Queridos amigos,
Permítanme agradecer
a los organizadores
de esta conferencia y saludar a todos los
participantes.
Vuestra presencia y
el hecho de compartir la alarma por el golpe de Estado global -
junto con muchos otros grupos y movimientos de todo el mundo -
debe ser para todos nosotros motivo de gran consuelo, porque
significa que el ataque al que estamos asistiendo encuentra una
oposición firme y decidida que no está dispuesta a dejarse
imponer el plan criminal de los siervos del
Foro Económico Mundial (FEM).
Ustedes han tenido la oportunidad de escuchar otras
intervenciones, en las que se les ha explicado en forma
exhaustiva cómo se fraguó este golpe de Estado a lo largo del
tiempo, quiénes son sus autores y cuáles son los objetivos que
se propusieron.
Durante los últimos
tres años, yo mismo he denunciado muchas veces el uso
instrumental de
la farsa pandémica y de
la vacunación masiva
como un experimento de ingeniería social, a través del cual no
solo patologizar a la población mundial después de haber
exterminado una parte de ella, sino también crear la condiciones
para un control capilar de toda actividad humana.
Este control sirve
para hacer posible el crédito social, ya vigente en la dictadura
comunista china:
a través de este sistema, los ciudadanos son
sometidos a una evaluación de su comportamiento "virtuoso",
siendo recompensados o castigados según su obediencia.
Y esto, como sabemos,
solo puede ocurrir cuando cada persona es rastreable en todas
sus acciones, incluidos los pagos y las transacciones
financieras.
Poco importa que las
recompensas y los castigos se refieran al cumplimiento de
los
confinamientos, a haber recibido la llamada "vacuna", a expresar
el pensamiento en las redes sociales o al supuesto impacto del
anhídrido carbónico en nuestros consumos:
el controlador quiere
poder obligarnos con medios coercitivos a obedecer sus órdenes,
independientemente de si lo que nos pide es razonable o
justificado.
El pase verde que
hemos experimentado recientemente fue,
-
el ensayo general de la
identidad digital que la Unión Europea quiere imponer a todos
sus ciudadanos
-
una identidad digital que estará vinculada a
nuestra cuenta corriente, al historial médico, a nuestra
actividad en Internet, a las compras que realizamos...
Debemos reconocer que los artífices de este golpe de Estado han
demostrado estar extremadamente organizados y,
por un lado
debemos admitir también que la reacción a este progresivo
cercamiento ha sido lenta y fragmentada.
Por otro lado, es
precisamente al mantenernos divididos que nuestro enemigo -
porque lo es - logra debilitarnos e impedir la formación de un
movimiento de oposición.
Debe impedir la
coordinación de la protesta, la visibilidad de las voces
disidentes y la difusión de los argumentos que desautorizan la
narrativa dominante.
Me dirijo a ustedes como obispo católico y ex-nuncio apostólico
en Estados Unidos de América.
Mi tarea principal,
como Pastor, es defender la Verdad, que es un atributo de Dios,
contra la mentira del que ha sido mentiroso y homicida desde el
principio.
Pero en este caso,
queridos amigos, el ataque de la élite no golpea solamente a los
fundamentos de la religión, sino a la esencia misma de nuestro
ser, nuestra libertad, nuestro libre albedrío y la naturaleza
misma.
Es una guerra contra
Dios y contra el hombre.
Una guerra en la que
un grupo de subversivos quiere reiniciar el mundo - este es
el
Gran Reinicio del que hablan - reseteando la Creación y borrando
todo lo que en ella recuerda la sabia mano del Creador y, sobre
todo la total gratuidad de su obra.
Todo lo que
la élite globalista lleva a término es en vista de
dos objetivos, uno ideológico (yo diría casi teológico) y otro
material.
El objetivo
ideológico es esclavizarnos, privándonos de la libertad de hacer
el bien y obligándonos mediante chantajes o amenazas a hacer el
mal, o incluso solamente a tolerar que otros lo hagan.
El fin material es
concentrar la riqueza en manos de pocos grupos financieros, que
gracias a estos beneficios puedan cooperar activamente en la
realización del primer objetivo.
Ustedes pueden ver
confirmado esto al observar cómo en los últimos años todo se ha
transformado en una fuente de ganancias:
-
el nacimiento, con la
maternidad subrogada y la inseminación artificial
-
la muerte,
con el aborto y la eutanasia
-
la vida, con las vacunas, la
transición de género y la mercantilización del sexo...
Todo lo que el
Señor nos ha dado gratuitamente y con la magnificencia digna
de Dios se ha convertido en dinero.
Nos hacen pagar por
las cosas buenas, porque al ser caras son difíciles de
practicar; y por las cosas malas, porque pagamos el precio de
nuestros pecados a quienes nos los proponen como estilo de vida.
Nos hacen pagar por
lo que hasta ayer era impensable que se pudiera comerciar:
el
aire, el agua, el sol, la naturaleza, la salud, incluso las
amistades y el amor.
Y lo que es peor es que esta
mercantilización es un fraude colosal, porque se basa en una
mentira que muchos parecen querer creer:
que las cosas tienen
necesariamente un precio, que no hay nada que pueda ser dado
gratuitamente.
Mi llamado a todos ustedes hoy es que puedan comprender que la
única forma infalible de salir de este laberinto infernal es
atacar de raíz el flagelo globalista, precisamente en los dos
frentes que mencioné anteriormente:
el ideológico y el
económico.
Por el contrario, quizás el primero al que hay que
golpear es el económico, porque es el que garantiza los medios
de subsistencia a este perverso sistema.
Pero para hacerlo es
necesario unirse en una
Alianza Antiglobalista, contribuyendo -
cada uno con sus propios medios - a una acción de resistencia y
de denuncia del golpe de Estado.
Desde muchas partes del mundo la respuesta a mi llamada para la
Alianza Antiglobalista está recibiendo un gran interés, porque
si logramos unirnos y organizar una oposición realmente podemos
conseguir algo.
Por un lado, la refutación de los puntos
programáticos de
la Agenda 2030, la formulación de propuestas
alternativas creíbles que respeten el derecho natural y la
denuncia de los subversivos.
Por otro lado, el boicot a las
multinacionales comprometidas en la promoción del globalismo y
el apoyo a todas aquellas realidades que se oponen a este
último.
Si cada uno de nosotros no comprara productos de
empresas alineadas con el Foro Económico Mundial (FEM) sería posible
enviar una señal fuerte que difícilmente sería ignorada.
Y si,
al mismo tiempo,
ayudáramos concretamente a la tienda de al
lado, al artesano de nuestro barrio, al agricultor y al ganadero
de nuestra zona,
...crearíamos una red de resistencia que podría
hacer un frente común y oponerse a la implementación de la
agenda globalista.
Somos millones, mejor dicho, somos
miles de
millones de personas.
Y aunque hasta ahora hayamos estado
desorganizados debido a la falsificación deliberada de la
confrontación por parte de
los medios de comunicación, todavía
tenemos la oportunidad de reaccionar juntos,
para redescubrir
esas relaciones humanas auténticas que la distopía del
Nuevo
Orden Mundial quiere eliminar porque las considera peligrosas.
En consecuencia, les exhorto a continuar por el camino que han
emprendido, aunando las fuerzas con objetivos claros y
concretos.
Si ustedes le dieran un alma cristiana a esta acción
práctica, poniéndola bajo la protección de Dios, las
posibilidades de éxito aumentarán exponencialmente, porque a
nuestras pobres fuerzas humanas se añadirá la omnipotencia del
Señor, que nos ama y no nos abandona en las dificultades.
Pero
para ello, queridos amigos, debemos elegir un bando: o del lado
de los Hijos de la Luz o del lado de los hijos de las tinieblas.
Y ser Hijos de la Luz significa ser buenos cristianos, obedecer
los mandamientos de Dios, respetar la sacralidad e
intangibilidad de la vida, defender la familia natural y la
educación de nuestros hijos, preferir la gratuidad y generosidad
del Bien al lucro y cálculo de los que hacen el Mal.
No podemos esperar que nuestro Señor nos ayude, si somos los
primeros en ofenderle con nuestra conducta de vida.
En la
oración del Señor, Jesús nos ha mostrado el orden de
prioridades:
santificado sea tu nombre, venga a nosotros
tu
reino, hágase tu voluntad son las cosas principales, a las que
les siguen cosas materiales, danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas, no nos dejes caer en la tentación,
líbranos del mal, santifiquen el nombre de Dios, háganlo reinar
en sus corazones y en las sociedades, obedezcan su santa Ley.
El
resto - gratuitamente, como todas las cosas de Dios - nos será
dado mucho más allá de toda esperanza nuestra.
Que el Señor les
bendiga a todos.