Ritos de Iniciación
Segunda Parte
Nuestra
Experiencia Cercana a la Muerte
19 Agosto 2023
Versión en inglés
Algo está
muriendo y algo está naciendo.
Hay mucho en
juego
para el futuro
de la humanidad
y de la Tierra.
Richard
Tarnas
En muchas culturas abundan los mitos que hablan de una utópica Edad
de Oro en la que reinaban la paz y la armonía.
En cierto modo, el mito
del héroe refleja esa necesidad o deseo de pasar por pruebas y
tribulaciones para resurgir victorioso, renovado y revitalizado.
Las señales y los
recordatorios están por todas partes en nuestros objetos culturales
y en nuestros cuentos, mitos, historias y creencias. La Tierra está sembrada
de restos de civilizaciones desaparecidas hace mucho tiempo, para
recordarnos que esto también pasará.
Nos fascinan los relatos y las
especulaciones sobre las tierras perdidas de
Lemuria y
Atlántida;
las conjeturas sobre civilizaciones perdidas en el fondo de nuestros
océanos, o incluso acerca de culturas más antiguas ahora barridas
por las arenas del tiempo milenario.
En lugar de vivir en un
tiempo lineal, muchos de nosotros empezamos a darnos cuenta de que
el transcurrir de los acontecimientos - terrestres y cósmicos - se
produce en ciclos.
Puede que volvamos a
encontrarnos con lo que ha sucedido anteriormente y, por tanto, los
signos de experiencias pasadas pueden ser de gran valor para
nosotros.
Los tibetanos cuentan que la humanidad está viviendo,
el final de un
periodo de oscuridad de 26.000 años, y que a esta época oscura le
seguirá "un ciclo de purificación"...
En todo caso, antes de
que surja la siguiente época, tendremos que enfrentarnos a una serie
de catástrofes y trastornos políticos y sociales.
Este relato es muy
similar a los de las profecías Maya y hopi, que hablan de un periodo
oscuro de agitación y grandes cambios antes de que se materialice el
siguiente ciclo.
El marco temporal de
26.000 años es idéntico al del
Calendario Maya, que indica que la
"Era del Jaguar", el 13º baktun, o largo periodo de 144.000 días,
llegará a su fin con el quinto y último Sol.
Este marco temporal
indica un Gran Año cíclico; es decir, el tiempo necesario para que
se complete un ciclo de la
precesión de los equinoccios, que se
calcula en aproximadamente 25.765 años; y este paso marcará el
"cambio" a una nueva era de evolución planetaria, que requiere un
tipo de consciencia radicalmente diferente.
Igualmente, existen mitos
nórdicos teutónicos que afirman que,
"la renovación del
mundo solo llegaría tras una gran destrucción en la que surgiría
un periodo de anarquía que vería a los humanos cometer muchos
actos viles". 14
Otro ejemplo de épocas
que forman parte de lo que se denominan las "Grandes Eras" son
los
"Yugas" de la filosofía hindú
Dentro de cada Gran Era
hay cuatro épocas: Satya, Treta, Dvapara y Kali, que son ciclos
conocidos dentro del movimiento celeste, en el seno de los cuales se
producen periodos significativos de cambio planetario.
Muchos comentaristas
hablan de que las circunstancias actuales de la Tierra,
"siempre oprimida por
malos gobernantes con grandes cargas de impuestos; tiempos
terribles en los que los más destacados de las mejores clases
abandonarán toda paciencia y realizarán actos impropios",
...están bajo la
influencia del Kali Yuga, 15 del cual se dice que llegará
a su fin después de mucho caos y perturbación. 16
Esto no parece muy
diferente de las condiciones actuales: ¡malos gobernantes con
sobrecargas de impuestos!
También los relatos bíblicos abundan en
tiempos que denotan el fin de un ciclo:
"Porque se levantará
nación contra nación, y reino contra reino; y habrá hambres, y
pestilencias, y terremotos en diversos lugares".
(Mateo 24:6)
De nuevo, nada muy
diferente de las condiciones globales actuales.
Estos ejemplos son solo algunos de los muchos mitos de la Tierra que
contienen referencias a ciclos celestes y épocas cíclicas.
Según el libro
Hamlet's
Mill, una obra de mitología comparada, hay más de 200 mitos/relatos
populares de más de 30 culturas antiguas que hacen referencia al
"Gran Año":
la precesión de los
equinoccios.
Los calendarios celestes
han sido la estructura central de muchas civilizaciones del pasado,
cuyos rituales y estilos de vida social se organizaban en resonancia
con los ciclos celestes.
Parece que nuestros
antepasados eran mucho más conscientes que nosotros del cambio
cíclico, y por eso la naturaleza del ascenso y la caída, las edades
oscuras y luminosas, la catástrofe y la catarsis, son temas comunes
en el largo viaje del tiempo evolutivo.
El mitólogo Richard
Heinberg resume este ciclo de ascenso-caída-levantamiento cuando
afirma que,
"el declive moral o
espiritual de la humanidad debe culminar finalmente en una
catarsis de dimensiones cataclísmicas, de la que surgirá la
semilla de una era restaurada de paz y perfección". 17
Así pues, la idea de una
experiencia planetaria cercana a la muerte no parece tan fantástica
cuando se sitúa en el contexto del cambio cíclico.
Es muy posible que
nuestra era actual esté experimentando los inicios de este ascenso -
un ciclo ascendente, una mente ascendente - y que, al hacerlo, deba
presenciar previamente cómo la Tierra se sacude a medida que el
planeta atraviesa su propia espiral cósmica como parte de la
precesión de los equinoccios.
Esto empieza a tener más
sentido cuando unimos la hipótesis Gaia de James Lovelock, el
inconsciente colectivo de Jung y la creciente crisis de nuestros
ecosistemas y de la biodiversidad, las perturbaciones geofísicas y
las variaciones climáticas.
Las señales de
advertencia están a nuestro alrededor, para los que tienen ojos para
ver y mentes a quien les importa...
Por eso utilizo la
experiencia cercana a la muerte como metáfora del periodo de
transición que atravesamos ahora, y que probablemente se volverá más
angustioso en los próximos años.
Nuestra vieja mentalidad desea intervenir en el planeta para
restablecer "la situación habitual"; es decir, restaurar el planeta
tal y como deseamos que sea en lugar de adaptarnos a uno que
necesita un reajuste.
Como dijo recientemente
el científico James Lovelock, creador de la hipótesis
Gaia:
La auténtica Tierra
no necesita ser salvada.
Puede salvarse a sí
misma, lo hará y siempre lo ha hecho, y ahora está empezando a
hacerlo cambiando hacia un estado mucho menos favorable para
nosotros y otros animales.
Lo que la gente
quiere decir con esta petición es "salvar el planeta tal y como
lo conocemos" y eso ya es imposible. 18
La mentalidad antigua es
uno de los mayores obstáculos para superar con éxito nuestra
iniciación global.
De hecho, no se trata de un juego de niños, ni de
una página de metáforas poéticas:
el astrofísico
Martin Rees (Presidente de la Royal Society 2005-2010) ha
declarado públicamente que considera que las probabilidades de
que nuestra civilización en la Tierra sobreviva hasta el final
del presente siglo no superan el 50 por ciento.
Rees cree que en la
actualidad corremos el riesgo tanto de un "propósito maligno" como
de una "desgracia", y afirma que el siglo XXI podría suponer la
terminación del viaje de la humanidad.
En su libro de 2003
'Our Final Century' escribe que,
"un colapso
catastrófico de la civilización podría destruir la continuidad,
creando una brecha tan amplia como el abismo cultural que
experimentaríamos actualmente frente a una remota tribu
amazónica". 19
Esto recuerda al
escenario planteado en la novela apocalíptica de Walter Miller
'Cántico por Leibowitz', en la que una catástrofe global
devuelve la civilización a la Edad Media, antes de que vuelva a
ascender a las alturas tecnológicas.
Lovelock es muy
consciente de esta posibilidad y quizá por ello ha propuesto crear
un "manual de puesta en marcha de la civilización" que incluya
información sobre cómo hacer fuego, técnicas y prácticas agrícolas,
genética y tecnología.
Este manual se
distribuiría por todas partes, propone Lovelock, con el fin de
salvaguardar algunos de nuestros preciados conocimientos en caso de
que... ¿ocurriera algo?
En un sentido similar, la NASA propuso en su día crear un depósito
en la Luna para preservar el aprendizaje, la cultura y la tecnología
de la humanidad.
Este plan fue bautizado
como el Arca Lunar y pretendía preservar la tecnología, el arte, las
cosechas y el ADN tanto animal como humano.
Paralelamente, en febrero
de 2008 se inauguró la
Bóveda Global de Semillas de Svalbard, un
banco subterráneo de semillas situado en la isla noruega de
Spitsbergen, a unos 1.300 kilómetros del Polo Norte.
La cámara acorazada
conserva semillas duplicadas de bancos de genes de todo el mundo y
servirá de refugio para las semillas en caso de crisis regionales o
mundiales a gran escala.
Es casi como si
estuviéramos preparándonos para una experiencia colectiva cercana a
la muerte.
Al fin y al cabo, nos hemos estado preparando para ello:
se calcula que solo
en el siglo XX perecieron 187 millones de personas a causa de la
acción humana (guerras, masacres y persecuciones).
En la segunda mitad del
siglo XX, la amenaza de una aniquilación nuclear total pendía sobre
nuestras cabezas. Ahora estamos en la segunda década del siglo XXI y
parece que las cosas van a empeorar.
Una experiencia cercana a la muerte puede ser un acontecimiento
repentino:
un choque brusco que, literalmente, nos arroja fuera del
cuerpo y nos lleva a una fase terminal.
Aquí, deseo hacer una
breve incursión en algunos de los impactos repentinos que se podrían
considerar impredecibles y/o desconocidos, y que pueden proporcionar
un dramático despertar en forma de shock y forzar una rápida
reorganización necesaria de la civilización humana...
i) Amenazas biológicas
En 2002, la revista Wired publicó un artículo en el que pedía a
destacados científicos que hicieran "apuestas a largo plazo".
El astrofísico
Martin Rees apostó mil dólares a que,
"en el año 2020
un episodio de bioerror o bioterror habrá matado a un millón
de personas".
A lo que añadió:
"por supuesto,
deseo fervientemente perder esta apuesta; pero,
sinceramente, no creo que sea así". 20
La cuestión de las
amenazas biológicas es una caja de Pandora a punto de abrirse.
[i]
En realidad, solo un
estado policial total podría ofrecer esperanzas de protección
para un mundo en el que no se fabricaran armas biológicas, e
incluso puede que esto no sea posible.
La razón es que las
"superarmas biológicas" son tan fáciles de fabricar que pueden
crearse en laboratorios de bajo perfil con una pericia modesta.
Curiosamente, los
días 22 y 23 de junio de 2001 se llevó a cabo un simulacro de
ataque bioterrorista, cuyo nombre en clave era "Operación
Invierno Oscuro -
Dark Winter War Game".
Se diseñó para llevar
a cabo una versión simulada de un ataque encubierto y
generalizado de viruela contra Estados Unidos.
El escenario
consistía en un brote localizado de viruela en Oklahoma City,
diseñado para que se descontrolara. El simulacro debía hacer
frente a una situación catastrófica, ya que la rápida
propagación de la enfermedad implicaba la imposibilidad de
contener el contagio.
El objetivo del
simulacro era poner de manifiesto las consecuencias de una
pérdida masiva de vidas civiles y el pánico generalizado, la
desintegración social y la violencia colectiva que se
producirían cuando las infraestructuras fueran incapaces de
soportar la presión.
En lo que parecería ser otra extraña coincidencia, a principios
de año, en febrero de 2001, un equipo de la BBC comenzó a
trabajar en la filmación de un "docudrama" que titularon
Viruela
2002.
Según la descripción
del sitio Web de la BBC:
"Este docudrama
relata un ataque ficticio realizado por terroristas
utilizando el virus de la viruela.
Comenzaría en Nueva York
y sería llevado a cabo despiadadamente por un hombre que se
desplazaría por toda la ciudad".
Como sabemos, varios
meses después la alarma del ántrax en Estados Unidos se hizo
realidad, lo que no pasó desapercibido para el productor de la
BBC Simon Chinn:
Comenzamos la
producción de Viruela 2002 en febrero de 2001.
"Esto no es
ciencia ficción", había sido nuestro mantra, esto podría
suceder. Esta película no trata de un futuro lejano, sino
del día de mañana.
De repente, siete
meses después, el bioterrorismo se hizo realidad y Viruela
2002 adquirió el tipo de clarividencia que nunca había
pretendido.
El docudrama de la
BBC trataba de las consecuencias sociales de una 'pandemia' y de
cómo las familias tenían que enfrentarse a cuestiones como la
ley marcial y la cuarentena forzosa.
Está claro que un
ataque bioterrorista bien orquestado podría tener consecuencias
desastrosas y afectar a los mercados mundiales y al comercio
financiero; a una escala suficientemente grande, podría llevar
al mundo a un confinamiento virtual.
La amenaza de un "terror" pandémico ya ha sido experimentada por
el mundo mediático a través del alboroto de la gripe porcina de
2009.
En este incidente, un
brote global del virus de
la gripe H1N1 (comúnmente conocido
como "gripe porcina") y que parecía ser una nueva cepa, comenzó
en el estado de Veracruz, México, en marzo de 2009.
En junio de
2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros
para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados
Unidos declararon que el brote era una 'pandemia', a pesar de los
relativamente pocos casos de infección.
Sin embargo, para
entonces el nuevo "brote" ya había captado toda la atención del
mundo:
era una
'pandemia' mundial y los países se apresuraban a
conseguir millones de dosis de vacunas.
Las principales
empresas farmacéuticas, como GlaxoSmithKline y Baxter, se
apresuraron a probar, preparar y enviar las vacunas a los
gobiernos de todo el mundo, que las esperaban desesperadamente.
En enero de 2010, un miembro del comité de salud del Consejo de
Europa, Wolfgang Wodarg, se unió a otros críticos para afirmar
que las grandes empresas farmacéuticas habían organizado una
"campaña de pánico" para presionar a la OMS y que declarara una
"falsa pandemia" con el fin de obtener beneficios con la venta
de vacunas.
Sea como fuere, lo
cierto es que brotes de virus como la gripe porcina H1N1, una
variante de la gripe aviar (H5N1), el SARS (síndrome
respiratorio agudo severo), la fiebre aftosa, etcétera, corren
el riesgo de convertirse en 'pandemias' globales debido a las
cadenas humanas de transmisión.
En un mundo de gran
movilidad e interconexión, los brotes localizados pueden
convertirse fácilmente en amenazas globales.
Quizá solo sea
cuestión de tiempo que el próximo virus mutado se convierta en
un catalizador "cercano a la muerte" para una mente masiva
adormecida...
ii) Shock tecnológico
Estar integrados nos hace vulnerables, no solo como cadenas
humanas de transmisión, sino también como cadenas tecnológicas
dependientes.
Nunca hemos sido una
especie aislada; siempre hemos existido dentro de un complejo
ecosistema animal, vegetal y mineral. Ahora tenemos un
ecosistema añadido que es el tecnológico.
Como tal, hemos
evolucionado conjuntamente en un mundo que se entrelaza
simbióticamente entre lo biológico y lo tecnológico.
El filósofo Joël
de Rosnay considera que nuestra especie es ahora simbiótica
y, como tal, la información y la energía se transfieren
regularmente a través de redes tanto biológicas como
tecnológicas, entrelazando todos los procesos. 21
En un mundo tan
simbiótico, cada vez más integrado e interdependiente, hay más
posibilidades de que se produzcan conmociones tecnológicas
perturbadoras:
Estamos entrando
en una era en la que una sola persona puede, mediante un
acto clandestino, causar millones de muertes o dejar
inhabitable una ciudad durante años, y en la que un fallo en
el ciberespacio puede causar estragos por todo el mundo en
un segmento importante de la economía:
el transporte
aéreo, la generación de energía o el sistema financiero.
De hecho, la
catástrofe podría ser causada por alguien meramente
incompetente más que por un ser maligno. 22
La realidad del mundo
es que estamos virando de las intervenciones e invasiones
físicas a la ciberguerra y el sabotaje.
Esto se está
convirtiendo en algo demasiado habitual en los últimos años con
incidentes como
los ciberataques Titan Rain y Estonia.
El gusano informático Stuxnet, descubierto por primera vez en
junio de 2010, fue creado y programado específicamente para
atacar sistemas de infraestructuras críticas (lo que se conoce
como sistemas de control de supervisión y adquisición de datos -
SCADA).
Este gusano,
calificado ahora por los expertos como la "primera superarma
cibernética" del mundo, ha infectado un elevado número de
sistemas de infraestructuras energéticas críticas en Irán,
especialmente sus instalaciones nucleares, así como un gran
número de instalaciones chinas.
Una empresa experta
en seguridad digital afirmó que los ataques informáticos de
Stuxnet solo podrían haberse producido con el apoyo de un
estado-nación, lo que la convierte en una ciberarma específica
que dará lugar a la generación de una nueva carrera
armamentística en el mundo.
Imaginemos que un Estado sufre una caída repentina de sus redes
de energía y comunicaciones:
-
las redes
eléctricas se desconectan
-
se detienen
todas las comunicaciones por Internet
-
los
transportes se paralizan al dejar de funcionar sus redes
informáticas
-
los alimentos
dejarían de llegar a las tiendas
-
se diría a la
gente que se quedara en casa y que no viajara porque los
semáforos no funcionarían
Los hospitales
volverían a recurrir a generadores de energía de reserva, en
tanto que los medicamentos que se necesitasen urgentemente no
podrían distribuirse a quienes se encontrasen en sus casas.
Se crearía un pánico
generalizado que provocaría disturbios civiles y saqueos.
Si las
infraestructuras no se restablecieran inmediatamente, todo el
mundo acabaría valiéndose por sí mismo. El país se sometería a
la ley marcial y algunas zonas volverían a la organización
tribal y la fuerza bruta.
En sociedades
"civilizadas" tan complejas, basta una perturbación crítica para
que se produzca un colapso generalizado.
A finales de septiembre de 2010, el Departamento de Seguridad
Nacional de Estados Unidos organizó un ejercicio masivo de
simulación de ciberataques denominado
Cyber Storm III, cuyo
objetivo es poner a prueba la seguridad de las organizaciones
tanto gubernamentales como del sector privado.
El gobierno
estadounidense también ha puesto en marcha recientemente un gran
programa denominado "Ciudadano Perfecto", cuyo objetivo es
detectar ciberataques contra empresas privadas y organismos
gubernamentales responsables de infraestructuras como la
energía, el transporte y las redes de seguridad.
Esto demuestra que la
amenaza a las infraestructuras críticas de una nación se está
tomando en serio.
En mayo de 2010 el
Mando Cibernético (CYBERCOM) entró oficialmente en
funcionamiento en Estados Unidos tras varios años de
preparación.
Tiene prevista una
rápida expansión para garantizar que todas las redes
informáticas militares estén libres de piratas informáticos y
que las actividades militares estén totalmente protegidas contra
los ciberespías.
Al parecer, también
están en marcha los trámites para que el
CYBERCOM ofrezca
asistencia a las redes gubernamentales y civiles, entrelazando
de hecho los sistemas de defensa militares y civiles.
Del mismo modo, el Gobierno británico publicó en octubre de 2010
su Estrategia de Seguridad Nacional, en la que se citan los
ciberataques, junto con el terrorismo internacional, como uno de
los retos más importantes a los que se enfrentaba.
A continuación, la
Revisión Estratégica de la Defensa y la Seguridad del Reino
Unido explicó cómo Gran Bretaña utilizará el nuevo refuerzo de
500 millones de libras para defenderse de este tipo de ataques.
El jefe del Comité de
Inteligencia y Seguridad británico (ISC) habría advertido de que
los ciberataques contra los sistemas informáticos de gobiernos y
empresas podrían convertirse en "el próximo Pearl Harbor".
El auge de la
guerra cibernética es otro aspecto del creciente
arsenal de "armas silenciosas" que está llenando la tecnosfera.
La carrera
armamentística tecnológica incluye ahora un arsenal con base en
el espacio y armas de pulso electromagnético que pueden
manejarse a través de un paisaje invisible.
En este sentido, es
posible que ni siquiera veamos llegar la experiencia cercana a
la muerte; estará encubierta en un éter virtual.
Sin embargo, el
choque tecnológico subsiguiente será demasiado real, y puede que
evoque un retroceso a la Edad Oscura pre-tecnológica.
Nuestra excesiva
dependencia de sistemas externos, internos y entre bastidores
puede convertirse en nuestra mayor debilidad.
iii) Riesgos naturales
Puede que no tengamos que preocuparnos por el impacto de objetos
cercanos a la Tierra, como los
asteroides espaciales que han
dejado la Tierra llena de cráteres, ya que tenemos nuestros
propios peligros naturales de los que preocuparnos.
A pesar de que en
este siglo existe un riesgo del 50% de que se produzca el
impacto de un asteroide de la magnitud del de
Tunguska, ocurrido
en junio de 1908, es probable que tengamos preocupaciones más
cercanas.
La Tierra está
experimentando actualmente un conjunto impredecible de cambios y
perturbaciones geológicas, como huracanes, terremotos y
erupciones volcánicas.
El año 2010 puso
especialmente de relieve la fragilidad de la especie humana en
un planeta dinámico y cambiante.
Los primeros meses de 2010 se estrenaron con un estallido
sísmico récord:
el
terremoto de Haití del 12 de enero, de
magnitud 7 (en la escala de magnitudes del momento).
Debido a la
geología de la isla y a sus condiciones de vida, el impacto fue
dramático.
Se calcula que tres
millones de personas se vieron afectadas por el sísmo, hubo
230.000 víctimas mortales, 300.000 heridos, un millón de
personas sin hogar y cerca de 300.000 edificios dañados o
destruidos.
Estas cifras tan
enormes han convertido al terremoto de Haití en el sexto más
mortífero de la historia, al que pronto siguió el quinto más
fuerte desde el siglo XIX.
El 27 de febrero, un terremoto de 8,8 grados (escala de magnitud
del momento) sacudió las costas de Chile, provocando enormes
temblores en el 80% del país que se sintieron hasta en las
principales ciudades de Argentina y Perú.
El sismo también
provocó un tsunami que hizo que se emitieran alertas en 53
países; la zona de San Diego (California) y el noreste de Japón
también resultaron afectados.
Chile sufrió un
apagón que afectó al 93% de su población y que, en algunos
casos, duró varios días. Se produjeron saqueos y se recurrió al
ejército para restablecer la paz y controlar las zonas dañadas.
No cabe duda de que
el año 2010 había empezado de forma explosiva, solo faltaba que
una erupción volcánica se sumara a la mezcla.
El 14 de abril de 2010, el
volcán islandés Eyjafjallajökull, que
había tenido algunas erupciones menores el mes anterior,
finalmente expulsó a la atmósfera cenizas volcánicas de varios
kilómetros causando el caos y afectando a eventos económicos,
políticos y culturales por todo el mundo.
Se prohibió el
transporte aéreo en Europa, lo que causó graves trastornos en
los desplazamientos a nivel mundial.
La Asociación
Internacional de Transporte Aéreo calculó que el sector aéreo
perdía 130 millones de libras al día. Creció el temor de que las
entregas diarias de alimentos se vieran afectadas y algunos
países, como el Reino Unido, sufrieran escasez.
La preocupación por los posibles daños también afectó a,
-
las
existencias de medicamentos
-
las empresas
de transporte mundial, como FedEx y DHL, tuvieron que
iniciar rutas por carretera para compensar el cierre del
espacio aéreo
-
las empresas
de viajes registraron pérdidas diarias millonarias
-
algunos
fabricantes de automóviles y empresas de información
tecnológica se vieron obligados a suspender la
producción debido a las interrupciones en la cadena de
suministro de productos electrónicos
Kenia sufrió mucho
debido a que su sector de exportación de flores, muy sensible al
tiempo, tuvo que destruir 3.000 toneladas de flores a causa de
su deterioro, según informó su Consejo de Flores.
Además, los
acontecimientos culturales y deportivos sufrieron cancelaciones
e interrupciones generalizadas; se suspendieron las visitas
reales y de Estado, y los dignatarios políticos se vieron
obligados a cancelar sus planes de viaje.
Unos pocos días de nubes de ceniza sumieron al mundo en el caos
y la conmoción.
No solo sufrieron las
empresas, sino también los ciudadanos, que pudieron hacerse una
idea de la fragilidad de las economías y los estilos de vida
basados en la puntualidad de las entregas.
Esperamos que haya
alimentos frescos en las estanterías cada día; confiamos en
subirnos a un avión y recorrer medio mundo en pocas horas;
estamos acostumbrados a que todo lo que nos rodea sea puntual,
esté a tiempo y sea oportuno.
La nube de ceniza
islandesa rompió esta ilusión y reveló, a quienes podían verlo,
que nuestros sistemas globales pueden ser eficientes y
convenientes, pero no son resistentes.
Cada día que pasa,
nuestra civilización está un paso más cerca de una experiencia
cercana a la muerte por riesgos naturales.
E incluso puede que
sea un peligro "natural" provocado por el hombre.
iv) Peligros de origen
humano
Puede que no necesitemos ningún riesgo natural que nos obligue a
un incómodo rito de iniciación; se diría que, como especie,
somos bastante capaces de proporcionarnos nosotros mismos las
conmociones necesarias.
En el periodo
industrial de nuestra fase tecnológica, hemos padecido una buena
ración de accidentes desastrosos.
En realidad, en todo
el mundo se producen accidentes industriales prácticamente a
todas horas; muchos de ellos son de poca importancia y no
aparecen (o se ven obligados a no aparecer) en los titulares.
Hay, sin duda,
innumerables "cuasi-accidentes" que pasan desapercibidos y de
los que el público en general no sabe nada.
En aras de la
brevedad, me referiré solo a algunos de los riesgos humanos más
tristemente célebres ocurridos en las tres últimas décadas.
La tragedia del gas de Bhopal es tristemente célebre en todo el
mundo por ser la peor catástrofe industrial ocurrida hasta la
fecha.
En la noche del 2 de
diciembre de 1984, la fábrica de pesticidas Union Carbide India
Limited de Bhopal (India) dejó escapar un gas venenoso,
isocianato de metilo, junto con otras sustancias químicas.
Inmediatamente se
contaron por miles las víctimas mortales, y desde entonces ha
habido varios miles más de fallecidos por enfermedades
relacionadas con el gas.
Una declaración
gubernamental de 2006 afirmaba que la fuga de gas causó 558.125
lesiones en total, entre ellas muchos miles de lesiones
parciales e invalidantes permanentes.
Según las familias
afectadas por la tragedia, las indemnizaciones nunca han llegado
a ser suficientes.
Menos de dos años después, el 26 de abril de 1986, se produjo el
que se considera el peor accidente de una central nuclear de la
historia.
La central nuclear de
Chernóbil, en Ucrania (entonces parte de la Unión Soviética),
sufrió una serie de roturas cuando un aumento de la potencia
dañó la vasija de un reactor.
Las explosiones que
se produjeron enviaron columnas de humo radiactivo a la
atmósfera, que comenzaron a extenderse por grandes zonas del
oeste de la Unión Soviética y gran parte de Europa.
Se calcula que el
accidente de Chernóbil liberó 400 veces más material radiactivo
que el bombardeo atómico de Hiroshima.
Aunque se produjeron
relativamente pocas muertes relacionadas directamente con la
catástrofe (en su mayoría trabajadores de la central y equipos
de rescate), se calcula que varios miles morirán finalmente de
enfermedades relacionadas con el cáncer.
Las secuelas de tales peligros no son solo inmediatas, sino más
duraderas y de mayor alcance. En el caso de la radiactividad,
puede penetrar en los ecosistemas medioambientales y dejar
rastros residuales durante muchos años.
La radiactividad
penetra en ríos, embalses, lagos y aguas subterráneas, lo que
provoca la contaminación de las poblaciones de peces y del agua
potable.
La fauna, la flora y
el ganado también se ven afectados, con la consiguiente muerte
de muchos bosques y animales locales.
Incluso en Europa se
descubrió que muchas reses estaban contaminadas por la
radiación, y algunos rebaños tuvieron que mantenerse fuera de la
cadena alimentaria humana.
Estos peligros
provocados por el hombre inyectan sustancias artificiales y
antinaturales en los ecosistemas naturales, sumándose a un
paisaje invisible de contaminación y polución humanas.
El 20 de abril de 2010, la plataforma de perforación
Deepwater
Horizon sufrió una explosión en la que murieron 11 trabajadores
y que provocó un vertido de petróleo que fluyó durante 3 meses
desde el fondo marino.
Este vertido en el
Golfo de México (conocido como el vertido de BP) se considera
ahora el mayor desastre medioambiental de la historia de Estados
Unidos y es el mayor vertido accidental de petróleo marino de la
historia de la industria petrolera.
Quizá nunca sea
posible calcular con exactitud el número de millones de barriles
que se vertieron al mar durante tres meses, por no hablar de las
enormes cantidades de dispersantes químicos utilizados,
especialmente Corexit 9500.
La contaminación de
los mares del Golfo puede tardar décadas en recuperarse por
completo, y las poblaciones de peces se verán gravemente
afectadas.
Debido a la
naturaleza del vertido, es decir, a un reventón en el fondo
marino y no a un vertido a nivel del mar, es posible que nunca
se conozcan del todo las consecuencias a largo plazo de la
catástrofe.
Además, a diferencia
del vertido del Valdez, la cobertura mediática del vertido de BP
fue muy limitada y, según muchos informes, suprimida de forma
activa.
Lo que sí se sabe,
sin embargo, es que el vertido ha causado grandes daños al
hábitat marino y de la fauna salvaje, a la pesca, al turismo, a
los humedales y las costas y, según se afirma, a la salud de las
personas.
Teniendo en cuenta los pocos incidentes mencionados aquí, puede
resultar obvio para muchos de nosotros que hemos sido avisados
sobradamente,
¡así que no podemos decir que no fuimos
advertidos...!
Sin embargo, aún no
hemos despertado ni superado nuestra iniciación global:
seguimos luchando
con la infancia de la especie, tambaleándonos al borde de
nuestro rito de iniciación; en el umbral del inframundo.
No obstante, todos
estos incidentes también se han acumulado en nuestros entornos y
ecosistemas.
Aunque todavía no nos
hayamos dado cuenta de nuestra ventana de crisis, seguiremos
sufriendo en los próximos años los daños que infligimos hoy.
Una vez más, como
afirma Martin Rees, Presidente de la Royal Society
(2005-10):
... en el siglo
XXI, la humanidad está más amenazada que nunca por una mala
utilización de la ciencia.
Y las presiones
medioambientales inducidas por las acciones humanas
colectivas podrían desencadenar catástrofes más amenazadoras
que cualquier peligro natural...
Las nuevas
ciencias pronto darán poder a pequeños grupos, incluso a
individuos, con una influencia similar sobre la sociedad.
Nuestro mundo,
cada vez más interconectado, es vulnerable a nuevos riesgos:
"bio" o "ciber", terror o error...
Estos riesgos no
pueden eliminarse:
de hecho, será difícil impedir que
aumenten sin coartar algunas libertades personales muy
preciadas. 23
Los registros
geológicos muestran que en la historia conocida de la Tierra ha
habido cinco grandes extinciones.
De todas las especies
que han existido, menos del diez por ciento permanecen hoy en la
Tierra, por lo que es posible que la especie humana esté
provocando su propia extinción, su iniciación colectiva en un
rito de paso incómodo pero muy necesario.
El filósofo
Michael Grosso señala que, en momentos críticos, ante la
posibilidad colectiva de aniquilación, surge un nuevo tipo de
mente de la especie, en otras palabras,
la amenaza de muerte de
la especie cataliza el surgimiento de una "mente global" de la
misma. 24
La transición a una
mente planetaria, un estado más evolucionado de la consciencia
humana, será crucial para la continuidad de nuestra especie en
la Tierra.
Como señaló Vaclav
Havel en 1991 en un discurso ante la sesión conjunta del
Congreso de Estados Unidos:
Sin una
revolución global en la esfera de la consciencia humana,
nada cambiará a mejor... y la catástrofe hacia la que se
dirige este mundo - el colapso ecológico, social,
demográfico o general de la civilización - será inevitable.
Para nuestro futuro
planetario se necesita una mentalidad más empática,
una consciencia
empática que reconozca el proceso evolutivo y actúe responsablemente
a la luz de esta percepción...
Es más probable que el futuro nos conduzca hacia
una singularidad de
la mentalidad que hacia una singularidad tecnológica, ya que cuando
las fuentes finitas de energía de nuestro planeta se agoten, nos
veremos obligados a aumentar la potencia psíquica de nuestro
pensamiento colectivo.
Ahora hemos entrado en la
ventana de crisis, la fase de transición,
ese viaje heroico al
inframundo, en la que nos veremos obligados a vivir una experiencia
iniciática chamánica, quizá una experiencia cercana a la muerte,
antes de poder emerger como una especie adolescente con una mente
nueva y más madura.
Sin embargo, hasta que
alcancemos esa etapa, tendremos que luchar con los estertores de la
vieja mente, mientras los viejos sistemas se aferran al poder y las
infraestructuras globales intentan mantener el control de un mundo
en transición...
Referencias
14 Heinberg, R,
Memories & Visions of Paradise: Exploring the Universal Myth of
a Lost Golden Age, 1990, The Aquarian Press, p117
15 Heinberg, R, Memories & Visions of Paradise: Exploring the
Universal Myth of a Lost Golden Age, 1990, The Aquarian Press,
p119
16 El yogi indio del siglo XIX-XX Swami Sri Yukteswar Giri
enseñó una visión alternativa del ciclo Yuga y de la escala
temporal. Según su interpretación la humanidad está ahora dentro
de la Dwapara Yuga.
17 Heinberg, R, Memories & Visions of Paradise: Exploring the
Universal Myth of a Lost Golden Age, 1990, The Aquarian Press,
p116
18 Lovelock, J, ‘The fight to get aboard Lifeboat UK', The
Times, 8 February 2009
19 Rees, M J, Our Final Century, 2003, Heinemann, pp23–4
20 Rees, M J, Our Final Century, 2003, Heinemann, p74
21 de Rosnay, J, The Symbiotic Man: A New Understanding of the
Organization of Life and a Vision of the Future, 2000, McGraw
Hill
22 Rees, M J, Our Final Century, 2003, Heinemann, p61
23 Rees, M J, Our Final Century, 2003, Heinemann, p186
24 Grosso, M, The Final Choice: Playing the Survival Game, 1985,
Stillpoint Publishing
[i] Nótese que este texto fue escrito en 2010-2011, una década
antes de la 'pandemia'
de Covid de 2020/21.
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