11 Febrero 2023 del Sitio Web KontraInfo
Seguramente esta es la principal cuestión que Occidente olvida preguntarse y ser sincero en la respuesta.
Ya no son especulaciones:
Rusia ha sido un país complejo para
el Occidente dominado por los anglosajones, una nación con riquezas
inmensas, poco poblado en función de su extensión y con gran
resiliencia a las invasiones extranjeras.
Sus características
euroasiáticas, las invasiones mongolas y su tierra habitada por
pueblos de distintas nacionalidades ha dado como resultado unos
rasgos particulares que podemos definir como el "ser ruso", algo que
en el Oeste no se comprende demasiado bien.
Rusia, desde su concepción, es un pueblo bárbaro que controla demasiados recursos, por lo que debe ser subdividida en Estados menores y controlables.
Este proyecto varía con
el tiempo, pero mantiene su esencia, y ha generado una resistencia
histórica en el país que ahora se está haciendo indisimuladamente
visible.
Claro que es un comunismo muy diferente al que se presenta en el propio Oeste al servicio de los poderosos en una falsa dualidad izquierda/derecha.
La realidad es que el poder que encara Putin es fruto de las ideas eurasianistas,
En este punto comenzamos a llegar al eje central de la pregunta inicial.
El rechazo de este grupo, que controla Rusia con un apoyo del 80% de la ciudadanía, es lo que ahora se expresa en el conflicto ucraniano y en Siria.
Los rusos han decidido,
El modelo ruso simplemente rechaza los valores que el liberalismo ha impregnado en gran parte del mundo.
Para Rusia es inaceptable cambiar sus tradiciones y ajustarse a los valores que promueve el liberalismo anglosajón.
Las concepciones rusas se centran en el rescate de sus valores tradicionales y allí juegan un papel claro el lenguaje y las costumbres.
Se valora entonces la presencia de la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Moscú, que ha mantenido sus principios sin ningún interés en adaptarse a los tiempos modernos, como ha hecho la Iglesia Católica.
Esto le ha valido consolidar su papel en una Rusia que venía de siete décadas de ateísmo y hoy se reafirma al observar como Roma se desdibuja en las sociedades nominalmente católicas en función de sus indecisiones y dudas.
Esta política que no le ha posibilitado reafirmar sus fuerzas y ha envalentonado a sus enemigos que van por el desmantelamiento de los dogmas más sagrados en virtud de su visión humanista moderna.
Su carácter de Iglesia nacional, como son las ortodoxas, la ha llevado a una alianza con el eurasianismo, a ser parte de ese mismo modelo que emerge.
Por ello es que vemos que
ha conseguido construir algo que el socialismo no pudo y es la
unidad interna detrás de un mismo objetivo.
La época soviética,
influida por las ideas del liberalismo, no comprendió la
importancia de sostener la Fe enraizada en la sociedad y eso produjo
tensiones que variaron según las administraciones, pero que aun en
las épocas más favorables, siempre ocasionó la falta de una
consubstanciación real.
Esto se suma a las diferencias en otros campos históricos y nos llevan hacia el cuadro actual.
En Rusia sostienen que la estrategia anglosajona ha sido implosionar a la nación por dentro, y ha sido bastante exitosa cuando la actual Federación de Rusia tiene apenas dos tercios del territorio, que alcanzó el Imperio Ruso y la URSS.
Y van por más, con las propuestas de descolonización, término de moda en el wokismo estadounidense y europeo, que quieren dividir a la Federación en 35 Estados distintos, aunque el número varía.
A sabiendas de una realidad que impide a los países tomar decisiones soberanas que les permita un desarrollo propio para ganar poderío y bienestar para sus poblaciones, Putin ha mantenido un perfil bajo para permitir el avance de su país sin confrontar.
Putin avanzó por ese camino, priorizó las bases culturales de su país para conseguir la unidad detrás de un proyecto de soberanía. Occidente lo apoyó mientras no mostró sus verdaderas intenciones.
El discurso de Múnich en el 2007 permitió entrever que planeaba algo distinto para Rusia, sin embargo, la soberbia occidental le permitió a Putin continuar:
También AQUÍ...
Simplemente, nadie tomaba en serio a su país, no inserto más que en forma marginal en el esquema globalista.
En el 2014, Putin dio un paso más audaz y se opuso a que la OTAN destruyera a Siria y deponga su gobierno, como había hecho sostenidamente desde Yugoslavia en los noventa.
El resultado es el que vemos:
Paralelamente, recuperó Crimea y permitió que el Donbass de ucranianos de origen rusos frenara al gobierno golpista surgido del Euro Maidán.
Recién allí Occidente comenzó a prestar atención...
En el 2018 Putin presentó una nueva generación de armas desarrolladas a partir de tecnología soviética. Este desarrollo fue bastante silencioso, siempre apoyado en el desprecio de Occidente por lo ruso.
No obstante, el desarrollo cambiaba las reglas del juego.
Por ello Putin hizo lo que hizo:
Una vez conseguida la
misma se puede empezar la reconstrucción de la trama productiva y
tecnológica, pero se necesita una Inteligencia real que advierta los
peligros de desestabilización y unas fuerzas armadas que puedan
garantizar la seguridad.
...crea desconfianza.
Ahora Occidente debe usar su fuerza real, destruir a Rusia y a China, económicamente y si no es posible, militarmente.
En definitiva, la mayoría de las naciones sigue a quien controla las reglas, quien puede premiar, pero sobre todo sancionar.
Occidente abusó de su capacidad de castigar y desde la caída soviética consideró que no necesitaba más premiar, la política del palo y la zanahoria... simplemente perdió la zanahoria.
Sin zanahoria, la tentación de inversiones y comercio chino crecen, pero Occidente suma un segundo problema que es que el garrote se ha revelado apenas un pequeño bastón incapaz de imponer disciplina.
Eso explica la escalada tanto de sanciones económicas así como acciones militares,
Rusia sigue disparando municiones y arrojando misiles, pese a que la propaganda aseguraba que había agotado sus existencias.
Mientras tanto, el ejército ucraniano ha sido destruido y sobreviven sus restos apoyados en el pulmotor de la OTAN que ve a su vez cómo sus recursos se desvanecen.
La guerra no puede ser ganada por Ucrania aun con todo el apoyo de la organización atlántica, algo que cada día resulta más evidente a pesar de la propaganda.
Así, se corroe la idea de la superioridad militar de EE.UU. sin rivales, basadas en los números presupuestarios.
Rusia se muestra más eficiente y eso devela que el complejo militar industrial de Washington y el resto de Occidente ha degenerado en una red de corrupción política-empresarial-militar que funcionaba mientras nadie la desafiaba.
Cuando Putin decidió
avanzar con la operación militar, esto quedó a la vista de todos.
La OTAN, el verdadero corazón del mundo anglosajón, está en una disyuntiva que no parece tener solución y la incompetencia e inmoralidad de sus élites políticas no encuentran otra idea que seguir acelerando.
No podemos saber si hay en ellos simplemente una incomprensión de la realidad o es una apuesta excesivamente arriesgada contra la coalición sino-rusa.
Moscú ofreció compartir
el control global en un mundo multipolar, Occidente se rehusó.
La oferta rusa se va endureciendo a media que sus enemigos avanzan
en las acciones y la retórica bélica.
Hoy espera una rendición en términos duros de la OTAN y si no lo hace, está lista para la guerra total.
No es un cambio lo que reclama Putin,
Cómo un hábil jugador de ajedrez, ha previsto varios movimientos por delante y en cada una de las acciones políticas del mundo anglosajón, simplemente ya tiene una respuesta adecuada.
Ha bloqueado todos los caminos, no hay movimientos posibles para torcer el rumbo.
Rusia se ha preparado durante años para esta confrontación que Occidente subestimó.
Ahora es tarde para
lágrimas...
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