Un simple club, no una organización capaz de tomar decisiones...
El presidente francés y el canciller alemán querían conversar
informalmente con sus pares para saber qué pensaban en aquel
contexto, caracterizado por la crisis del dólar que siguió el final
de la guerra contra Vietnam.
Pero en el G6 no estaban los
ministros de Finanza sino sólo los jefes de Estado y/o de gobierno
y se había agregado la participación de Italia. Al año siguiente,
se invitó también a Canadá.
Pero cuando Moscú
levantó cabeza, se opuso a la OTAN en Siria y rechazó el golpe de
Estado en Ucrania, los occidentales decidieron reunirse sólo entre
ellos, episodio que cerró la puerta a cualquier posibilidad de
participación de China.
Como siempre sucede cuando
no se tiene conciencia de la existencia de contrapoderes, fue
creciendo la separación entre ese discurso y la realidad.
El primer ministro británico Tony Blair sorprendió a todos al afirmar que el G8 que él presidía iba a anular la deuda de los 18 países más pobres de África.
Pero todo quedó en el anuncio...
El G8 nunca tomó tal decisión.
Aquella farsa del G8 realizado en
Reino Unido creó la engañosa impresión de que el G7-G8 era una
especie de gobierno mundial.
Para el G7 es fundamental no tomar decisiones:
De hecho, ya existe un privilegio, reconocido a los principales vencedores de la Segunda Guerra Mundial, que ostentan la categoría de miembros permanentes del Consejo de Seguridad, con derecho de veto.
Ese privilegio viene de una forma de realismo:
Es importante observar que el G7 reúne en realidad a 9 personalidades:
Este año, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, no viajó a Biarritz por razones de salud.
Hay que observar también que, desde 2015, el jefe de Estado y/o de gobierno que preside el encuentro invita personalidades exteriores al grupo.
Este año, el presidente francés invitó 8 personalidades, 3 de las cuales ya habían sido invitadas el año pasado:
Los demás son "clientes":
La participación de esos invitados se limita sólo a
algunas reuniones.
Eso supondría que para ese entonces se haya completado la liberación de todo el territorio sirio y que se haya reconocido la reintegración de Crimea a la Federación Rusa.
Por otro lado, para
que la participación de Moscú tenga algún sentido,
Rusia tendría que
empezar a hablar como las potencias occidentales. El ministro ruso
de Exteriores, Serguei Lavrov, ya respondió cortésmente que
analizará esa proposición (absurda) cuando le sea formulada.
Además, tomó la
precaución de anunciar que no habría ningún texto final.
Para que no pudiesen ponerlo en la misma posición de acusado que el año pasado, el presidente Trump optó por el ataque y denunció la decisión francesa de gravar la actividad de las transnacionales de Internet designadas como GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon), precisamente el punto débil de su interlocutor.
Francia arremete contra los GAFA en el plano fiscal, pero no hace absolutamente nada para resolver los dos problemas fundamentales que plantea la actividad de esas transnacionales estadounidenses:
Se
supone que eso sería tema de discusión, al margen del G7 de
Biarritz, entre los ministros de Finanza de Francia y Estados
Unidos.
El adolescente Emmanuel Macron y su entonces profesora de teatro,
Brigitte Trogneux, actualmente su esposa.
Nadie puede negar la calidad de la puesta en escena
ni de las teatrales sorpresas que han marcado la reunión de
Biarritz.
Además, sólo una pequeña parte del oxígeno de la atmósfera proviene de la región amazónica.
El hecho es que ciertos miembros del G7 pretenden poner en tela de juicio la autoridad de la OTCA (Organización del Tratado de Cooperación Amazónica) con vistas a explotar las fabulosas riquezas minerales de esa región así como sus valiosos recursos de utilidad para las transnacionales farmacéuticas y sus maderas preciosas.
De hecho, el propio
Emmanuel Macron ya autorizó la explotación de varias minas de oro en la
Guayana Francesa por parte de un consorcio franco-canadiense, sin
importarle mucho los efectos que eso tendrá para la selva amazónica
y sus habitantes.
Las mentiras de Emmanuel Macron no dejarán seguramente de tener graves consecuencias.
La prensa internacional divulgó estúpidamente la tontería que había proferido el presidente de Francia. Pero un exabrupto del presidente Trump obligó a Macron a reconocer implícitamente su error.
Después, invitó al ministro iraní de Exteriores a Biarritz, donde se reunió con él. Imposible hacer algo más espectacular que eso.
Pero lo hizo a costa de un insulto público
a su invitado estadounidense, Donald Trump, y de poner a sus demás
invitados en una situación embarazosa.
Los consejeros del presidente francés afirman que el presidente estadounidense estaba de acuerdo.
Pero, ¿de acuerdo con qué...?
El ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, no fue autorizado a entrar en el hotel donde se reunían los miembros del G7. Fue recibido durante 3 horas por su homólogo francés Jean-Yves Le Drian y por el ministro francés de Finanza, Bruno Lemaire, en la alcaldía de Biarritz.
Para reunirse con ellos durante 30 minutos, Macron abandonó a sus invitados del G7 y su encuentro con el ministro iraní se desarrolló en presencia de consejeros británicos y alemanes.
Esta sorpresa teatral ciertamente no desbloqueará el enfrentamiento entre Estados Unidos e Irán sino que probablemente hará que Washington se encierre aún más en su posición contra Irán… y también contra Francia.
Se trata del primer gran error internacional de un Emmanuel Macron cuya tendencia sociópata ya se había manifestado desde mucho antes de ser electo presidente de Francia.
Cuando lo calificamos de
sociópata nos referimos a su demostrada tendencia a no sentirse
sometido a ciertas normas sociales y a su indiferencia generalizada
por los derechos de los demás, "cualidades" a las que agrega un
comportamiento impulsivo.
Según el Washington Post, Trump no sentía el menor deseo de ir a perder su tiempo en Biarritz.
Es evidente que la llegada a Biarritz de un invitado-sorpresa que no era de su agrado tenía que convertir en cólera lo que inicialmente era más bien hastío.
Según Kelly Ann
Shaw, consejera de Trump, el presidente de Estados Unidos quiere
que la próxima reunión del G7 - a celebrarse en Estados Unidos, en
2020 - fije nuevos objetivos.
Todo el mundo podrá comprobar que, a pesar de las muestras de autosatisfacción del presidente francés y de la veneración que cierta prensa muestra por él, esa Declaración Final podía haberse escrito mucho antes de la cumbre… porque no hay progreso en ninguno de los temas que aborda.
Nadie le ha torcido el
brazo a nadie...
Referencias
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