por Carlos Sánchez del Sitio Web BrownstoneEsp
presentar como un éxito, el nuevo 'Acuerdo de Pandemias' resulta un brindis al sol, un mero 'desideratum'...
Pero conviene no lanzar las campanas al vuelo y mantenerse alerta...
Pese a todas las alharacas y aspavientos que nos han dedicado nuestros responsables de salud pública, singularmente nuestra estimada Ministra de Sanidad, Mónica García, el acuerdo al que se ha llegado no contenta a nadie.
Sus valedores argumentan que el acuerdo no abarca las ambiciones del Acuerdo original de 2024, y si bien es cierto que desde posturas críticas con la labor de la OMS, ver las pretensiones del anterior 'Acuerdo' tan adelgazadas y raquíticas se percibe como una pequeña victoria, el proceso ha alcanzado algunos acuerdos que siguen siendo ciertamente preocupantes.
Esto incluía propuestas para suspender temporalmente patentes o compartir propiedad intelectual durante emergencias sanitarias.
No sorprenderá al lector saber que esta posición no agradaba a los países desarrollados, en especial a su complejo biomédico industrial.
Los países de altos ingresos fueron reacios a comprometerse con montos específicos o mecanismos vinculantes de financiación.
Las discusiones sobre quién asumiría los costos de la preparación y respuesta ante las pandemias globales no lograron un acuerdo en 2024.
Por otro lado, surgieron muchas dudas y críticas globalmente con respecto a cuestiones relativas a la soberanía de los estados y la injerencia tácita de la OMS en las decisiones de salud pública que, en gran medida, todavía perviven, fundamentalmente expresadas en el Reglamento Sanitario Internacional reforzado de 2005, cuyas más de 300 enmiendas fueron acordadas en la septuagésima asamblea de 2024.
Esta manera de plantearlo es simple y llanamente
mentir al público por varias razones.
Nada más lejos de la realidad...
Es más, podría decirse que el proceso de ratificación se antoja largo y peliagudo, dadas las circunstancias que a continuación relato. El Acuerdo simplemente llega al final de su proceso de redacción, quedando pendiente de la ratificación del mismo en los respectivos parlamentos nacionales, cuestión que no parece que vaya a ser automática.
De hecho, esta es una de las cuestiones en las
que el Acuerdo, en su actual redacción, pierde fuerza con respecto
del borrador de 2024, ya que no entraría en vigor hasta 30 días
después de que al menos 60 Estados Parte presenten a la OMS la
ratificación del Acuerdo en sus respectivos parlamentos nacionales,
siendo sólo 40 los Estados los necesarios para activar la vigencia
del Acuerdo según la literalidad del anterior borrador de 2024 (ver
art. 33).
Otro elemento en que se ilustra el adelgazamiento
del Acuerdo con respecto de su predecesor fallido se encuentra
precisamente en este artículo 25, ya que en su redacción
original, se impedía establecer reservas sobre un número
indeterminado de artículos, una prohibición que desaparece del nuevo
texto.
Durante la jornada del lunes 19, el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico denunció que la Secretaría de la OMS había presionado a su delegación para que no votasen en contra del Acuerdo, ya que la posición eslovaca era contraria al acuerdo por considerarlo un menoscabo a su soberanía nacional.
Fico exigía que se votase el Acuerdo, contrariando los usos y costumbres de la OMS, donde este tipo de acuerdos se aprueban por consenso.
Fruto de esa negociación, se decidió votar el texto en un Comité previo al plenario, donde se aprobó el texto por 124 votos a favor y 11 abstenciones con sabor a negativa, ya que el Acuerdo no se aplicará a ninguno de los once estados que se han abstenido.
De este modo, el Acuerdo llegó aprobado al plenario, listo para su aclamación.
Por último, y no menos importante, cabe señalar las sonadas ausencias.
Fueron hasta 46 los Estados ausentes en la votación, entre los que destacan EE.UU. y Argentina,
...lo que supone un serio varapalo, no ya sólo para el Acuerdo de Pandemias, promovido enérgicamente por la Administración Biden, sino para el futuro de la propia OMS, ya que EE.UU. era el máximo donante neto.
Son, sin duda, tiempos inciertos para el futuro de la organización.
Vean si no el ardiente discurso pronunciado por el nuevo responsable de la cartera de Sanidad de EE.UU., Robert Fitzgerald Kennedy Jr., emitido en vídeo durante la sesión plenaria del día 20,
Una vibrante alocución pública en la que animaba
al resto de estados a seguir sus pasos, abandonando la OMS para
crear un nuevo marco de cooperación sanitaria internacional.
Sin pretender enmendar la plana a nadie, sugiero a los redactores de los medios de masas que ajusten sus titulares a la realidad de los hechos.
Si bien el Reglamento Sanitario Internacional aprobado en 2024 (sobre el que luego hablaremos en profundidad) mantiene un lenguaje mucho más exhortativo y conciso, acorde al Acuerdo fallido de 2024, el nuevo texto abusa hasta el paroxismo de figuras retóricas que deja la aplicación de las medidas en una gran indefinición.
Pese a ello, los estados mencionados
anteriormente seguían observando un grado inaceptable de injerencia.
En cualquier caso, tal y como queda redactado, el nuevo Acuerdo
resulta un brindis al sol, un mero desideratum.
En el borrador de 2024, ese artículo destinado a regular la cooperación entre estados para prevenir pandemias comienza con la elocución,
...mientras que en el mismo artículo del nuevo texto en su literalidad evita la palabra "obligar" quedando así:
Este tipo de giros lingüísticos son la tónica general.
Sin duda, la fórmula favorita de los redactores
para expresar voluntariedad en lugar de vinculación jurídica al
cumplimiento de las disposiciones del Acuerdo es el "si procede",
que trufa todo el texto de manera reiterativa.
De este modo lo expresaba esta editorial en The Lancet, allá por marzo de 2024, en el que se señalaba la pérdida de "ímpetu político" del texto, señalando el,
No tenemos constancia de ninguna editorial en The Lancet que critique el nuevo texto, aunque se puede presumir que no será de su agrado.
Quizás no sea el mejor momento para elevar críticas demasiado amargas, habida cuenta del grave peligro existencial en que se encuentra la OMS desde la retirada de EE.UU., su máximo donante institucional.
Así queda reflejado, por ejemplo, en este artículo, que resulta una honrosa excepción en el lamentable panorama mediático y la cobertura que han hecho del asunto.
Aunque discrepe profundamente de su planteamiento teleológico, resulta refrescante leer un artículo tan singular entre tanta euforia impostada.
Sin embargo, el Reglamento Sanitario Internacional, cuyas más de 300 enmiendas están cercanas a entrar en vigor (entre septiembre de 2025 y septiembre de 2026 según los Estados), siguen conteniendo cuestiones que resultan preocupantes, cuya observancia dependerá de la obediencia de los respectivos Ministros de Sanidad nacionales.
En el caso español, padecemos a una Ministra que pretende utilizar la OMS como plataforma de promoción personal, lo que permite augurar pasos legislativos en el sentido de agradar a sus futuros jefes.
Por ello, en las últimas horas hemos podido conocer que nuestra ínclita ministra, Mónica García, ha aceptado un cargo en el Consejo Ejecutivo de la OMS.
A continuación, paso a enumerar algunas de las
cuestiones contenidas en las enmiendas del RSI que deberían
preocuparnos en términos de soberanía.
La definición de la "emergencia pandémica",
Cabe preguntarse si esto podría extenderse a cuestiones relacionadas con 'el clima', habida cuenta de la mención expresa que se hace en el artículo 5 a la aplicación del concepto One Health (Una Sola Salud), de cuyos distópicos planteamientos epistémicos nos ocuparemos más adelante en detalle.
Esta indefinición sobre lo que pueda ser considerado una emergencia pandémica tiene un reflejo muy preocupante en el artículo 1 del nuevo texto del Acuerdo.
Según la definición de los CDC,
La prioridad del enfoque One Health son,
La iniciativa One Health proviene del término acuñado en la década de los 60 por el veterinario Calvin Schwabe de "una medicina" que preconizaba un enfoque unificado contra las zoonosis que englobase tanto la medicina humana como la veterinaria.
Durante años, con el apoyo del entramado de fundaciones de Rockefeller se fue amasando el término hasta que el 29 de septiembre de 2004, la Wildlife Conservation Society, vinculada a los Rockefeller, reunió a un grupo de expertos en salud humana y animal para un simposio en la Universidad Rockefeller de la ciudad de Nueva York.
Los asistentes a este simposio, titulado "Construyendo puentes interdisciplinarios hacia la salud en un 'mundo globalizado'," discutieron el movimiento de enfermedades entre los humanos, los animales domésticos y la vida silvestre.
El simposio desarrolló 12 prioridades para combatir las amenazas a la salud humana y animal.
Estas prioridades, conocidas como los "Principios
de Manhattan", pidieron un enfoque internacional e
interdisciplinario para prevenir enfermedades y formaron la base del
concepto "Una Salud, Un Mundo".
A priori, el lector podría inferir que no existe peligro en este planteamiento epistémico.
¿Qué tiene de malo recolectar patógenos con potencial pandémico para su estudio?
Según sus detractores (entre los que me encuentro) el concepto de ganancia de función no es más que un sofisticado eufemismo mediante el cual poder evadir la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (Biológicas) y Toxínicas (CATB).
Para sus valedores sin embargo, supone una herramienta de incalculable valor con la que poder anticiparse a futuras pandemias y desarrollar fármacos adecuados de manera ágil.
Sea como fuere, un enconado debate en el seno de
la comunidad científica de Estados Unidos y del resto del mundo
occidental al hilo del desarrollo de este tipo de experimentos
derivó en el decreto de una moratoria de financiación por parte de
la Administración
Obama allá por 2014,
precisamente por tratarse de proyectos de alto riesgo, con potencial
de crear problemas de salud pública graves en caso de fuga de
laboratorio o incluso, en el peor de los escenarios, derivar en una
amenaza bacteriológica en un eventual enfrentamiento geopolítico con
alguna potencia rival.
Como relato en los artículos anteriormente citados, el desarrollo de este tipo de proyectos creció paralelamente al desarrollo de patentes biomédicas, fundamentalmente de la empresa Moderna, estrechamente vinculada tanto a los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. (NIH) como al Departamento de Estudios Avanzados del Pentágono (DARPA).
De esta tórrida relación provienen con toda seguridad tanto el SARS-CoV2, como los productos ARNm que se inocularon masivamente manu militari a toda la población occidental.
Ello se desprende de la filtración del famoso proyecto Defuse, una propuesta de subvención para el desarrollo de un patógeno quimera parecido al SARS, cuyas coincidencias genómicas con el SARS-COV2 son más que evidentes, que sirviese de vacuna autopropagable para ser aerosolizada en las cuevas de los murciélagos cabeza de herradura de las cuevas de la provincia de Yunnan en China, y así pretendidamente evitar una pandemia de un virus que nunca habría existido de manera natural de otro modo.
A efectos de síntesis, remito al lector interesado en profundizar en estas cuestiones a la serie de artículos anteriormente citados.
También pueden leer las consideraciones de la Cámara de Representantes de EE.UU. en este informe, en el que se detallan todas estas cuestiones, así como todo la trama de encubrimiento por parte de,
...así como personas de máxima relevancia en la OMS, como,
...o el propio Director General, ¡Tedros Adhanom...!
PREDICT se inició en 2009 y que se cerró en 2020 para fortalecer la capacidad global para la detección de virus con potencial pandémico que puedan saltar entre animales y personas.
PREDICT está significativamente involucrado en la
vigilancia global y las capacidades de diagnóstico de laboratorio
para virus conocidos y recientemente descubiertos dentro de varios
grupos de virus importantes, como los filovirus (incluidos los ébola
virus), los virus de la influenza, los paramixovirus y los
coronavirus.
Una década después, más de 30 países de todo el mundo cuentan con sistemas más sólidos para detectar, identificar, prevenir y responder de forma segura a las amenazas virales.
PREDICT inició One Health Surveillance, un enfoque colaborativo transdisciplinario para comprender el riesgo de enfermedades infecciosas en la interfaz animal-humano.
El 1 de abril de 2020, PREDICT recibió una
extensión de 6 meses para ayudar con los esfuerzos de respuesta al
COVID-19, siendo finalmente cerrado a finales de ese mismo año.
PREDICT estaba dirigido por UC Davis One Health Institute y sus socios principales incluyeron,
Sabemos que todos los socios del Programa PREDICT, EcoHealth Alliance, Metabiota y Labyrinth estaban involucrados en proyectos de 'Ganancia de Función' (GOF).
Este sistema promueve un acceso pretendidamente equitativo a patógenos y sus secuencias genéticas para acelerar la investigación y desarrollo de vacunas, terapias y diagnósticos.
A cambio, los fabricantes farmacéuticos participantes deben reservar el 20% de su producción en tiempo real (10% donado y 10% a precio accesible) para la OMS, que distribuye estos productos según riesgos y necesidades de salud pública, priorizando países en desarrollo.
El PABS también dice buscar una sistema garantista de beneficios equitativos, como el acceso a tecnologías sanitarias.
Los pormenores de este sistema quedan a la espera de mayor detalle que se desarrollará en un anexo que se debería comenzar a negociar en 2026.
Otro asunto que debemos celebrar con respecto de los PABS es la desaparición del artículo 15 del Borrador de 2024 ausente en 2025.
Este artículo, dedicado a la gestión de la responsabilidad y la compensación por daños derivados del uso de productos sanitarios, incluía estrategias para manejar la responsabilidad legal y mecanismos de compensación sin culpa, lo que suponía exonerar a los fabricantes de productos farmacéuticos ante posibles litigios por compensación de daños.
Según los valedores de la medida, su eliminación en el acuerdo final podría desincentivar la participación de fabricantes y países, especialmente en contextos de litigio lo que, según sus valedores, podría representar una pérdida significativa para la cooperación internacional, ya que las farmacéuticas no encontrarían incentivo.
Si bien es cierto que recibe contribuciones de los Estados miembros, esto es sólo una pequeña proporción del presupuesto. La OMS también recibe contribuciones voluntarias de asociaciones públicas y privadas.
De ellas, un porcentaje nada desdeñable proviene de la propia industria farmaceutica, o de fundaciones asociadas como el Wellcome Trust que dirigía Jeremy Farrar, pieza clave en la trama de encubrimiento del origen sintético del SARS-CoV2.
Entre los cargos de relevancia de la OMS se
encuentran otros conocidos del ámbito de la ganancia de función,
como Ron Fouchier, cuyos
experimentos de ganancia de función
sobre el virus H5N1, amenazan con sentar las bases de un nuevo
terror pandémico, esta vez a costa de la gripe aviar.
En la década de los 80, más del 80% de los fondos de la OMS provenían de los Estados Miembros, dotando a la Asamblea General de mayor margen de decisión, mientras que hoy, el 88% de su financiación proviene de intereses privados como la Fundación Bill y Melinda Gates o la Alianza GAVI, también dirigida por Bill Gates.
El cambio de modelo no es baladí,
De este modo, podemos ver como los intereses privados de estas fundaciones se ven recompensados a través de la OMS.
Fíjense por ejemplo en esta sorprendente noticia.
Se ve que tuvo ojo Bill Gates, ya que BioNtech era, hasta ese momento, una empresa deficitaria que vivía de subvenciones,
Del mismo modo, la empresa Moderna vinculada al Pentágono y a los NIH de Fauci, jamás había registrado beneficios.
Bill Gates y su red de fundaciones está siguiendo los pasos del mayor donante histórico y principal impulsor de la organización, la Fundación Rockefeller.
El papel de Gates además es bivalente,
Recordemos que la donación a GAVI es una donación incondicional, sin que España pueda decidir de ningún modo en qué clase de proyectos se gasta el dinero.
Como he podido demostrar, la naturaleza de la OMS es en esencia, privada, y se desarrolla sobre un conflicto de interés de magnitudes bíblicas, por lo que, al margen de lo que cada cual pueda pensar sobre el contenido de los Acuerdos, deslegitima radicalmente a la OMS como esa suerte de ministerio de salud global en que pretende erigirse.
A continuación, desgrano con más precisión los
datos de financiación de la OMS al momento del inicio de las
negociaciones del Acuerdo de Pandemias.
Conclusión
Todas las cuestiones que he desgranado en este artículo se han convertido en piezas fundamentales del debate público en EE.UU., resultando definitorias para la elección de Donald Trump, que ha asumido como propios los postulados de Robert Fitzgerald Kennedy Jr. a quien ha nombrado responsable de la cartera de Salud Pública en EE.UU..
Sin el apoyo del principal estado miembro hasta la fecha, y con la abstención de actores principales en el tablero geopolítico como Rusia, Irán, Italia o Israel, el texto del acuerdo queda huérfano de apoyo, a excepción de China, cuyas intenciones apoyando este texto son meramente estratégicas.
¿Verían ustedes al gobierno chino aprobando la creación de una Autoridad Nacional incrustada en su gobierno que vele por el buen despliegue de las enmiendas del RSI como reza el texto? Yo tampoco...
Así las cosas, es tiempo de celebrar el fracaso de la OMS, aunque no conviene lanzar las campanas al vuelo.
El complejo industrial de las pandemias no se ha
creado para desmontarse de un día para el otro, y de nuestra
capacidad crítica dependerá su fracaso total.
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