por Ranandiro
03 Junio 2012
del Sitio Web
PluralidadDeLosMundos
Asombrados los ojos se posan en una
situación que odiamos y que se repite incesantemente, con la
precisión del péndulo hermético:
la obra se despliega con diferentes
actores, con múltiples escenarios e incluso con variados
diálogos; sin embargo, tarde o temprano se desencadena la
tragedia y el corazón comienza a palpitar enloquecido.
Otra vez el disparador de la situación
detona invitando a los
comensales de las emociones negativas.
-
¿De qué forma aquello que
deseamos evitar es lo que termina ocurriéndonos?
-
¿Cómo podemos modelizar
matemáticamente una situación que involucra múltiples
actores, situaciones y sincronismos con probabilidad tan
infinitésima como efímera de ocurrencia, sin la connivencia
de las partes?
Y por añadidura no debemos olvidar
nuestros esfuerzos personales para que el evento no se
desencadene... cosa que de todas maneras ocurre.
Seguramente los matemáticos puros huirán
evitando modelar esta clase de escenario etiquetándolo
arbitrariamente como hecho social, huyéndole prestos por la
cantidad de variables desconocidas.
Donde falla la ciencia, quizá el esoterismo pueda brindar alguna
hebra de luz:
Castaneda postuló con claridad la
instalación foránea, la ufología no se quedó atrás y desde la
publicación de los libros de
Zecharia Sitchin y
William Bramley
que reflotaron las hipótesis sobre la manipulación del ADN
humano, el eco de
nuestros orígenes se agitó como una mueca
sombría del pasado
Rene Boulay en
Serpientes y
Dragones Voladores coincidió con una postura análoga:
A través de la manipulación
biológica, el Anunnaki o el Nefilim tomó un hombre mono
existente y le dio la parte de su divinidad, su sangre sauriana.
Algo de las Escrituras confirma el
hecho de que los experimentos biológicos fueron conducidos en la
tierra y que algunos de éstos se salieron de control.
Estos experimentos parecen haber
sido hechos rutinariamente por
los Nefilim, que no solamente
poseían técnicas avanzadas en medios de transporte y
comunicaciones, sino también en las ciencias biológicas.
Es evidente que algo han hecho los
dioses para que seamos lo que somos: esclavos de nuestras
emociones reactivas, proveedores de
loosh del Jardín (o vil sembradío) de los Dioses,
Bramley acertó con esto al sostener:
Los Custodios [Arcontes, las
entidades negativas en Cuarta Densidad] claramente no querían
que la humanidad comenzara a recorrer el camino hacia la
recuperación espiritual.
La razón es obvia. La sociedad
Custodia quería esclavos. Es difícil hacer esclavos a gente que
mantiene su integridad y sentido de la ética. Llega a ser
imposible cuando aquellos mismos individuos no son acobardados
por amenazas físicas debido a que han captado el despertar de
nuevo de su inmortalidad espiritual.
Más importante, si los seres
espirituales no pudieran ser atrapados más en cuerpos humanos,
sino que en su lugar usan y abandonan cuerpos a voluntad, no
habría seres espirituales disponibles para animar cuerpos de
esclavos.
Este párrafo refuerza la idea de que la
impecabilidad de conducta parece ser un escollo para los
intereses autoritarios de los dioses, y si bien suena
contradictorio, la idea de espiritualidad debiera disociarse del
concepto religión, al menos de las
religiones dogmáticas y teócratas.
Para elaborar una conclusión completa:
los dioses reconfiguraron un ser animal que sirvió de base para
anclar procesos emocionales centrados en la ilusión de la supremacía
del ego e importancia propia.
Lo que hoy somos no dista demasiado de
las lapidarias palabras del filósofo rosacruz
John
Baines:
Se argumentará que el Sapiens, a
diferencia de otras especies, siembra, produce y labora sólo
para sí mismo y no para otros seres.
Esto es efectivo en lo que se
refiere a los productos y materiales que el Sapiens emplea para
su propia manutención. Ninguna especie, no humana roba al
Sapiens el producto material de sus esfuerzos.
No ocurre lo mismo, en cambio, con
los frutos sutiles producidos por el árbol humano (sistema
nervioso) en su existencia cotidiana.
Estos, son rápidamente "cosechados"
por ciertos seres que se encuentran en una escala evolutiva
mucho más alta que el ser humano, verdaderos dioses del espacio,
que profitan del esfuerzo humano, pero que a la vez cumplen
ciertas funciones cósmicas, es decir, ocupan un importante
puesto en la economía universal.
Ya los hemos mencionado
anteriormente, llamándolos, los
Arcontes del Destino.
En concisas palabras,
los dioses han creado una impostura
que hoy denominamos hombre moderno, con fantásticos atributos intelectuales y con dos
tercios de su cerebro en un frenesí egocéntrico y soñador; el primer
tercio es el cerebro reptil, la ROM (Read
Only Memory) del computador cerebral, que de
por sí responde reactivamente con violencia primigenia y salvaje.
Mientras que el segundo tercio, el sistema límbico se encuentra en
un baño de emociones ilusorias bajo un trance hipnótico, como una
placa inalámbrica emitiendo señales internas que se nos escapan pero
que tal vez se utilicen dinámicamente para producir o encausar los
sincronismos negativos.
Tan sólo nos queda un tercio de nuestro cerebro, el neocortex, al
cual hallamos vilipendiada por la programación socio-política,
religiosa, medios de comunicación y el marketing de la feliz vida
consumista.
Esta poca "RAM" (Random-Access
Memory) de computador consciente, que la mayoría
busca acallar con dosis de diversa anestesia socialmente aceptada,
es lo poco que nos queda para el
trabajo interior.
El loosh o moneda
etérica,
adentro la instalación foránea,
dejando afuera a la Libertad
Pero retornemos a aquel tercio en trance
hipnótico...
Esta es la plataforma "cliente" que reside en nuestros
cerebros y que trabaja de interfaz con el
sistema de control hiperdimensional, (1) el
programa "servidor" que nuclea y optimiza las extracciones de
loosh masivas (tal vez, a través del karma grupal que
decante en guerras o hecatombes) o individuales (como las
manipulaciones románticas).
Es así entonces, como se cierra
el círculo que provoca los
sincronismos negativos, una sofisticada tecnología etérica
que provee de continuo alimento a los dioses, de la cual formamos
silenciosamente parte.
Del libro
Far Journeys (1985)
de Robert Monroe:
La producción de Loosh se mantuvo a un nivel
constante a través de la supervisión de los Recolectores
[¿quizá
los Grises?].
Las únicas alteraciones fueron
ordenadas por los mismos Sembradores [las entidades de
consciencia superior de orientación egótica - ver "Arcontes
- El Pacto Secreto"].
Bajo sus instrucciones, los Recolectores periódicamente cosechaban segmentos
específicos del Sembradío. Esto se hacía con el fin de
adecuar los químicos, la radiación y otros nutrientes para las
unidades venideras [las que
reemplazarán a la actual Humanidad].
Pero también
se efectuaba para recolectar Loosh adicional en
tal cosecha.
Para optimizar la recolección, los Recolectores generaban
turbulencia y caos en la envoltura gaseosa y en el núcleo que
forma la base del Jardín.
Estas hecatombes tienen el
efecto de culminar con la vida de multitudes de sembradíos, dado
que son aplastados por los movimientos telúricos, el fuego
emanado de los terremotos o el agua que ha sido agitada.
¿Y por dónde comenzar a desbaratar esta
maquinaria infernal?
Tal vez no podemos acallar aquello que resida
en el cerebro reptil, pero seguramente podemos trabajar en el
discernimiento para ignorarlo o rechazarlo. Y luego queda la ardua
tarea de volver consciente lo subconsciente.
El
trabajo interno consiste en recorrer pieza por pieza aquella
parte en tinieblas y llevarla a la luz de la consciencia donde es
posible transmutar los samskaras en herramientas fiables con
las que podamos contar.
Referencias
(1)
También conocido como,
...entre otros.
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