por Thierry Meyssan del Sitio Web RedVoltaire
El 18 de octubre de 2019, o sea antes de que se diera la alerta sobre el Covid-19, un grupo de personalidades participaron en una simulación sobre las consecuencias de una pandemia... con todo financiado por la fundación de Bill y Melinda Gates.
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Simultáneamente, varios fondos de inversiones - como Vanguard y BlackRock - que ya manejaban sumas astronómicas, al extremo de ser capaces de imponer sus propios intereses a los Estados, se han convertido en propiedad de un grupo de familias.
Y ahora las diferencias
entre el volumen de riquezas que acumulan los súper multimillonarios
y lo que realmente poseen los pueblos han alcanzado proporciones
estratosféricas.
En la práctica, los
sistemas democráticos son incapaces de resistir ante tanto y tan
abrupto desnivel en materia de riqueza.
Casi todos los individuos
poseedores de las 50 mayores fortunas del mundo parecen padecer esa
obsesión. Esos personajes piensan que si la ciencia sustituyó las
supersticiones, la técnica sustituirá a muchas personas.
El fenómeno más reciente
es la reacción ante la 'epidemia'
de Covid-19.
En el mundo transhumanista no hay que curar a la gente porque todos deben protegerse previamente con una nueva tecnología:
Por eso vemos como gran parte de los Estados "desarrollados" prohíben a sus médicos curar a los contagiados y prohíben a las farmacias la venta de los medicamentos que podrían servir para ello, como,
...etc.
The Lancet, una publicación médica de referencia, llegó incluso a publicar un artículo donde se afirmaba que un medicamento existente desde hace décadas y utilizado por millones de personas mataba a los enfermos de Covid-19.
Y los gigantes de Internet censuran las cuentas de quienes hablan bien de ese medicamento.
Yo no soy médico. No conozco la eficacia real de esos diferentes productos.
Sólo soy una persona que observa cómo se bloquea un
debate incluso antes de que se inicie. Yo no intervengo en el debate
científico pero veo que se cierra.
El 22 de septiembre pasado, el presidente estadounidense Joe Biden organizó una cumbre global virtual para distribuir 500 millones de dosis de "vacuna" de ARN mensajero.
Para sorpresa de todos, los países que supuestamente iban a recibir ese regalo boicotearon el encuentro. 1
Al parecer no creen que
las vacunas de ARN mensajero sean la solución del problema.
El transhumanismo fascina en Occidente porque la gente ya ni siquiera se interroga sobre la prohibición del uso de medicamentos contra el Covid-19.
Pero esa nueva forma de pensamiento no goza de
la misma influencia en otras regiones del mundo.
de pequeñas porciones de una enfermedad para que el sistema inmunológico humano aprendiera a defenderse de ella. A partir de la 'epidemia' de Covid-19, la inoculación de ARN mensajero se asimiló a la vacunación aunque no se trata de una vacuna
en el sentido clásico
del término.
Cuando la gente comienza a actuar de esa manera, ya se le hace muy difícil volverse atrás.
Como las sociedades occidentales han renunciado a investigar sobre la posibilidad de curar el Covid-19,
En todo caso, ya puede verse que los Estados se ven amenazados por las megafortunas que mencionamos al principio.
En efecto, los Estados tienen sobre todo lo que el mundo de la finanza llama "gastos fijos", mientras que los súper multimillonarios pueden, en cualquier momento, retirar sus inversiones de aquí para moverlas hacia allá.
Son muy pocos los fondos soberanos que pueden rivalizar con las megafortunas y mantenerse independientes de ellas.
Los medios de difusión corporativos rechazan interrogarse sobre la prohibición de facto contra los medicamentos que pudieran curar el Covid-19. Esos medios dedican toda su energía
a promocionar el ARN mensajero...
Hace mucho, sobre todo
desde que terminó la guerra fría, que el periodismo se autodefine
como una búsqueda de "objetividad", aun sabiendo que tal cosa es
imposible.
...porque se sabe que cada cual percibe sólo una parte de la Verdad, según su visión del mundo, sus convicciones o su condición social.
Ante un accidente entre un automovilista y un peatón, la mayoría de los testigos peatones dan la razón al peatón mientras que la mayoría de los testigos automovilistas aseguran el conductor estaba en su derecho.
Lo que permite aclarar lo
que realmente sucedió es la suma de los testimonios.
Los periodistas profesionales han instaurado una diferencia entre la "libertad de expresión" (para todos) y la "libertad de prensa" (sólo para ellos) y han acabado adoptando una pose de maestros de escuela, considerándose a sí mismos como,
Así inventaron el
concepto llamado "fact checking", la supuesta "verificación de los
hechos" en la que ellos mismos son jueces y parte, como si el
trabajo periodístico fuese un juego de televisión.
El discurso político, que
debe ser un análisis de los problemas de la sociedad y de las vías
para resolverlos, se ve así reducido a la enumeración de cifras
verificables en anuarios estadísticos.
En nombre de su propio conservadurismo liberal, Edmund Burke no cuestionaba su legitimidad.
Pero hoy todos pueden comprobar que esa supuesta
legitimidad no se basa en un valor sino en la fortuna de los
propietarios de los medios.
Ahora ni siquiera se atreven a resumir mis tesis... porque no tienen ninguna posibilidad de descalificarlas con el "fact checking".
¿Qué hacen entonces?
Ante los periodistas no profesionales más jóvenes, los llamados "medios corporativos" se limitan al simple insulto.
Resultado:
Ese fenómeno se hizo particularmente evidente con la aparición en Francia de los "Chalecos Amarillos", simples ciudadanos que protestaban contra esta evolución sociológica del mundo, incluso antes de que el confinamiento viniera a favorecerla.
Recuerdo un debate transmitido por una televisión de información continua donde una diputada preguntaba a una "Chaleco Amarillo" qué subvenciones contentarían a los manifestantes.
La representante de aquella corriente popular le contestó:
Los "medios corporativos" rápidamente apartaron de la luz pública a las personas que, como aquella dama de los "Chalecos Amarillos", expresaban una reflexión seria sobre los problemas de la sociedad y en su lugar dan la palabra a quienes se limitan a emitir exigencias inmediatas.
En otras palabras,
Antes, la iglesia católica hacía listas de 'libros prohibidos'. Ahora se trata, al contrario, de hacer listas de fuentes 'confiables', lo cual equivale a determinar de antemano quién dice la "Verdad" y dónde se dice.
Antiguamente, la iglesia - que no era sólo una comunidad de creyentes sino también un poder político - publicaba una lista de libros prohibidos para todos, pero no para sus clérigos.
Ya en nuestra época, algunos ex-dirigentes de la OTAN y de la administración Bush crearon en Nueva York una entidad llamada NewsGuard, a la que encargaron hacer una lista de sitios Web "no confiables"...
Red Voltaire está en esa lista. 3
Además,
...crearon CrossCheck, que financia, por ejemplo, un grupo de "fact checking" instaurado en el diario francés Le Monde. 4
Pero parece que la
multiplicación exponencial de las fuentes de información ha dado al
traste con ese proyecto.
Encabeza esa "Misión" el sociólogo Gerald Bronner, un personaje que estima que el Estado debería instaurar un organismo encargado de establecer "La Verdad" basándose en el "consenso científico".
Gerald Bronner considera también que es inaceptable que la palabra,
Ese método no es nuevo.
En el siglo XVII, Galileo descubrió que la Tierra giraba alrededor del Sol y no lo contrario.
La historia de la ciencia está repleta de ejemplos similares, casi todos los grandes descubridores fueron rechazados en nombre del "consenso científico" de su tiempo.
Muchas veces, las
demostraciones científicas de los descubridores no lograron
imponerse hasta después de la muerte de sus contradictores... los
portadores del "consenso científico"...
Referencias
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