por Jorge Ramos
Junio 2014
del Sitio Web
ElSecretoDeTiamat
Índice
Prólogo
La metamorfosis
Parte Primera (Hacia el
horizonte cóncavo)
-
Durante el vuelo
-
Un paseo con las Ski-doo
-
Variación inexplicable de temperatura
-
Una propuesta arriesgada
-
Ante una pared casi vertical para franquear
-
El momento de la misteriosa revelación
-
Extrañamente cóncavo
-
El deshielo
-
Un paraíso escondido
-
Algo que construir y algo más grande que presenciar
-
Su peso es menor al del volumen de agua que
desaloja
-
Una desconcertante visita
-
Donde el escepticismo de Eddie es demostrado
-
Un buen café para conocerse
-
¿Quién me susurra en los sueños?
Parte Segunda ("El
Anillo")
-
Extraños
sonidos en la noche
-
Alguien a
quien acudir
-
La base
secreta
-
Inoportuno giro del cauce del río
-
La
reunión
-
Persecución maldita
-
Buscando
contactos
-
Divina
providencia
-
Máxima
prioridad
-
Un
encuentro imposible
-
La noche
continúa
-
La cita y
algo más...
-
Cálidas
galerías para un crudo invierno
-
Cuando la
desesperación colma su límite
-
Una
cacería sangrienta
-
Unidas en
la desesperación
-
Atrapados
entre las oscuras y frías paredes de la agonía
-
Nos
vigilan
-
Una gota
de esperanza
-
La visita
sorpresa
-
Una
misteriosa luz
-
La
guarida del acantilado
Parte Tercera ("Zona
Oscura") - no incluido en este
informe
Donde el
Sol se pone para siempre
Profundas reflexiones
Cuando el alma nos invita a tomar caminos diferentes
La visita laboral de Kat
Exasperación tras los bastidores
Corazones encendidos
El libro polvoriento y misterioso
Tiamat
Los moradores de la cúspide piramidal
Una extraña invitación
Algo realmente maravilloso
Camino tortuoso
La Luz y la Oscuridad
La cabaña
Anunnaki igual a nibiruano
Parte Cuarta (El mundo
interno de Tiamat) - no incluido en
este informe
Aparentemente un apacible día en el parque infantil
Comenzando la historia
Hacia el Proyecto de Integración de Polaridades
Una visión fascinante
Los comienzos de Nibiru
Cuando Ángela mira a los ojos de la oscuridad
La ciudad intraterrena de Instrol
Proyecto genético de Tiamat. Capítulo I
Un obsequio inesperado
Proyecto genético de Tiamat. Capítulo II
El Ágora
Epílogo
- no incluido en este informe
Prólogo
Son muchos los secretos que se han
ocultado a lo largo de la historia de nuestra civilización.
El
interés por conocer los aspectos del pasado que alojan las
respuestas a los ruegos del presente, ha atraído la atención de
varios investigadores que se afanan por revelar los
acontecimientos históricos yacidos en el olvido; bien se
encuentren asentados en ruinas o encriptados en pasajes
arcaicos, la dificultad de los hallazgos ha demorado el día en
que la coetánea generación pudiera retirar el velo de sus ojos y
no permanecer más como un individuo ciego cuyo pasado es aquel
gran desconocido que atormenta su conciencia.
Y en qué misterios habremos de adentrarnos en este breve relato
que no sea en las evidencias que los habitantes de las tierras
de Súmer nos dejaron como legado en las tablillas recientemente
descubiertas.
Es el motivo que alentó al respetado autor Jorge
Ramos a dedicar sus esfuerzos para escribir la presente obra, y
enseñarnos que la oscura realidad en donde vivimos fue antaño
una sociedad sin ocultismos; cuando el hombre conservó la unión
fraternal con la naturaleza.
Sí, los que detentaron la ocasión
de vivir en la alegada época, acusarían los incidentes que en
los lienzos de barro son figurados por la etnia de
los Anunnaki
- "los dioses que del cielo bajaron a la tierra" - para adulterar
una de las etapas de la vida desde
el planeta Nibiru.
Los
sujetos que provocaron el desequilibrio se citaron siglos más
tarde en las narraciones póstumas a su mudanza, ya como el
recuerdo de una antigua leyenda que generó dudas sobre su
originalidad cuyos argumentos se interpretaron de diversas
formas; es así como se consolidó el mito del pueblo.
Y ahora, el
sacrilegio de este pasado no ha borrado las huellas de su
presencia, porque lo acontecido hace más de 4000 años a.C., ha
quedado inscrito en los restos de la cultura de sumeria.
Durante la lectura del volumen, que no alberga solo las
aventuras de sus personajes, sino los valores de un pensamiento
libre y atrevido que ha investigado sin miedo al futuro bajo la
intuición de su propia alma, se nos remontará a un viaje donde
las cuestiones que recaen sobre los eslabones de nuestro pasado
quedarán resueltas.
por Adrián Hidalgo "Sin'il"
La metamorfosis
4.500 millones de años antes - El Sistema
Solar
Cuando la nada parecía un abismal y oscuro océano sin vida, se
produjo una chispa en forma de pensamiento.
Un nuevo diseño estaba a
punto de iniciarse; el juego entre polaridades trazaba el ritmo
natural de la existencia. Tal fue el origen de nuestro universo.
Una Infinidad de enormes cúmulos de gases, semejantes a pompas de
jabón, junto a otros de polvo, comenzaron a expandirse y deambular
sin rumbo alguno, con caprichoso destino, por todo lo recóndito del
cosmos.
Fuerzas desconocidas hicieron que, misteriosamente, se
atrajesen entre ellos hasta conseguir formar conjuntos, que
parecieran estar artísticamente dibujados en hermosos lienzos, con
centenares de miles de millones de nebulosas. Como granos de cereal
fueron derramándose por toda la profundidad del nuevo espacio
sideral, y con distinta suerte tomarían caminos desiguales,
estableciéndose, de este modo, sus propias formas de vida.
En una de éstas nebulosas, los gases utilizaron su poder de presión
para expandirse, no obstante, las fuerzas gravitacionales de la
formación lo impidieron, superando así el poder expansivo de los
mismos y atrayéndolos en dirección al núcleo como si de un gran
abrazo cósmico se tratara. Ésta, inexorablemente, terminó
colapsando.
La nebulosa, en su fase de contracción, comenzó a girar sobre su
propio eje.
Pero el cóctel que produjo las fuerzas gravitatorias con
las presiones de los gases y su misma rotación, hizo iniciarse un
proceso de achatamiento. Esto originó acumulaciones gaseosas
mezcladas con polvo en su interior, y fue entonces cuando nació una
de las centenares de miles de millones de Galaxias del Universo, la
Vía Láctea.
Así fue como empezaron a formarse cúmulos corpóreos de
todos los tamaños y propiedades físicas y químicas.
A efectos de
masas, algunos de estos cúmulos se separaron para constituir planetas
y girar en torno a alguna gigantesca masa incandescente. De esta
manera fue como se crearon los diversos sistemas de la Vía Láctea,
entre ellos, el Sistema Solar.
Sin embargo, no todos los planetas o
demás cuerpos celestes pudieron formar parte de una estructura
familiar cuyo progenitor fuese un astro Sol. Muchos quedarían
huérfanos, errando solos por los misteriosos abismos de la Galaxia,
mientras encontraban alguna familia que lo amparasen.
Pasarían millones de años de continua transformación, y en ese
transcurso de tiempo fueron produciéndose, entre si, un sinfín de
impactos de cometas, asteroides y demás elementos cósmicos. El
Sistema Solar fue evolucionando con aquellos sucesos, hasta
configurar casi su estado actual.
De esta manera se consiguió,
progresivamente, el nacimiento de sus satélites y planetas, entre
los cuales se encontraba Tiamat.
El planeta, con un tamaño aproximado a la mitad de grande de lo que
es en la actualidad, estaba compuesto de agua en su totalidad.
Transcurrió miles de años de profunda transformación geológica, y
fue entonces, cuando en el interior de su composición acuosa
comenzaron a surgir las primeras células, para posteriormente
evolucionar a microorganismos pluricelulares, así sucesivamente
hasta alcanzar una variedad inimaginable de clases vegetales y
animales marinos con diversidad de formas y tamaños, algunos de
ellos realmente monstruosos y otros con inteligencias sorprendentes.
Poco a poco fueron adaptándose a su medio ambiente y al entorno que
les ofreció la oportunidad de existir y coexistir como seres vivos.
Entonces, no había hecho más que comenzar la cadena evolutiva de
vida en Tiamat.
Sin embargo, mientras deambulaba, perdido por los confines de la
galaxia, un cuerpo celeste huérfano semejante a una pequeña enana
marrón, se dirigía implacable y sin rumbo a gran velocidad hacia el
Sistema Solar.
Su volumen, tres cuartas partes del volumen de Tiamat,
estaba compuesto principalmente de materia sólida con un núcleo
incandescente.
Éste, comenzó a adentrarse y a cruzar la órbita
excéntrica e inclinada de Plutón, ignorándolo a su izquierda. El
joven y radiante Sol, con un volumen 900 mil veces mayor que el del
intruso, hizo que su extraordinaria fuerza gravitatoria atrajese
irremediablemente su curso.
La entidad, debido a la gran atracción
del astro Sol, modificó sensiblemente su trayectoria, hasta
convertirla en una elíptica.
Debido a ello, comenzó a variar de
forma considerable su orientación, de tal manera que logró cruzar
las órbitas; primero del gigantesco y gaseoso Neptuno, que se encontraba
orbitando detrás del Sol, al igual que el gigante helado Urano.
Después, se dirigió hacia la órbita de Saturno, atrayéndolo hacia
sus majestuosos y brillantes anillos, por lo que su rumbo elíptico
volvió a modificarse ligeramente, dibujando una parábola algo más
suave.
Cruzó la órbita de Júpiter - el planeta más grande
- encontrándose éste en el otro extremo del Sistema Solar, para
después del mismo modo hacerlo con la
de
Marte - el planeta rojo - dejándolo rezagado detrás a su izquierda.
La mala fortuna, o podríamos decir, la providencia, hizo que el
cuerpo, irremediablemente, se cruzase en el camino de Tiamat.
Parecía estar todo curiosamente predispuesto y confabulado, por una
mano invisible, para que así aconteciera. Gracias a que el
movimiento orbital de Tiamat era el mismo a la dirección que había
tomado la entidad visitante, éste, se aproximó más lentamente,
produciéndose un terrorífico encuentro casi frontal que hizo
estremecerse todos los rincones del Sistema Solar.
El impacto creó una inmensa nube de partículas de agua, polvo y
rocas, que debido a las diversas fuerzas gravitacionales se
distribuyó por todos los satélites y planetas del sistema, siendo
los cuerpos celestes más próximos a Tiamat los más "beneficiados",
como el planeta Marte.
Podría determinarse que, más que una colisión, fue una fortuita
fusión entre los dos astros. Su núcleo incandescente penetró hasta
el mismísimo centro de Tiamat. Lo cual creó una doble fuerza
gravitacional en su interior, repeliéndose entre ambas y girando en
sentido contrario.
Como resultado de la fusión, la materia sólida se
separó de la materia líquida, formando así una gran masa continental
en la superficie esférica.
Los gases dispersos se mezclaron creando,
de esta forma, las diversas capas de la atmosfera. Como
consecuencia, todos los seres vivos de Tiamat perecieron en el acto
irremediablemente.
Tan solo sobrevivieron aquellas células que
pudieron soportar tal envite entre los dos cuerpos celestes.
Sin embargo, como un óvulo fecundado por un espermatozoide resultó
Tiamat. El cuerpo intruso parecía llevar lo necesario para que
posteriormente y después de muchas decenas de miles de años de
metamorfosis, comenzara de nuevo a surgir la vida en el renovado y
preñado planeta.
Esta vez, con un volumen casi el doble del que
tenía antes de la colisión y algo más de una cuarta parte de materia
sólida, cohesionada en mayor medida en una misma zona de la
superficie, formaría lo que actualmente conocemos como Pangea
supercontinental.
Una mayor y rica diversidad biológica fue entonces la gran
característica del transformado planeta. De modo que, gracias a
ello, comenzarían, pues, a nacer una diversidad casi infinita de
seres vivos, tanto animales como vegetales, dentro del agua e
incluso fuera de ella.
De los océanos salieron hacia la superficie los primeros tipos de
anfibios. Éstos, después de varios cientos de miles de años,
evolucionaron hasta convertirse en los primeros tipos de reptiles.
Algunos de los cuales se desarrollaron en diversos grupos de
dinosaurios. Otros, por el contrario, evolucionarían más la
capacidad cerebral, llegando a formar complejas estructuras sociales
entre sus miembros, y convirtiéndose en
la raza reptiliana más
inteligente y evolucionada.
El desarrollo de la vida no había hecho
más que comenzar en Tiamat.
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