X - EL MUNDO
DE LAS APARIENCIAS
Melinar introdujo su conciencia en el grupo de seres que estaba
reunido en el óvalo de Inanna: Atilar, Chandhroma, Olnwynn,
Graciela, Merwin y, por supuesto, Inanna.
Cuando Melinar empezó a
hablar, las formas geométricas llamativas, o sea los brillantes,
empezaron a cambiar rápidamente.
Ningún aspecto del Primer Creador está realmente separado del
resto. La puerta de salida del mundo de las apariencias puede asumir
cualquier forma. Cada expresión de vida lleva consigo el potencial
de la libertad y cada uno de ustedes se vistió de los colores y
temperamentos que estaban disponibles en el tiempo en el que
vivieron.
Debido al poder de los cinco sentidos, se perdieron en
medio de la dualidad de estas expresiones y se dejaron llevar por
las polaridades continuas inevitables. Pero, como ven, esas
realidades se han desvanecido, mas permanecen como datos
almacenados. Existen por separado pero, no obstante, están
conectados eternamente a todos.
Nada muere; nada se pierde.
"En una dimensión de realidad, ninguno de nosotros jamás ha
abandonado la mente del Primer Creador".
Graciela estaba sentada en el bosque de cedros con sus hermosos
perros y pensaba cuán tristes habían sido casi todas sus vidas. Toda
esa lucha por aprender y llegar a ser algo, para luego dejarse
llevar por algún impulso insensato.
¿Para qué era todo eso?
Si sólo
pudiera regresar y sanar a los otros. Si el padre de Merwin hubiera
sido amable, si sólo Chandhroma le hubiera hecho caso a Inanna para
no beber el veneno, si Atilar hubiera dejado de contemplar los ojos
de la joven sacerdotisa, si Olnwynn no hubiera sido tan amante de la
bebida. ¡Si sólo!
Esa era la historia actual de la especie humana.
La guerra y la destrucción se veían lo suficientemente siniestras en
los libros de historia, pero cuando uno las vive en carne propia, el
dolor es íntimo y penetrante.
Graciela empezaba a ajustarse a toda esa descarga de información.
Las historias de sus otras existencias le fascinaban y la dejaban
exhausta. Se dio cuenta de que sus experiencias de muerte no fueron
fáciles; tal vez la muerte no se hizo para que fuera fácil.
Quizás
es la única manera de convencernos de que podemos salir de nuestro
cuerpo. De algún modo ella empezaba a desapegarse un poco de todos
los datos y comenzaba a ver todas las vidas como partes de un
acertijo que se movía en ciclos. Había varios patrones que se
repetían. Ella se sentía como si fuera un detective privado a punto
de resolver un gran misterio.
¿Pero se resolvería alguna vez el
misterio? ¿Lo habían creado para que alguna vez fuera resuelto?
Graciela se acostó sobre el piso duro del bosque y respiro
profundamente.
El aroma del cedro llenó su ser y cerró sus ojos.
La Doncella del Cielo yacía sobre el piso de su tipi.
El curandero
la había atado contra el suelo con el fin de "amarrar el dolor".
Ella sabía que eso era una tontería; sabía que moriría. ¿Qué sabían
los hombres en cuanto a dar a luz? Su bebé dio la vuelta en su
vientre y se atoró. A medida que perdía más sangre el dolor se hacía
más intenso.
¿Dónde estaba Pequeña Nube, su amiga y partera?
¿Deseaba Pequeña Nube tanto a Pluma de Fuego como para dejar que su
amiga, la Doncella del Cielo, muriera en el parto?
Ella pensó en su
esposo Pluma de Fuego. Siempre se habían amado; habían estado juntos
toda la vida; desde niños habían sido inseparables. Y, por supuesto,
Pequeña Nube los había seguido a todas partes. La Doncella del Cielo
comprendía cómo su amiga amaba a su esposo, pero nunca se inmutó
porque nunca dudó del amor que le profesaba Pluma de Fuego. Él
pertenecía a la Doncella del Cielo y a nadie más.
Mucho antes de que el hombre blanco llegara a sus tierras, los
miembros de la tribu de Doncella del Cielo vivían pacíficamente en
sus hermosas colinas.
Respetaban la Tierra y a todos los espíritus.
Trabajaban para lograr la armonía con el viento y las estrellas y
sabían cómo llegar a ser uno con todos los espíritus animales.
Cuando era una niña la iniciaron en el conocimiento de los cielos
nocturnos. Ella pasaba muchas horas en silencio bajo las estrellas y
traía las esencias del cielo hacia la tribu y sus tierras.
La
sabiduría de Doncella del Cielo era venerada.
Los miembros de la tribu creían que habían venido de las estrellas y
que algún día regresarían. Se sabía que el grupo de siete estrellas
a las que llamaban Las Hermanas era su lugar de origen. Durante las
noches oscuras, ella miraba a ese grupo y le hablaba a una Dama Azul
que a menudo se le aparecía. Esta dama le daba conocimientos y
sabiduría. La animaba a que se respetara a sí misma.
La Doncella del
Cielo llegó a amar a esta Dama Azul y a creer que algún día la tribu
regresaría a las estrellas.
Pluma de Fuego era un joven atractivo y fuerte que adoraba a
Doncella del Cielo. Habían pasado muchas horas juntos riendo y
caminando por el bosque o montando a caballo por las colinas con el
viento en sus almas. La vida era muy agradable cuando estaban
juntos. De su unión ya había un niño. ¿Por qué estaba causando
tantas dificultades este segundo parto?
El dolor se volvió agudísimo y había perdido demasiada sangre. La
Doncella luchaba contra las ataduras de cuero mientras el sudor
corría por su rostro. Si sólo pudiera zafarse. Miró a una abertura
que había en la parte superior de su tepee y pudo ver un pedacito de
cielo azul. ¿Por qué la habían dejado sola? Un agudo dolor partió su
cuerpo y no sintió más.
Se alzó por encima de su cuerpo atado y,
cuando miró hacia abajo, vio sangre por todas partes. Pequeña Nube
entró en el tepee, gritó y halló a su amiga muerta. Sacó al bebé del
cuerpo de Doncella que todavía estaba caliente, cortó el cordón
umbilical y le dio una palmada en el trasero. Una niñita empezó a
chillar. Estaba cubierta de sangre, pero estaba viva.
Pluma de Fuego y otros entraron. La Doncella del Cielo sintió el
dolor y el impacto de su esposo al ver su cuerpo inerte. Ella sabía
que él no iba a llorar; él no podía, no era su costumbre. Pero algo
dentro de él se quebró y no volvió a ser el mismo. Porque para
aquellos que están destinados a estar juntos, cuando el compañerismo
termina, toda la vida termina. Pluma de Fuego no quiso cuidar al
bebé.
Pequeña Nube no sabía si sus celos habían evitado que se presentara
con más prontitud al parto. ¿Por qué no regresó a tiempo como lo
había prometido? Empezó a limpiar la sangre del cuerpo de la niña.
Ella sabía que Pluma de Fuego nunca sería para ella; él ya
pertenecía a los muertos vivientes, ya no le servía a nadie.
Decidió
encargarse del bebé y criarlo. Por lo menos podía decir que tenía su
hija.
El bebé pudo ver con facilidad el cuerpo etéreo de la Doncella del
Cielo, aunque nadie más lo vio.
"Mami, ¿por qué te vas?"
Los
pensamientos de madre e hija eran como uno.
Todavía flotando por
encima, la Doncella le habló a su niña:
"Niñita, mi amor, debes ser
valiente. Sabe que te amo. Consuela a tu padre si puedes y quédate
con Pequeña Nube. Ella ha jurado cuidarte y tú serás lo único que
ella tendrá de él. Siento no poder estar contigo para enseñarte los
caminos del cielo. Adiós, mi hijita, mi amor siempre está contigo".
Años después, una niña india desarrapada y delgada le seguía el
paso a su padre.
El hombre, ya avanzado en años y entumido de la
pena, no le prestaba atención. La niña se había vestido con ropa de
muchacho con la esperanza de complacer a su padre. Le jalaba la
manga al viejo guerrero, pero él no se daba cuenta.
Para él, ella ni
siquiera existía.
Graciela empezó a llorar. ¡Oh, Dios mío, esa pobre muchachita! La
vida estaba hecha de texturas infinitas de experiencia. Quién si no
un ser de poder infinito e ilimitado se atrevería a colocarse en un
mundo tan precario como éste.
Graciela pensó que nunca había querido tener hijos. Se había dicho a
sí misma que temía tratar a sus hijos como sus padres la habían
tratado a ella. Pero en lo más profundo de su ser también había un
temor escondido a la acción de dar a luz.
¿Por qué estaba la vida de
la Doncella del Cíelo grabada en los impulsos de Graciela?
Pluma de Fuego le recordaba a Miguel, quien fue su novio en la
escuela. Se conocieron cuando ella sólo tenía doce años, pero los
dos inmediatamente supieron que eran el uno para el otro. Miguel
tenía pensado casarse con Graciela, pero a medida que pasaban los
años, ella temía terminar como su madre y se alejó de él. Ella
hablaba de marcharse, de irse a Nueva York o a París. Él se casó con
otra, una amiga que para Graciela era como Pequeña Nube.
Graciela se imaginó que caminaba por un laberinto sin fin en el cual
tropezaba con partes de ella misma y de las cuales ni siquiera sabía
que existían. De algún modo todas las partes estaban conectadas y
todas las conexiones podrían responder sus preguntas y llenar el
vacío que siempre había sentido dentro de ella.
En su mente vio las hermosas formas geométricas que ya le eran tan
familiares.
Los colores eran vivos y las formas resplandecientes se
movieron en sucesión rápida cuando Melinar empezó a hablar.
"Todos los sistemas filosóficos y religiosos que están disponibles
en forma escrita son reflejos de la verdad en diferentes momentos
que fueron necesarios para satisfacer las necesidades de ese tiempo.
No es necesario que ligues tu conciencia a ninguno de estos sistemas
y las formas de expresión religiosa que existen todavía les son
útiles a muchos, pero muchas otras formas se perdieron desde el
período prehistórico puesto que no se escribió nada.
La verdad es la
verdad en cualquier momento presente de existencia, sin importar la
forma en que se manifieste. La forma está sujeta a las necesidades y
capacidad de recepción de la raza de seres que exista y es
establecida por el nivel de su evolución. Esas formas de pensamiento
que construimos a nuestro alrededor para protegernos son a menudo
las mismas formas que invitan nuestra destrucción.
El Primer Creador
siempre está en movimiento y siempre cambia".
Los brillantes de Melinar se movían más rápidamente de lo que los
ojos humanos de Graciela podían captar, pero entendió que había una
trampa inevitable en la necesidad humana de detener el cambio. Todo
lo que se coloca en piedra inevitablemente se deteriora.
Aquello a
lo que tratamos de aferramos se pierde. Nadie puede detener un río.
Graciela se puso de pie y fue a acostarse junto a sus perros. Se
sintió cómoda en medio de su piel gruesa y oscura y se imaginó que
estaba bien protegida en brazos de Inanna. La bella diosa azul
abrazó a la pequeña Graciela, que se quedó dormida.
Era bueno estar
en casa.
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XI - LA CORTINA
Inanna y Melinar buscaron cuidadosamente a Atilar en sus
conciencias. El era tan experto en proyectarse a sí mismo hacia
otras realidades que era difícil seguirle el rastro.
Él se retiraba
continuamente para visitar a la gente que se aparecía del líquido:
los Liquidianos, como les decía él.
Estaba fascinado con su estado
fluido, y ellos a su vez estaban interesados en su conocimiento de
los objetos duros, o sea, los cristales.
Inanna se interesaba más y más en el progreso de sus
Yo
multidimensionales. Ella sabía que en el año 2011 terminaría el
acuerdo contractual entre el Consejo Intergaláctico y Marduk, el
tirano pleyadiano. La Tierra empezaría a dividirse en por lo menos
dos realidades y sólo aquellos humanos que hubieran superado la
cuarta y quinta dimensión, tendrían la capacidad de alejarse de las
frecuencias tiránicas del primo de Inanna,
el maestro reptil, Marduk.
Si al menos la familia lo hubiera dejado morir cuando Inanna
lo enterró vivo en la Pirámide de Giza. Desde ese día, Marduk
llevaba consigo su odio por Inanna por todo el planea Tierra y
deliberadamente procuraba esclavizar y degradar a las mujeres,
especialmente a las sacerdotisas de sus templos, debido a lo que
ellas enseñaban.
Durante los últimos milenios la Tierra había sido
un triste recordatorio de la degradación de la diosa y de su
sabiduría.
Uno de los Yo multidimensionales de Inanna había sido una hermosa
joven que vivió en España durante la Inquisición. Se llamaba Raquel
y nació dentro de la fe judía.
Inanna pensó que había tenido
precaución en el caso de Raquel pues solamente le había otorgado
poderes de sanación. No era que tuviera tantos poderes como para
convertirse en una amenaza o fomentar una revolución. No, Raquel era
una chica dulce, sencilla e inculta, cuyo toque y proceder a menudo
curaba los enfermos. Pero esto fue suficiente para que
la
Inquisición la acusara de ser una bruja, servidora del
demonio. La
arrastraron a una prisión y la torturaron brutalmente antes de
quemarla en el madero.
Cuando a Graciela le mostraron los datos de Raquel, suplicó que no
le mostraran lo que le habían hecho a ella. Sus verdugos se
obsesionaron con sus propios demonios mientras torturaban a esta
chica inocente. Luego la vistieron de blanco para indicar que la
habían purificado y por último la llevaron al madero. Cuando
encendieron el fuego a sus pies, bajaron tres ángeles y sacaron a
Raquel de su demolido cuerpo.
La liberaron del dolor que implicaba
el que la quemaran viva. En el planeta Tierra muchas mujeres pasaron
por esto. Dentro de sus memorias celulares quedaron escondidos estos
temores. A Graciela la perseguían momentos fugaces de esta
experiencia.
Inanna sabía que todos sus Yo tendrían que contribuir a la
transformación de Graciela. Ella quería que Graciela encarnara la
sabiduría y conocimiento de los otros, hombres y mujeres.
Inanna
llamó a Atilar quien les estaba dando a los Liquidianos una
conferencia sobre los cristales.
"Yo, Atilar, soy un Guardián de los Cristales. Yo sirvo a la Luz y
me comunico con los Guardianes de la Evolución".
Atilar sabía ahora
que esos guardianes eran Inanna y Melinar.
Él continuó su charla a
los Liquidianos.
"En el tiempo de mi existencia, el concepto
fundamental de adoración era la luz, no una persona, un dios o un
objeto. La luz se encuentra en cada parte de la existencia. La luz
interior, así como la luz que se refleja al exterior, se percibía
como el corazón de la vida y se veneraba como tal.
"Los cristales simbolizan muchas cosas. Se relacionan con la luz en
varias ondas, patentes y sutiles. Son sistemas de reacción a la luz,
al calor y a la energía. Al igual que las computadoras pequeñas, los
cristales se pueden usar para almacenar información y también se
pueden programar a un nivel más sutil, más psíquico. La propensión
natural hacia una estructura atómica armoniosa les permite
transmitir y sugerir diferentes estados de conciencia, tales como la
creatividad y la sanación, a través de la armonía, la polaridad y la
energía.
"Los cristales también pueden representar experiencias de memoria
almacenada y por lo tanto tienen el poder de recordar la memoria
visual de dichas experiencias. Es sólo la variable de calidad y
forma de estas experiencias lo que posibilita los infinitos de
diferencias. Todo es verdad. Cada expresión lleva dentro la luz".
Inanna interrumpió:
"Atilar, los Guardianes de la Evolución te
convocan al punto focal central".
Atilar se disculpó con sus nuevos amigos. Estaba muy ansioso de
aprender sobre ellos y de cómo él podría convertirse en líquido.
Se
despidió de ellos y en el pensamiento se proyectó hacia el lugar de
donde venía la voz de Inanna.
"Me alegro de estar en tu presencia otra vez, hermosa dama. ¿Dónde
está el que llaman Melinar? Sus formas geométricas me recuerdan a
mis cristales".
Atilar encontró a Melinar que estaba empezando a
mutar rápidamente, como era su costumbre cuando estaba emocionado.
Melinar fusionó su conciencia con la de Atilar. Graciela todavía
dormía, pero en su estado de ensoñación estaba sentada en actitud
absorta mientras todos los Yo de Inanna se juntaban en un solo
estado de conciencia.
Melinar empezó a hablar mientras sus brillantes zumbaban:
"El Primer
Creador es la Fuente de toda Vida. El fuego del Creador es el
líquido que corre por todos los seres y les da energía. Mientras que
ninguna experiencia carece de valor, el recordar y experimentar la
reunión con el Primer Creador debe venir finalmente de adentro. Las
experiencias en el continuo tiempo/espacio y en el plano material lo
atan a uno a la cadena de causa y efecto de esas experiencias.
El
Primer Creador es lo que está adentro, y no depende de ninguna forma
o estructura externa, las cuales también son Primer Creador. El ser
que sabe esta verdad es puesto en libertad, porque ¿de quién o
incluso de qué puedes ser dueño cuando sabes que la fuente de todo
está dentro de ti?
"Las leyes que gobiernan los lazos de energía son correctas y útiles
en los planos materiales. El átomo se mantiene unido mediante las
leyes de la polaridad: la carga eléctrica positiva del protón, la
carga neutra del neutrón y la carga negativa del electrón. En el
campo de la biología, las polaridades como la vida y la muerte, el
principio y el fin, se traducen en limitación, contracción y
finalmente la ilusión de la muerte. En términos de psicología, las
leyes de la materialización dan origen al ego.
El ego es una entidad
ficticia que posee las sensaciones de temor, vulnerabilidad y una
necesidad de protegerse y defenderse a sí mismo. En el momento en el
que el ego de la personalidad se identifica con cualquier estructura
de pensamiento, busca conservar esa identidad así como la roca busca
quedarse como una roca.
"Con el fin de mantener su identidad con la estructura de
pensamiento escogida, el ego inmediatamente empieza a definir su
identificación con la de otros egos. Por eso empieza a producir
sistemas de juicio interminables para poder apoyar esas identidades
ficticias. A medida que la personalidad continúa con sus
definiciones, se olvida de su verdadera naturaleza y empieza a vivir
en el temor de perder esa identidad ficticia que realmente nunca
tuvo.
De esta manera, el Primer Creador juega al escondite consigo mismo."
Melinar pudo hablar de esta manera por lo que se podía percibir como
una cantidad de tiempo interminable en términos terrícolas.
Pero
para él, este tipo de expresión era gozo puro y sus brillantes nunca
parecían cansarse.
Cuando despertó de sus sueños, Graciela recordó un poema que había
leído hacía muchos años y que no había olvidado. Normalmente ella no
recordaba los versos, pero este poema siempre había permanecido
cerca de su corazón.
Fue escrito por un maestro Sufi, Mahmud
Shabistarí, en el siglo XIV, D.C.. El poema hablaba de la belleza
del rostro del amado, el cual permanece vivido bajo la cortina de
cada átomo.
Graciela siempre se había imaginado que levantaba la cortina de un
átomo y que allí lo vería, ese algo engañoso que había anhelado toda
su vida. La belleza sanadora de "el rostro del amado", la haría
sentirse plena otra vez y podría recordar. Graciela sintió que esa
época se estaba acercando. Sentía una gran diferencia desde que
había llegado a la montaña, era como si todo su cuerpo estuviera
burbujeando y cambiando, como si estuviera mutando.
Estar sola en Montaña Perdida le estaba ayudando a Graciela a
encontrar su camino de regreso a casa.
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XII - VOLANDO EN EL TIBET
A la luz del amanecer, Graciela observó cómo salía el vapor de una
taza de delicioso café. Estaba sentada en la ventana contemplando la
luz del alba que ya se tendía sobre las apacibles Montañas Olímpicas
cubiertas de nieve.
Todo era tan prístino y hermoso. Ella ya estaba aprendiendo a
permitir que el silencio la colmara. Sólo se escuchaban los sonidos
crepitantes del fuego y de vez en cuando el ladrido de los perros a
los coyotes. Montañas cubiertas de nieve, los cielos estrellados de
la noche, bosques de cedro tupidos y flores silvestres que cubrían
su pequeño valle, eran experiencias nuevas para Graciela y ella
disfrutaba de ellas a cada momento. Pensaba que uno solamente puede
sentir la naturaleza cuando está solo.
¿Por qué siempre necesitaba
contarle a alguien lo que había visto?
Mientras disfrutaba de su café, meditaba sobre lo que estaba
aprendiendo.
Había esperado tanto para que llegara esta ocasión. En
su vida hubo muchos maestros, algunos maravillosos, otros no tanto.
Pensó en el monje tibetano con el que había estudiado años atrás. En
ese entonces ella no comprendió lo que se le enseñó. Una vez él
traspasó su brazo por una mesa, como si no hubiera nada sólido, para
mostrarle la esencia engañosa del mundo material. Ella realmente no
comprendió pero había deseado entender y, cuando decidió ir a otro
lugar, le dejó un dibujo confuso para agradecerle su sabiduría.
Más tarde se unió a un ashram. El maestro había crecido en la India
y había vivido en un ashram bastante conocido allá. Ella estuvo
feliz por un tiempo, pues era algo maravilloso estar rodeada de
otros cuyo único deseo era comprender el significado de la vida y
que no se burlaban de su deseo de lograr ese conocimiento.
Durante
sus meditaciones, de vez en cuando experimentaba la sensación de ser
una con la vida y con la creación. Pero muy rápidamente se dio
cuenta de que su maestro se estaba enamorando de su propio poder y
ya Graciela no podía explicarse el comportamiento excéntrico del
maestro.
Un día, mientras estaba sentada en un salón enorme con cientos de
otros discípulos, su voz interior, ese saber interior silencioso en
el que había llegado a confiar durante los años, le dijo que se
marchara y nunca regresara.
Esto fue una sacudida para ella y sintió
pesar, pero se fue a casa.
Allá sola caminaba de acá para allá en su cocina tratando de
comprender por qué su voz interior le había dicho que se marchara.
Estaba confundida y no quería dejar a sus amigos.
La voz le dijo en
un tono alto y claro:
"¡BOTAS!"
Graciela quedó totalmente
confundida. ¿Botas? ¿Qué quería decir eso? Entonces empezó a
recordar.
Cuando tenía siete años había ido a un campamento de verano. El
primer día hubo una iniciación. Todos se reunieron y el jefe del
campamento propuso una adivinanza:
"¿Qué es botas sin zapatos?"
Graciela quedó horrorizada, por temor de no saber la respuesta y de
que las otras niñas pensaran que ella era estúpida y no la
aceptaran. Ella se escurrió hacia la parte posterior del grupo.
Las
niñas repetían "¡botas sin zapatos!" como si fuera un canto hasta
que casi todas ellas adivinaron la respuesta.
Por fin le vino la respuesta, que era por supuesto "¡botas!"
Graciela empezó a reír; la adivinanza era tan sencilla. Su voz le
decía que era su temor a no comprender lo que dificultaba las cosas
y que simplemente confiara en sí misma; todas las enseñanzas
saldrían de dentro de ella. Ya Graciela había aprendido todo lo que
necesitaba del ashram y era hora de que buscara algo nuevo. Ya podía
confiar en su guía interior, sabiendo que ella era parte de la vida,
parte del Primer Creador.
Las respuestas habían estado dentro de
ella desde el principio.
En la parte superior de Montaña Perdida, Graciela se rió de nuevo de
"botas sin zapatos". Sus guías a veces eran chistosos y de vez en
cuando traviesos, pero en lo profundo de su corazón, ella sabía que
podía confiar en ellos.
Contempló las Montañas Olímpicas; la luz del
sol bajaba por ellas con un color rosado y dorado.
Pensó que siempre
había sentido miedo de las alturas.
Choje Tenzin llegó al monasterio en el Tíbet cuando sólo tenía siete
años. Sus padres no podían mantenerlo y era el último de nueve
hijos. Lloró cuando lo dejaron en la entrada, pero no se podía hacer
nada, y su padre lo golpeó cuando trató de correr tras ellos.
El
monje que vino a recogerlo lo llevó a un salón donde había cientos
de otros muchachos. Había mucho alboroto en el recinto, los
muchachos charlaban, sus platos tintineaban sobre los pisos de
piedra. A Tenzin le dieron un tazón de té caliente con mantequilla y
lo dejaron para que se valiera por sí mismo.
Durante los primeros años se sintió terriblemente solitario; él era
un niño delicado y sensible. Cuando estaba en casa, sus hermanas lo
habían consentido con lo poco que tenían y le habían mostrado mucho
afecto. Él estaba muy solo y los otros muchachos se mofaban de su
debilidad física hasta que se dieron cuenta de que Tenzin dibujaba
muy bien.
Este monasterio particular estaba dedicado a producir
pinturas tántricas, y todo aquel que mostraba un talento especial
era digno de mucho respeto. Enviaron a Tenzin al Maestro Profesor de
pintura para que lo entrenara en las técnicas y rituales del arte
tibetano.
Lin Pao, el Maestro Profesor, era un hombre de gran belleza física y
refinamiento. Se rumoraba que venía de una familia muy rica y
aristocrática de China. Llegó al Tíbet para darles uso a sus grandes
talentos. Se le respetaba como el pintor más grande de los tantras
tibetanos.
Al principio Tenzin no recibió enseñanzas de Lin Pao, pero después
de muchos años de servir como aprendiz, se le permitió estudiar bajo
el gran maestro. Durante horas Tenzin observaba las manos delicadas
y fuertes de Lin Pao que hábilmente ejecutaban línea y color. Tenzin
adoraba a su maestro. En realidad él estaba profundamente enamorado
de su profesor. Era sólo natural que un muchacho tan solitario
llegara a albergar tales sentimientos por alguien tan grandioso como
Lin Pao, pero dichos sentimientos eran prohibidos y permanecieron en
secreto.
El hecho de que Tenzin fuera considerado como un artista talentoso
no lo eximía de las rigurosas disciplinas del monasterio. Así que
también recibía las lecciones de abstenerse de comida y calor, las
horas de permanecer totalmente inmóvil en posiciones de meditación y
las artes marciales.
Había una meta disciplinaria que preocupaba a todos los estudiantes.
A un grupo selecto de novicios se le enseñaba a elevar su energía
hasta el punto de que podían desafiar la gravedad y aprender a
volar. Ellos pasaban años perfeccionando esta técnica situados al
borde de los peñascos en la parte más alta del monasterio. Lin Pao
no solamente era un gran artista, también tenía la habilidad de
volar desde los peñascos sin perecer. Tenzin estaba decidido a
aprender con el fin de complacer a Lin Pao.
Se decía que el secreto del arte de volar estaba en un enfoque
ininterrumpido. Muchos monjes pasaban años preparándose para su
primer intento y muchos caían a la muerte. Se creía que todos
regresaban a la vida; incluso si un monje fallaba, podía reencarnar,
regresar al monasterio y persistir en su intento.
Era un día frío y azotado por el viento.
Tenzin y otras almas
valientes estaban sentados en los peñascos designados cuando se les
unió Lin Pao. Por supuesto, Tenzin quería impresionarlo. Invocó su
máxima concentración y de una forma apresurada decidió intentar el
vuelo.
Se puso de pie y enfocó toda su voluntad, pero cuando dio su
primer paso desde el precipicio, la confusión que lo había motivado
también distrajo su concentración. Sintió que el amor reprimido que
sentía por Lin Pao diluyó el poder su voluntad y Tenzin se desplomó
por el precipicio. Su cuerpo se estrelló contra las rocas que había
abajo.
Cuando la conciencia de Tenzin flotaba por encima de la concha que
había sido su cuerpo, miró anhelosamente a su ídolo Lin Pao.
Avergonzado, ni siquiera se atrevió a despedirse.
A Graciela le parecía que todas sus vidas habían terminado sin
esperanza, pero Inanna y Melinar le explicaron que cada vida era un
acopio de experiencia e información. Graciela y todos los otros eran
la suma total de cada uno; compartían la sabiduría y el conocimiento
que cada quien había adquirido de una forma tan dolorosa.
Inanna le mostró a Graciela cómo Tenzin había contribuido a su ser.
La sabiduría del Tíbet era una de las últimas plazas fuertes de la
verdad en su tiempo. Ella siempre se había sentido impulsada a
buscar la verdad y siempre quiso ir al Tíbet.
Hasta estudió con un
monje tibetano. La afinidad instintiva de Graciela con las
enseñanzas tibetanas y el arte le habían proporcionado mucho
discernimiento y le habían permitido liberarse de las limitaciones
de su propia formación cultural. La habilidad de Tenzin para la
pintura le había llegado a Graciela y había reconocido
milagrosamente a Lin Pao como su mejor profesor en la escuela de
artes donde había estudiado en Nueva York.
Bueno, ¿y si la dejaron
con un residuo de temor a las alturas? Ella podía superarlo.
Graciela pensaba que para Inanna y Melinar era muy fácil decir que
esto se podía superar. Para ella ellos realmente no estaban en
cuerpos físicos aunque decían que sí lo estaban. Graciela todavía no
veía muy bien a dónde llevaría todo esto. En medio de su
aprendizaje, de vez en cuando sentía la necesidad de entumecerse a
sí misma viendo televisión o saliendo de compras. ¿Pero, a dónde
podría una chica ir de compras en Montaña Perdida?
Graciela fue a su biblioteca. Por Dios, qué cantidad de libros. La
última vez que se mudó, incluso los empleados de la mudanza se
desalentaron al ver el volumen de su colección. Su biblioteca estaba
repleta de toda clase de rarezas, desde Tolstoi hasta Lao Tzu, desde
economía hasta los OVNIS; toda clase de temas había en su
biblioteca.
Su atención cayó sobre un libro que le habían regalado hacía muchos
años. El libro había sido escrito en 1949 cuando Graciela tenía sólo
cuatro años. En 1969 trató de leerlo. En esos días llevaba el pelo
hasta la cintura, y su ropero lo formaban dos camisetas y una falda
de algodón hecha en la India. Era muy emocionante estar en Nueva
York con tantos otros jóvenes que creían poder cambiar el mundo.
Graciela había luchado por comprender este libro, pero en ese tiempo
no había tenido la suficiente experiencia de la vida para comprender
su significado. Ahora mientras lo tenía en sus manos le parecía muy
claro lo que el autor estaba diciendo.
El universo es un sueño holográfico proyectado como un pensamiento
dentro de la mente de Dios, y sólo nuestras percepciones
individuales de las frecuencias rítmicas relativas y variantes
hacían al mundo parecer real. El autor continuó hablando sobre cómo
es posible ir más allá del tiempo ordinario, ir al pasado o al
futuro, e incluso pasar hasta más allá de la dimensión manifiesta.
Graciela comprendió que esto era exactamente lo que ella estaba
haciendo. Ella era sus otros Yo en el tiempo de sus datos y,
simultáneamente, Inanna era todos ellos, incluyendo a Graciela. El
tiempo no existía, excepto como un pensamiento que le permitía a la
existencia jugar a sí misma en el espacio. Graciela había tomado
conciencia de la realidad secreta del mundo aparente y había
escapado de las leyes que la sujetaban a la ilusión del tiempo.
Graciela pensó que si el Primer Creador era todas las cosas,
entonces Marduk también debía ser parte de la comedia divina, una
parte del Primer Creador. Melinar estaba sumamente complacido de que
Graciela pudiera abrigar este pensamiento.
Él comprendió que así
como el papel de Inanna era luchar contra Marduk, también era el
destino de éste ser exactamente como era, porque el Primer Creador
era todas sus partes variables, que se mueven en el flujo del tiempo
para examinarse a sí mismo, para expresarse y para experimentar,
para jugar.
A medida que Graciela era más capaz de interactuar con
sus otros Yo multidimensionales, podía asimilar más datos y más
sabiduría y mayor era su oportunidad de activar el ADN divino de su
cuerpo:
los códigos genéticos que se perdieron hace tanto tiempo.
Melinar abrazó a Inanna como mejor pudo.
Todavía había mucho por
hacer, pero estaban progresando.
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XIII - ALMUERZO CON MARDUK
Marduk estaba sentado en su comedor privado en la suite del edificio
más alto de Hong Kong. Estaba a punto de almorzar con la cabeza de
las cadenas de comunicación del planeta Tierra. Le echó un vistazo a
su vestido, un Saville Row por supuesto, y a sus zapatos italianos.
La Tierra era algo muy divertido, pensó. Sus planes estaban saliendo
mejor de lo que pensaba.
La semana entrante tendría su reunión
habitual con
los banqueros del mundo y la otra con los
líderes
políticos.
El comedor estaba forrado con esculturas excepcionales y espejos
antiguos; las paredes estaban adornadas con paneles de caoba pulida.
El alto cielo raso brillaba con arañas de luces de cristal que
alumbraban las pinturas al fresco que Marduk había extraído de las
tumbas egipcias. La mesa ya estaba perfectamente puesta, cubiertos
de oro sólido y vajilla de París.
No era que Marduk necesitara
impresionar a nadie; sencillamente le gustaban las cosas bellas.
Durante los siglos Marduk se había dedicado a convertirse en un
conocedor de todo lo que la Tierra tenía para ofrecer. Detrás de él
y de rodillas, esperaban seis concubinas bellísimas, listas para
servirle en cualquier momento. Si por casualidad dejaba caer una
migaja durante el almuerzo, una de las chicas la quitaba
inmediatamente del mantel blanco con una paleta de plata.
En las
puertas había cuatro guardaespaldas, con otros dos al otro lado de
la puerta. Todos tenían entrenamiento de ninjas, pero sólo por
diversión. A Marduk le encantaba fingir que era una estrella de
cine. Disfrutaba de las películas violentas con mucha sangre y
escenas de artes marciales. Después de todo, era su mundo y podía
jugar de cualquier modo que quisiera.
Muy pronto ya no se discutiría quién tenía el derecho a controlar la
Tierra. Marduk se había apoderado de ella, el poder puede con todo y
el planeta le pertenecía por derecho a él. Siempre había sido capaz
de dominar a su padre Enki.
No podía evitar que su padre fuera débil
y le encantaba doblegar su voluntad o la de cualquier persona. A él
le parecía que el mundo estaba lleno de apocados que esperaban que
él los dominara. También estaban los peleles que no representaban un
gran desafío. Por último estaba la mayoría que requería un poco de
lavado de cerebro por medio de la propaganda. Unos pocos habían sido
torturados pero casi todo el mundo cedía.
En este almuerzo se
discutiría el asunto de la
programación y lavado de cerebro. Marduk
quería mostrarle a su huésped, el presidente de las cadenas de
comunicación, quién era el jefe. A él le encantaba amedrentar a sus
empleados; era como su entretenimiento y últimamente había estado
muy aburrido. El año 2011 se estaba acercando muy lentamente y él
quería que esa
Federación Intergaláctica se alejara de su camino
para siempre.
Él sabía sobre los intentos de su padre Enki y de esa bruja Inanna
para despertar a la especie humana. Sabía que ellos y otros miembros
de su familia pleyadiana querían probarle a la Federación que los
humanos podían, a través de su propio libre albedrío, activar los
genes durmientes y tomar su lugar como iguales en la galaxia no como
esclavos.
Marduk les había seguido cuidadosamente el rastro a todos los datos
de los Yo multidimensionales proyectados. No había sido gran
problema frustrar sus tristes intentos de creer en sí mismos. Si sus
propias pasiones no los destruían, él fácilmente podía encargarse de
que uno de sus agentes los eliminaran. La Historia como él la había
moldeado permitía muchas ondas convenientes de histeria, todas
diseñadas a la perfección para extirpar cualquier pensamiento
original.
Mientras los humanos creyeran que eran impotentes, podían
ser entrenados para adorar a Marduk en todos sus disfraces. Como los
humanos siempre buscaban ayuda y consuelo por fuera de ellos,
permanecían débiles y vulnerables a las ingeniosas manipulaciones de
Marduk.
Su nueva idea de una cadena de comunicaciones era lo mejor que había
inventado hasta ahora. En silencio se felicitó a sí mismo. Una
extensa red de señales electromagnéticas rebotaba contra los
satélites que le daban la vuelta a la Tierra y mantenía las
frecuencias de todo el planeta en un espectro muy limitado. Era casi
imposible que cualquier cerebro humano pensara más allá de la
frecuencia de supervivencia. Lo único que quedaba era programar
imágenes de riqueza y poder más allá del alcance de los humanos y de
esta forma dejarlos en medio de un estado de frustración y temor.
Era demasiado fácil, Marduk estaba más que aburrido.
Se paró frente a uno de los espejos antiguos que forraban las
paredes del comedor.
"¡Dios, qué hermoso soy!", pensó.
Durante los
siglos había perfeccionado su belleza con un sin número de
procedimientos quirúrgicos, pero intencionalmente había conservado
ese rasgo de crueldad por el cual era famoso. Le proporcionaba mucho
placer observar las expresiones de terror en los rostros de sus
víctimas a medida que con timidez se acercaban a él.
El presidente de la cadena fue anunciado y entró en el cuarto.
Monsieur Atherton Spleek se inclinó servilmente ante Marduk.
"Maestro, ¿puedo sentarme?", preguntó.
Atherton les tenía pavor a estas reuniones.
Marduk era algo horrible
de mirar, y algo extraño siempre ocurría, dejando a Atherton débil
del estómago durante semanas después de la reunión. Todo era muy
extraño: Marduk se las arreglaba para verse juvenil y hermoso a
primera vista, pero cuando uno realmente lo miraba, no podía dejar
de preguntarse si Marduk no era el mismísimo demonio.
Rápidamente Atherton sacó esos pensamientos de su cabeza; después de todo, él no
creía en esas cosas. Solamente creía en el poder y en el dinero,
todo lo cual se lo proporcionaba Marduk.
Atherton había nacido en los tugurios de Yakarta y desde niño había
sido ambicioso. Esperaba a las puertas de los altos edificios de la
ciudad y les rogaba a los hombres de trajes oscuros que le
permitieran servirles. En esos días el único negocio que había en
Yakarta era el del petróleo, y los hombres de negocios occidentales
solitarios querían todos la misma cosa: mujeres.
Entonces el pequeño Atherton se convirtió en un intermediario entre los hombres del
petróleo y los proxenetas de la ciudad. Era un comienzo. Una de las
chicas le había puesto el nombre de Atherton y él inventó el
apellido Spleek. En un programa de televisión había escuchado el
nombre Spock pero lo confundió y se quedó Spleek.
Atherton le agradaba a Marduk porque era totalmente controlable. A
pesar de la posición que él había logrado en el mundo, por dentro
era vacío y seco y no conocía otra cosa que la obediencia a su
maestro, Marduk. Atherton observó a las chicas que gateaban de
rodillas. Qué buen toque, pensó.
Tengo que arreglar esto para mis
oficinas en París.
"Dime tus noticias, Atherton", ordenó Marduk.
Atherton tomó un sorbo
de vodka ruso, su mano temblaba un poco.
"Maestro, todo está
saliendo a la perfección.
Las cadenas por cable están listas para
unirse con las compañías de teléfono celular y las cadenas de fibra
óptica están casi listas".
Marduk estaba construyendo una nueva rejilla electromagnética por
debajo de la Tierra para asegurar su control en caso de que alguna
nave estúpida de la Federación decidiera derribar sus satélites.
La
famosa ley de no interferencia debería estar en acción, pero todavía
se discutía en todas las escuelas de derecho de la galaxia cómo se
interpretaba esa ley. Marduk había violado esta ley muchas veces y
no confiaba en su padre Enki ni en ninguno de los de la Federación.
Él sabía muy bien que su abuelo Anu y su tío Enlil estaban buscando
su caída.
En algún lugar, su familia entera conspiraba contra él.
Cuando Marduk se apoderó de la Tierra, también se apoderó del
planeta
Nibiru. Este pertenecía a Anu y la Tierra se le había
entregado a sus hijos Enki y Enlil. Marduk sorprendió a todo el
mundo cuando conquistó todo el sistema pleyadiano con sus extensos
ejércitos de clones, todos diseñados para parecerse a él.
Pasaron
siglos creando estos batallones de guerreros clones en un planeta
secreto. Nadie se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde para
detenerlo. Ahora no quedaba nadie que se le enfrentara, con
excepción de la Federación. En cuanto al intento de devolverles a
los humanos su nivel genético, Marduk pensaba que ninguno de los
humanos esclavizados tendría las agallas de enfrentársele. Ese plan
era demasiado ridículo y ni siquiera merecía su atención.
Todavía odiaba a esa bruja Inanna y recordó el día de su juicio hace
mucho tiempo. Toda la familia de Anu se había reunido para juzgarlo.
Fue acusado de traspasar los límites y de asesinar a su propio
hermano Dumuzi, quien por casualidad estaba casado con esa hembra
ambiciosa Inanna. Marduk sabía que Inanna quería controlar
Egipto y
estaba manipulando a su enclenque esposo con ese fin.
A Marduk no le
importó en lo absoluto haber hecho degollar a su hermano.
Pero sí le
molestaba que Inanna hubiera sugerido que lo enterraran vivo en la
pirámide y que toda la familia hubiera estado de acuerdo.
Incluso ahora recordaba el sonido de las enormes piedras cuando
caían en su lugar y sellaban su tumba.
La pirámide era un
preservador excelente, hubiera necesitado una eternidad para morir
de hambre o de deshidratación. La furia y rabia de esta experiencia
había cambiado el ser de Marduk. Después de ese día no era el mismo.
El ruego ferviente de su esposa y de su madre convencieron a su
padre Enki de que hablara con Inanna para que ella lo soltara.
Ella
lo hizo y le ordenó que se disculpara. Para empeorar las cosas, Inanna le ordenó que hiciera ofrendas en sus templos. Más tarde,
Marduk se deleitó destruyendo esos templos y asesinando a las
sacerdotisas que había dentro de ellos.
Marduk había ganado. Una y otra vez había derrotado a Inanna. Había
disfrutado de la degradación y sometimiento de todas las hembras en
el planeta. Con la llegada de los medios masivos de comunicación
electrónica, todo era aún más fácil. Marduk jubilosamente pensó en
todas las mujeres de la Tierra sentadas en sofás, pegadas a sus
televisores, queriendo desesperadamente ser tan hermosas o ricas
como los androides que a diario desfilaban ante ellas.
El desear lo
que nunca les podría proporcionar felicidad rompía sus espíritus y
les drenaba toda su fuerza de vida. Marduk se sentía muy satisfecho,
todas esas telenovelas patéticas, todas esas almas desesperadas.
A
él le encantaba.
"Dime, Atherton ¿ya están listos los planes con más canales de
televisión para vender productos?"
"Sí, Maestro. Para el año 2006 la mitad de la programación será
totalmente dedicada al consumo de bienes materiales. La gente
trabajará más y más por menos dinero y querrán más y más cosa que no
podrán comprar".
"¡Qué maravilla!", exclamó Marduk.
De vez en cuando no podía evitar
emocionarse con su propio genio.
"¿Y cómo va la alteración de la
percepción del tiempo?"
"Es como Usted lo ha ordenado, maestro. Los humanos tienen menos y
menos tiempo para todo. No tienen tiempo para su familias y sus
hijos son cada vez más vulnerables a nuestras técnicas de lavado de
cerebro. Los niños ya desean todo lo que ven en televisión sin tener
que trabajar por ello. Y lo mejor de todo es que nadie tiene tiempo
para pensar o hacer preguntas".
Marduk asintió serenamente y le ordenó a Atherton que se pusiera de
pie y se alejara de la mesa. Atherton tembló y sintió náuseas. Uno
de los guardaespaldas se movió hacia él y le apuntó con un arma de
plasma directamente a la parte baja de su cuerpo.
Un rayo de energía instantáneamente evaporó las piernas de Atherton,
que cayó al piso en agonía.
Marduk se rió histéricamente.
"Bien, Atherton, no quiero que empieces a tener ideas en cuanto a tu propio
poder. Eres mi esclavo por completo. Nunca lo olvides. Puedo hacer
que te maten y que hagan un clon de ti en un minuto".
Las puertas del comedor se abrieron y un equipo de cirujanos entró
para llevarse a Atherton a repararle sus piernas desvanecidas.
Marduk estaba seguro de que este enteco había entendido el mensaje.
Atherton hizo un intento lastimoso de inclinarse cuando lo sacaron
en silla de ruedas.
Marduk ordenó que le sirvieran el almuerzo. Qué lástima que Atherton
no podía quedarse para disfrutar de esta deliciosa comida.
Haciendo
una mueca de satisfacción, Marduk se llevó a la boca un faisán
tierno dorado entero cubierto de chocolate, con huesos y todo.
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XIV - EL HOMBRE IDEAL
Inanna despertó de un sueño horrible; sus dragones guardianes la
miraban de una forma protectora.
Soñó que estaba cubierta de
chocolate y que el desagradable Marduk estaba pensando en darle un
mordisco. Ella se estremeció, se levantó de su cama y llamó a
Melinar a su conciencia.
Éste flotó por el cuarto emitiendo
frecuencias tranquilizadoras hasta que Inanna y sus dragones
estuvieron otra vez calmados. Era bueno tener un amigo para los
tiempos difíciles. Inanna se sirvió un brandy arturiano. Era un poco
temprano pero el brandy bajó por su garganta y calentó todo su
hermoso cuerpo azul.
Hoy era el día en que Inanna y Enki debían asistir a la reunión de
la Federación Intergaláctica. Ella estaba muy emocionada, no sólo
por la importancia de su misión, sino porque en secreto tenía la
esperanza de encontrarse con el misterioso extraño que había visto
en la última reunión. Miró toda la ropa que tenía en su armario y no
sabía qué ponerse para impresionar a aquel hombre.
Ella no sabía absolutamente nada sobre su extraño; sólo sabía que
nunca había visto a otro igual. Él poseía un aire de fuerza y de
dignidad silenciosa que ayudaba a aumentar su belleza física.
En la
familia de Inanna no había nadie que se pareciera a él, ni siquiera
Anu o Enlil. Era alto, su cabello largo, lacio y plateado y sus ojos
eran tan oscuros como el cielo nocturnal; eran unos ojos que
brillaban con humor. A Inanna le parecía que había diamantes dentro
de esos ojos oscuros y ella deseaba saber más sobre este hombre.
Se vio a sí misma recordando sus manos; eran totalmente delicadas,
tenían dedos largos y suaves pero, no obstante, no mostraban ningún
rasgo de debilidad. Inanna pensó que éste era un hombre que estaba
por encima de las subidas y bajadas de la vida.
Era profundamente
apasionado, pero sus pasiones no le agobiaban. Su aspecto le dijo a
ella que él veía el humor de la vida y de sus cambios infinitos, que
la vida por sí misma lo deleitaba y que sentía compasión por todos
los seres sin importar en qué estado de evolución se encontraran. Inanna comprendió que este hombre sabía que era parte de toda la
vida y, a causa de ese conocimiento, amaba la vida en todas sus
partes infinitas.
Ella se preguntó si verdaderamente había cambiado lo suficiente como
para que él se fijara en ella. Pensó que en la pasada reunión ni
siquiera la había mirado, ¿o sí? No sabía qué ropa ponerse y después
de dar lata y de tirar más de una prenda sobre el piso se decidió
por algo modesto y de buen gusto, algo muy raro en ella.
Sintió que Enki se acercaba montado en su dragón y rápidamente
sintió la presencia de los otros dos, Anu y Enlil. Enlil siempre la
ponía nerviosa. Ella se imaginaba que él la juzgaba severamente y
que no estaba del todo satisfecho con su nieta.
Pero para ella
siempre era un placer ver a Anu, pues su mismo nombre significaba
"amada de Anu", y siempre había sido cierto que Anu adoraba a su
bisnieta.
"¡Mi muchachita, me alegro tanto de verte otra vez!" Anu abrazó a
Inanna y sus ojos se llenaron de lágrimas.
"Estoy muy orgulloso de
tus esfuerzos diligentes para ayudar a los terrícolas.
Todos hemos cambiado desde los primeros días, ¿no es cierto, mi
pequeña?"
"Anu, ¿cómo has estado? Cuéntame tus noticias".
Inanna se inclinó
graciosamente ante Enlil y preguntó por su madre, Ningal, y por su
padre, Nannar, el hijo de Enlil.
Enlil y Anu habían estado reuniendo sus fuerzas en el exilio en una
galaxia cercana y habían estado mirando con mucho interés los
experimentos de proyección de los Yo multidimensionales en el
continuo espacio/tiempo de la Tierra. Inanna y Enki no eran los
únicos miembros de la familia que estaban involucrados en esta
actividad. La familia había llegado a aceptar la verdad: ésta era su
única esperanza de crear otra realidad en la cual la especie humana
pudiera liberarse de la tiranía de Marduk.
Recientemente Anu y Enlil se habían unido a los Etéreos en sus naves
que le daban la vuelta a la Tierra, pacientemente esperando que
sucediera la
transformación del ADN en los seres humanos y
protegiendo al planeta de los invasores de Marduk y de otros
extraterrestres piratas.
Los Etéreos se habían comprometido a
proteger la Tierra con el fin de darles a los humanos la oportunidad
de activar sus genes latentes y de probarle al Consejo
Intergaláctico que ellos habían superado la etapa adolescente por la
cual pasan todas las razas, que estaban listos para ser responsables
de sí mismos y de ocupar su lugar como iguales en el universo.
Era una empresa difícil, pensó Inanna, especialmente cuando Marduk
obstaculizaba todo intento que la familia hacía en beneficio de la
humanidad. Ciertamente Marduk había hecho todo lo que había podido
para frustrar los planes de Inanna. Muchos de sus Yo encarnados
habían caído en sus trampas y habían perdido su camino.
¿Podría ser
que Graciela fuera la última esperanza de Inanna? No Quería pensarlo
por mucho tiempo; era demasiado pavoroso.
Inanna, Anu, Enki y Enlil caminaron hacia el portal del tiempo y se
transportaron hacia el salón de la Federación. Melinar los siguió
como parte de la conciencia de Inanna. Era tal como Inanna lo
recordaba: un cielo raso enorme y abovedado que permitía ver todas
las galaxias. La vista era imponente. Los cielos son aún más
hermosos que mis joyas, dijo ella; sería muy divertido jugar con las
estrellas.
El salón estaba lleno de la
extensa variedad de seres de
toda clase de razas. Entraron los Etéreos y saludaron a Anu y a su
familia. La reunión estaba a punto de comenzar.
Por el rabillo del ojo, Inanna lo vio entrar solo y silenciosamente
en el salón. Era tal como Inanna lo recordaba; su belleza procedía
de una fuente soberana en lo profundo de él y magnetizaba todo el
ser de Inanna. Él era todo aquello en lo que ella quería
convertirse, garboso y amable y, no obstante, fuerte y sapiente.
Inanna se sentó recta y trató de no ser muy visible. Si sólo se
sentara en un lugar donde ella lo pudiera ver con facilidad.
Para su
deleite, él caminó hacia el área elevada de los Etéreos y se sentó a
un lado. Inanna contuvo la respiración, su corazón estaba latiendo
muy rápidamente, pero él era tan maravilloso.
Un Etéreo muy alto y elegante se puso de pie y empezó a dirigirse al
salón por medio de sonidos que comprendieron las mentes de todos los
presentes sin importar cuál fuera su lenguaje o dialecto nativo. El
Consejo enfatizó el hecho de que todavía estaba haciendo valer su
ley de no interferencia, mientras que de cerca seguía las
actividades de la familia de Anu, en particular las de Marduk.
Desde
la última reunión las cosas no habían cambiado mucho. El fin del año
2011 era todavía la fecha acordada para resolver el asunto del
dominio del planeta Tierra. Si un número suficiente de humanos podía
ser convencido de su habilidad genética latente para asumir el
control de su realidad y abandonar su dependencia de los tiranos,
se
formaría una Tierra alterna en forma natural, la cual permitiría
expresión de esta nueva conciencia. Aquellos humanos que desearan
permanecer bajo el reino de Marduk y sus tiranos, serían dejados a
su suerte, quizás para aprender la independencia en otra época en un
futuro posible.
El Consejo preguntó si alguno de los presentes deseaba hablar en
favor de los terrícolas, o si tenían alguna evidencian nueva para
presentar ante la corte. La mente de Inanna se agitó. ¿Que podría
decir? ¿Que Olnwynn había sido asesinado por su propio hijo, que
Atilar había violado a una joven sacerdotisa, que Chandhroma había
sido envenenada en el harem?
Todo eso no sonaba muy prometedor.
La
Tierra era algo tan difícil de explicar; era algo tan denso y
complicado a causa de sus innumerables polaridades. Sintió que se le
secaba la boca, pero de todas maneras se puso de pie para hablar.
No tenía idea de qué la había afectado o de lo que iba a decir, pero
una fuerza la puso de pie y le colocó las palabras en su boca. Era
Olnwynn.
De algún modo él se había apoderado temporalmente de su
conciencia y, para bien o para mal, estaba a punto de hablar a
través de ella ante todo el Consejo.
"Deseo hablar por la Tierra y su gente. Puede que sea muy difícil
para ustedes comprender lo que es la vida en la Tierra. Nunca se han
sentado en un bosque verde a escuchar el viento. Nunca han visto ese
sol dorado silencioso que se eleva por encima de nuestras
majestuosas montañas; no han escuchado las alas de un colibrí que
golpean mientras bebe el néctar de una rosa.
Sé que los humanos no
están conscientes de muchas cosas, pero son dignos de su atención y
merecen ser salvados. ¿Nunca han tenido un bebé desamparado en sus
brazos, quizás su propio hijo, con un deseo de protegerlo?"
Melinar sacó a Olnwynn y continuó hablando a través de Inanna.
"La
especie humana es una mezcla de todas las razas que han venido a la
Tierra y se han cruzado con las formas de vida que existieron allá.
Ellos son ustedes; portan las semillas de muchas de las líneas
genéticas que existen a través de todo el universo. Si se les brinda
una oportunidad, si se les da ayuda, pueden ser maravillosos en
verdad. Quiero pedirles a los Etéreos que continúen aumentando la
banda de frecuencia de la Onda".
La Onda era un término que describía una banda de frecuencia que
los
Etéreos estaban emitiendo hacia el planeta Tierra. Ella portaba
energías de verdad e iluminación; portaba el poder de despertar los
genes durmientes.
Si tan sólo los humanos durmientes pudieran
despertarse de su sueño de la limitación y se abrieran a esta Onda,
su ADN mutaría automáticamente y los haría libres. Lo único que
tenían que hacer era apagar las máquinas electrónicas que emanaban
las frecuencias de Marduk y escuchar los sonidos de la naturaleza,
del bosque, de los ríos que cantan y los vientos que susurran.
Inanna le contó la historia de Graciela al Consejo. Les dijo que
Graciela tomaría ciertas decisiones muy pronto. Inanna sabía que era
una probabilidad muy remota y que estaba exagerando, pero era su
única oportunidad. Quizás la historia de Graciela animaría a los
Etéreos a aumentar la frecuencia de la Onda.
Inanna concluyó diciendo que realmente amaba la Tierra y a la gente
que la habitaba y que ella y su familia estaban haciendo todo lo
posible para desbaratar los planes de los tiranos. Le rogó al
Consejo que continuara ayudándoles. Luego Anu les agradeció a los
Etéreos por la protección a la Tierra y por el asilo que le estaban
brindando a Anu y a su hijo Enlil.
Todos los del Consejo comprendieron que en la situación de la Tierra
estaban envueltos no solamente sus habitantes. También se entendió
que si la especie humana se podía liberar a sí misma, los efectos de
la tiranía que ahora rondaban por todo el sistema solar pleyadiano,
disminuirían. Anu y Enlil regresarían en el tiempo para liberar a
los líderes de los numerosos mundos pleyadianos y ayudarían en la
liberación de sus tierras.
Era hora de un cambio en el equilibrio del universo. Las fuerzas de
la luz estaban listas para vencer las fuerzas de la oscuridad, por
un tiempo.
Era el fin del Kali Yuga, el fin de un período de juego
en la mente del Primer Creador.
De regreso a casa, Inanna pensó en su hombre y se preguntaba si la
había visto.
¿Había escuchado él cuando ella habló? Oh, ¿cómo podría
conocer a uno como él? Melinar rió tontamente mientras hacía
fulgurar su brillantes en la mente de Inanna, pero no dijo nada.
Él
estaba guardando el futuro de Inanna en un lugar secreto, porque
ahora era mejor que regresaran hacia Graciela.
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XV - UN HELICÓPTERO NEGRO
Desde su cabaña Graciela observaba el cielo estrellado.
El fuego
ardía con vigor y sus perros soñaban cómodamente sacudiendo sus
patas. Graciela se quedó sin aliento ante la belleza de una estrella
fugaz que cayó a lo largo del cielo nocturnal. Trató de recordar lo
que eso significaba. ¿Acaso era buena suerte? En ese momento sólo
pudo pensar en objetos voladores no identificados.
En 1975 ella
había visto un ovni sobre el Monte Shasta en California. No era
extraño ver ovnis en este lugar; la gente los veía todo el tiempo,
pero Graciela había visto la nave a plena luz del día y no había
olvidado esa experiencia.
Ella había salido a caminar con algunos amigos y luego decidió
seguir sola. Miró al hermoso cielo azul claro y vio un disco grande
como de peltre que flotaba por encima de ella. En vez de
emocionarse, ella sintió pánico y la adrenalina se aceleró por todo
su cuerpo. En ese mismo instante, la nave ascendió en forma vertical
y desapareció.
Graciela corrió hacia sus amigos y con la voz
entrecortada les preguntó:
"¿Lo vieron, lo vieron?"
Pero ninguno
había visto nada; solamente ella había visto el ovni ese día. Nunca
pudo olvidar ni resolver este misterio, el cual la había obsesionado
desde entonces.
Por supuesto ella había leído todos los libros que había encontrado
sobre
los ovnis y las experiencias que otras personas habían tenido
con ellos, pero esto no pareció ayudar. Muchas personas trataron de
convencerla de que sólo había sido su imaginación puesto que la suya
era muy viva, pero ella sabía lo que había visto ese día y nadie
pudo persuadirla de lo contrario.
Aun más extrañas eran las imágenes que Graciela había pintado antes
del avistamiento, y cuando tenía escasos 16 años.
Las pinturas eran
de grupos de seres que se veían exactamente como los extraterrestres
grises que más tarde eran dibujados por la gente que decía haberlos
visto o que habían sido raptados por ellos. Graciela se disgustó
cuando vio a los extraterrestres grises de sus pinturas en una
película muy de moda y en la cubierta de un best seller.
Ella no
recordaba si la habían raptado, como a muchos otros, aunque trató de
recordar. Tampoco le inspiraban temor estos pequeños amigos grises.
De una forma misteriosa, todas las pinturas que ella había hecho en
este período fueron hurtadas. Esas pinturas constituían su serie más
popular.
Se dio cuenta de que sus ojos estaban ya cansados de observar las
estrellas y los cerró. En su mente, se vio volando por el espacio,
las galaxias le pasaban zumbando, ¿o era al contrario?
Ella sintió
que se acercaba más y más a un planeta en particular. Sus colores
eran muy extraños, algo así como animación surrealista por
computadora, pero no eran colores de la Tierra. El planeta estaba
desierto, vacío de vida o seres vivientes. Rápidamente se cansó de
esos paisajes solitarios tan elegantes.
Regresó al espacio y sintió que descansaba dentro de lo que parecía
ser su nave privada. Había una silla reclinable que estaba al frente
de un panel de control, pero todo era oscuro y escasamente alumbrado
en la parte interior. La nave parecía funcionar única con los
pensamientos de Graciela y, el ser en el que ella se había
convertido, quien piloteaba este vehículo, sabía exactamente cómo
darle órdenes con su mente.
La nave como objeto material desapareció misteriosamente de los
alrededores de Graciela y su conciencia empezó a moverse con
facilidad a través del espacio para explorar otro planeta. Este
planeta tenía colores similares, pero había grandes charcos de
líquido y seres que tomaban forma a partir de esos charcos. Los
seres de líquido eran muy amables y amistosos.
Ella sintió que podía
permanecer allá mucho tiempo y aprender de ellos.
Graciela escuchó una voz en su cabeza:
"¡Son los Liquidianos!"
La
aventura de Graciela había atraído a Atilar, ya que este planeta era
uno de sus favoritos.
Le sonreía a Graciela, saludaba a sus amigos y
uno por uno se los presentaba. Esto era demasiado para Graciela. Se
sentó en medio del desconcierto y asustó a sus perros. Trató de
recuperar el control de sí misma y decidió que era hora de ir a la
cama y dormir un poco. De vez en cuando las cosas se volvían
demasiado pesadas y ella no podía manejarlas.
Fue hacia su pequeña cama y se acomodó debajo de las mantas
calientes. Olnwynn apareció para protegerla. Le llamó la atención a
Atilar y lo acusó de sobrecargar a la pobre muchacha.
El gran
guerrero celta se sentó al pie de la cama de Graciela entre los dos
perros para montar guardia esta noche.
Marduk flotaba sobre las aguas color turquesa de su piscina en Sri
Lanka.
Le gustaba especialmente esta isla sobre el océano índico
porque cuando le pusieron el nombre de Ceilán, había sido el hogar
del demonio Raksasa Ravanna, quien les había causado grandes
dificultades al dios Rama y a Sita en una época anterior.
Mientras
les sonreía a sus recuerdos, Marduk observó un pájaro llamativo y
raro que volaba por el cielo. También amaba a Sri Lanka porque era
un lugar de conflicto como el Oriente Medio, el Norte de Irlanda y
más recientemente Egipto. Todas estas áreas de conflicto constituían
deliciosa comida para Marduk y sus ejércitos, los cuales se
alimentaban del temor y el desespero.
Un sirviente androide entró en el jardín de Marduk:
"Señor, algo
está apareciendo en la unidad exploradora y yo creo que usted debe
verlo. Hay evidencia de una conciencia interdimensional entre los
terrícolas".
"¿Cómo?" Marduk se levantó bruscamente de su salvavidas inflable y
tumbó su vaso de martini de cristal francés.
"Sígueme al cuarto de
exploración", ordenó.
Marduk condujo al androide hacia el cuarto de exploración, nadie se
atrevía a guiar a Marduk a ningún lugar.
La unidad exploradora
estaba en el centro subterráneo de comunicaciones, uno de los tantos
que había construido. Él había convertido la arquitectura
subterránea en todo un arte. Sus nuevas máquinas para construir
túneles hacían que los viejos túneles de la Gente de la Serpiente se
vieran toscos y patéticos.
Los túneles de Marduk eran sin par y
estaban forrados con un material que parecía mármol italiano fino
pero que emitía un amplio espectro de luz y frecuencias
electromagnéticas.
El cuarto de exploración estaba amueblado con un escritorio Luis
XIV, ornamentado con oro real y una silla de trono que hacía juego.
Sillas de mano antiguas chinas adornaban la pared del cuarto y un
tapete persa cubría el piso de lapislázuli. La unidad exploradora
emitía una señal que mostraba el lugar de la conciencia interdimensional.
Se señaló el lugar: Montaña Perdida, el Noroeste
del Pacífico.
Marduk estaba furioso. Esta nueva conciencia apenas comenzaba, pero
Marduk sabía que tenía que extinguirla inmediatamente antes de que
creciera y se esparciera hacia otros como un cáncer. Si los seres
humanos se daban cuenta de que había otras dimensiones y otras
formas de vida, sus cerebros podrían abrirse más allá de su
lastimosa capacidad normal del 10% y ya no podrían ser controlados.
Y Marduk vivía para y del control.
Ordenó que se enviara un helicóptero a Montaña Perdida con la doble
función de fotografiar el área y de asustar al ser humano que vivía
allá.
Quizás él podría espantarla de la montaña y hacerla regresar a
las ciudades donde las frecuencias electromagnéticas eran más
fuertes, más hostiles y la harían volver a modo de supervivencia, lo
que aplastaría este nuevo estado de conciencia que florecía.
Graciela despertó.
Sus perros ladraban furiosamente. A través de la
ventana de su cuarto se filtraba un chorro de luz que caía sobre las
mantas de la cama de Graciela. La luz venía de un helicóptero que
flotaba ruidosamente en el aire por fuera de la ventana. Ella brincó
de la cama y corrió hacia abajo.
¿Qué diablos pasa?
Ahí estaba, un enorme helicóptero negro que no era como los
helicópteros que ella había visto antes. Era liso, ominoso,
amenazador, algo como sacado de una novela de ciencia ficción. Su
oscuridad se veía más siniestra a causa del diseño aerodinámico de
su estructura.
La máquina negra continuaba derramando su rayo de luz hacia la
cabaña de Graciela. Por un momento pensó en un arma para defenderse
pero luego se dio cuenta de que eso no le serviría para nada. Un
helicóptero como ese seguramente tendría a bordo armas sofisticadas,
por lo menos rifles M-16. Ella se obligó a respirar profundamente.
El helicóptero voló a lo largo y ancho del valle donde Graciela
vivía muy sola. Envió una poderosa luz infrarroja a un establo y
gallinero abandonados que había en la parte baja de la carretera.
Finalmente, después de meter a la fuerza otra vez el chorro de luz,
el desagradable helicóptero negro desapareció, aparentemente rumbo
hacia el norte. Graciela no sabía a que punto exactamente. Se sentó
rendida y trató de calmar a sus perros.
¡Definitivamente necesitaba
un trago de vino!
Mientras Graciela corría por su cabaña, Olnwynn llamó la atención de
Inanna hacia el helicóptero negro.
"¡Marduk!", exclamó Inanna. "¿Cómo se atreve? Si llega a tocar a
Graciela, lo llevaré ante el Consejo antes de que pueda parpadear.
¡Lo que no daría por apuntar mi arma de plasma a su perfecta nariz!"
Melinar detuvo esos pensamientos en Inanna.
"Inanna, querida,
estamos en el proceso de evolución. No es apropiado que abrigues
pensamientos de venganza en este momento".
"Quisiera envolver a ese reptil hijo de.... Está bien, Melinar, me
calmaré; estoy pensando como Olnwynn".
Éste se rió.
Ahora me va a echar la culpa a mí, pensó él, cuando
ella fue quien me creó para empezar.
"Inanna, tenemos que proteger a
Graciela", le suplicó Olnwynn.
Inanna acudió a sus pantallas y llamó a Anu, quien estaba en las
naves de los Etéreos con Enlil. A Atilar todo esto le pareció muy
interesante y, cuando vio que la nave nodriza de los Etéreos entró
en la conciencia de Inanna, con emoción se proyectó a sí mismo a
bordo.
Inmediatamente estaba parado al lado de Anu y Enlil en el
cuarto de comunicaciones y en ese momento les estaban informando
sobre el incidente del helicóptero.
"Atilar, ¿qué haces?", gritó Inanna.
Anu respondió por Atilar:
"Oh, permítele que se quede. He querido
hablar con uno de tus Yo multidimensionales Inanna, y éste me parece
bastante apropiado. No te preocupes por Graciela; voy a ordenar
protección inmediatamente. Ese pillo, aunque sea mi nieto no le
permitiré que destruya lo que podría ser nuestra última esperanza".
"Oh, Anu, no digas esas palabras,
última esperanza. Muy seguramente
los Yo multidimensionales de Enki, Ninhursag o de los otros se están
acercando hacia la activación de sus genes divinos", dijo Inanna.
"Bueno, parece ser cuestión de
sincronicidad y sinergia, querida. Si
sólo uno despierta, los otros que también lo deseen despertarán
simultáneamente. La transformación es interconectada. Cada humano
está conectado a otro, y por eso cada uno es parte de los otros.
Todos son vitales para nuestra misión".
"Te extraño, Anu. Dale mi amor a mi bisabuela Antu. Cerraré la
transmisión ya. No dejes que Atilar te moleste".
Anu se volvió a su hijo Enlil con toda su majestuosidad y belleza.
Los dos eran tan parecidos por naturaleza que incluso el cabello
dorado de Enlil estaba empezando a encanecer como el de Anu. Había
sido una época difícil para ambos líderes.
Anu había perdido a
Nibiru y Enlil a la Tierra. Los dos, padre e hijo, habían pasado los
últimos siglos conformando un ejército de renegados para reclamar el
sistema solar Pleyadiano de las manos de Marduk y sus tiranos.
Estaban planeando el regreso y trabajaban hombro a hombro con el
Consejo y muchos otros líderes pleyadianos que también estaban en el
exilio.
Pero primero había que sanar las heridas que la familia de Anu le había causado al planeta Tierra.
Anu y Enlil, así como Enki y los otros, habían sido obligados a
pensar introspectivamente. Tenían que llegar a un acuerdo con la
etapa adolescente de su evolución y tenían que cambiar lo suficiente
para ir más allá de la tiranía.
Anu y Enlil fueron hacia la puerta y
le ordenaron a Atilar que los siguiera para encontrarse con los
Etéreos.
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XVI - LA NAVE NODRIZA
Anu y Enlil, seguidos por Atilar entraron en el salón central de
reuniones de la nave etérea. Alrededor de una mesa grande y ovalada,
estaban sentados tres etéreos: el capitán, el ingeniero jefe y el
director de comunicaciones. Atilar se maravilló de los cuerpos de
los etéreos; a primera vista parecían sólidos, pero cuando se les
miraba de cerca, era obvio que realmente eran transparentes o quizás
traslúcidos.
Sus formas físicas podrían describirse como moléculas
que vibraban a diferentes frecuencias para emitir muchas apariencias
diferentes de densidad. Era como si ellos pudieran modificar sus
frecuencias y adaptarse a cualquier nivel de vibración.
Eran más
hermosos que cualquier raza que Atilar hubiera visto. Su
inteligencia fina y apacible les daba a sus rostros una belleza
estructural que ningún humano poseía, ni siquiera la desafortunada
sacerdotisa de Atilar.
El interior de la nave era limpio, elegante y muy funcional. La luz
salía de las paredes. Había aquí un matrimonio perfecto entre la
tecnología y el arte. Atilar nunca había visto algo así. La nave
debía de medir muchos kilómetros de diámetro, era mucho más grande
de lo que se veía en la pantalla de Inanna y a bordo había cientos,
quizás miles de seres.
Anu le habló al capitán:
"Señor, el tirano dios Marduk ha enviado un
helicóptero negro para atormentar a uno de los Yo multidimensionales
de la señora Inanna. Ella ha mostrado potencial para una futura
activación de su ADN y ha recordado a muchos de sus otros Yo, los
cuales han estado en comunicación entre ellos y también con Inanna.
Yo quiero ponerle fin a este hostigamiento. De nuevo Marduk viola la
ley de no interferencia.
Solicito que sobre el área de Montaña
Perdida se coloque una cúpula de luz protectora y que su jefe de
comunicaciones esté pendiente de la muchacha. Nos parece que ella es
muy valiosa para el proceso de transformación y el futuro posible".
"Sí, por supuesto, Anu. Nos encargaremos de eso inmediatamente".
El
capitán le hizo una seña al director de comunicaciones y al
ingeniero jefe quienes salieron del cuarto para hacer los
preparativos pertinentes a la cúpula protectora.
"¿Quién es el que está con ustedes?", le preguntó el capitán a Anu.
"Este es uno de los Yo multidimensionales de Inanna; creo que se
llama Atilar. ¿Es correcto?", preguntó Anu.
"Así es, ese es mi nombre. Soy de la época de la Atlántida, de antes
de la gran corrupción de poder que se presentó allá. Los datos de mi
vida son básicamente los de un adepto. Durante toda mi vida busqué
el control de mí mismo y logré mucha grandeza, pero como nunca me
permitieron sentir, el desequilibrio me impulsó a arrebatarle la
virginidad a una joven sacerdotisa de quien me había enamorado. Como
consecuencia de ese crimen me ejecutaron".
El capitán miró profundamente a Atilar y con mucha compasión dijo:
"Hijo mío, ese es el estilo de las frecuencias de densidad inferior.
La intensidad de los anillos materiales de la Tierra y otros lugares
similares tiende a generar experiencias desequilibradas que a menudo
conducen a la tragedia. Estos mundos de densidad inferior son los
lugares que le dan al Primer Creador la oportunidad de aprender, de
probarse a sí mismo en medio de las vastas ilusiones de su
separación. Tú debes ser como el Primer Creador; perdónate a ti
mismo y asimila las extravagancias de los datos de tu vida. Entonces
podrás moverte hacia otros mundos para jugar en la eternidad".
"Pero todavía no", interpuso Anu, "ahora estamos jugando a liberar a
los humanos de sus tiranos".
"Sí, estoy empezando a comprender".
A Atilar le encantaba la nave
nodriza; se sentía extraordinariamente bien.
"Quisiera permanecer
aquí y aprender de ustedes todo lo que pueda. Mis antecedentes como
modulador de cristales de frecuencia me motivan a interesarme mucho
por su nave y la tecnología etérea. A menos que Inanna me llame o me
necesite. Como ella es mi creadora, todavía deseo servirle en todo
lo que pueda".
Anu miró al capitán buscando su aprobación para que Atilar se
quedara.
Éste estuvo de acuerdo y dijo que sería interesante tener a
bordo un ser humano del planeta Tierra, aunque esté desencarnado.
Quizás todos podían aprender de todos y ellos querían explorar el
potencial humano con alguien de las cualidades de Atilar.
Atilar estaba feliz; con su vocabulario trató de expresar sus
sentimientos, mas no pudo. La nave en sí misma poseía un nivel de
frecuencia de ser tan inédito que Atilar no había podido encontrar
las palabras para expresar las sutilezas de sus pensamientos.
El capitán leyó la mente de Atilar y dijo:
"Ya has descubierto uno
de nuestros dilemas. ¿Cómo nos comunicamos con seres cuya frecuencia
no vibra con la misma sutileza que la nuestra?"
Se abrió la puerta y entró un hombre, con su brazo alrededor de una
mujer increíblemente hermosa.
El capitán los presentó:
"Quiero que
conozcan a la Dama de los Granates y a su esposo, el comandante Naemon. Ellos son de la familia de Lona, una gran dinastía de
pleyadianos que tuvieron la mala suerte de haber sido conquistados
por aquel que también atormenta al planeta Tierra. Ellos están aquí
por la misma razón que ustedes, Anu y Enlil, para observar el
progreso de la especie humana y para ayudar en todo lo que sea
posible".
Atilar no pudo dejar de contemplar a la
Dama de los Granates; se
parecía mucho a su sacerdotisa.
Su piel era suave y blanca e
irradiaba salud. Sus ojos eran de color verde esmeralda. Pero fue su
cabello lo que más lo impresionó. Era rojo oscuro con reflejos de
cobre. De conformidad con su título, ella estaba cubierta de
granates que le daban la vuelta a su atractiva garganta y estaban
hábilmente cosidos por toda su vestimenta. Ella era muy hermosa y su
esposo, el comandante, era la pareja perfecta: bien parecido y
fuerte. Era evidente que la adoraba.
Ella le hizo una seña a Anu a
quien obviamente conocía y mirando a Atilar preguntó:
"¿Quién es
este ser tan encantador?"
No era común ver a un terrícola, incluso a
uno sin cuerpo, a bordo de la nave y por eso la curiosidad de la
dama se despertó.
El capitán respondió:
"Este es Atilar, que acaba de llegar del
planeta Tierra. Es uno de los Yo multidimensionales de Inanna y ha
solicitado permanecer en la nave con el fin de aprender".
"¿Uno de los Yo de Inanna? Oh, qué emocionante", respondió la dama.
"Inanna y yo somos muy amigas. Cuando yo era niña solía asistir a
las fiestas de su bisabuela Antu, en Nibiru. Ella y yo éramos unas
niñas de mucha imaginación y muchas aventuras. Nuestras
personalidades son muy similares. Yo la estimo mucho y me encantaría
enseñarle la nave a Atilar".
"¿No sería eso interesante, querido?"
Atilar se dio cuenta de que el
comandante se alegraba de hacer lo que su hermosa mujer deseara.
"Por supuesto, mi ángel".
El comandante apretó su delicada mano.
Entonces Atilar hizo un recorrido por la nave con sus nuevos amigos
mientras Anu, Enlil y el capitán etéreo iban a chequear la cúpula
que se estaba planeando sobre Montaña Perdida en el Noroeste del
Pacífico.
Graciela salió perezosamente de la cama.
No había dormido muy bien
después de que el helicóptero se había marchado. Empezó a moler
muchos granos de café y el sonido del molino le recordaba los
motores del helicóptero. Dios mío, ¿de qué se trataba todo eso? Ante
todo ella estaba furiosa.
¿Cómo se atreve a volar por encima de su
casa de esa forma y a arrojar esa maldita luz en su cuarto? ¿Había
algo que pudiera hacer?
Se sentó junto al teléfono con una taza de "espresso" oscuro y
fuerte y empezó a buscar en las páginas amarillas. Llamó a todas las
agencias del gobierno y a los aeropuertos que pudo. Pero siempre era
la misma respuesta: no había ningún reporte de vuelos de
helicópteros la noche anterior, nada, cero. Absolutamente nada. Casi
todos la dejaban esperando, luego la transferían a otra persona. La
demoraban una eternidad. Incluso llamó a la Agencia de Control de
Drogas. Ah, ellos fueron muy serviciales. Le pidieron que los
llamara de nuevo en caso de que el helicóptero regresara.
Pensaron
que se trataba de narcotraficantes canadienses y le agradecieron.
La única persona que le ayudó fue un piloto retirado que trabajaba
en uno de los pequeños aeropuertos locales. Le dijo que lo olvidara
todo, que nunca, para decirlo claramente, nunca averiguaría quiénes
eran o por qué estaban allá. Lo que vio simplemente no había
sucedido. También mencionó algo muy extraño. Graciela le había dicho
que ella sabía que no era un ovni puesto que el helicóptero hizo
mucho ruido y los ovnis eran silenciosos.
Pero él la desconcertó
diciendo:
"¡No todos!"
Para el mediodía Graciela había agotado todas las posibilidades. Si
ni la Armada, ni la Agencia de Control de Drogas, ni la Fuerza Aérea
le querían ayudar, ¿por qué molestarse? Decidió ir al pueblo y
buscar algo para almorzar. Montó sus perros en la camioneta y bajó
por el camino de tierra alejándose de Montaña Perdida hasta llegar
al pueblo cercano. Estaba cansada, enfadada y tenía hambre. La
atormentaba la idea de no poder averiguar quiénes eran los intrusos.
¿Y si regresaban?
Se detuvo para visitar a algunos de sus nuevos amigos y les contó la
historia. No le creyeron y se preguntaban qué estaba haciendo una
chica tan atractiva como Graciela viviendo sola en Montaña Perdida.
Les pareció que era una chica muy rara. Fueron muy amables, pero no
le pudieron brindar ninguna ayuda. Graciela sabía que, como de
costumbre, estaba sola.
Cuando regresó a su cabaña, se dio cuenta de que había mensajes en
su contestador automático. Sintió algo de esperanza, quizás alguien
la había llamado con información. Apretó el botón para escuchar sus
mensajes, pero no había voces, sólo un sonido totalmente
desconocido. Ella escuchó con atención y trató de identificar el
ruido.
Era tan misterioso, como... ¿qué era eso? Como una
especie de máquina de coser que hacía eco en un anfiteatro enorme, o
como el zumbido suave de motores. Sonaba como, bueno, sí.... sonaba
como el interior de una nave espacial gigante.
¿Pero cómo podía
saberlo ella?
De algún modo lo sabía; de algún modo sabía que estaba
escuchando sonidos que procedían del interior de una nave, una nave
que estaba en algún lugar del espacio exterior.
Toda la cinta del contestador contenía los ruidos extraños. Ella se
sintió mucho mejor. Esa noche mientras dormía soñó que su pequeño
valle estaba cubierto por una cúpula de energía invisible que la
protegía a ella y a sus perros de cualquier intruso.
La cúpula salía
de una nave espacial enorme que estaba en el espacio, en algún lugar
más allá de Saturno. Graciela durmió muy bien protegida por esta luz
de amor que venía de encima del planeta Tierra.
Inanna y Melinar sonrieron desde el óvalo transparente que estaba en
lo profundo de la Tierra.
Qué bueno era tener amigos en las altas
esferas.
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XVII - FUSION
A la mañana siguiente, Graciela se fue al bosque de cedros.
Era uno
de aquellos días que se pueden presentar en cualquier época del año
en el Noroeste del Pacífico, en primavera o en invierno. En la Costa
Este a este tipo de días se le llama Veranillo de San Martín. El sol
brillaba y hacía calor, el cielo era azul claro y una brisa
penetrante y fresca jugaba con los cedros y hacía que la luz del sol
danzara a través de los árboles y sus hojas verde pálidas. La
neblina y el polvo se levantaban desde el piso del bosque como
mágicas columnas de humo.
Graciela se acostó sobre una gruesa capa de musgo y sintió la fuerza
de la Tierra.
Se relajó con la sensación de que se acercaba a su
verdadero hogar, al hogar que está adentro. Sus perros se acomodaron
a su alrededor de la manera protectora usual. Los dos reían
felizmente al estar en un lugar tan maravilloso; era como si
sintieran que algo especial estaba a punto de suceder y Graciela
sonrió al verlos tan felices.
Ella miró alrededor del bosque y vio a Inanna parada al lado de un
bello árbol antiguo.
Ya confiaba y amaba a esta dama sabia y hermosa
de piel azul que estaba parada mirando con amor a Graciela y sus
perros. Era un hermoso día que le recordaba a Inanna las épocas
felices cuando su vida había sido tan sencilla, cuando había sido la
niña malcriada y adorada de la familia de Anu. Melinar estaba con
ella y sus brillantes fulguraban.
Inanna se concentró en el Ser de Luz radiante que se le había
aparecido en el óvalo de la vieja Mujer Serpiente y lo llamó al
bosque de cedros, a este tiempo y a esta dimensión.
Ante los ojos de
Graciela tomó forma el ser más hermoso que había visto.
El Ser de
Luz estaba hecho de luces radiantes llamativas, era un espectro de
colores diferentes dorados, de azules tornasolados y colores
rosados, todos salían como disparos, como si fueran fotones que se
reagrupan permanentemente para su propio placer. El sólo mirar este
espectáculo dejó a Graciela sin aliento. Lágrimas de gozo bajaron
por su rostro. Melinar explotó de energía e Inanna sintió una paz y
alegría inusuales.
Graciela preguntó:
"¿Quién eres tú?"
El Ser de Luz comenzó a hablar con una voz melodiosa que repercutía
en las armonías de los reinos angelicales.
"Yo soy tú, Graciela, soy Inanna y todo lo que ella ha sido, todos sus Yo. Yo soy Olnwynn y
Atilar, soy Doncella del Cielo y Chandhroma, soy todas las
expresiones que han venido de la mente del Primer Creador a través
de mí y de mi querida Inanna".
Graciela comenzó a dudar de sus ojos y oídos. Ella pensó que
seguramente nunca sería tan extraordinariamente bella o maravillosa
como este ser que ahora estaba frente a ella.
El Ser contestó los pensamientos de Graciela:
"Mi dulce niña, yo soy
lo que tú siempre has sido. Recuerda quién eres, recuerda quiénes
somos, Inanna y yo. No te juzgues a ti misma. Cuando tú juzgas, te
retiras de nosotros. Nosotros no juzgamos. Recordamos, somos y
siempre hemos sido uno: un ser, un cuerpo. Recuerda".
Graciela sintió que el temor inundaba su cuerpo, el temor a lo
desconocido.
De nuevo, el Ser habló al corazón de Graciela:
"Yo soy
lo que tú siempre has sido, amada. No es necesario que sientas
temor. Tu sistema de circuitos está ahora alineado para tener una
mejor recepción. Al abandonar tu programación de temor te abrirás
hacia nuevas realidades posibles y nos autorizarás a transmitir una
onda de cambio a tu ser, a todas tus células.
Pero tienes que
abrirte, tienes que permitirnos que te ayudemos. No podemos ir a
donde no nos han invitado, y no podemos interferir a menos que tú
nos pidas que te ayudemos a limpiar la programación limitada de tus
códigos genéticos. Deseamos llegar a ser conscientemente uno
contigo".
Graciela miró a Inanna que obviamente deliraba de felicidad, y a
Melinar que parecía girar más rápido que la velocidad de la luz.
En el desierto había una tenue luz dorada. Todo lo que normalmente
parecía ser sólido, vibraba con luz y aparentemente era traslúcido.
¿O será que las cosas realmente nunca son sólidas sino que oscilan
con energía de luz?
El Ser habló de nuevo:
"Tú ves la materia como energía vibrante
porque eso es lo que es. Borra tu programación de temor, amada. El
temor y la duda son interruptores de circuito, el amor es un
intensificador. Nosotros somos amor, el amor del Primer Creador.
Ábrete a nosotros y suelta tu temor. Tu vida y sus expresiones se
incrementarán más allá de lo que te hayas imaginado.
"Nunca estuviste separada de nosotros, amada. Estás dentro de
nosotros y nosotros dentro de ti. Como esas muñequitas rusas que
encajan una dentro de la otra, nosotros todos somos parte del otro.
En otras épocas muchos de los otros Yo multidimensionales empezaron
a recordar, pero es ahora, en este tiempo y espacio que tú,
Graciela, empiezas el proceso de unificar todas las experiencias de
los Yo proyectados por Inanna.
Todos los datos de vida de diferentes
Yo vienen hacia ti en este ahora porque tú has buscado la verdad y
ahora es el momento. El coraje y la pasión de todos aquellos que
están dentro de ti activarán lo que ha estado latente dentro de tus
códigos genéticos, irradiando así un gozo contagioso a todo el
planeta".
Graciela sintió una brisa suave que acarició su rostro mientras las
lágrimas corrían por sus mejillas. Nunca había estado tan feliz en
su vida.
Era como si todo el dolor que llevaba adentro lo hubieran
lavado y ese lugar lo ocupara algo nuevo. Se sintió amada y el poder
de ese amor inició una reacción nuclear en todo su sistema
metabólico. Sintió que sus células explotaban, que hacían burbujas
dentro de ella. Nunca antes había experimentado algo así.
Miró a su alrededor y se dio cuenta de que el bosque estaba repleto
de seres, algunos eran los Yo multidimensionales de Inanna, o las
vidas pasadas de Graciela, las cuales no eran del todo pasadas,
porque como ella lo veía claramente, estaban todos aquí, ahora. Y se
fusionaban con ella mientras conservaba sus Yo separados.
Miró a Olnwynn, el maravilloso guerrero celta, aun atractivo, que
sonreía de oreja a oreja. Lo escuchó dar su grito de guerra y sintió
que su coraje se fundía dentro de ella.
Chandhroma danzó frente a
Graciela; las campanas de plata que rodeaban sus tobillos delicados
sonaban con deleite. Los movimientos garbosos de Chandhroma
inspiraron a Graciela a recordar lo que su propio nombre
significaba: gracia. Su madre le había puesto ese nombre porque
siempre había dicho que Graciela había venido por la gracia de Dios.
Incluso en medio de su propia infelicidad personal, su madre había
tratado de amarla y le había dado regalos inestimables. Graciela
lloró al pensar en todo esto.
La vida podía doler tanto.
Atilar caminó hacia Graciela y entró en su ser. Estaba ansioso de
regresar a la nave nodriza, pero sabía que este momento era más
importante. Él había sido un maestro de la concentración y su
conocimiento de la variación de las frecuencias de poder en los
cristales tenía muchas otras aplicaciones potenciales.
Graciela
absorbió este entendimiento y la sabiduría que Atilar había
adquirido de su caída. Él todavía amaba a la joven sacerdotisa con
todo su corazón y estaba decidido a encontrarla en algún lugar de la
inmensa extensión del tiempo para ayudarla como mejor pudiera .
Apareció Doncella del Cielo. Se sentía muy a gusto en este bosque
puesto que amaba la Tierra y el cielo. Se había convertido en una
con los cielos para atraer sus bendiciones hacia la Tierra, el campo
y el bosque. Bendijo a Graciela y le dio la sabiduría de su vida
como india. Fue una unión muy natural para ellas dos; la sangre de
la tribu de la Doncella todavía corría por las venas de Graciela.
Ella sintió que absorbía los datos de la vida de la Doncella del
Cielo, su amor por los cielos y su amor perdido, Pluma de Fuego; la
tristeza de la pérdida y la pasión por la vida.
Cada uno de los Yo de Inanna se disolvió en la conciencia de
Graciela y cada uno le trajo dones. Merwyn le trajo su paciencia y
amor por el conocimiento, Raquel su pureza inocente y Tenzin sus
visiones místicas y artísticas. Graciela estaba plena, su cuerpo
estaba encendido; el fuego que quema pero que no consume.
Inanna
tocó tiernamente el rostro de Graciela y desapareció en la neblina
del bosque. Los otros también se desvanecieron.
Algunos no eran Yo
multidimensionales de Inanna y estaban allí sólo para observar.
Graciela nunca los había visto antes y no sabía quiénes eran. Para
sorpresa suya había estado allí una hermosa mujer de cabello rojo
ondulado que estaba cubierta de granates. Tenía que acordarse de
preguntarle a Inanna quién era esta dama, pero no ahora. Ya se
estaba sintiendo un poco cansada y tenía mucha hambre. Era hora de
ir a casa.
Los perros saltaban de regreso a casa; pensaban en la sopa de pollo
y el pan con mantequilla caliente. Guiaron a Graciela por la trocha
que conducía a la cabaña.
¡Qué día!, pensó ella. ¡Qué día tan
sorprendente, mágico y maravilloso!
Se preguntó si así sería el gozo
supremo.
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XVIII - POLVO COSMICO
Marduk estaba sentado en la sala de control principal observando la
pantalla de la unidad exploradora de las fuentes de energía. La
población de la Tierra producía continuamente lo necesario para que
se alimentaran él y sus legiones: temor, culpa y ansiedad, las
energía sutiles de las cuales se alimentaban sus tropas.
Estaba
esperando que le sirvieran champaña y caviar, de modo que cuando se
abrió la puerta se sorprendió mucho al ver la expresión en el rostro
de su sirviente que llegó con las manos vacías.
"Maestro, sobre el área de Montaña Perdida han colocado una cúpula
protectora de luz de alta frecuencia. No estamos seguros de su
fuente, pero pensamos que viene de una nave nodriza etérea
localizada más allá de la órbita de Saturno".
Marduk sintió su adrenalina reptil agitándose por todo el cuerpo.
¿Cómo se atreven?
Esos malditos etéreos no bloquearían tan
fácilmente su misión de reconocimiento. Enviaría un par de sus naves
de guerra para contrarrestar la cúpula protectora. Dos o tres
ráfagas de radiación de sus armas de plasma destruirían la cúpula
con facilidad. Dio las órdenes y pidió su champaña. Se sentó de
nuevo frente a sus unidades exploradoras y maldijo a los etéreos,
algo que simplemente no se hace.
Era de noche en Montaña Perdida. Los cielos estaban transparentes y
Graciela sentía algo que las palabras no podían expresar. Encendió
las velas en su cabaña, se sentó junto a la ventana y miró hacia la
noche. Todo se veía tan diferente; era como si nunca antes hubiera
visto las estrellas.
Graciela se preguntó cómo había empezado Inanna a emprender su viaje
multidimensional. Inanna puso en acción su enfoque y llamó a la
primera de sus excursiones de carne y sangre, o sea al ser de túnica
blanca que les había mostrado una columna de luz a los buscadores en
el Himalaya.
Le enseñó a Graciela el círculo y le permitió sentir el
poder del amor que aquel ser había sentido por los que estaban en el
círculo. Inanna se había entregado a ellos y había llegado a amarlos
profundamente. Y, como nosotros nos convertimos en lo que amamos,
ella se convirtió en parte de ellos. Formar estos seres había sido
la experiencia más satisfactoria que había conocido hasta ese
tiempo.
Inanna explicó:
"Todos los seres que están en ese círculo han sido
la fuente del amor que ha generado tanta pasión dentro de todos mis
Yo multidimensionales. Y algunos de los que están en el círculo son
las mismas personas que mis Yo han amado y que se han afectado
mutuamente en el tiempo y el espacio".
Graciela vio a Inanna como el ser de túnica blanca que había sentido
tanto amor que se atrevió a descender a las densas frecuencias de la
Tierra en un cuerpo humano.
No sintió temor cuando vio que salían
ondas de energía de las manos que estaban dentro de la túnica
blanca. Estas ondas se movieron con ternura hacia ella y la llenaron
de una liviandad de ser. Graciela se abrió.
En el ojo de su mente, Graciela vio los brillantes cambiantes con
todos sus colores; la temperatura de su cuerpo aumentaba y a medida
que las ondas la bañaban, cada célula de su cuerpo empezaba a vibrar
a una frecuencia más alta y a convertirse en luz. Graciela se estaba
convirtiendo en luz: no luz reflejada, sino luz de su propia fuente,
de adentro.
Sentía que se extendía, se expandía hacia el universo. Recordó a
todos los Yo de Inanna, a Olnwynn, Doncella del Cielo, Tenzin y los
otros. Todos vinieron a ella y sonrieron porque estaban en ella y
eran parte de su proceso. Lo que ella experimentaba, ellos lo
sentían. Graciela sintió una unidad, no sólo con los Yo sino también
con Inanna y más allá con la Tierra, con los cedros altos, con las
estrellas y el universo. Se transformó en un sentimiento de gozo
inefable cuando supo, simplemente supo, que era una con toda la
vida, con todo. Se convirtió en el gozo mismo.
Graciela empezó a reír. Una risa tierna y afectuosa la rodeó y, como
la risa es contagiosa, Inanna empezó a reír con ella. Las dos chicas
reían, reían y reían.
Las dos empezaron a sentir algo nuevo.
En el mismo momento sintieron
que, como eran una con todo lo que había en la creación, también
eran una con Marduk. No sólo era él parte de ellas sino que lo
amaban. De un modo increíble, Inanna sintió amor por Marduk, hasta
vio su belleza. Ese amor les proporcionó a ellas dos la sabiduría
para saber que Marduk no solamente era la proyección inconsciente de
la locura tiránica de los hijos de Anu, sino que también era parte
del Primer Creador.
Marduk era la porción de energía que permitía que sobre la Tierra,
en la especie humana, se presentara una comedia mágica, una ilusión
de limitación con el suficiente poder de crear una forma de vida
completamente nueva, un nuevo código genético que portaba
posibilidades nuevas y potenciales frescos para la creación.
La tierna risa de Inanna y de Graciela resonó por toda la Tierra
hasta el cielo. La fuerza de su gozo se esparcía simultáneamente por
toda la Tierra y más allá de ella. La conciencia no tiene barreras,
así que los otros que también buscaban la verdad estaban sintiendo
exactamente lo mismo en el exacto momento. Los Yo multidimensionales
de Enki y Ninhursag, así como los de otros miembros de la familia de
Anu, empezaron a reír. También otros quedaron afectados por este
contagio de la verdad, gentes que eran de otras formas de vida y
también terrícolas; todos reían en su nuevo conocimiento.
El proceso
había comenzado. La verdad los había hecho libres.
Marduk derramó su champaña. Se enfrentó a una visión terrible: en
las pantallas de sus unidades exploradoras se vio evidencia
repentina de una disminución enorme en la productividad. En menos de
un minuto de la Tierra el suministro de temor había disminuido de
una forma alarmante. Saltó de su trono dorado y se lastimó el dedo
del pie, bueno, su garra.
Tenía que haber un error; el extenso suministro de recursos no pudo
haber disminuido tan rápidamente. Empezó a gritarles a sus
sirvientes y a presionar toda clase de botones electrónicos de
alarma. Se estaba enloqueciendo; sus ojos se hincharon y su rostro
se desfiguró. Manoteaba como un loco y les gritaba a sus clones.
Pero Graciela y todos los otros estaban por encima de él, ya no los
podía controlar o lastimar porque habían cambiado sus códigos
genéticos y se habían alejado de su frecuencia.
Ellos ya vibraban en
medio de un espectro que él ni siquiera podía ver, mucho menos
tocar.
Atilar había regresado a la nave nodriza y estaba con el comandante
y su Dama de los Granates.
Todos estaban emocionados por lo que
estaba sucediendo en la Tierra. La Dama había decidido proyectar Yo
multidimensionales en diferentes coordenadas de tiempo/espacio para
unirse a la alegría de su amiga Inanna. Naturalmente el comandante
se uniría a ella, pues era tan protector de su amada.
Había empezado
una nueva tendencia y muchos otros seguirían este curso de acción
De regreso en Montaña Perdida, Graciela miró el reloj.
Eran casi las
cuatro de la mañana y todavía estaba oscuro. Las estrellas apenas
empezaban a palidecer. Ella se sentía llena de energía y se le
ocurrió que sería maravilloso ir a dar un paseo. Echó algunas cosas
en su mochila, llamó a sus perros y todos se dirigieron al camión.
Mientras bajaban por el camino de tierra que daba comienzo a la
montaña, Graciela pensó cuan agradable sería bajar por la carretera
abierta a media noche y sentir el viento sobre su cabello.
Sí, pensó Graciela, iré a la ciudad, a cualquiera y de ahí me iré a
otra llevando conmigo la Onda dentro de mí y ofreciéndola,
simplemente con el hecho de estar ahí, a todo aquel que la quiera.
¿Cuál era el dicho?
"Lo que hay que hacer, es ser"
¡Sí, eso es!
En
voz baja empezó a tararear compases de esa vieja canción gospel de
la Guerra Civil, Amazing Grace.
Los perros competían por la ventana. Ellos compartían su felicidad y
siempre estaban listos para cualquier aventura.
Mientras bajaban por
el camino de tierra, la camioneta de Graciela levantaba polvo; pero
esta noche era polvo cósmico.
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XIX - DESPUES
Era hora de reunirse con el Consejo de la Federación
intergaláctica.
Debían asistir Inanna y Anu con los otros miembros de la familia,
Enki, Ninhursag, Ninurta, Ereshkigal y todos los otros con excepción
de Marduk.
Inanna estaba muy emocionada porque tenía tantas cosas para
informar. Por fin sus Yo multidimensionales estaban progresando muy
bien y el verdadero cambio estaba comenzando, gracias a la Onda y a
tantos otros factores. No podía olvidar agradecerles a los etéreos
por proteger a Graciela. Inanna se sentía regocijada con esa
felicidad que llega con la realización, y también con esa nueva
sensación de unidad que ella y Graciela habían descubierto. La vida
era buena; Inanna se veía más hermosa que nunca. Se sentía plena y
su suave piel azul resplandecía.
Incluso Enlil había felicitado a Inanna y Anu la había besado
cariñosamente. El siempre había amado a su Inanna. Antu también
estaba allá; no quería perderse toda la emoción del momento.
También estaba la posibilidad de conocer nuevos amigos e invitarlos
a sus fiestas. Esta era una gran celebración.
Anu y Enlil estaban listos para discutir las posibilidades de
trasladar a los líderes exiliados otra vez a las Pléyades. Todavía
había mucho trabajo por hacer pero habían llegado muy lejos y Enlil
ya estaba planeando la logística de la operación. El puño de hierro
de la tiranía estaba empezando a aflojar en todas las galaxias. Era
hora de que empezara una nueva edad dorada; le había llegado su
final al Kali Yuga, la edad de la oscuridad. El Primer Creador
estaba evolucionando como siempre.
Inanna estaba de pie mirando a los otros en el salón intergaláctico.
Se sentía muy feliz y no estaba pensando en nada particular, cuando
sintió una presencia detrás de ella. Por su cuerpo se esparció una
sensación calurosa y sintió que alguien respiraba muy cerca de ella.
Lentamente dio la vuelta en respuesta a esta energía sutil que
empezaba a atraer toda su atención. Ahí estaba él, el hombre
maravilloso que había deseado conocer desde hacía tanto tiempo.
Inanna lo miró a los ojos; ellos danzaban con sabiduría y humor y
eran como diamantes en la noche. Sintió una profunda reminiscencia,
pero no supo por qué. El silencio la inundó.
El extendió su mano hacia la de ella y sonriendo dijo:
"Permíteme
presentarme."
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FIN
FUENTES PARA EL REGRESO DE INANNA
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Sons, 1994. "Alien Identities: Ancient Insights into Modern UFO Phenomena",
Richard Thompson; Govardhan Hill Publishing, 1993. "Babylon", Edición revisada, Joan Oates; Thames and Hudson, 1979. "Bringers of the Dawn
- Teachings from the Pleiadians
-
Mensajeros del Alba", Barbara
Marciniak; Bear & Co., 1992. "Flying Serpents and Dragons ", R. A. Boulay; Galaxy Books, 1990. "Gilgamesh, translated from the Sin-leqi-unninni versión ", John
Gardner y John Maier; Alfred A. Knopf, 1984. "The Greatest Story Never Told", Lana Corrine Cantrell;
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Sumer", Diane Wolkstein and Samuel Noah Kramer; Harper and Row,
1983. "The Language of the Gods: Sanskrit Keys to India 's Wisdom", Judith
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Book, 1978. "Wholeness and the Implícate Order", David Bohm; Ark Paperbacks,
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Libros de Alain Danieloy: "The Gods of India: Hindú Polytheism", Inner Traditions
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History and the Destiny of Mankind", Inner Traditions International
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Inner Traditions International Ltd., 1991. "Gods of Love and Ecstasy: the Traditions of Shiva and Dionysus",
Inner Traditions International Ltd., 1979. "The Complete Kama Sutra", traducido por Alain Danielou; Park Street
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Libros de Samuel Noah Kramer: "History Begins at Sumer: Thirty-Nine Firsts in Man's Recorded
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University Press, 1986. "The Sumerians: Their History, Culture and Character",
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Libros de Doris Lessing: "Briefingfor a Descent Into Hell", 1971. "Canopus in Argos - Archives" "Re: ColonizedPlanet5, Shikasta", 1979. "The Marriages between Zones Three, Four andFive ", 1980. "The Sirian Ezperiments", 1980. "The Making ofthe Representative for Planet 8", 1982. "The Sentimental Agent in the Volyen Empire", 1983.
Libros de Zecharia Sitchin: "The 12th Planet", 1976.
"The Wars of Gods and Men", 1985.
"The
Stairway to Heaven", 1980.
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