civilización humana.
Esta se manifiesta de forma particularmente aguda en el
plano de la interpretación filosófica de la vida. Sus manifestaciones más
espectaculares tienen que ver con el sentido que se atribuye a la vida, a la
economía y al campo de la seguridad internacional.
La ausencia de nuevas ideas filosóficas, la crisis moral y espiritual, la
deformación de la percepción del mundo, la difusión de fenómenos amorales
contrarios a la tradición, la competencia por el enriquecimiento ilimitado y
el poder, la crueldad, llevan la humanidad a la decadencia y quizás a la
catástrofe.
La inquietud, así como la falta de perspectivas de vida y de desarrollo en
la que se ven sumidos muchos pueblos y Estados constituyen un importante
factor de inestabilidad mundial.
La esencia de la crisis económica se manifiesta en la lucha implacable por
los recursos naturales, en los esfuerzos que despliegan las grandes
potencias mundiales, sobre todo los Estados Unidos de América, así como
algunas empresas multinacionales para someter a sus intereses los
sistemas
económicos de otros Estados y tomar el control de los recursos del planeta,
sobre todo el de las fuentes de aprovisionamiento en hidrocarburos.
La destrucción del modelo multipolar que garantizaba el equilibrio de
fuerzas en el mundo provocó también la destrucción del sistema de seguridad
internacional, de las normas y principios que regían las relaciones entre
los Estados, y la del
papel de la ONU y de su Consejo de Seguridad.
Hoy por hoy Estados Unidos se arroga el derecho de decidir el destino de
otros Estados, de cometer actos de agresión, de someter los principios de la
Carta de las Naciones Unidas a su propia legislación.
Fueron precisamente
los países occidentales quienes, mediante sus acciones y agresiones contra
la República Federativa de Yugoslavia e Irak y al permitir de forma evidente
la agresión israelí contra el Líbano, amenazando a Siria, Irán y otros
países, liberaron un enorme energía de resistencia, de venganza y de
extremismo, energía que reforzó el potencial del terror antes de volverse,
como un bumerang, contra el propio Occidente.
El análisis de la esencia de los procesos de globalización, así como de las
doctrinas políticas y militares de Estados Unidos, demuestra el terrorismo
favorece la realización de los objetivos de dominación mundial y la sumisión
de los Estados a los intereses de la oligarquía mundial.
Eso significa que (el terrorismo) no constituye por sí mismo un actor de la
política mundial sino un simple instrumento, el medio para instaurar un
nuevo orden unipolar con un centro de mando mundial único, para borrar las
fronteras nacionales y garantizar el dominio de una nueva
élite mundial.
Es
precisamente esta última el principal actor del terrorismo internacional, su
ideólogo y su “padrino”.
También es ella la que se esfuerza por dirigir el terrorismo contra otros
Estados, incluyendo a Rusia.
El principal blanco de la nueva élite mundial es la realidad natural,
tradicional, histórica y cultural que sentó las bases del sistema de
relaciones entre los Estados, de la organización de la civilización humana
en Estados nacionales, de la identidad nacional.
El actual terrorismo internacional es un fenómeno que consiste, para
estructuras gubernamentales y no gubernamentales, en utilizar el terror como
medio de alcanzar objetivos políticos aterrorizando, desestabilizando a la
población en el plano socio-psicológico, desmotivando las estructuras del
poder del Estado y creando condiciones que permitan manipular la política
del Estado y el comportamiento de la ciudadanía.
El terrorismo es un medio de hacer la guerra de manera diferente, no
convencional. Simultáneamente, el terrorismo, conjugado con los medios [de
difusión], se comporta como un sistema de control de los procesos mundiales.
Es precisamente la simbiosis entre los medios [de difusión] y el terror lo
que crea las condiciones favorables a grandes trastornos en la política
mundial y en la realidad existente.
Si se examinan en ese contexto los hechos ocurridos en Estados Unidos el 11
de septiembre de 2001, podemos llegar a las siguientes conclusiones:
-
El atentado terrorista contra las torres gemelas del World Trade Center
modificó el curso de la historia mundial destruyendo definitivamente el
orden mundial resultante de los acuerdos Yalta-Potsdam
-
Desató las manos a Estados Unidos,
Gran Bretaña e Israel, permitiéndoles realizar
acciones contra otros países en abierta violación de las reglas de
la ONU y de los acuerdos internacionales
-
Estimuló el desarrollo del terrorismo internacional.
Por otro lado, el
terrorismo se presenta como un instrumento radical de resistencia a los
procesos de
globalización, como un medio de lucha de liberación nacional, de
separatismo, como un medio para resolver los conflictos entre las naciones y
las religiones y como un instrumento de lucha económica y política.
En Afganistán, en Kosovo, en Asia Central, en el Medio Oriente y en el
Cáucaso, comprobamos que el terror sirve también para
proteger a
narcotraficantes, desestabilizando sus zonas de paso.
Está comprobado que en un contexto de crisis sistémica mundial el terror se
ha convertido en una especie de cultura de la muerte, en la cultura de
nuestra cotidianidad.
Irrumpe en la próspera Europa,
atormenta a Rusia,
sacude el
Medio Oriente y el este de Asia. Hace que la comunidad
internacional se vuelva adicta a la injerencia violenta e ilegal en los
asuntos internos de los Estados y a la destrucción del sistema de seguridad
internacional. El terror engendra el culto de la fuerza y somete a esta la
política, el comportamiento de los gobiernos y el de la población.
Lo más espantoso es que el terrorismo tiene mucho futuro debido a la nueva
espiral de guerra que hoy se perfila por la redistribución de los recursos
mundiales y por el control de las zonas claves del planeta.
Dentro de la
estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos, aprobada este año por el
congreso estadounidense, el objetivo abiertamente declarado de la política
de Washington es,
«garantizar el acceso a las regiones claves del mundo, a
las comunicaciones estratégicas y a los recursos mundiales»,
...teniendo como
medio para lograrlo la realización de golpes preventivos contra cualquier
país.
Desde el punto de vista del congreso, Estados Unidos puede entonces adoptar
una doctrina de golpes nucleares preventivos, que tiene mucho de terrorismo
nuclear.
Ello implica la utilización a gran escala de sustancias nocivas y de armas
de destrucción masiva. No habrá escrúpulos a la hora de determinar los
medios a emplear para responder a un ataque. Sólo será cuestión de escoger
los medios.
La provocación mediante un acto de terrorismo se convierte en un medio para
alcanzar objetivos políticos a escala global, regional o local. Así fue como
una provocación organizada en la localidad de Rachic (en Kosovo, Serbia)
acabó dando lugar al cambio de régimen político en Serbia y al derrumbe de
la República Federativa de Yugoslavia, mientras que servía de pretexto a la
agresión de la OTAN y a la separación de Kosovo de Serbia.
Se trata en ese
caso de una provocación a escala regional. Lo mismo se puede decir de la
reciente provocación que dio lugar a la agresión de Israel contra el Líbano,
en julio de 2006.
Las explosiones en el metro de Londres, los desórdenes de Paris en
2005-2006, son provocaciones locales que tuvieron repercusiones en la
política y en la opinión pública en Gran Bretaña y en Francia.
Detrás de prácticamente cada acto de terrorismo se esconden
fuerzas
políticas poderosas, empresas transnacionales o estructuras criminales con
objetivos precisos. Y casi todos los actos terroristas, con excepción de las
actividades de liberación nacional, son en realidad provocaciones. Incluso
en el caso de Irak, las explosiones en las mezquitas sunnitas y chiítas no
son más provocaciones organizadas según el principio «divide y vencerás».
Lo
mismo sucede con la
toma de rehenes y el asesinato de miembros de la misión
diplomática rusa en Bagdad.
El acto terrorista cometido con fines provocativos es tan antiguo como la
humanidad misma. Provocaciones terroristas sirvieron precisamente como
pretexto para el desencadenamiento de las dos guerras mundiales.
Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 constituyen una provocación mundial.
Se puede hablar incluso de una operación a escala mundial. Las operaciones
de este tipo generalmente permiten resolver varios problemas mundiales a la
vez.
Se pueden definir de la siguiente manera:
-
La
oligarquía financiera mundial y Estados Unidos obtuvieron el derecho
no formal de recurrir a la fuerza contra cualquier Estado.
-
El papel del Consejo de Seguridad se devaluó. Actualmente desempeña
cada vez más a menudo el papel de organización criminal cómplice del agresor
y aliado de la nueva dictadura fascista mundial.
-
Gracias a la provocación del 11 de septiembre, Estados Unidos consolidó
su monopolio mundial y obtuvo acceso a cualquier región del mundo así como a
sus recursos.
El desarrollo de una operación-provocación cuenta siempre con la obligada
presencia de 3 elementos:
En el caso de la provocación del 11 de septiembre, y contrariamente a la
opinión dominante, «Al Qaeda»
no podía ordenar su realización, ni
organizarla ya que no disponía de los recursos financieros (enormes) que
exigiría una acción de tanta envergadura.
Todas las operaciones que ha realizado esa organización son acciones de tipo
local y bastante primitivas. No dispone de los recursos humanos, de una red
de agentes lo suficientemente desarrollada en territorio estadounidense, que
le permitirían penetrar las decenas de estructuras públicas y privadas que
garantizan el funcionamiento de los transportes aéreos y que velan por su
seguridad.
Por consiguiente, Al Qaeda no podría haber sido el organizador de esa
operación (si no ¿de qué sirven el FBI y la CIA?).
En cambio, sí puede haber sido un simple ejecutante de este acto terrorista.
En mi opinión, puede haber sido la oligarquía financiera mundial la que
ordenó la realización de esa provocación, para instaurar de una vez y por
todas «la dictadura fascista mundial de los bancos» (expresión del conocido
economista estadounidense Lyndon Larouche) y para garantizar el control de
los limitados recursos mundiales en materia de hidrocarburos.
Se trataría además de garantizar para sí misma el predominio mundial por
largo tiempo.
La invasión de Afganistán, país rico en yacimientos de gas, la
de Irak y quizás también la de Irán, países que cuentan con reservas de
petróleo de nivel mundial, así como la instauración de un control militar
sobre las estratégicas vías de transporte del petróleo y el radical aumento
de precio de este último son todos consecuencias de los sucesos del 11 de
septiembre de 2001.
-
El organizador de la operación puede haber sido un
consorcio bien organizado
y abundantemente financiado y compuesto de representantes (antiguos y
actuales) de los servicios secretos, de organizaciones masónicas y de
empleados de los transportes aéreos.
-
La
cobertura mediática y jurídica la garantizaron órganos de prensa,
juristas y políticos a sueldo. Los ejecutores fueron escogidos en función de
su origen étnico en la región que posee los recursos naturales de
importancia mundial.
-
La operación se realizó con éxito, los objetivos fueron alcanzados.
-
La expresión «terrorismo internacional», como principal amenaza para la
humanidad, irrumpió en el diario quehacer político y social.
Esa amenaza se identifica con la persona de un islamista, ciudadano de un
país que dispone de enormes recursos en materia de hidrocarburos. Se ha
destruido el sistema internacional construido en la época en que el mundo
era bipolar y se han alterado las nociones de agresión, de terrorismo de
Estado y de derecho a la defensa.
El derecho de los pueblos a la resistencia ante la agresión y frente a las
actividades subversivas de los servicios secretos extranjeros así como el
derecho a la defensa de sus intereses nacionales está siendo pisoteado. En
cambio, se confieren todas las garantías a las fuerzas que tratan de
instaurar una dictadura mundial y de dominar el mundo.
Pero la guerra mundial no ha terminado aún.
La provocaron el 11 de
septiembre de 2001 y no es más que el preludio de grandes sucesos que están
por ocurrir.