por Thierry Meyssan del Sitio Web RedVoltaire
de un deseo consciente de acabar con la monarquía. La población de París, convencida de que su ciudad iba a ser atacada por ejércitos extranjeros sin que el rey tratara de defenderla, simplemente decidió apoderarse de las armas almacenadas en la prisión de la Bastilla.
El modelo occidental, basado en el capitalismo y en cierta forma de democracia, ya no logra defender el interés general ni garantizar la soberanía popular, dos fracasos que constituyen los ingredientes de una revolución generalizada...
En aquella época, la mayoría de los libros y los diarios afirmaban que la concentración del capital esterilizaba la economía al impedir en muchos sectores la competencia entre las empresas.
En aquel momento, mientras el hambre asolaba Estados Unidos, la prensa proponía tres modelos políticos como posibles salidas del estancamiento económico:
El propio Lenin percibió el fracaso de su teoría económica en tiempos de guerra civil.
Así que liberalizó el comercio exterior e incluso autorizó algunas empresas privadas en la Unión Soviética, en el marco de su Nueva Política Económica (NEP).
El fascismo sólo logró desarrollarse imponiendo una terrible represión y fue barrido durante la Segunda Guerra Mundial.
El llamado progresismo se mantuvo en vigor hasta
los años 1980, cuando fue cuestionado por la desregulación
(también llamada liberalización o desreglamentación) impulsada por
el presidente estadounidense Ronald Reagan y por la primer ministro
británica Margaret Thatcher.
Después de la desaparición de la URSS, el presidente estadounidense George Bush padre estimó que la rivalidad militar entre Washington y Moscú debía dejar paso a la búsqueda de la prosperidad económica y autorizó ciertas grandes empresas estadounidenses a establecer alianzas con el Partido Comunista Chino y a trasladar a China sus fábricas y medios de producción.
A pesar de su pobre formación, el costo de la fuerza trabajo china era 20 veces inferior al de la fuerza de trabajo estadounidense y aquellas empresas amasaron beneficios colosales, que les permitieron imponer en ciertos sectores una concentración del capital muy superior a la que se había registrado en 1929.
Además, la parte fundamental de las ganancias de esas empresas ya no venía de la producción de bienes y servicios sino de la acumulación de sus propios fondos.
De esa manera, el capitalismo cambió nuevamente de naturaleza,
La fuerza de trabajo china, con trabajadores formados en pleno proceso de producción, ha pasado a ser tan costosa como la fuerza de trabajo estadounidense, lo cual implica que las instalaciones productivas están comenzando a "emigrar" desde China, cuyas empresas deslocalizan la producción en Vietnam y en la India.
Volvemos así
al punto de partida...
Las nuevas técnicas pueden ser utilizadas en
cualquier lugar del mundo, pero no pueden ser utilizadas en todas
partes a la vez ya que requieren grandes volúmenes de energía y de
materias primas.
El Pentágono decidió entonces destruir los Estados en los países del "Medio Oriente ampliado" (o "Gran Medio Oriente") para que los pueblos de esos países tuviesen menos posibilidades de organizarse para oponerse a tal proyecto y a la explotación de sus recursos - es lo que George Bush hijo llamó la "guerra sin fin".
Así comenzaron guerras que se eternizan en Afganistán, Irak, Libia, Siria y Yemen, conflictos que tienen todos causas supuestamente diferentes… pero donde siempre aparecen los mismos agresores:
En 2017, el presidente estadounidense Donald Trump y el presidente chino Xi Jinping decidieron - en el mismo momento - luchar contra la fuga de las empresas productoras de bienes.
Trump decidió hacerlo a
través del nacionalismo proteccionista mientras que Xi Jinping
optaba por el nacionalismo económico.
En China, en ocasión del 19º Congreso del Partido Comunista, el
presidente Xi Jinping creó el Frente Unido, un órgano encargado de
verificar que los objetivos de las empresas corresponden a los
objetivos de la nación, e introdujo un representante del Estado en
el consejo de administración de todas las grandes empresas.
El Partido
Comunista de China respondió desarrollando el mercado interno chino
y orientando hacia Europa el excedente de la producción china.
Y, como siempre, cuando los
gobernantes no tienen en cuenta los problemas de sus pueblos, el
problema económico genera una crisis política.
En el mundo moderno, se trata siempre de un patriotismo.
El orden internacional que se instauró después de la Segunda Guerra Mundial supuestamente debía estar al servicio del interés general, a través de una forma de democracia o de una forma de dictadura del proletariado.
Pero ese sistema no podía funcionar de forma duradera en Estados sin soberanía, como los de los países miembros de la OTAN o los del desaparecido Pacto de Varsovia.
Los dirigentes de esos Estados acabaron viéndose llevados a traicionar a sus pueblos para servir al Estado líder de su bloque militar:
Aquel sistema fue aceptado por el tiempo durante el cual las partes creían, con razón o sin ella, que era lo indispensable para vivir en paz.
No cabe duda de que, aunque sufren su actuación sin rebelarse, la
ciudadanía de los Estados miembros de la Unión Europea no acepta
esa organización, lo cual queda demostrado por el hecho que los
pueblos europeos siempre han rechazado la idea de adoptar una
Constitución europea.
Ahora los magistrados deciden, en lugar del pueblo, quiénes tendrán derecho a representarlo y quiénes no.
Ese traspaso de la soberanía, de las manos del pueblo a los sistemas judiciales, resulta indispensable para mantener el predominio de los anglosajones sobre los miembros de la Unión Europea.
Eso explica el empeño de Bruselas en imponer el
"estado de
derecho" a Polonia y Hungría.
En el caso de Francia, esta revuelta se inscribe en la tendencia iniciada - en 1981 - con la candidatura del humorista Coluche, que tuvo como lema "Todos juntos para darles por el culo", y más recientemente - en 2007 - por las manifestaciones alrededor del humorista italiano Beppe Grillo, con una consigna muy similar:
La burla viene cada vez más a menudo acompañada de una cólera que se hace más y más fuerte y obscena.
En resumen, la revuelta actual es a la vez el fruto de 75 años de dominación anglosajona sobre los miembros de la Unión Europea y de la híper concentración del capital globalizado.
Esas dos crisis conjugadas constituyen una bomba de tiempo que, de no ser desactivada, estallará en detrimento de todos.
Esta revuelta ha
alcanzado ahora el estatus de una verdadera toma de conciencia del
problema, pero no tiene aún la madurez que necesitaría para evitar
que los gobernantes europeos lleguen a subvertirla.
Al adoptar esa actitud, no
les queda otra opción que empujar los pueblos a la guerra o
exponerse ellos mismos al peligro de ser derrocados en medio de un
estallido de violencia...
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