por Beatriz Calvo
Villoria
Directora
EcocentroTV
11 Marzo
2020
del Sitio Web
Ecocentro
Información enviada por
CFGO
Discernir entre lo real y lo ilusorio es la virtud, la actitud
humana por excelencia para alcanzar el conocimiento.
Discernir en un asunto como
el coronavirus es arriesgado, pues
la mayoría de las personas no somos legas en la ciencia médica, en
biología, en virus y nos encontramos en debates abiertos entre
médicos, virólogos, científicos, pensadores de toda inclinación,
periodistas que tienen teorías muy distintas acerca de la gravedad
de lo que acontece en el mundo, sin tener la capacidad para
posicionarnos con conocimiento de causa, cuando ellos mismos manejan
teorías dispares que desconciertan por su oposición.
Estamos viviendo desde el alarmismo más exacerbado
y que extiende el miedo poniendo en jaque al sistema inmunitario,
clave de la defensa que cada uno tenemos, pasando por la
prudencia ante un virus desconocido que se propaga a
altas velocidades, para el que todavía no hay remedios definitivos,
más que el propio metabolismo y su fortaleza y que genera
incertidumbre en el propio cuerpo médico.
En este interser que somos, de una forma patente en la realidad
virtual que compartimos de forma globalizada, por donde están
corriendo informaciones de todo tipo, nos encontramos médicos que le
quitan importancia a este nuevo coronavirus y lo comparan con una
familia de la típica gripe que cada estación mata a muchas más
personas, las más vulnerables, y que consideran esta alarma mundial
como un perverso recurso de capitalización del gran virus
capitalista que periódicamente, desde hace unas décadas crea
una pandemia con la orquestación de la
OMS, a la que se le acusa de una
estrecha vinculación con
la industria farmacéutica, una de
las grandes beneficiadas de este tipo de "pandemias".
Y ponen como ejemplo una
de las pandemias anteriores, la de la
gripe aviar.
En 2005 la OMS advirtió
que más de siete millones de personas morirían desatando el
pánico que estamos viendo ahora desabastecer los supermercados, pero
sólo murieron 272, pero los servicios de salud de todos los
países, incluido el nuestro, compraron millones de dosis de un
medicamento recomendado por la propia OMS, dejando en las arcas de
las empresas farmacéuticas millones de dólares y euros.
Para otros expertos, en cambio, como unos de los máximos virólogos
del mundo
Stefan Lanka, este tipo de
virus son replicaciones, virus clonados en un tubo de ensayo y eso
nos coloca en escenarios de ciencia ficción que son refrendados por
médicos como el Dr.
Mercola que asesorado por
expertos en armas biológicas afirma que este COVID-19 es un virus
creado en el laboratorio como
arma biológica, y que por ese hecho
de manipulación es treinta o sesenta veces más letal que la típica
gripe anual y tiene una capacidad de propagación mucho mayor que la
gripe estacional, que es lo que tiene en jaque a medio mundo, pues
uno de los grandes problemas del asunto es el previsible colapso de
los sistemas de salud, de las unidades de cuidados intensivos que no
podrían asistir a tanta gente a la vez, por falta de recursos.
Es esta característica la
que justificaría las medidas draconianas que
el Gobierno Chino ha implementado,
pues no hay sistema de sanidad que no colapsase si el virus se
propagase por toda la población a la velocidad para la que parece
está diseñado y hubiese que atender a un número exponencial de
afectados, no habría por ejemplo respiradores para todos.
Ante este hecho, se pueden escuchar otros tipos de análisis sobre la
alarma social y el miedo que se convierte en manos del Estado, a
través de los poderes mediáticos, en la herramienta perfecta para
evitar que una de las más grandes partidas de los presupuestos, el
gasto sanitario, crezca hasta ser inasumible por las arcas que
sustentan su megaestructura, además de no poder resolver el exceso
de casos y por eso atemorizan sin misericordia a la ciudadanía, con
una repetición en todos los medios de comunicación para evitar, por
un lado, la propagación con medidas extremas que solo el miedo
a la enfermedad y la muerte pueden permitir.
Estos medios de control que paralizan la vida social y económica
sirven también, según otros autores, como experimentos del ejercicio
del poder que a los Estados les gusta de ensayar de cara a
escenarios futuros, cada vez más restrictivos de las libertades, que
también podemos rastrear por las películas que nos van preparando
para sus medidas y que tan bien describiera George Orwell en
su
1984.
Se instaura con estas política de control policial, donde el
infectado, puede pasar a ser un delincuente del bien común, la
ideología del Estado providencial que se ocupa de la cuna a la
tumba, regula la vida y la muerte de todos, eutanasia, ley del
aborto…
Y la gente, ante el temor
y la dependencia tan fuerte que ya existe con la superestructura
está dispuesta a sacrificar su autonomía a costa de esa seguridad y
protección que es lo que más valora una sociedad materialista que no
concibe un más allá y quiere la inmortalidad en este más acá, la
gloria del paraíso en este plano, donde la enfermedad, la vejez y la
muerte estén proscritos gracias al Dios dinero que engendra
la tecnociencia, matriz del paraíso futuro, con sus sacerdotes
científicos fundamentalistas que anulan cualquier otro credo, como
las medicinas tradicionales o complementarias, o el poder de la
oración y lo intangible, con sus ejércitos de políticos que
defienden los intereses de sus
amos en la sombra de las
transnacionales, que usan estos ríos revueltos para realizar
movimientos de capitales que configuran nuevos ordenes de realidad
que apenas podemos vislumbrar y comprender.
Así que, frente a esta realidad compleja que nos ha tocado vivir,
donde la información cubre todos los análisis, con todas las teorías
posibles, incluidas las geopolíticas que hablan de guerras entre los
colosos que se reparten el tablero mundial de la nueva economía de
datos, como
el 5G, entre China y Estados
Unidos, o el
paso a una moneda cibernética que
transformará el mundo para siempre.
Ante la mezcla de conspiraciones reales con conspiranoias
producidas por el miedo y por otro tipo de fundamentalismos.
Cuando es imposible
discernir si es un virus de la gripe sin mayor consecuencia, pero
utilizado por los oscuros intereses o si es que la locura del
Dios dinero ha llegado a tal paroxismo que es capaz de manipular
los virus para alcanzar sus objetivos mundialistas, o si es una
cuestión de mutaciones de virus de animales salvajes, de murciélagos
o de perros que ante el desequilibrio creciente de los metabolismos
humanos y de todos los órdenes se saltan las barreras, que la
ciencia ya se saltó inoculando al mundo tal cantidad de sustancias
tóxicas que hacen imposible el funcionamiento natural de la vida, y
que prepararon el terreno para que estos virus se propaguen de una
forma pandémica.
Ante todo esto y mucho más que hemos visto y leído en todos estos
días...
En definitiva, ante la
incertidumbre respiremos hondo y profundo y recordemos a la
sabiduría que nos dice que una crisis puede convertirse en una
oportunidad de transformar un sistema que evidentemente no funciona.
Sea lo que sea que la vida esté planteándonos como reto, a nivel,
biológico, político,
histórico, climático,
...sea que la vida quiera
sacudir este sistema corrompido por falta de salud interior a través
de un un virus, o sea que quiera hacer que todos los volcanes del
planeta escupan la ira de la tierra ante tanta profanación, sea lo
que sea que nos toqué vivir, un genocidio en Tíbet, un dengue en
África, una deforestación en Amazonas…
Sólo hay una salida para
cualquier laberinto en los que el destino nos introduce y donde
enfrentamos a nuestro particular minotauro, nuestros miedos más
profundos, nuestras sombras más ocultas, es,
el hilo de la
sabiduría, que nos dirige hacia un más allá de los
circunstancial, de lo condicionado, hacia algo que trasciende
todos los fenómenos, por aflictivos que sean, pues del laberinto
se sale por arriba...
Y los sabios hablan de
que ante cualquier prueba, y esta, aunque no se sepa lo que está
realmente pasando, es una prueba para todos, a cada uno según su
carácter y circunstancia y nivel de conciencia.
Uno debe hacer lo que
está en su mano, atar el camello, dicen los sufíes, en este caso, en
el plano físico del cuerpo que somos, una correcta profilaxis y un
fortalecimiento del sistema inmunitario, es una clave universal para
este virus y para cualquier otro, pues es el terreno el que permite
la propagación de los virus, incluidos los del miedo.
Si elegimos posicionarnos en la postura de la prudencia, pues
no tenemos el conocimiento absoluto de nada y eso ayuda a que remita
el virus como ha pasado en China, podemos hacerlo desde la
solidaridad y no desde el miedo y así nos recluimos en nuestra
interioridad como una oportunidad para cultivar ese reino que tiene
las claves esenciales para toda circunstancia, pues custodia al
huésped del alma que se entiende con el Gran Espíritu, libre
de virus, libre de la enfermedad, la vejez y de la muerte, el
verdadero Rey del reino de los fenómenos.
Vivamos y muramos plantando árboles,
plantando conciencia en nuestros
corazones, ante esta circunstancia alabemos la suerte de estar
vivos, en medio de inmensos privilegios, que sólo tienen sentido si
los usamos para algo más que nuestra propio bienestar, compartamos,
nuestra sonrisa,
nuestra paz, cultivemos a diario esas virtudes que ennoblecen el
alma, la templanza, la generosidad, la paciencia, la vigilancia
interior, la gratitud, la caridad, la compasión ante el que está
asustado y donémoslas como contraparte al miedo que se expande
como un virus colosal...
Y así,
la muerte, que es la asignatura
pendiente de muchos, nos ayudará a mirar donde no queremos, pues lo
que realmente está en juego en nuestros corazones, lo que realmente
nos aturde, es la incertidumbre de la hora, y el morir sin haber
vivido, y muchos en estos tiempos no viven, sobreviven, la vida les
pasa inadvertida, sujetos a un sistema de vida que enferma todo lo
que toca y eso aterra...
Desperdiciar la vida
aterra, aunque no lo sepamos, y ese miedo se hace más visible ahora
que parece que se derrumba nuestro castillo de naipes de un control
ilusorio sobre la vida y la muerte, de una ciencia que todo lo
curará hasta la misma muerte y todo esto nos obliga a ahondar y
poner los cimientos de una nueva casa, no en las arenas movedizas
del mundo, sino en las del espíritu que da forma al mismo.
Quizá este virus sea una oportunidad para recuperar la sabiduría
de un Buda que meditaba en la muerte y en su inevitabilidad y
que señalaba como cada día está más cerca y la importancia de
practicar la meditación, como un peregrinaje hacia el centro que
unifica el mundo en su danza de opuestos, de vida o muerte, para
dejar de sufrir por la inexorable gramática de la existencia.
O recordar con los
hermanos sufíes que la hora está decretada por el cielo,
y asumir nuestra finitud y no enmascararla en un falso control que
no poseemos y vivir agradecidos de un don que se nos escapa por el
estornudo de un otro.
Tanto,
si decidimos
resignarnos o aceptar radicalmente la circunstancia de que
estamos en un estado control de la vida por los poderes del
mundo, como así siempre ha sido bajo todos los imperios, o que
nos revelemos y nos echemos al monte a salirnos de sus fauces
con nuevos modos de vida que recuperen la cordura,
...estas virtudes que
todas las sabidurías nos instan a cultivar nos valen para cualquier
dirección que nos esté destinado recorrer.
Y la muerte, si es el caso que nos llegue, y
nos llegará, sin duda, con un virus
o con una maceta de un quinto piso que se precipita por las leyes
incógnitas
del karma, nos encontrará
agradecidos de la vida que hemos vivido en medio del amor y de la
sabiduría, las dos alas de una vida real y realizada.
Incluso si nos encuentra en el más oscuro laberinto en la que una
situación como esta puede precipitarnos, como nos precipitan las
guerras, la incertidumbre de perder todo lo que nos daba sentido,
siempre podemos cambiar de muda, siempre, a cada instante,
podemos cambiar del miedo al amor, que es lo que
nos hace propiamente humanos.
Quizá la única medicina para este virus, y para el virus del
miedo y la ignorancia sea
despertar, al fin, a nuestra
divinidad escondida en el reino oculto del corazón, que la noche a
veces precipita...
Video
Información enviada por MJGdeA
Creo que el Universo tiene su manera de...
Devolver su Equilibrio a las Cosas
|