por Rafael Palacios

Septiembre 2008

extraído del libro

"Extraterrestres -  El Secreto Mejor Guardado"

del Sitio Web Academia

 

 

 

 

 

 

"Una de las cosas que hay que tener, es ser obstinado porque si no lo eres, no vas a poder ir en contra de la masa y tener éxito.

 

Eso sí, la obstinación sólo tiene valor si vas en contra de la masa, porque si vas en contra de los hechos, estás muerto científicamente hablando…

 

El asunto principal en la ciencia no es la controversia entre humanos sino entre el cerebro humano y el universo.

 

Una vez que la persona se deja controlar por lo que piensan otros seres humanos, pierde esa conexión esencial",
Alfred Hoyle

astrofísico



En estos comienzos del Siglo XXI, los medios de comunicación oficiales nos explican que, en la retrógrada Estados Unidos, se vive una batalla sin cuartel entre los progresistas defensores de la teoría de la evolución y los retrógrados conservadores que pretenden volver a la bíblica teoría de la creación en seis días (y el séptimo, descansó...).

 

Nos retratan, en fin, un enfrentamiento entre los defensores del progreso (evolucionistas) y los que quieren volver a la era de las tinieblas (creacionistas).

 

Tanto es así que ha llegado hasta a haber un juicio acerca de si se permitía enseñar teorías en los colegios que pusieran en duda la "Teoría de la Evolución". Pero esta discusión sólo es parcialmente cierta.

Aunque algunos grupos cristianos defienden la versión literal de la Biblia, la discusión real que se está librando en las universidades y centros del saber es muy distinta a la que nos cuentan.

 

El debate está catalizado, precisamente, a partir de los nuevos hallazgos científicos, y han abierto el camino a una "tercera vía", que una los mitos y la ciencia; la Creación por parte de unas entidades inteligentes y la evolución.

Tomando siempre como base las investigaciones de los científicos de la Alemania nazi - que pasaron a trabajar para los Estados Unidos una vez terminada la Segunda Guerra Mundial - los especialistas en genética anunciaron a finales del siglo XX la secuenciación de las cadenas del ADN.

 

El "libro" de los códigos de la vida aparecía ante los ojos de los científicos, al fin, deslumbrante ("olvidando" el estado real de las investigaciones secretas, por supuesto).

 

Acto seguido - y con la ayuda de las poderosas computadores - los científicos se lanzarían a la réplica de moléculas que pudieran curar enfermedades como la diabetes, y a la clonación de células, que podrían reparar tejidos y órganos dañados. En el horizonte, la capacidad de que el ser humano se convirtiera en un "dios", capaz de crear seres vivos; los míticos "golem" de la tradición hebrea y que, por supuesto, fue anticipado en obras de la literatura de ciencia ficción.

 

La más famosa, sin duda, es Frankenstein, escrita por Mary Shelley, y que, como todas las grandes obras de ciencia ficción, contiene un mensaje oculto. Gracias a Internet, ha salido a la luz que Shelley había leído la historia de los jacobinos (la facción radical de la Revolución Francesa a quienes se asocia con la Orden de los Iluminati) y, al mismo tiempo, era miembro de la orden de los "Perfectibilitistas".

 

Lo curioso del caso es que, aunque no hay constancia de que hubiera estado jamás en esta localidad, Shelley sitúa el laboratorio del doctor Frankenstein en la localidad de ¡Ingolstadt!, en Baviera. La misma ciudad donde, en 1776, el ex jesuita Adam Weishaupt fundó la orden de los Iluminati.

 

Casualidad o causalidad, pocos años después de la publicación de ese libro, en el que se describe la creación de un primitivo hombre-máquina, comenzaría en Inglaterra la Revolución Industrial y, con ella, el camino hacia la creación de los "Cyborgs":

los híbridos humanos-máquinas.

Sin tener que recurrir a la Teoría de la Conspiración y a esa discutida fórmula de que la investigación real siempre está varias décadas por delante de lo que nos muestran, lo que es seguro es que el ser humano ya creó a lo largo de lo siglos pasados seres vivos en forma de plantas - mediante injertos, y de razas de animales de todo tipo - cruzando especímenes previamente seleccionados para dar lugar a una raza con unas condiciones determinadas (la raza de perros "Doberman" es un buen ejemplo de ello, por supuesto, alemana...).

 

La Creación - con mayúscula - a la luz de las investigaciones y desarrollos humanos, ha resultado ser una labor meticulosa, compleja y extraordinariamente complicada.

Los años de trabajo en los laboratorios de todo el mundo, dotados de instrumentos de alta precisión, como ordenadores, probetas y microscopios, para crear secuencias de proteínas, moléculas o células, han dejado en evidencia, al mismo tiempo, la teoría de la evolución.

La posibilidad de que la vida haya evolucionado de la "nada" por unos eventos aleatorios como son las mutaciones - con el conocimiento actual del coste en horas de trabajo e instrumental que cuesta replicar la vida - ha puesto en evidencia que las posibilidades de que ese acto gigantesco que es la creación de un ser vivo haya podido producirse mediante una serie de "cadenas de accidentes" es tan despreciable que se puede considerar, estadísticamente, como nula.

 

Las creaciones de la nanotecnología en los campos de la biomedicina, cosmética, alimentación, agricultura, construcción, industria química y de materiales o textil - y que forman ya parte de nuestra vida cotidiana - son la mejor prueba de ello.

El biólogo alemán Hoimar Von Dithfurt, conocido evolucionista, es un buen ejemplo de que los propios ortodoxos de la teoría de la evolución saben que, cuanto más se avanza en la genética y en el conocimiento de la creación de la vida, más difícil resulta seguir sosteniendo que todo se debió a una compleja serie de "mutaciones", es decir, de casualidades.

 

Dithfurt afirma lo siguiente en "La noche secreta de los dinosaurios" (Volumen 2, página 64) respecto a la controversia sobre si pudo aparecer por 'accidente' o no:

"¿Es en realidad posible que una armonía tal surgiera solamente de coincidencias fortuitas? Ésta es la pregunta básica de toda la evolución biológica.

 

Si se responde: 'Sí, es posible', es como demostrar la fe en la ciencia moderna de la naturaleza.

 

Hablando críticamente, podemos decir que cualquiera que acepta la ciencia moderna de la naturaleza no tiene ninguna otra alternativa más que decir 'sí', porque apuntaría a explicar el fenómeno natural de modo comprensible e intentaría derivar éstas de leyes sin intromisiones metafísicas.

 

De todos modos, en este punto, explicar todas las cosas por medio de leyes de la naturaleza, es decir, por las casualidades, es un signo de que no hay ningún lugar a donde huir.

 

Porque: ¿qué otra cosa podría hacerse que no sea creer en las casualidades?".

El profesor turco Ali Demirsoy, también defensor de la Teoría de la Evolución, es otro de tantos evolucionistas que están comprendiendo el callejón sin salida en el que se han metido.

 

Demirsoy afirma en "Herencia y evolución" (Ankara, Meteksan Publishing, 1984, página 61) que,

"la posibilidad de la formación casual del Citocromo - C, (una proteína esencial para la supervivencia), es tan improbable como la posibilidad de que un mono redacte la historia de la humanidad en una máquina de escribir sin cometer ningún error". [Las noticias nos quieren igualar la inteligencia del mono con la del hombre; veremos por qué].

Sin embargo, el turco acepta este tipo de proposición irracional debido, como él mismo reconoce, a su ideología:

"La probabilidad de la formación de la secuencia del Citocromo-C es igual a cero.

 

Es decir, si la vida requiere una cierta secuencia, se puede decir que tiene la probabilidad de que se lleve a cabo una vez en todo el Universo. O bien algunas fuerzas metafísicas más allá de nuestra determinación habrían actuado en su formación. Aceptar esto último no es lo apropiado al objetivo científico.

 

Por lo tanto, tenemos que ocuparnos de la primera hipótesis".

El científico turco admite que acepta lo imposible con el objeto de "no aceptar las fuerzas metafísicas", es decir, para no tener que admitir la creación por parte de una Fuerza Superior.

 

O lo que es lo mismo, este enfoque no tiene relación de ningún tipo con la ciencia, y sí más bien con un cierto tipo de ideología materialista.

 

Cuando Demirsoy se mete en otro polémico tema, como el origen de la mitocondria en la célula, acepta abiertamente la explicación de "la casualidad", aunque sea "totalmente contraria al pensamiento científico":

"El meollo del problema es cómo la mitocondria adquirió este carácter distintivo, porque obtenerla por casualidad, incluso por parte de una célula, requiere posibilidades extremas incomprensibles…

 

La enzima que provee a la respiración y funciona como un catalizador a cada paso y en forma distinta, compone el corazón del mecanismo.

 

Una célula tiene que contener esta secuencia enzimática completa, pues de otro modo, es inservible.

 

A pesar de que esto es contrario al pensamiento biológico, con el objeto de evitar una explicación o especulación más dogmática, tenemos que aceptar, aunque sea de mala gana, que todas las enzimas de la respiración existían completamente en la célula antes de que la primera célula entrase en contacto con el oxígeno".

Como puede contemplar el lector cada día en los Medios de Comunicación, el ser humano terrícola del Siglo XXI está avanzando día tras día hacia la consecución de individuos, órganos, tejidos, células y moléculas creados artificialmente.

 

Y todo ello, con una dedicación en horas, personal, material y, sobre todo, voluntad, ingente. Destaco la palabra "voluntad" porque la propia investigación es un acto volitivo, es decir, que sin la paciencia y la dedicación de esos científicos, no sería posible.

 

Ni, por tanto, sus resultados.

Frente a esta evidencia, los científicos que defienden la teoría que explica cómo esos mismos humanos aparecieron, nos quieren seguir haciendo creer que esa complejísima unión de moléculas y tejidos que dieron vida a los primeros organismos, sucedió de "una sucesión de casualidades" a lo largo de un largo periodo de tiempo.

 

Es decir que, gracias a que ese proceso se extendió durante millones de años, fue posible que esas casualidades fueran aconteciendo. Los evolucionistas conocen el "jardín" en el que la biogenética les está metiendo y, por eso, han comenzado a extender un nuevo paradigma que pueda justificarlo.

 

El profesor de química de la Universidad de Nueva York y experto en ADN, Robert Shapiro, explica así en "Origenes: una guía escéptica de la creación del hombre en la tierra" (Summit Books, New York: 1986) esta creencia de los evolucionistas y el dogma materialista en que se fundamentan:

"Por lo tanto, se necesita otro principio evolucionista para cruzar la brecha existente entre las mezclas de elementos químicos naturales simples y el primer replicante efectivo.

 

Este principio aún no ha sido descrito en detalle o demostrado, pero está anticipado y se le da nombres como 'evolución química' y 'autoorganización de la materia'.

 

La existencia del principio se da por sentada en la filosofía del materialismo dialéctico, como la aplica al origen de la vida, Alexander Oparin".

La absurda "Teoría del caos", es decir, que todo caos crea un orden por sí solo, ha sido el paradigma creado para sacar a la ciencia evolucionista de ese atolladero.

 

Un sencillo experimento es suficiente para comprobar la fiabilidad de esta teoría: deja tu casa sin recoger y sin limpiar un mes, y comprueba si el caos se convierte, mágicamente, en orden.

 

¿Y si pasaran un millón de años?; ¿se ordenaría sola?

En el fondo, cómo se podrá comprender por estos pequeños parlamentos, nos encontramos con una cuestión ideológica tan parecida al asunto extraterrestre, que se convierte en una misma cuestión.

 

Un conocido genetista y portavoz evolucionista, Richard C. Lewontin, de la Universidad de Harvard, confiesa en "El mundo del demonio cazado" (The New York Review of Books, 9 de enero de 1997) que él es "primero materialista y después científico":

"No es que los métodos e instituciones científicas nos obliguen de alguna manera a aceptar una explicación material del mundo fenomenológico sino que, por el contrario, estamos forzados - por nuestra adhesión a priori a la causa materialista - a crear un aparato de investigación y un conjunto de conceptos que produzcan explicaciones materialistas, sin importar lo desconcertante, lo contrario al conocimiento que resulte para el no iniciado.

 

Además, el materialismo es absoluto, por lo que no nos podemos permitir, en el umbral, un pie divino".

Estas afirmaciones tan impropias de un científico, dejan bien claro que el debate que nos pintan los Medios de Comunicación entre "progresistas" y "creacionistas" tiene unos tintes políticos mucho más acusados de lo que parece.

 

Cualquier científico que exprese públicamente su creencia en que hubo alguna inteligencia superior que participó en la creación será apartado del régimen de subvenciones con el que sobreviven la práctica totalidad de los científicos.

 

De esa manera, se mantiene el dogma de fe de cara a los profanos en la materia.

Sin embargo, los ataques a la "Teoría de la Evolución" (no lo olvidemos, sigue siendo una teoría) por parte de científicos de prestigio de todas las ramas del saber han provocado - sin duda - que en los últimos años se estén produciendo hallazgos de esqueletos que parecería podrían dar una explicación racional a esta teoría, anticipada por Darwin:

"Si mi teoría es correcta, innumerables variedades intermedias, que vincularían más ajustadamente todas las especies del mismo grupo, deben haber existido con seguridad…

 

En consecuencia, evidencias de su anterior existencia podrían encontrarse solamente entre los restos fósiles".

El excelente libro "El timo del evolucionismo", de Harun Yahya, del cual he extraído gran parte de la siguiente información, ha hecho saltar en pedazos gran parte de los dogmas evolucionistas.

El Siglo XX vivió una explosión de la paleoantropología.

 

Se emplearon ingentes recursos para encontrar ese "eslabón perdido", esos homínidos, semi-monos, semi-humanos, que validarían la Teoría de la Evolución. Gracias a las excavaciones subvencionadas por los gobiernos, similares descubrimientos se deberían hallar entre el pez y el anfibio y entre el reptil y el ave, entre otros "eslabones" necesarios para sostener la cadena de la evolución.

Que hubiera "fósiles vivientes", es decir, animales que no han cambiado en millones de años, como el tiburón (400 millones de años), la langosta (40 millones de años), la hormiga (100 millones de años) y la cucaracha (320 millones de años), se consideró algo sin la mayor importancia.

 

Simplemente, son animales que no han evolucionado, se explicó. Lo que sí admitieron los evolucionistas es que el periodo Cámbrico fue un auténtico aluvión creativo… lo que pone en duda, al mismo tiempo, el mero hecho de la evolución a lo largo de las Eras.

 

El comienzo de ese periodo en la Tierra, hace unos 550 millones de años, marca la explosión evolutiva que llenó los mares con las primeras criaturas complejas. En un abrir y cerrar de ojos de la Historia cósmica, un planeta dominado por seres simples tipo esponjas, dio paso a otro gobernado por una vasta variedad de bestias sofisticadas, cuyos parientes aún habitan el mundo de hoy.

 

Richard Dawkins, zoólogo de la Universidad de Oxford y uno de los principales defensores del pensamiento evolucionista en el mundo, hizo un comentario sobre esta realidad que invalida los fundamentos de los argumentos que él mismo ha estado defendiendo:

"Por ejemplo, los estratos de rocas cámbricas… resultan los más antiguos respecto a la ubicación (de fósiles) de la mayoría de los grupos invertebrados grandes, a los que ya encontramos en un avanzado estado de evolución cuando aparecen por primera vez.

 

Es como si fueran plantados allí, sin ninguna historia evolutiva.

 

Ni hace falta decir que esta apariencia de haberse plantado allí repentinamente ha deleitado a los creacionistas".

Dawkins deja caer la evidencia de que la deseada evolución quedaba en entredicho por la llamada "explosión cámbrica", pero los hallazgos del pasado siglo parecieron dar la razón a Darwin, sin lugar a dudas.

El mundo de la ciencia se convierte en otro capítulo más de la "Gran Conspiración" cuando nos enteramos de que eslabones como el "Archaaeopteryx", guardado en el Museo de Historia Natural de Londres - que ligarían a los dinosaurios con los pájaros - eran un fraude.

 

El físico israelita Lee Spetner fue el primero que notó en su superficie unas tallas artificiales que lo invalidaban. Tras un corto período en el que los científicos oficiales desdeñaron esas acusaciones, dos renombrados disidentes, Alfred Hoyle y Wickramasinghe, apoyaron la tesis del israelita.

 

Finalmente, el Museo retiró el fósil de la vista del público - que había llegado en el siglo XIX de manos de un investigador de Baviera - interesado en apoyar las tesis de Darwin.

 

Baviera, por si alguien no lo recuerda, es el lugar donde nacieron los Iluminati…

Aunque pueda parecer una cuestión meramente científica, la disyuntiva que está detrás de este debate - comenzado en el siglo XIX - es si el hombre está más cercano al mono o a una especie o entidad superior. Es decir, cuál es el espejo en el que se puede mirar y cuál es el camino que le queda por recorrer.

 

Durante más de un siglo, se nos hizo creer que los adorables simios eran los seres más parecidos a nosotros.

A lo largo de la pasada centuria se creyó haber hallado esas especies intermedias y, en grado de su mayor cercanía al mono o al hombre moderno, recibieron los nombres de Australopitecus, Homo Erectus, Homo Habilis, Hombre de Neandertal y Hombre de Cromagnón.

 

Los dos últimos son considerados "homo sapiens", es decir, seres humanos, aunque menos "evolucionados" que los seres que ahora pueblan la Tierra.

 

Sus ancestros habría que encontrarlos en estos hombres-monos que tan bien fueron pintados en la saga cinematográfica "El planeta de los simios" y que inculcaron en el imaginario colectivo la posibilidad de unas civilizaciones anteriores de monos inteligentes, al tiempo que inducía al miedo a la humanidad de volver a la esclavitud…

Los evolucionistas llamaron al supuesto primer ancestro común de los monos y de los seres humanos "Australopiteco", término que significa "mono de Sudáfrica" o "mono del sur".

 

En realidad, el análisis de sus huesos ha dejado meridianamente claro que los Australopitecos no son otra cosa más que una vieja especie de monos extinguida: todas las clases de Australopiteco corresponden a monos extinguidos que se asemejan a los monos actuales.

 

Sus volúmenes craneales eran iguales o más pequeños que los de los chimpancés actuales, mientras que en manos y pies disponían de salientes que usaban para trepar a los árboles, de la misma manera que los chimpancés de hoy día.

 

Sus extremidades inferiores les servían para mantenerse en las ramas de los árboles, eran de escasa altura (1,30 m. aproximadamente) y, al igual que los chimpancés, los machos eran más grandes que las hembras.

 

Muchas de sus características morfológicas, como las particularidades en los cráneos, la cercanía de ambos ojos, el molar agudo, la estructura maxilar, los largos brazos largos o las cortas piernas son evidencias de que no diferían para nada de los monos de hoy día.

 

La ciencia oficial asume que estas criaturas aparecieron primero en África, hace unos 4 millones de años.

Los evolucionistas supusieron que el Australopitecus era un mono que andaba erguido, de ahí que se le considere un ancestro del ser humano, pero diversos investigadores especializados en psicomotricidad han echado por tierra esa teoría.

 

Dos anatomistas mundialmente conocidos, y evolucionistas convencidos, Lord Solly Zuckerman de Inglaterra y el Profesor Charles Oxnard de Norteamérica, realizaron extensas investigaciones sobre varios ejemplares de Australopitecos, llegando a la conclusión de que, siendo bípedos, se movían prácticamente como los monos de hoy día.

 

Tras quince años de estudios Lord Zuckerman y su equipo de especialistas financiados por el gobierno británico, determinaron que el Australopiteco era solamente una especie de mono común. (Solly Zuckerman: "Más allá de la torre de marfil", Toplinger Publications, 1970. páginas 75-94. Charles E. Oxnard: "El lugar del Australopitecus en la evolución humana: terreno de dudas", Nature, Volumen 258, página 389).

Según la teoría de la evolución, del Australopitecu se pasa ya propiamente al "Homo"; al hombre.

 

El primer homínido que es capaz de caminar erguido fue nombrado "Erectus" y al eslabón intermedio se le calificó de "Habilis", es decir, un homínido con capacidades intelectuales que habría que considerar mitad hombre, mitad mono.

Siempre teniendo presente esta teoría, los cazadores de fósiles, con la familia Leakey a la cabeza, se marcharon a África con la esperanza de encontrar estos esqueletos que apuntalaran su teoría. Y, supuestamente, la encontraron en la década de los 60.

 

De acuerdo a la tesis de los Leakey, esta nueva especie que clasificaron como "Homo Habilis", tenía una capacidad craneal relativamente grande así como la disposición para caminar erguido y usar herramientas de madera y de piedra.

 

Por lo tanto podía haber sido el ancestro del hombre.

Sin embargo, a finales de los años 80 del siglo XX, se hallaron nuevos fósiles de esta misma especie que hicieron cambiar de opinión a los propios ortodoxos.

 

Investigadores como Bernard Wood y C. Loring Brace, que analizaron estos fósiles, pasaron a calificar al "Homo habilis" como "Australopitecus Habilis", es decir, "monos de Sudáfrica capaces de usar herramientas".

 

¿La razón?:

Sus esqueletos tenían brazos largos, piernas cortas, los dedos de las manos y de los pies eran apropiados para trepar, su estructura maxilar era muy parecida a los monos actuales y su volumen craneal (de 550 centímetros cúbicos) les hacía emparentarse con los monos.

 

Es decir, que eran tan parecidos a los monos que sólo podían ser... ¡Monos!

 

Lo mismo le sucedió a otras especies que aparecieron durante un tiempo en los archivos evolucionistas, como el "Ramapiteco", que acabó volviendo a ser considerado, un mono común.

(Bernard Wood, Mark Collard, "The Human Genus", Science, vol 284, No 5411, 2 April 1999, p. 65-71).

Los evolucionistas suponen que los seres vivientes de la serie "Homo" están más desarrollados que los Australopitecos y no son muy distintos de los hombres modernos.

 

Se dice que el ser humano de hoy día, es decir, el Homo sapiens, se ha formado en la última etapa de la evolución de esta especie.

En 1994, los especialistas en anatomía Fred Spoor, Bernard Wood y Frans Zooneveld, llegaron a las mismas conclusiones que Wood y Brace a través de un método totalmente distinto, basado en el análisis comparativo de los canales semicirculares del oído interno de los humanos y de los monos; un rasgo que se relaciona con el sentido del equilibrio.

 

Los canales de los humanos, que caminan erguidos, diferían considerablemente de los de los monos, que andaban inclinados hacia delante. Pues bien, de su análisis resultó que los canales del oído interno de todos los Australopitecos y ejemplares de Homo Habilis eran idénticos a los de los monos modernos mientras que los canales del oído interno de los Homo Erectus eran similares a los del hombre moderno.

Visto que el Homo Habilis había perdido fuerza como "eslabón perdido", el antropólogo Richard Leakey, rutilante estrella de los antropólogos evolucionistas, descubrió en Kenia, en 1972, el "Homo Rudolfensis", llamado así porque apareció cerca del río Rudolf.

 

La jugada del tal Leakey merece aparecer en los anales mundiales de los timos pues el cráneo que presentó como "KNM-ER 1470" y que fue datado con una edad de 2,8 millones de años, era - según el profesor Tim Bromage, quien analizó por computadora el citado rostro en 1992 - el "resultado de un ensamblado anormal".

"Cuando (el KNM-ER 1470) fue reconstruido por primera vez, la frente fue ajustada al cráneo en una posición casi vertical, de manera muy parecida a la que exhiben los rostros planos humanos modernos.

 

Pero estudios recientes de las relaciones anatómicas muestran que en vida el rostro debería haber sobresalido considerablemente, dándole un aspecto de mono, como los rostros de los Australopitecos".

En otras palabras, que el tal Leakey, con todo su rostro - y nunca mejor dicho - había unido los pedazos que halló, ¡a su conveniencia!, dotándole de la apariencia de hombre-mono que, posteriormente, las revistas de divulgación "¿científica?" irían conformando en nuestro imaginario colectivo como esos seres mitad humanos-mitad monos que nos antecedieron.

 

El modelo "Planeta de los simios", vaya...

Otros científicos que estudiaron el caso han reconocido que el Homo Rudolfensis es otro mono más, incluidos, los propios evolucionistas, como el paleoantropólogo J. E. Cronin:

"…Su rostro vigoroso, la clivus naso-alveolar achatada (recordando los rostros cóncavos de los australopitecinos), la reducida amplitud craneal máxima (en los temporales), el canino pronunciado y los grandes molares (como lo indican los restos de las raíces), son todos rasgos relativamente primitivos que emparentan el ejemplar con miembros del taxon Australopiteco africanus".

(J. E. Cronin, N. T. Boaz, C. B. Stringer, Y. Rak: "Tempo and Mode in Hominid Evolution", Nature, Vol 292, 1981, p. 113-122).

Por el lado del "Homo", tanto Erectus como Cromagnón o Neandertal, las investigaciones de los últimos años, y que los medios de comunicación oficiales se han negado a ensamblar para que los seres humanos nos demos cuenta del error en el que hemos vivido, han supuesto verdaderos varapalos para la teoría de la evolución.

 

Las conocidísimas investigaciones de Atapuerca, Burgos (España) han puesto de manifiesto, por un lado, que los hombres de Neandertal y de Cromagnón convivieron durante miles de años, por lo que no se puede hablar de una evolución propiamente dicha de uno a otro.

 

Todavía más: las investigaciones acerca de los cráneos y esqueletos hallados, demuestran que no hay distancia evolutiva entre el Hombre de Neandertal y grupos de seres humanos que existen actualmente como los pigmeos o los aborígenes australianos.

 

Los hombres de Neandertal enterraban a sus muertos, tañían instrumentos musicales y tenían prácticamente las mismas capacidades que los Cromagnón, de manera que las diferencias hasta ahora valoradas, han desaparecido como la espuma.

Pero es que, la realidad todavía más allá: los fósiles tenidos como "Erectus", aparecidos en Asia, es decir, el Hombre de Java y el de Pekín, se ha demostrado que pertenecen, en realidad, a seres humanos con pocas diferencias con los actuales.

 

Curiosamente, los restos del Hombre de Pekín, se "perdieron misteriosamente" (¿quizás porque eran un fraude?).

 

Por su parte, los restos del Hombre de Java eran un fragmento de cráneo y un hueso de la pelvis encontrados a unos metros uno del otro, sin ningún indicio de que perteneciesen al mismo ser viviente.

Dado que los restos asiáticos habían constituido un fiasco, la investigación evolucionista se volvió a centrar en África, donde se encontraron otros "Homos Erectus", como el "niño de Turkana" y que se admitió podía pasar como una especie de Neandertal - que es un ser humano moderno, como hemos visto.

 

Al efectuar comparaciones entre estos restos y los de los seres humanos modernos, los científicos evolucionistas, incluido Leakey, finalmente reconocieron que no había más diferencia entre estos fósiles y el ser humano actual que las que se pueden hallar entre las diferentes razas de seres humanos modernos.

 

El Profesor William Laughlin, de la Universidad de Connecticut, realizó extensos exámenes anatómicos sobre los esquimales y los nativos de las Islas Aleutianas y advirtió que sus esqueletos eran extraordinariamente similares a los del Homo erectus.

 

De lo cual, concluyó que todas esas razas, en realidad, eran distintas variedades de Homo Sapiens (hombre moderno).

Las dataciones oficiales procedentes de los propios vestigios de estos supuestos eslabones entre el ser humano y el mono han terminado de enterrar la supuesta credibilidad de esta teoría. Se supone que los Australopitecos vivieron desde hace 4 millones de años hasta hace un millón de años.

 

Los Homo Habilis, supuestamente, vivieron hasta 1.7-1.9 millones de años, mientras que el Homo Rudolfensis, supuestamente más adelantado que el Habilis, tiene 2,5 millones de años de antigüedad, lo que le hace más antiguo que su ancestro.

 

A todo esto, el supuesto Homo Erectus apareció entre 1.6 y 1.8 millones de años, lo que le hace coetáneo de su supuesto antepasado, el Homo Habilis.

Corroborando estos datos, el antropólogo Louis Leakey encontró fósiles de Australopitecos, Homo Habilis y Homo Erectus muy cerca entre sí en la región Olduvai Gorge, en Tanzania, que es conocida como "La cuna de la Humanidad".

 

La cercanía de ambos fósiles en el segundo estrato desmiente que estos linajes descendieran los unos de los otros.

 

Esta nueva "autoderrota" de la Teoría de la Evolución hizo que el famoso paleontólogo de la Universidad de Harvard, y escritor de best sellers, Stephen Jay Gould, preguntara retóricamente:

"¿En qué queda nuestra escala si coexisten tres linajes de homínidos - el Australopiteco africanus, el fornido Australopiteco y el Homo habilis - sin que ninguno de ellos derive claramente del otro?"

(S. J. Gould: "Natural History", Vol 85, 1976, p. 30).

La puntilla a esta teoría se la da el propio Homo Sapiens, a cuyo origen estamos dedicando este capítulo: la posibilidad de que el ser humano haya aparecido mucho antes de lo que pensamos, concretamente, hace un millón de años.

 

Y fue el propio Louis Leakey, paladín de estas búsquedas, como hemos visto, quien desenterró las dudas. En 1932, descubrió en la región de Kanjera, cerca del Lago Victoria en Kenya, varios fósiles que pertenecían a la Época del Pleistoceno Medio, los cuales no tenían ninguna diferencia con el ser humano moderno. Y esa época significa, nada más y nada menos, un millón de años atrás.

 

Dado que este descubrimiento puso al árbol genealógico evolutivo patas arriba, fue despreciado por algunos paleoantropólogos evolucionistas, que han tenido que soportar "auto-sabotajes" a sus propias teorías.

 

Este sabotaje a todos los científicos que aportan datos que se "salen de la verdad oficial" se parece tanto a la persecución sufrida por los disidentes en el campo de la energía que se puede afirmar que son la misma conspiración.

La antropóloga norteamericana Virginia Stin McKyntire descubrió en Coeyatlaco, Méjico, un esqueleto humano que un geólogo dató en 250.000 años cuando, supuestamente no existía el ser humano.

 

A pesar de que la datación fue corroborada posteriormente, McKinntyre fue coaccionada por la ortodoxia científica para que se desdijera de su afirmación. Como no lo hizo, le retiraron la subvención y fue progresivamente apartada de los foros de paleoantropología en una persecución que se ha repetido en numerosas ocasiones.

 

Las pinturas, tallas y glifos que muestran a seres humanos conviviendo con dinosaurios - algo imposible para la ciencia oficial - se hallan en numerosos lugares del Planeta:

  • Perú (piedras de Ica)

  • Francia (Valle del Ródano y Dordoña)

  • Australia (Queensland)

  • Perú (Acambaro)

  • Zimbawe (cerca de Salisbury)

  • Ghana (Tribu Ashanti)

  • Norteamérica (cañón Havasupai, Arizona)

  • en la Antigua Roma, Egipto y también en Babilonia.

Hasta el momento sólo la ciencia ficción y los científicos disidentes se ha atrevido a proponer que los grandes saurios y los seres humanos hubieran convivido…

 

La película más famosa con este tipo de relato se llama "Parque Jurásico" y su director es... Steven Spielberg.

En 1979, en Laitoli, Tanzania, se hallaron unas huellas humanas sobre unos depósitos volcánicos con una antigüedad de 3,6 millones de años. Calificadas por el antropólogo Leakey de "Austrolopitecus," tiempo después se demostró que eran de seres humanos como los actuales.

 

Según investigadores como el hispanoirlandés Colin Rivas, existen muchos otros descubrimientos, apartados en los museos, que demuestran que la aparición del ser humano en la Tierra fue muy anterior a lo que nos están contando.

 

Uno de ellos es el "Niño de Chihuahua", Méjico, que ha sido analizado por el investigador Lloyd Pie.

 

Después de comprobar que su extraordinaria cabeza no era fruto de una trepanación, comprobaron que su cerebro (1600 centímetros cúbicos) excedía al de un ser humano terrícola.

 

Las pruebas de ADN realizadas certificaron la hipótesis de que este cráneo podría corresponder a un híbrido humano-alienígena.

La aparición en la excavación de Atapuerca, Burgos (España), de un fósil plenamente humano datado en 800.000 años de antigüedad, hizo expresar al antropólogo Ferreras, director de la excavación de la Gran Dolina, lo siguiente:

"Esperábamos algo grande, algo voluminoso, algo pomposo… ustedes saben, algo 'primitivo'.

 

Nuestra probabilidad de encontrar un muchacho de 800 mil años era la de hallar algo como el Niño de Turkana. Y lo que encontramos fue una cara totalmente moderna… Para mí, esto es lo más espectacular.

 

Este es el tipo de cosas que te hacen vacilar, es decir, el descubrimiento de algo totalmente inesperado como esto. No me refiero al descubrimiento de fósiles; que también es algo inesperado y bueno. Lo más espectacular es encontrar en el pasado algo que pensabas pertenecía al presente.

 

Es algo así como encontrar… una cinta de grabación magnética en Gran Dolina. Sería muy sorprendente. No contamos con encontrar cassetes y cintas de grabar en el Pleistoceno Inferior.

 

Descubrir una cara moderna allí es lo mismo. Nos sorprendimos mucho cuando la vimos".

(Ferreras. 92 "¿Es ésta la cara de nuestro pasado?" Revista Discover: Diciembre, 1997, páginas 97-100).

En el año 2007, seguramente como consecuencia del empuje de la teoría del "diseño inteligente", se produjeron muchos supuestos descubrimientos de "eslabones perdidos".

 

Y digo supuestos porque fueron noticias espectaculares, que suelen contener mentiras.

[Mientras escribo estas líneas leo en los periódicos la aparición de un eslabón perdido entre los mamíferos terrestres y los acuáticos:

"un pequeño ciervo que vadeaba el agua como un hipopótamo".

El problema es que era herbívoro…].

Sin duda, el más increíble de todos estos descubrimientos fue realizado por el profesor Unter Tan, de la Universidad Cukurova de Adana, Turquía.

 

Nada menos que una familia que caminaba a cuatro patas y a la que se consideró como "un eslabón perdido entre el hombre y el mono". Se trataría, según Tan, de un acontecimiento evolutivo "puntual", como ya propusieron en su día los biólogos Stephen Jay Gould y Richard Lewontin, y no de una evolución gradual, como tradicionalmente sostiene la teoría darwiniana clásica.

 

En realidad, la siniestra noticia correspondía a unos seres humanos con unas malformaciones genéticas que les impedían caminar con normalidad… Una más de las fabulaciones "científicas" para sostener una teoría insostenible.

Pero los evolucionistas no han tenido que soportar desastres únicamente en el campo de la Paleo-antropología sino que el advenimiento de la Astrobiología ha terminado de echar por tierra la teoría de la evolución a partir de la "nada".

 

La culpable es la teoría de la "Panspermia cósmica", es decir, que la semilla de la vida llegó a la Tierra en forma de meteorito. Después de décadas siendo despreciada, ha acabado por ser aceptada por la ortodoxia científica con lo que, implícitamente, han terminado por enterrar el principio número uno de la Evolución:

que la vida se formó, en la Tierra, a través de la 'casualidad'...

Pero es que el defensor de la "Panspermia Cósmica", el eminente astrofísico británico Fred Hoyle, publicó varios libros aludiendo al origen extraterrestre del ser humano, como "Pruebas de que la vida es cósmica" y "Fuerza vital cósmica", amén de relatos de ciencia ficción en los que "camuflaba" sus ideas más avanzadas.

 

Hoyle pasa por ser el acuñador del término, junto a Chandra Wickramsinghe (1978), pero ya el sabio griego Anaxágoras, en el Siglo V a C, había propuesto que "semillas por doquier" conformaban la materia, tanto inerte como viva.

 

Los varapalos que Hoyle otorgó a la ciencia oficial hicieron que la Academia de las Ciencias sueca evitara otorgarle el lógico Premio Nobel… dándoselo a uno de los mejores seguidores de su teoría, Willy Fowler.

Como vemos, las investigaciones genéticas de las últimas décadas han ido poniendo en entredicho progresivamente la posibilidad de que el azar pudiera haber creado la vida.

 

Y así, un científico evolucionista tan renombrado como el descubridor del ADN, Francis Crick, admitió finalmente la "panspermia dirigida", es decir, que la vida no llegó de un cometa por azar, sino que fue conscientemente sembrada en nuestro mundo.

"Parece improbable que los organismos vivos extraterrestres pudieran haber alcanzado la Tierra, ya sea como esporas conducidas por la presión de la radicación de otra estrella o como organismos vivos incrustados en un meteorito.

 

Como alternativa, hemos considerado la 'Panspermia Dirigida', la teoría de que los organismos fueron deliberadamente transmitidos a la Tierra por seres inteligentes de otro planeta.

 

Creemos que es posible que la vida alcanzara la Tierra de esa manera, pero la evidencia científica es inadecuada actualmente como para decir algo acerca de esa posibilidad.

 

Prestamos atención a los tipos de evidencia que pudieran arrojar una luz adicional sobre el tema".

En otras palabras, que la ciencia oficial, o al menos una parte de ella, se ha apuntado al "diseño inteligente".

Existen científicos que todavía se han atrevido a llegar más lejos, poniendo el foco de atención en el famoso "ADN basura" o "ADN inútil" que, curiosamente, constituye el 97% de nuestro código genético (huelga explicar lo que quieren decir quienes a nombran como "basura" a la mayor parte de nuestros códigos genéticos).

Dos respetados y conocidos científicos australianos publicaron un artículo en la revista Astrobiology en el que sugerían, nada más y nada menos, que:

"Podrían haberse producido intercambios tempranos de material genético entre algunos de nuestros ancestros y algunas formas de vida alienígena".

El astrobiólogo Paul Davies, profesor de Filosofía Natural en el centro Australiano de Astrobiología de la Universidad Macquarie, y Charles Lineweaver, astrofísico de la también australiana Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sydney, proponían que ese ADN del que hoy día desconocemos su utilidad, podría ser, por un lado, la explicación de nuestro origen y, por otro lado, la clave para nuestra futura evolución.

 

El propio Paul Davies, en un artículo de New Scientist, que reproducía José Rafael Gómez en la revista Año Cero 11 - 208, llegaba más lejos y proponía que,

"usando un retrovirus, una civilización lejana en el tiempo y en el espacio podría haber colocado un mensaje en el genoma de los organismos terrestres.

 

Estos mensajes se habrían conservado y podrían replicarse casi sin cambios durante miles de millones de años, esperando el momento adecuado para manifestarse".

En este estado de cosas, la figura del científico ruso de cultura hebrea, Zecharia Sitchin, que publicó en el año 1976 su primera parte de la monumental obra "Crónicas de la Tierra" ha emergido con fuerza, estableciendo un puente entre el mito y la ciencia y dotando, al mismo tiempo, de una coherencia científica a las llamadas "anomalías históricas y científicas".

 

Es decir, a los hallazgos arqueológicos que - como las pirámides egipcias y mayas, las ruinas de Tiahuanacu, los moais de la isla de Pascua o los fósiles de esqueletos - no concuerdan con la teoría de la evolución y han sido retirados a los almacenes de los museos para no alentar al nutrido grupo de disidentes de la ciencia que ponen en cuestión la Teoría de la Evolución.

La evidencia - a la luz de los últimos hallazgos en lugares como Atapuerca (Burgos, España) - de que el Hombre de Neandertal y el de Cromagnón no pertenecen a una misma cadena evolutiva sino que convivieron durante cientos de años y de que los tenidos como escalones evolutivos entre el mono y el hombre o son monos propiamente dichos o seres humanos con muy pocas variantes sobre los actuales, ha dejado inconclusa la búsqueda del "Eslabón perdido".

 

Tras un siglo dedicando ingentes recursos económicos y personales a la búsqueda de ese homínido - que fue puente entre ambas especies - son muchos ya los que afirman sin embages que nunca podrá llegar a ser encontrado por la sencilla razón... de que nunca existió.

Al tiempo, la realidad de que la vida se puede crear artificialmente como ya lo está haciendo el ser humano en nuestro Planeta o tratando de hacerlo - si no lo ha hecho ya en esa "Alternativa 3" - en Marte o la Luna, deja abierta la puerta a una nueva posibilidad: una creación inteligente y deliberada, por parte de una civilización superior.

Entonces es cuando el relato bíblico vuelve a cobrar actualidad, pero no bajo la interpretación que ha llegado a nuestros días, sino a través de la fuente en la que se basaron esos relatos, que es la que ha investigado el sabio Sitchin.

A finales del Siglo XIX y principios del XX, se libró una batalla entre Inglaterra y Alemania en el campo científico y, más concretamente, en el arqueológico, para encontrar las ruinas de míticas ciudades como Nínive, Lagash, Nippur o Kis.

 

Hasta ese momento, se carecía de pruebas de que esos lugares nombrados en la Biblia hubieran existido en realidad; se había perdido ese vestigio y eran tan sólo una leyenda como ahora mismo lo es el propio Génesis. Aquella fue la época de los intrépidos aventureros que han quedado representados en la figura de Indiana Jones (dirigida, cómo no, por Steven Spielberg).

 

En las películas de la saga, el director norteamericano de origen judío retrata unas luchas entre alemanes e ingleses por alcanzar un gran secreto… que existió en la realidad;

¿Quién conseguiría llevar a sus museos esas reliquias?

 

¿Por qué ese interés?

 

¿Fue tan solo la codicia de los coleccionistas de tesoros… o había algo más, alguna información adicional que valía tanto empeño gastado?

Desconocidos para el gran público, los hallazgos - a principios del Siglo XX - de centenares de tablillas correspondientes a la civilización mesopotámica han alumbrado una completa revisión de la historia de esas culturas.

 

En el mejor de los casos - es decir, que hayas oído hablar de las famosas tablillas de barro con inscripciones, halladas en las ruinas de esas ciudades - seguramente desconocerás que han habido personas que, al igual que con los jeroglíficos egipcios, han llegado a descifrar esos códigos.

 

Y lo que han hallado en esas escrituras es, simple y llanamente, un cambio de dimensiones sísmicas en la concepción de la Historia.

El primer y fundamental descubrimiento es que varios relatos bíblicos, comenzando por el Génesis, son meras adaptaciones de narraciones casi calcadas que ya existían en la civilización mesopotámica.

 

En el texto conocido como "Gilgamesh", por ejemplo, aparece un equivalente a Noé, de nombre 'Khisustros' o "Zisudra", a quien Dios ordena construir un arca donde debería colocar a una pareja de animales de cada especie, en previsión de un diluvio, y que permitiría sobrevivir a la especie humana.

 

La fecha del 10.228 marca el inicio de la civilización para los sumerios, y la sitúan en ese preciso acontecimiento mundial, que contó con la "ayuda divina".

 

Todavía más sorprendente es conocer que este relato no es exclusivo de los sumerios sino que aparece en gran parte de las culturas indígenas del Planeta que, supuestamente, no han tenido relación entre sí. Una casualidad difícilmente explicable en términos probabilísticos - matemáticos.

El segundo es que, conociendo el contenido de los códigos sumerios y realizando una interpretación más exhaustiva de la Biblia por un buen conocedor del hebreo clásico, los "mitos" griegos, hindúes, egipcios y babilónicos - la magna obra de Zecharia Sitchin así lo hace - cobran un sentido hasta entonces ignorado.

Las extrañas referencias bíblicas a artefactos de luz o venidos de los cielos han sido ya examinadas como anomalías científicas, ligadas a las que vimos en el principio de esta obra. Entre todos ellos destaca el relato de Ezequiel, que vio un ser de aspecto humano envuelto en brillos y resplandor sentado en un trono y que descansaba sobre un firmamento de metal dentro del carro.

 

Este enigmático párrafo de la Biblia (Ezequiel 15:15) dice así:

"Y vi un torbellino que venía desde el norte, como una nube grande con destellos de fuego, y resplandores en torno. Y dentro de él, en medio de un fuego, había un resplandor como el fulgor de un halo…"

Josef F. Blumrich, miembro de la Administración Nacional y del Espacio de la NASA, afirma que ese relato se corresponde con la descripción de un helicóptero, compuesto de una cabina sobre cuatro ejes, que producen un torbellino.

También en el Antiguo Testamento, el Génesis 28 nos habla de que Jacob estaba un día cerca de Jarán, donde vio una escalera apoyada en tierra y cuya cima tocaba los cielos.

 

Jacob describe que los Ángeles del señor estaban muy ocupados subiendo y bajando por la escalera, de esta manera:

"Así pues, un Dios está presente en este lugar y yo no lo sabía. ¡Qué temible es este lugar! Ciertamente, esto no es otra cosa sino la Morada del Señor y ésta es la puerta del cielo".

Pero hay más referencias extrañas en la Biblia.

 

En el segundo capítulo del Libro de los Reyes se detalla que,

"el profeta Elías fue llevado 'en un carro de fuego', y caballos de fuego… Y Elías subió al cielo en un torbellino".

Lo curioso del caso es que el famoso profeta - para algunos una encarnación previa de Juan el Bautista - se estaba enfrentando por aquella época con los falsos sacerdotes judíos que adoraban a Baal, el dios de la guerra babilónico, el mismo dios que, con el nombre de Moloch, es adorado por los Iluminati de Baviera.

En Génesis 19 se narra la aparición de unos "ángeles" ante Lot, el único hombre que había permanecido puro ante la depravación de Sodoma y Gomorra y a quien salvan avisándole de una debacle que acabaría con esas ciudades.

 

La descripción que se hace de esa destrucción - "llovía azufre y fuego" - hizo que investigadores como Erich Von Dániken propusieran que lo que había sucedido fue una bomba nuclear.

 

Vestigios hallados en los restos de estas ciudades, Tell Dhraa y Numeira, han hecho a los investigadores recuperar la teoría de Erich Von Dániken, apoyada por Zecharia Sitchin, quien apunta a una guerra de una civilización superior.

Estos relatos mitológicos, con la perspectiva del hombre del Siglo XXI que ha alcanzado la Luna y Marte, no deberían parecer tan extraños a poco que uno se ponga en la mentalidad de un ser humano de hace miles de años, similar a algunas culturas que todavía viven en ese grado evolutivo actualmente y que carecen de referencias para describir fenómenos muy alejados de su tecnología.

Pero la primera referencia a criaturas extra-ordinarias, es decir, que exceden a la comprensión habitual, dentro de la Biblia, se encuentra en uno de los párrafos iniciales del Libro del Génesis.

 

El texto que nos ha llegado dice así:

"El señor Dios formó al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz, el soplo de la vida".

El término "Dios" es una mala traducción del original "Elohim" que, según Sitchin y otros expertos en hebreo antiguo, es un plural que debe identificarse como "los dioses".

 

Malbin, un destacado cronista judío del siglo XIX, reconocía estos orígenes al escribir:

"En la antigüedad, los soberanos de los países eran los hijos de las deidades que llegaron a la Tierra desde los cielos, gobernaron la Tierra y tomaron esposas de entre las hijas del Hombre; y entre su descendencia hubo héroes y poderosos, príncipes y soberanos.

 

Ésta es la razón por la que se llamaron a sí mismos los 'Nefilim' (es decir, 'los que cayeron'). Ellos eran el pueblo del 'shem'; de las naves espaciales".

El término "nefilim" significa literalmente "los que fueron arrojados a la Tierra" o, en la terminología cristiana "los ángeles caídos". (Ilustración Pictogramas páginas 174 y 175 de "El 12 Planeta" de Zecharia Sitchin, Ediciones Obelisco).

 

Los modernos estudiosos de la Biblia coinciden en que el libro sagrado por antonomasia es una mezcla de varios textos diferentes, lo que explicaría las diferentes concepciones de Dios que allí aparecen: un dios vengativo que exige sacrificios para demostrarle su fidelidad, como ocurrió con Moisés, y un Dios compasivo y magnánimo en otros muchos capítulos.

 

El autor Max. J. Dimont sostiene en su obra "Judíos, Dios e Historia" que lo que conocemos como Biblia es la unión de dos textos diferentes que han llamado "E" y "J" en referencia a sus autores - los del norte "E" y los del Sur o "Jehovistas", seguidores de Jehová, un elohim que se levantó contra el Dios Supremo - y por eso describen dos concepciones de Dios totalmente diferentes.

 

A ello habría que añadir los añadidos de un grupo de sabios judíos en el siglo IV después de Cristo y que conformarían "El Talmud", la versión del judaísmo hoy considerada por muchos como la ortodoxa y que, en realidad, son textos recopilados durante su exilio en Babilonia, con influencias, por tanto, de los cultos a Baal y el resto de las divinidades sumerias.

 

Un ejemplo del Talmud babilónico, diferente a la Biblia, es este texto referido al propio Mesías no reconocido por un parte de los hebreos de aquella época :

"El día señalado para la ejecución, antes de la fiesta de la Pascua, se suspendió en un patíbulo a Jesús de Nazaret por haber seducido y engañado a Israel con sus encantamientos".

Según diversos autores, Jehová sería el dios particular de una determinada tribu que se haría con el control de las escrituras hebreas, aunque no todos los judíos comulgan con la misma idea de un dios vengativo y que pide a sus súbditos sacrificios humanos.

 

Algunos de estos judíos ortodoxos antisionistas están agrupados en el grupo Naturei Karta.

Un libro de la Secta Gnóstica descubierto en Nag Hammadi - uno de los famosos "Manuscritos del Mar Muerto" - denominado el "Apocalipsis de Adán", es una revisión de la creación de Adán y Eva y una aclaración del concepto divino.

 

Datado en el Siglo I de nuestra Era, pudo haber sido un intento de reconstruir el Génesis original.

 

En él se cuenta que Adán declaró:

"Cuando dios me creó de la tierra, junto con Eva, tu madre, estaba con ella en la gloria, la cual ella había visto en el Eón de donde hemos venido (Reino de la Luz).

 

Ella me enseñó una palabra de conocimiento del Dios eterno. Y nosotros nos asemejábamos a los grandes ángeles eternos, porque éramos más grandes que el dios que nos había creado y que los poderes en él, a quien no conocemos.

 

Entonces dios (el Demiurgo/Satanael), el regente de los eones y de los poderes, en cólera nos dividió. Entonces nos convertimos en dos eones. Y la gloria en nuestros corazones nos abandonó.

 

Después de aquellos días, el conocimiento eterno del Dios de la Verdad (Padre Celestial) se retiró de mí y de tu madre Eva. Desde ese momento aprendimos acerca de las cosas muertas, como el hombre. Entonces reconocimos al dios (Demiurgo) quien nos había creado.

 

Nosotros no le éramos extraños a sus poderes. Y le servimos a él en temor y esclavitud".

En ese relato podemos ver retratado al dios del miedo, el mismo que atemorizó a Moisés pidiendo que sacrificara a su hijo, nada que ver con el Dios misericordioso de otros pasajes del propio Antiguo Testamento ni, por supuesto, del Nuevo Testamento.

 

En esas crípticas palabras se reconoce a una entidad de superior inteligencia que esclaviza al Ser Humano para servir a sus intereses.

Según el reconocido investigador cristiano Texe Marrs, el código de la secta Iluminati, Skull and Bones, es 3-22 y esa clave secreta hace referencia a ese preciso pasaje del Génesis en el que un "dios", en plural, dice a Adán:

"Ved ahí a Adán que se ha hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; ahora, pues, echémosle de aquí, no sea que alargue su mano, y tome también del fruto del árbol de conservar la vida, y como de él, y viva para siempre".

Ese secreto de la inmortalidad tendría que ver con la "serpiente", es decir, con el ADN y la clonación.

 

Como vimos, la primera oveja clonada oficialmente fue en Roslin, hogar del templo masónico por antonomasia. La referencia al plural "nosotros" sería la prueba de que ese conocimiento fue transferido a esas sectas secretas por unos "demonios" extraterrestres.

Pero no sólo en el Oriente Medio hay referencias a estos seres llegados de otros planetas.

 

En el Popol Vuh, libro sagrado de la civilización Maya, se puede leer:

"Nada existía. Sólo había inmovilidad y silencio en la noche.

 

Sólo los Constructores, los Dominadores, los Formadores, los Poderosos del cielo, los Progenitores, estaban en el agua, rodeados de claridad…

 

Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y del hombre".

El experto colombiano en códigos mayas, Guillermo Hernández, cree que el Popol Vuh tiene claras referencias a un origen extraterrestre.

"Para los Quiché de Guatemala y muchas otras tribus de la zona que creen en este libro, existen cuatro 'Tulanes' que rigen como capitales en el orden galáctico.

 

Una de ellas está dentro de la Tierra, en los mundos de Xibalbá, una referencia directa a la existencia de una parte de la Familia que habitan en el interior de la tierra (la tierra hueca).

 

Una en el Oriente, otra en el Occidente, y otra más, la principal, arriba, en los cielos. En mi opinión son aluxiones directas a la familia que por incomprensión llamamos extraterrestre".

Los aztecas mejicanos también recibieron sus enseñanzas de un dios, Kukulkán, que descendió del cielo.

Los ancianos textos del Yoga hablan de que esta "ancestral tecnología" (así habría que llamarla), fue donada por los dioses - el mismo proceso que siguió el Tao chino - y enviada a los sabios que recopilaron ese saber por los "Maestros".

 

Su derivado, los 64 hexagramas del I Ching o "Libro de las mutaciones", correspondería a los 64 codones del ADN en una clara correspondencia entre el orden cósmico y el humano.

 

Al igual que sucede con el Tao, no hay constancia de un autor definido del I - Ching - más allá de las alusiones al sabio Confucio - por lo que no son pocos los que piensan que fue una "donación divina".

 

Más sorprenderá a muchos conocer que el Padre del hip hop, Afrika Bambaata, afirma que "fue un regalo de las estrellas" y que dedicara un tema a la mágica ciudad de Shamballa-Agartha, con platillos volantes incluidos.

Contemplados con atención, los mitos de todas las culturas ancestrales se parecen mucho, lo que hizo que el maestro Carl Jung propusiera la existencia de un "inconsciente colectivo".

 

Un concepto que hoy se conocería como "Campo de conciencia colectivo" o "Campo morfogenético", en la terminología del biólogo Rupert Sheldrake, es decir, una capa de conciencia ancestral. La información encontrada por los arqueólogos europeos a principios del Siglo XX en Irak, o lo que es lo mismo, en Babilonia, la más antigua civilización de la Humanidad (con el permiso de los Han chinos) sería la más cercana a esa "memoria colectiva humana".

Escritas en el idioma babilónico antiguo, las tablillas asirias encontradas entre 1902 y 1914, anteceden en mil años al relato bíblico. El texto en el que se describe la Creación se considera un antecedente directo del Génesis la Biblia.

En ellas, se atribuye a "Nibiru", conocido como "El 12 Planeta" (debido a que los mesopotámicos contaban a la Luna y al Sol como tales), la creación de la vida en la Tierra.

 

En la interpretación de Sitchin, el impacto de ese astro sobre un planeta anterior, llamado "Tiamat" dio lugar, al mismo tiempo, a la Tierra y al cinturón de asteroides, cuya órbita se encuentra entre Marte y Júpiter, al tiempo que hacía que este nuevo astro se convirtiera en un nuevo satélite de nuestro Sol, con una órbita de 3.600 años.

 

Un número fractal, el 360, que tiene una importancia capital en nuestros sistemas de medida, de la mano del sistema sexagesimal; presente tanto en la circunferencia (360 grados) como en el medida del tiempo (60 minutos, 60 segundos), que es una derivación de esa proporción espacial.

 

No en vano, fueron los mesopotámicos quienes dividieron la bóveda del firmamento en 12 secciones, de 30º grados cada una, lo que dio lugar a los signos del zodiaco, a los meses y a las Eras.

 

Cómo conocieron datos astronómicos tan precisos como la "precesión de los equinoccios" es algo que apuntala la teoría de que su saber fue donado por una civilización superior.

El relato mesopotámico que explica la creación de la Tierra dice así:

"El dosel repujado El extendió
en el lugar de Temo.
La Tierra suspendió en el vacío; Encerró las aguas en su densidad,

sin irrumpir en nube alguna…
Sus poderes pusieron freno a las aguas su energía hendió a la Altiva,
su viento esparció al retorcido dragón.

…..

La creación del cinturón de asteroides La otra mitad de ella,
Él la puso como una pantalla para los Cielos, Ensamblando las piezas,
Como guardianes los posicionó… Curvó la cola de Tiamat
Hasta formar la Gran Banda como un brazalete. Y Elohim dijo:
Que haya un firmamento en mitad de las aguas Y que se dividan las aguas de las aguas.
Y Elohim hizo el Firmamento,
Dividiendo las aguas que están bajo el firmamento.

De las aguas que están por encima del firmamento.

Y Elohim le llamó el "firmamento del cielo".

Sólo en 1801, casi 6.000 años después de la Civilización Sumeria, el italiano Guiseppe Piazzi descubrió el llamado "cinturón de asteroides".

 

Todas las culturas ancestrales que habitaron el actual Irak (Sumeria, Babilonia, Asiria) tenían este conocimiento mucho antes de que la ciencia oficial lo publicara.

La existencia de agua en otros planetas más allá de la Tierra ha sido motivo de la misma burla, durante décadas, que hoy sigue persiguiendo la existencia de vida extraterrestre.

 

Sin embargo, al igual que la ciencia ha reconocido, por fin, que la vida no pudo originarse "sola" en nuestro planeta, adoptando la hipótesis de un meteorito - que bien podría ser este Nibiru - en los últimos años la NASA ha admitido, por fin, la existencia de vida en algunos planetas de nuestro sistema solar.

 

Concretamente, las naves Pioneer 10 y 11 y las cápsulas Voyager recogieron indicios de que también en Marte puede haber agua - bajo la superficie, y en formato hielo - al igual que en Venus y en la luna de Saturno, Titán.

La existencia del "décimo planeta mesopotámico" (excluyendo al Sol y la Luna) también ha sido ya aventurada por parte de los científicos más avanzados y no son pocos los que opinan que la cantidad de películas apocalípticas sobre el acercamiento de un astro a la Tierra, están preparando a sus habitantes de para un hecho real.

El 30 de enero de 1983, el diario The New York Times publicaba:

"Un par de naves espaciales americanas podrían ayudar a los científicos a descubrir lo que podría ser un 10º planeta o un objeto gigante a billones de millas de distancia, dijo el jueves la Administración Espacial y de Aeronáutica nacional.

 

Científicos en el Centro de Investigación de la agencia espacial Ames, dijeron que las dos naves espaciales, Pioneer 10 y 11, podrían agregar conocimiento de un misterioso objeto que se cree que está más allá de los planetas exteriores conocidos del sistema solar.

La agencia espacial afirmó que las irregularidades persistentes en las órbitas de Urano y Neptuno,

'sugieren que algún tipo de misterioso objeto realmente está allí'.

Si el misterioso objeto es un nuevo planeta, puede estar cinco mil millones de millas más allá del anillo orbital exterior de los planetas conocidos, según la agencia espacial. Si fuera un objeto del tipo de estrella oscura, estaría 50.000 millones millas más allá de los planetas conocidos.

 

Algo allá afuera, más allá de los más lejanos alcances del sistema solar conocido, está ejerciendo atracción sobre Urano y Neptuno.

 

Una fuerza gravitatoria sigue perturbando a los dos planetas gigantes, causando irregularidades en sus órbitas. La fuerza sugiere la presencia de un objeto grande, el lejano y largamente buscado Planeta X. Hay irregularidades matemáticas en las órbitas de los planetas exteriores.

 

Los astrónomos están muy seguros de esta existencia de este planeta que ya lo han nombrado:

"El Planeta X o el 10º Planeta".

Es de reseñar que la agencia espacial haya utilizado la misma nomenclatura que los sumerios para nombrar a este astro, señal de que conocen las profecías babilónicas.

El 30 de diciembre, también de 1983, el periódico norteamericano The Washington Post publicaba esta otra sorprendente noticia.

"Un cuerpo celeste, posiblemente tan grande como el gigante planeta Júpiter y tan cerca de la Tierra que sería parte de este sistema solar, se ha encontrado en dirección de la constelación de Orion.

 

El hallazgo ha sido hecho por un telescopio orbitante a borde del satélite astronómico infrarrojo americano".

[Curiosamente, la constelación de Orión es de donde dicen venir los "grises" y, también, corresponde a la orientación según la cual fueron construidas las pirámides de Egipto].

"Tan misterioso es el objeto hallado por los astrónomos que no saben si es un planeta, un cometa gigante, una 'proto estrella' cercana que nunca se calentó lo suficiente como para convertirse en estrella, una galaxia distante tan joven que todavía está en el proceso de formar sus primeras estrellas, o una galaxia tan cubierta de polvo que ninguna luz lanzada por sus estrellas logra atravesarse.

 

'Todo lo que puedo decir es que no sabemos lo que es', dijo en una entrevista el Dr. Gerry Neugebauer, científico principal del IRAS para el Laboratorio de Propulsión de Jet de California y director del Observatorio del Palomar del Instituto de Tecnología de California.

 

La explicación más fascinante de este misterioso cuerpo - que es tan frío que no arroja ninguna luz y nunca ha sido visto por telescopios ópticos en la Tierra o en el espacio - es que es un planeta gaseoso gigante, tan grande como Júpiter y a una distancia de la Tierra de como 50.000 millones millas.

 

Mientras esto puede parecer una gran distancia en condiciones terrestres, está a tiro de piedra en condiciones cosmológicas, de hecho, tan cerca que sería el cuerpo celeste más cercano a la Tierra más allá del planeta extremo Plutón.

 

'Realmente está tan cerca que sería una parte de nuestro sistema solar', señaló el Dr. James Houck del Centro para las Físicas de Radio e Investigación Espacial de la Universidad de Cornell y miembro del equipo científico de IRAS".

La existencia de este Planeta X está siendo silenciosamente seguida por todos los observatorios astronómicos más potentes del Mundo, incluido el del Vaticano (VATT) y el ruso, que afirma sin ambages que se está acercando peligrosamente a la Tierra.

 

Como hemos visto, esta hipótesis forma parte de uno de los escenarios previstos por el Gobierno Secreto MJ 12-Bilderberg en la "Alternativa 3" y entronca a la perfección con todas las tradiciones espirituales del Planeta Tierra que, desde la judeocristiana (a la musulmana, de la maya a la sumeria, advierte de un astro celestial que finalizará una Era (de Piscis, Kali Yuga) y dará paso a la nueva (Era de Acuario, Era de la Verdad, Edad de Oro o Satya Juga).

Silenciados por los medios de comunicación, que no han unido las informaciones para darle la importancia que se merece, estos datos ya eran conocidos por los sacerdotes sumerios hace 6.000 años, quienes propusieron que Nibiru trajo la "semilla de la vida", es decir, "la panspermia cósmica" de la que hablábamos al principio de este capítulo.

 

De allí, de Nibiru, habrían venido los Anunnaki, unos "astronautas" que habrían tenido un papel decisivo en la historia del Ser Humano.

La Cosmogonía sumeria - al igual que los vedas hindúes, los mitos griegos o los jeroglíficos egipcios - retrata a los dioses con caracteres antropomórficos, combatiendo entre ellos por asuntos amorosos-sexuales y de poder y volando con ayuda de sus alas.

La importancia de los asuntos del "corazón" es tal porque el Anu-nnaki, es decir, el hijo de "Anu" que se casaba con la hija del dios, se convertía en el Regente, una costumbre que se traspasó a los faraones egipcios y cuya explicación es no perder la mejor genética, la de los dioses.

 

La vieja costumbre de los monarcas y aristócratas de mezclarse entre ellos - aludiendo a la "sangre azul" - tendría así una explicación.

 

Sin embargo, en los relatos babilónicos se explica que los dioses se juntaron con las humanas, algo que también han hecho los monarcas últimamente (Príncipe Felipe de España, Príncipe Carlos de Inglaterra), seguramente porque se dieron cuenta de que tanta consanguinidad estaba perjudicando el resultado…

En uno de los primeros capítulos del Génesis se relata claramente que "los dioses (Nefilim) bajaron a la Tierra y conocieron a las humanas", teniendo el término "conocer" claras connotaciones sexuales.

"Los hijos de los dioses
vieron que las hijas de los hombres estaban bien;

y tomaron por esposas
a las que preferían de entre todas ellas".

Más adelante, añade:

"Los nefilim estaban sobre la Tierra, en aquellos días y también después,

cuando los hijos de los dioses cohabitaban con las hijas de los Adán,

y ellas les daban hijos.
Ellos fueron los poderosos de la Eternidad.

El pueblo de Shem".

Este relato está directamente relacionado con otro libro apócrifo del siglo I Antes de Cristo, el Libro de Enoch, tanto sólo aceptado por la iglesia etíope, en el que se puede leer:

"Así pues, cuando los hijos de los hombres se hubieron multiplicado, y les nacieron hijas hermosas y bonitas, y los ángeles, hijos de los cielos, las vieron, y las desearon, se dijeron entre ellos:

'Vamos, escojamos mujeres entre los hijos de los hombres y engendremos hijos'."

Parece pues que han existido dos versiones de la Biblia - que a veces se contradicen - y que el término "Elohim" alude a los "dioses" y no a "Dios" como entidad rectora final del Universo.

 

En el capítulo 2, versículo 7, según la versión de la Biblia del Rey Don Jaime se lee:

"Dios dijo: hagamos a los hombres a nuestra imagen, según nuestro parecido".

Y después:

"Y Dios creó al hombre a nuestra imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó".

Más adelante, continúa relatando la creación del primer hombre y la primera mujer, creada a partir de la costilla de Adán:

"Hagamos un Adán a nuestra imagen y según nuestro parecido".

Sitchin repara en que el plural empleado "hagamos" hace referencia a varios responsables de la creación de ese "Adán" que no sería un mero individuo sino un "genérico".

 

Cuando acude a los textos sumerios - que descifra con gran pericia - el sabio judío encuentra la aclaración a estas leyendas. Su impagable interpretación ha quedado impresa en los extraordinarios "El 12 planeta" y "Génesis revisado", de los cuales extraigo los siguientes datos.

Según Sitchin, Adán no es un término que remita a un hombre en el estricto sentido de la palabra sino que, dado que "Adamh" significa en sumerio "tierra", se podría calificar de "El terrestre", es decir, un "prototipo" o un modelo.

 

Y apoya su argumentación aludiendo a que, en idioma sumerio, el término que designa "hombre" es "Lu", que también quiere decir "trabajador", teniendo el término "lulu" el significado de "El mezclado".

 

Es decir, que esos seres Anu-nnakis, hijos de Anu, crearon un trabajador.

 

¿Cómo lo crearon?

Al igual que en otros mitos de creación de otras tantas civilizaciones del Planeta, en la tradición sumeria se hace alusión a un componente terrestre (arcilla o barro), mezclado con una "esencia divina".

 

En la Epopeya sumeria se narra, sin mucho lugar para las interpretaciones, la existencia de 12 dioses mayores, 6 hombres y 6 mujeres, que llegaron a la Tierra desde ese planeta llamado Nibiru.

 

Los dos hijos de Anu, Enlil y Enki, después de muchas disputas - que bien podrían ser el origen de las míticas "guerras de los dioses", tanto de la mitología egipcia como hindú, y del propio mito de Caín y Abel - se repartieron la Tierra en dos áreas de influencia.

 

Ello explicaría, para diversos autores, las similitudes entre las construcciones piramidales de Oriente Medio y Centroamérica, así como las continuas referencias a los "dioses reptiloides", representados tanto en la iconografía egipcia y mesopotámica como en la centroamericana, cuyo máximo exponente es el dios azteca "Quetzalcoatl", literalmente, "serpiente con plumas".

 

En todos los casos, la serpiente (o el reptil) trae el conocimiento, fenómeno que, como veremos, se repite en las culturas china, australiana y africana.

La hipótesis de Sitchin es que los "astronautas Anunnaki" habrían llegado de su Planeta con una misión: recolectar el oro que debía servir para rehacer la atmósfera del suyo.

 

Y apoya este dato con la evidencia de que hay minas en África que han sido explotadas en Suazilanda y Zu-lu-landia (Sudáfrica) desde hace más de 60.000 años, una anomalía científica más, que se une a que los primeros yacimientos de restos humanos proceden de este continente.

Más sorprenderá todavía que - entre los 12 dioses mayores de Mesopotamia y que tienen su correspondencia con las divinidades egipcias, griegas e hindúes - hubiera una, llamada "Ninti" o "Ninhursag", catalogada como "Dama-Vida" donde "Ti" significa tanto "costilla" como "vida".

 

También se la conoció como "Mammi", de donde derivaría el nombre, común en todas las culturas humanas, de "mama" o madre. Dado que los trabajadores venidos de Nibiru no aceptaban muy bien el trabajo en las minas, habrían decidido crear un ser a partir del homínido que se encontraba en este planeta.

 

En contra de lo que se pueda suponer, las referencias a un hecho tan improbable son numerosas, no sólo en la propia escritura sino - con una buena atención - en los propios glifos mesopotámicos, donde se observan cilindros que hacen recordar a las probetas de los científicos (página 174, "Genesis Revisado", Zecharia Sitchin, Ediciones Obelisco).

 

La omnipresencia del número "12" nos retrotrae, mágicamente, a las casas del zodíaco, a las horas del día (12x2), al número de Apóstoles de Cristo, los 12 caballeros de la Tabla Redonda que buscan el grial y al propio Majestic-12, que guarda el secreto de los extraterrestres.

 

El 13, el número que hacían tanto Jesucristo como el Rey Arturo unidos a sus discípulos, el número calificado de "gafe" por la tradición dominante, sería el de la transformación, el de la trascendencia.

 

Una tecnología cuya importancia habría sido ocultada a los ojos de los que "no pueden saber". Reverenciado por la cultura maya, es un número clave para las logias secretas que se habrían quedado, de esta forma, con una clave secreta de incalculable valor.

 

Sin ir más lejos, la pirámide Iluminati que aparece en el anverso del billete de un dólar, creado por la Reserva Federal en 1933, tiene 13 escalones.

 

Según los mejores investigadores, más allá de los 33 grados de la masonería, existe un Consejo de 13 personas que dirige los destinos del Planeta. Se le conoce como el "Consejo de los 13". Por encima, sólo quedarían "los Maestros Ocultos de la masonería", para algunos, una forma de llamar a los Anunnaki.

En el relato sumerio aparece, como en la Biblia, el barro como trascendental ingrediente, pero se añade un componente:

un buen Anunnaki, es decir, uno de estos "nefilim", dioses o - como se conocerían actualmente "astronautas" - venidos del duodécimo Planeta y que equivaldrían a los "donantes de semen" de la actualidad.

"Mezcla un núcleo de arcilla del basamento de la tierra

Justo por encima del Abzu
y dale forma de un núcleo.
Yo te proporcionaré un buen Anunnaki, joven e inteligente

Que llevará la arcilla hasta la condición deseada".

Sitchin revela en su obra "Génesis revisado" el significado de la palabra "Abzu".

"Es como se denominaba a la zona del Sudeste de Africa a la que hemos hecho alusión anteriormente, pero también hace referencia aquí al lugar de donde se extraerá el óvulo.

 

El dios Enki da instrucciones a Ninti (la 'ingeniera genética') para que obtenga de un joven Anunnaki la sangre y el 'shiru' de un dios y, mediante un baño purificador, obtenga su 'esencia'."

En otras palabras, está haciendo alusión a la obtención de su semen porque la palabra "Shiru" hacía referencia a "kisru" que, proviniendo de un varón, obviamente, hace alusión a su fluido reproductor.

"Tú pronunciarás el destino del recién nacido, Ninti fijaría en él, la imagen de los dioses

Y lo que habría de ser el hombre".

Siguiendo el relato del "Atra Hasis" sumerio, la extracción de la arcilla, el núcleo y la vida no eran suficientes y Ninti sólo tuvo que fijar "el molde" donde se culminaría la "fijación".

 

Es decir, faltaba únicamente la implantación del óvulo fecundado.

Así se creó, según el relato sumerio, el primer Adán, y posteriormente la primera Eva, después de lo cual llegaría la primera generación de humanos.

Enki fue el encargado de seleccionar a las hembras Anunnaki que serían las "diosas del nacimiento" o, como las llamaríamos ahora, las "madres de alquiler".

 

(Algo que, por otra parte, hicieron los nazis de Hitler, seleccionando a "buenas alemanas" que fueron fecundadas con genes arios puros para mejorar la raza.

 

De estos experimentos nacieron 12.000 seres que fueron donados al Estado).

"Las diosas del nacimiento se mantuvieron juntas Ninti,

sentada, contando los meses,
Se acercaba el fatídico mes décimo,

El mes décimo llego….
El periodo de apertura del útero había transcurrido".

Las crónicas sumerias y acádicas relatan que este primer experimento alumbró a siete varones y siete hembras, algo que se parece muchísimo a las crónicas de la Cosmogonía Dogón, que vimos al principio, aunque el número varía a 8 en el relato africano.

Sin embargo, esta primera raza no podía procrear, es decir, no tenía la capacidad de reproducirse, al igual que le ocurre a otros animales híbridos como el "ligre" (tigre más león) y la mula (caballo más asno) o la oveja Dolly (el primer animal clonado oficialmente en Roslin, Escocia, donde se asienta la misteriosa capilla del Rey Salomón a la que huyeron los templarios después de ser disueltos).

En el relato babilónico Atra Hasis, el espacio donde acontece esta concepción se conoce como SHI-IM.TI donde "SHI" corresponde a "alma o aliento de vida", "IM" es "lado" o "costilla" pero también "arcilla", y "TI" se refiere a "vida" o "costilla".

 

Sin embargo, duplicado, es decir, "TITI" adquiere el significado de "vientre".

 

Gracias a la mezcla de esos significados en el original mesopotámico, el relato del Génesis bíblico adquiere otras connotaciones mucho más "realistas".

"Y Yahvev Elohim hizo caer un profundo sueño sobre El Adán, y él se durmió.

Y tomó una de sus costillas Y cerró la carne en su lugar.

Y Yahveh Elohim construyó de la costilla que había tomado de El Adán, una mujer.

 

Y El Adán dijo:

'Esto es hueso de mis huesos, y carne de mi carne".

Si lo leemos desde el moderno conocimiento de la técnica de la ingeniería genética, el relato bíblico adquiere una nueva comprensión:

Yahvev Eholim - uno de los dioses - ve que Adán está sólo en el Edén y piensa que no es bueno para sus intereses que el hombre esté sólo y por eso le construye una compañera.

La sensación que recoge Sitchin a la luz de esta interpretación es que se realizó un implante de la médula ósea en una "trabajadora" - uno de esos esclavos humanoides, creando así la "Nueva Eva", madre de todos los seres humanos y que en idioma sumerio, según el investigador Samuel N. Kramer, significa "Aquélla que tiene vida".

Los símbolos sumerios que pueblan nuestra simbología y arquitectura nos podrían convencer que, realmente, nuestra historia fue escrita en esa anciana civilización.

Particularmente curiosa es la recurrencia del símbolo de la serpiente, omnipresente desde el Edén en el relato de la Humanidad, como emblema de las diferentes dinastías que en todas las civilizaciones se proclaman descendientes de los dioses; desde los faraones a los Césares romanos y los papas romanos, más recientemente, los reyes europeos y asiáticos y, por supuesto, las propias logias secretas, como la masonería o la propia organización terrorista ETA.

 

El símbolo de la serpiente está unido al conocimiento en el logotipo internacional de las farmacias y, como símbolo de la vida, es la "Kundalini" de la tradición mitológica hindú y el nombre de una de las hermandades secretas más importantes.

 

Según el investigador inglés, David Icke, entre otros reconocidos autores, la madre de todas las logias de la actualidad sería la "Hermandad de la Serpiente" que bebería de las fuentes mesopotámicas de aquellos astronautas Anunnaki que crearon al Ser Humano mediante la ingeniería genética.

 

Las inexplicadas tallas mesopotámicas y jeroglíficos egipcios donde continuamente aparecen serpientes enhiestas serían la prueba de que la clase real de aquella época eran descendientes directos de esos extraterrestres reptiloides y cuyo poder se habría preservado a lo largo de los siglos mediante las propias logias y hermandades secretas.

 

Curiosamente, una aproximación al "Ojo" inscrito en la pirámide Iluminati que aparece en el billete de un dólar revela que es… ¡El ojo de un reptil!

 

Las inscripciones del templo de Hathor, en Dendera, Egipto, son para Icke y el también inglés Christopher Everard, las mejores pruebas de que estas sectas poseían conocimientos y tecnologías muy superiores a las de la época. Armas similares a los proyectos suprimidos del propio Nikola Tesla.

Para Sitchin, el término hebreo "Nahash" - que hace referencia a la serpiente en idioma sumerio - se identifica también con "el que conoce secretos" y con el "cobre", lo que haría referencia al astronauta Enki, encargado de las minas africanas.

 

Al mismo tiempo, se identificaría con la doble hélice del ADN. El arriesgado investigador inglés David Icke llega más lejos al sugerir que esa raza - que creó a los seres humanos y los ha mantenido esclavizados durante siglos - eran, simple y llanamente, de naturaleza reptiloide.

 

Una aparentemente descabellada propuesta que reflejó la serie de televisión "V".

 

Por su parte, el científico americano MacLean mantiene que nuestro cerebro se compone de tres capas, la primera de las cuales, asociado al sistema límbico, correspondería con nuestros antepasados reptilianos, en términos evolucionistas, claro está.

Curiosamente, en las tradiciones de base oral africanas, vuelve a aparecer la referencia a los seres de naturaleza humana-reptil.

 

El chamán e investigador africano, Credo Mutwa, revela las sorprendentes similitudes entre los relatos de la creación de diferentes tribus africanas.

"Cuando uno le pregunta a un antropólogo Blanco sudafricano qué significa el nombre Zulú, dirá que significa 'el cielo', y por eso los Zulúes se llaman "gente del cielo". Eso señor, no tiene sentido.

 

En el idioma Zulú, nuestro nombre para el cielo, el cielo azul, es sibakabaka.

Nuestro nombre para el espacio interplanetario es izulu y el weduzulu, que significa 'espacio interplanetario', el cielo oscuro con estrellas que usted observa cada noche, también tiene que ver con viajar, señor.

 

La palabra Zulú para viajar aleatoriamente, como un gitano o nómada, es 'izula'.

Ahora, puede ver que la gente Zulú en Sudáfrica está al tanto de que se puede viajar por el espacio - no por el cielo como un pájaro - sino a través del espacio, y los Zulúes proclaman que hace muchos miles de años atrás llegaron, de más allá del cielo, una raza de gente que era como lagarto, gente que podía cambiar de forma a voluntad.

 

Y de las personas que casaban a sus hijas con extraterrestres, y que producían una raza con poder de Reyes y Jefes de tribu, hay centenares de cuentos de hadas, señor, en los cuales una hembra-lagarto asume la identidad de una princesa humana y toma su puesto, y se casa con un Príncipe Zulú.

Cada niño en Sudáfrica, señor, sabe el cuento de una princesa que se llamaba Khombecansino.

Khombecansino se iba a casar con un guapo príncipe de nombre Kakaka, nombre que significa 'el iluminado'.

 

Un día, mientras Khombecansino estaba recogiendo leña, se encontró con una criatura conocida como un 'Imbulu', y esta Imbulu era un lagarto que tenía el cuerpo y extremidades de un ser humano, pero tenía una cola larga.

Y este lagarto le habló a la Princesa Khombecansino: 'Oh, qué bella eres, chica, yo quisiera ser como tú. Desearía lucir como tú: '¿Puedo acercarme?', dijo la mujer lagarto Imbulu a la princesa. Y la princesa respondió: 'sí, puedes'.

 

Y cuando la lagarta se acercó, como era más alta, le escupió en los ojos a la Princesa y comenzó a transformarse.

Es decir, la lagarta cambió repentinamente a forma humana pareciéndose cada vez más y más a la chica, con la excepción de su larga cola.

 

Entonces, con una repentina violencia, la mujer lagarto envolvió a la Princesa y le quito sus brazaletes, su collar, su falda de boda, y se los puso.

Así, la lagarta se convirtió en la princesa. Ahora había dos mujeres idénticas en los arbustos, la mujer original y la reptiloide transformada. Y la mujer lagarto le dice a la original:

'Ahora tú eres mi esclava. Ahora tú me acompañarás al matrimonio. ¡Yo seré tú y tú serás mi esclava, vamos!'.

Agarró un palo y empezó a golpear a la pobre princesa. Entonces se fue, acompañada por otras chicas, que eran damas de honor, según la costumbre Zulú, y llegó a la aldea del Príncipe Kakaka.

Pero antes de llegar, ella tenía que hacer algo con su cola, o sea, la mujer transformada tenía que, de alguna forma u otra, esconder su cola. Entonces, obligó a la Princesa a que le tejiera una maya de fibra, y luego recogió su cola y la amarró ajustadamente a sí misma.

Ahora parecía una mujer Zulú atractiva, de trasero muy grande, cuando se la veía desde afuera. Después, cuando llegaron y ella se volvió la esposa del Príncipe, algo raro comenzó a suceder en la aldea.

 

Toda la leche desaparecía porque cada noche la Princesa transformada, la Princesa falsa, se soltaba la cola, la cual chupaba toda la leche agria a través de un hueco en la punta de ésta.

La suegra dijo:

'¿Qué es esto, por qué está desapareciendo la leche? Y agregó: 'No, ya veo, hay un Imbulu entre nosotros'.

La suegra, una mujer muy inteligente, dijo: 'Hay que hacer un hueco a la entrada de la aldea y se tiene que llenar con leche'. Y esto se hizo. Entonces, se les ordenó a todas las chicas que venían con la falsa Princesa que saltaran en el hueco.

Una detrás de la otra, saltaron. Y cuando obligaron a la metamorfa, a punta de lanza, a saltar, su larga cola se soltó de la maya bajo su falda y empezó a chupar leche a través del hueco, y los guerreros mataron a la metamorfa.

 

Así, la verdadera Princesa Khombecansino se convirtió en la esposa del Rey Kakaka.

Señor, este cuento tiene muchas versiones. Por toda Sudáfrica, en muchas tribus, encontrará cuentos relativos a este fascinante ser que es capaz que cambiar de un reptiloide a un ser humano, y de reptil a cualquier otro animal que quiera.

 

Y estas criaturas, señor, en verdad existen. No importa donde vaya: por el Sur, Este, Oeste y Centro de África, encontrará que la descripción de estas criaturas es siempre la misma.

Aun entre tribus que nunca, a través de su larga historia, han tenido contacto entre sí. Así que, sí HAY tales criaturas. De dónde vienen, nunca lo sabré, señor.

 

Pero están asociadas con ciertas estrellas en el cielo, y una de estas estrellas es un grupo grande que es parte de la Vía Láctea, que nuestra gente llama Ingiyab, que significa "La Gran Serpiente".

Y hay una estrella roja, una estrella rojiza, cerca de la punta de esta orilla de estrellas que nuestra gente llama IsoneNkanyamba. Ahora, esta estrella llamada IsoneNkanyamba tiene su correspondiente en inglés. Es la estrella llamada Alpha Centauri, en inglés.

 

Esto, señor, es algo que vale la pena investigar.

 

¿Por qué será que en más de 500 tribus, en las partes de África que yo he visitado en los últimos 40 ó 50 años, se describen criaturas similares?"

Nuevamente, nos encontramos con la creencia de que, "antes, los hombres volaban".

 

Una tras otra, todas las culturas ancestrales, sin aparente relación entre sí, sostienen tan extraña afirmación. La capacidad de volar de los dioses sumerios es algo que - al igual que entre las mitologías griegas, hindúes y africanas - está completamente asumido.

Según el relato sumerio, Enlil levantó Nippur como "Dur-Anki", es decir, enlace entre Cielo y Tierra.

 

Así, volando, se desenvolvía Inana-Ishtar, la libidinosa diosa que serviría de modelo a las deidades mediterráneas y que, en repetidas ocasiones, se pinta o esculpe con una "caja a la espalda", a modo de mochila, y unos ostentosos círculos alrededor de las orejas que hoy podemos identificar como "auriculares".

 

Ése es el modelo de las Damas Mediterráneas (como la de Elche) y su prolongación, las "falleras valencianas", a las que aludimos en capítulos anteriores.

"Un día mi Reina,
Después de cruzar el cielo, de cruzar la tierra - Inanna
Después de cruzar el cielo, de cruzar la tierra Después de cruzar Elam y Shubur,
Después de cruzar….
La hieródula llegó cansada, se durmió. La vi desde el extremo de mi jardín: La besé, copulé con ella".

Todavía más descriptivo es este párrafo en el que se describe cómo se viste Inanna-Ishtar antes de comenzar uno de sus viajes.

 

Se coloca estos siete atuendos, con especial relevancia a los "pendientes medidores".

1 - El SHU.GA.RRA se lo puso en la cabeza.

 

2 - "Pendientes medidores" en la cabeza.

3 - Cadenas de piedrecillas azules, alrededor del cuello.

 

4 - Un cilindro dorado, en las manos.

5 - Piedras gemelas, sobre los hombros 6 - Correas que le abrazan el pecho.

7 - La vestimenta PALA con la que se vistió el cuerpo.

A lo largo de los años, los arqueólogos, han ido hallando objetos mesopotámicos que se asemejan mucho a la descripción de la vestimenta de Inanna (página 136-137 y 138 de El 12 planeta, Zecharia Sitchin, Ediciones Obelisco).

 

Protectores oculares y auriculares son habituales "incorrecciones arqueológicas" como otras que hemos visto, en las que "incurren" las civilizaciones mesopotámicas.

Pero no son las únicas: las alas, tanto de águilas como caballos alados, y lo que hoy identificaríamos como "cohetes" son recurrentes en las iconografías egipcia y mesopotámica, en forma de "obeliscos".

 

Desde los tiempos del masón Napoleón Bonaparte hasta los del también masón George Washington, los obeliscos fueron plantados en ciudades de Europa y América, en los lugares más emblemáticos de El Vaticano, Londres, París o Washington. Es decir, los lugares de Poder de la actualidad.

 

Casi con toda seguridad, las logias masónicas a las que han pertenecido una gran parte de los políticos y Presidentes - herederas de los Misterios griegos y egipcios a través del Neoclasicismo masónico - son las responsables de que estos símbolos sean casi obligatorios.

 

Especialmente singular fue la colocación - por parte del masón François Mitterand - de una pirámide negra en la "Ciudad de la Luz", es decir, de los "Iluminados" o Iluminati, en el lugar conocido como el "Campo de Marte" que traza una línea geométrica sobre el plano de París que conecta el Arco de Triunfo con un obelisco.

Como hemos visto, el uso de las simbologías egipcias y su propio origen hacen creer a no pocos que los programas espaciales de la NASA han sido obra de estas logias, conectadas a través de los tiempos con los secretos de la Antigua Babilonia.

 

Redondeando este aserto, la invasión de la antigua Babilonia - actual Irak - en el año 2003, capitaneada por las élites de varios países con fuertes nexos religiosos (Israel, Estados Unidos y Gran Bretaña) nos lleva directamente al relato del Apocalipsis, fundamental para las sectas cristianas-sionistas que gobiernan los Estados Unidos a través de distintas Fundaciones y las propias logias de las que hablamos al principio.

 

Uno de los primeros sucesos acaecidos en la capital - la antiquísima Bagdad - cuando fue tomada por las tropas norteamericanas, estuvo intrínsicamente relacionado con el objeto de este capítulo.

 

La toma del Museo de la ciudad, donde se atesoraban gran parte de los secretos que forman la columna vertebral que estamos desvelando, se convirtió en un auténtico expolio de un verdadero Tesoro para la Humanidad, en el más estricto sentido de la palabra.

 

Aunque la versión oficial achacó estos "robos" a "bandas incontroladas", otras informaciones aluden a que fueron las propias tropas estadounidenses - o, más bien, los Servicios Secretos - quienes robaron este Museo, de tanto valor para las logias masónicas. El 19 de diciembre del 2007 una noticia explicaba que se había abortado la venta por Internet de una tablilla mesopotámica de más de 3.000 años de antigüedad…

 

Ni más ni menos que una de esas tablillas que cuentan los secretos de esos astronautas que bajaron a la Tierra y que tan importantes son para conocer nuestro origen.

 

Cuatro años antes, el 8 de mayo del 2003, la página israelita "Debka file" relataba que tropas especiales estadounidenses buscaban por el subsuelo iraquí una copia antiquísima del Talmud babilónico que contendría las leyes que se querían implantar dentro del "Nuevo Orden Mundial" y eran conocidas como "leyes de Noé"

Aludir a la "casualidad" ha sido la manera de ocultar a la población el verdadero sentido de las cosas que suceden en el Planeta. Y una de ellas es el origen extraterrestre de la Humanidad.

La manera en que los mesopotámicos aludían a las naves era con el vocablo "shem", habiéndose encontrado figurillas donde aparecen dioses dentro de cohetes. El término "Shamain" que hace alusión a "el que mira hacia el cielo" acabó derivando al de "chamán", el sacerdote de las tradiciones animistas asiáticas.

 

Por eso, los mesopotámicos se afanaban en construir "shem", imitando los cohetes de sus dioses, para llegar a ellos.

 

Por eso, igualmente hoy día los grandes millonarios de los emiratos del golfo Pérsico e incluso de España, repiten sus diseños para erigir edificios que expongan su poder.

 

La profusión de obeliscos en las grandes urbes del Planeta, directamente relacionados con esos ancestrales cohetes, termina de sacarnos de la duda sobre quién detenta realmente el Poder.

Pero lo más singular de tantas curiosidades es que los mesopotámicos pintaban a su dios "Utu-Shamash", Jefe de la flota de voladores, con las alas de un águila y, a veces, con todos los elementos de este ave.

Las mismas alas con las que los mesopotámicos pintaban a sus dioses pasarían al emblema de los persas de Ciro, y de ahí, a tantos y tantos emblemas militares occidentales.

 

Por su parte, el águila bicéfala fue símbolo de la Alemania nazi, lo es de la bandera de Albania y, en su versión unicéfala, aparece en la antigua insignia de la bandera española, amén de la de Estados Unidos, entre muchas otras.

 

Como vimos, la primera comunicación de los astronautas masones cuando llegaron a la luna fue:

"el Águila ha aterrizado"...

El círculo (de 360 grados) se había cerrado...