por Marcelo Ramírez
Washington Post y New York Times, máximos exponentes del globalismo, de pronto empiezan a reconocer cosas que hace unos años habría sido impensado que admitieran.
Ahora resulta que Putin nunca fue un factor
externo a la ecuación estadounidense, que la narrativa de una
campaña "anti" no era una invención de Trump, sino una posición
firme del Kremlin.
Es lo que venimos diciendo desde hace tiempo.
Y en esa pelea, aunque no lo digan abiertamente, hay un punto de confluencia entre Trump y Putin:
No es que sean aliados, ni mucho menos.
Y en ese ajedrez, el otro gran jugador es China, con quien Trump también está maniobrando.
Ahora el New York Times nos quiere hacer creer que,
Trump no es un improvisado, tiene una estrategia clara:
Porque el verdadero problema de Trump no es ideológico, es económico.
La deuda estadounidense se ha disparado hasta
niveles insostenibles, y Washington ya no puede seguir imprimiendo
dólares indefinidamente sin que explote el sistema. Por eso necesita
reconfigurar su relación con China.
Pero que nadie se engañe:
Trump quiere forzar a China a invertir en la economía estadounidense.
Su gran meta es conseguir que China financie la creación de al menos 500.000 empleos en territorio norteamericano.
Y para lograrlo, está dispuesto a negociar.
Por su parte, China tampoco quiere una guerra. Necesita tiempo.
Y si para ganar tiempo tiene que hacer algunas
concesiones a Trump, lo hará. Porque su estrategia es a largo plazo.
A diferencia de EE.UU., China no mide el tiempo en períodos
electorales de 4 años, sino en ciclos de 50 o 100 años...
El mejor ejemplo es lo que hizo con la inteligencia artificial y la computación de alto rendimiento.
EE.UU. está en un dilema:
La arrogancia estadounidense los
hace creer que siempre estarán por delante, pero los chinos no
piensan igual.
El panorama global está cambiando rápidamente.
No estamos viendo un enfrentamiento directo entre EE.UU. y China, sino una reconfiguración de equilibrios.
Y en el medio de todo esto, está Rusia.
Porque el tercer jugador en esta partida es Putin. Si hay un acuerdo entre Trump y Xi Jinping, Putin será parte de esa mesa.
Estamos viendo el nacimiento de un Nuevo Orden Global basado en tres ejes de poder:
Ya no hay un solo hegemón dictando las reglas.
En su lugar, veremos un mundo donde los estados vuelven a recuperar el control y donde los acuerdos se definen entre potencias reales.
Los que todavía creen en el cuento del "progreso
globalista" harían bien en despertar antes de que
sea demasiado tarde.
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