por Thierry Meyssan
19 Octubre
2021
del Sitio Web
RedVoltaire
Versión en ingles
Versión en italiano
El hambre se extendió en Occidente
a raíz
de la crisis de 1929.
Todas
las instituciones se vieron amenazadas.
Sólo
sobrevivieron "gracias" a
la
Segunda Guerra Mundial.
Occidente
ya no logra vivir
de la producción
de bienes
mientras que
China se ha convertido
en "la fábrica
del mundo".
Los dueños de
los grandes capitales
son los únicos
que se enriquecen actualmente...
y mucho...
Todo el sistema
está a punto de
colapsar.
¿Pueden aún
salvar sus fortunas
los grandes
capitalistas?
En el siglo XVIII, los economistas británicos del capitalismo,
reunidos alrededor de
David Ricardo, ya se interrogaban, sobre la
perennidad de ese sistema.
Lo que al principio reportaba enormes
ganancias acabaría convirtiéndose en algo ordinario, dejando de
enriquecer a quienes inicialmente habían obtenido beneficios.
El
consumo no podría justificar eternamente la producción en masa.
Más
tarde, los socialistas - alrededor de Karl Marx predecían el
inevitable fin del sistema capitalista. 1
La muerte de este sistema debió haber ocurrido en 1929. Pero, para
sorpresa de todos, logró sobrevivir.
Hoy nos acercamos a un momento similar:
para Occidente, la
producción de bienes ya no reporta suficientes ganancias, sólo
logra hacer dinero el mundo de la finanza.
En todo el mundo
occidental se reduce el nivel de vida de la gran mayoría de la
gente, mientras que
crece escandalosamente el patrimonio de unos
pocos individuos.
El sistema está otra vez al borde del colapso
definitivo.
¿Podrán aún los súper capitalistas salvar sus enormes fortunas o
veremos producirse una redistribución aleatoria de la riqueza como
resultado de un enfrentamiento generalizado...?
Sólo
después
de romper con León Trotsky
y con el sueño trotskista de la "Revolución mundial",
Josef Stalin fue capaz de construir la URSS
sin tener que enfrentarse a enormes
ejércitos financiados por la reacción internacional.
La crisis de
1929 y la supervivencia del capitalismo
Cuando estalla en Estados Unidos la crisis de 1929, las élites
occidentales estimaron que había muerto la gallina de los huevos de
oro y que era necesario encontrar rápidamente un nuevo sistema o la
humanidad moriría de hambre.
La lectura de la prensa estadounidense y de la prensa europea de
aquella época resulta particularmente instructiva para los
interesados en comprobar la angustia que reinaba en Occidente.
Inmensas fortunas se esfumaban en sólo un día.
Millones de obreros
se veían abruptamente lanzados a la calle y, sin perspectivas de
hallar un nuevo empleo, eran víctimas no ya de la miseria sino del
hambre.
Los pueblos se rebelaban.
En numerosos países, la policía reprimía a
tiros las multitudes enfurecidas.
Nadie creía que el capitalismo
fuese capaz de cambiar y menos aún de renacer.
Aparecían entonces
dos nuevos modelos:
-
el estalinismo
-
el fascismo
Aunque hoy, un siglo después, tenemos una visión diferente de todo
aquello, en aquel momento todo el mundo estaba consciente de las
taras de ambas ideologías.
Pero lo más importante era saber quién
lograría realmente alimentar a su población.
Ya no había derecha ni
izquierda, sólo un generalizado,
"sálvese quien pueda"...
Benito Mussolini, quien había dirigido el principal diario
socialista italiano antes de la Primera Guerra Mundial - antes de
convertirse en agente del MI5 británico durante ese conflicto -
devino en líder del fascismo, que se veía entonces como la
ideología que iba a garantizar el pan a los obreros.
Josef Stalin,
quien había sido bolchevique durante la Revolución Rusa, liquidó a
casi todos los delegados de su partido y renovó su dirigencia para
construir la URSS, considerada entonces como una concretización de
la modernidad.
Pero ninguno de los dos logró hacer prevalecer su modelo.
En
definitiva,
los economistas siempre acaban viéndose obligados a
ceder el paso a los militares.
Las armas tienen siempre la última
palabra.
Estalló la Segunda Guerra Mundial, la URSS y los
anglosajones obtuvieron la victoria y el mundo asistió a la caída
del fascismo.
Estados Unidos era el único país que había escapado a
la devastación de la guerra y el presidente Franklin Roosevelt, al
organizar el sector bancario, dio al capitalismo una segunda
oportunidad.
Estados Unidos reconstruyó Europa, absteniéndose de
presionar a los obreros europeos... por temor a verlos volverse
hacia la URSS.
El alemán Klaus Kleinfeld es el director
del proyecto saudita Neom.
Es miembro de los consejos de administración
del Grupo de Bilderberg (OTAN)
y del Foro de Davos (NED/CIA).
La crisis
post-URSS
Sin embargo, con la desaparición de la URSS, a finales de 1991, el
capitalismo, huérfano de rival, regresó a sus viejos demonios.
En
pocos años, las mismas causas producen los mismos efectos:
La
producción comienza a decrecer en Estados Unidos y las
transnacionales trasladan los empleos a China.
La clase media sufre
un lento proceso de erosión.
Los propietarios estadounidenses de
capitales se sienten amenazados e inician experimentos tratando de
salvar su país y de mantener el sistema.
-
El primero de esos experimentos consistió en convertir la economía
de Estados Unidos en exportadora de armamento y utilizar las
fuerzas armadas estadounidenses para controlar las fuentes de
materias primas y de recursos energéticos en la parte no
globalizada del mundo.
Es ese el proyecto - la adaptación del
"capitalismo financiero", si tal fórmula compuesta de dos elementos
radicalmente opuestos tuviese algún sentido real - la doctrina
Rumsfeld-Cebrowski, 2 lo que llevó el "Estado Profundo"
estadounidense a orquestar los
atentados del 11 de septiembre de
2001 y la "guerra sin fin" en el Medio Oriente ampliado.
Ese
episodio ha dado al capitalismo un respiro de 20 años, pero las
consecuencias internas - en Estados Unidos - han sido desastrosas
para la clase media.
-
El segundo intento consistió en frenar el intercambio internacional
y tratar de forzar el regreso de los empleos y de la producción a
Estados Unidos, intento que emprendió
Donald Trump durante su
mandato presidencial.
Pero Trump había declarado la guerra a los
organizadores estadounidenses del 11 de septiembre y nadie lo ayudó
a tratar de salvar su país.
-
También se planteó una tercera posibilidad:
olvidarse de las
poblaciones de los países occidentales y llevarse los mega-multimillonarios a vivir en un Estado robotizado, desde donde
podrían dirigir sin temor los movimientos de sus inversiones.
Eso
es el
proyecto Neom que el heredero del trono saudita, el príncipe
Mohamed ben Salman, comenzó a construir en el desierto de Arabia
Saudita, con la bendición de la OTAN.
Después de un periodo de
intensa actividad, los trabajos allí están hoy en punto muerto.
El antiguo equipo de Donald Rumsfeld - el secretario de Defensa
recientemente fallecido de
George Bush hijo - equipo que incluía a
los doctores Richard Hatchett 3 y
Anthony Fauci, 4
decidió dar inicio a una cuarta opción alrededor de la 'pandemia' de
Covid-19.
Se trata de proseguir y de generalizar en los Estados
desarrollados lo que ya se había iniciado en 2001.
El confinamiento
masivo de las poblaciones sanas ha llevado los Estados a endeudarse.
El uso intensivo del teletrabajo ha abierto el camino a la
deslocalización de decenas de millones de empleos.
El "pase
sanitario" o "pasaporte covid" ha legalizado la imposición de una
sociedad basada en el control y la vigilancia masiva sobre la
población.
Klaus Schwab organiza el Foro de Davos
como el rey francés Luis XIV
organizaba su corte en Versalles:
lo utiliza para vigilar a los megamultimillonarios
del mundo entero por cuenta de la NED
y de la CIA estadounidenses.
Klaus Schwab y
el "Gran Reinicio" (The Great Reset)
En ese contexto, el presidente del Foro de Davos, el alemán
Klaus
Schwab publica su libro
Covid-19 - The Great Reset, libro que no es
la exposición de un programa sino un análisis de la situación y
pretende anticipar las posibles evoluciones.
'Covid-19 - The Great Reset' en realidad fue escrito por los miembros
del Foro de Davos y su lectura nos permite tener una idea del
lamentable nivel intelectual de esos individuos.
El texto es una
sucesión de clichés, donde se amontonan además una mezcolanza de
citas de grandes autores y las cifras catastrofistas de
Neil Ferguson, el gurú del Imperial College. 5
En los años 1970-1980, Klaus Schwab fue uno de los directores de la
compañía Escher-Wyss, que tuvo un importante papel en el programa
de investigación nuclear de la Sudáfrica del apartheid,
contribución violatoria de la resolución 418 del Consejo de
Seguridad de la ONU.
Posteriormente, Klaus Schwab creó un club de
jefes de empresas que acabaría convirtiéndose en el
Foro Económico
Mundial de Davos.
El cambio de nombre se concretó con ayuda del
Centro para la Empresa Privada Internacional (CIPE) que es la rama
patronal de la National Endowment for Democracy - la tristemente
célebre NED - la cual es a su vez una pantalla de la CIA.
Es por eso
que en 2016 Klaus Schwab aparecía registrado en el
Grupo de Bilderberg - órgano de influencia de la OTAN - como
"funcionario
internacional", algo que Schwab nunca ha sido oficialmente.
En su libro Covid-19 - The Great Reset, Klaus Schwab prepara a sus
lectores para la implantación de
una sociedad orwelliana, y lo hace
anunciando todo tipo de hecatombes, hasta la muerte del 40% de la
población mundial en la 'pandemia' de Covid-19...
Sin embargo, Schwab
no
propone nada concreto, de hecho ni siquiera parece preferir alguna
opción.
Lo único que queda claro en su libro es que él y su público
no decidirán nada pero que están dispuestos a aceptar lo que sea
para conservar sus privilegios.
Conclusión
Es evidente que estamos a las puertas de un cambio trascendental,
capaz de barrer con todas las instituciones occidentales.
Ese
cataclismo podría evitarse de una manera muy simple,
bastaría con
modificar el equilibrio de las remuneraciones entre el trabajo y el
capital.
Pero es improbable que se aplique tal solución porque eso
sería el fin de las mega-fortunas.
Si tenemos en cuenta esos datos, veremos que la rivalidad entre
Occidente y el Oriente sólo es superficial. No sólo porque los
asiáticos no piensan en términos de competencia sino sobre todo
porque saben que,
están asistiendo a la agonía de Occidente...
Es por eso que
Rusia y
China construyen su mundo sin apuro... y sin
esperanzas de que Occidente se integre a ese mundo, porque ven a
Occidente como una fiera herida a la que no pretenden enfrentarse.
Sólo prefieren apaciguarla, aliviar sus dolores en la medida de lo
posible y acompañarla, sin violencia, hasta su suicidio...
Referencias
-
Critique de l’économie politique, Karl Marx, 1867.
-
-
-
-
|