
por Juan Manuel de Prada
30 Marzo 2025
del Sitio Web
KontraInfo

"El miedo que tienes - dice don
Quijote a su escudero - te hace, Sancho, que ni veas ni
oigas a derechas, porque uno de los efectos del miedo es turbar
los sentidos y hacer que las cosas no parezcan lo que son".
Así es, en efecto, y esto lo saben mejor que
nadie los manipuladores sociales, que pueden instilar
miedos irracionales entre la población para favorecer sus negocios.
Hace algunos años, el abuelito
Soros lo sintetizó
magníficamente en una entrevista:
"Aquello que en una situación de normalidad
seria inconcebible no sólo se vuelve posible, sino que de hecho
ocurre cuando la gente está desorientada y asustada".
La celebración del quinto aniversario de aquel
gran negocio del miedo que fue
la plaga coronavírica apenas ha
servido para que reconozcamos que entonces fuimos convertidos en
gente "desorientada y asustada", incapaz de ver y de oír a derechas,
que aceptó las cosas más inconcebibles.
Cuando el miedo anega nuestro
cerebro reptiliano,
se turban por completo nuestros sentidos, se
ofusca nuestro discernimiento bajo los efectos de la ansiedad y
el pánico y entonces los manipuladores sociales pueden
convencernos de lo que les plazca, proporcionándonos las
soluciones más milagrosas (pero siempre carísimas)...
En aquella ocasión, la solución mágica
fueron,
Y con ellas el negocio del miedo hizo su
agosto...
El primer efecto del miedo es el gregarismo.
La gente desorientada y asustada acepta el
relato oficial (un batiburrillo de mentiras delirantes) y lo
eleva al rango de dogma indiscutible, sugestionada por el
martilleo de la propaganda.
Lo hace, además, con una cerrada unanimidad
(pero cuando todo el mundo piensa lo mismo es porque nadie se ha
tomado la molestia de pensar), por temor al señalamiento, al
desprestigio, al escarnio público, etcétera.
Y no contenta con ello, la gente desorientada
y asustada señala, desprestigia y escarnece a los escasos
disidentes que osan rebelarse contra el gregarismo, que de este
modo se convierten en chivos expiatorios en manos de los
manipuladores sociales.
Aquel negocio del miedo se disfrazó
entonces de "emergencia político-sanitaria" en la que
la proterva OMS y una patulea de
gobernantes corruptos, con el apoyo de "expertos" untados por
la industria farmacéutica, urdieron
un birlibirloque de proporciones trillonarias...
Ya hemos sabido que las absurdas y ridículas
mascarillas sirvieron para enriquecer a comisionistas
desaprensivos y políticos puteros:
pero el dineral que esa caterva se embauló
con las mascarillas es un aperitivo de pícaros, en comparación
con el festín pantagruélico de las terapias génicas (vulgo
vacunas) que se inocularon a la
gente desorientada y asustada.
Algún día (desgraciadamente lejano) nuestros
nietos tal vez lleguen a saber las fortunas que los gobernantes
corruptos trasvasaron (pillando cacho, por supuesto) del erario
público a la industria farmacéutica, para comprar millones de dosis
de aquellos mejunjes por completo ineficaces que, además,
provocaron terribles efectos
secundarios en muchas de las personas inoculadas, y que
hoy se pudren en sótanos o se arrojan a la basura a la chita
callando, ante el
silencio ignominioso de la prensa.

Todo aquel negocio del miedo montado en
torno al coronavirus no fue un experimento aislado, sino una prueba
piloto.
Las sociedades convertidas en rebaños de gente
desorientada y asustada pueden aceptar delirios inconcebibles:
pueden ser encerradas en sucesivas cárceles
psicóticas en donde se creen acechadas por amenazas tan
incoercibles como fantasmagóricas (un virus letal, un
apocalipsis climático, un archivillano que desea invadirles...).
Para ello, basta con instilar percepciones de la
realidad completamente distorsionadas, pero convenientemente
rebozaditas en una costra de paparruchas cientificistas, o en una
catarata ininteligible de datos estadísticos, o en cualquier otra
farfolla que las gentes desorientadas y asustadas deglutirán como si
fuesen verdades reveladas,
sin detenerse a pensar, sin poder
pensar ya, dispuestas a defender con su peculio y con todo tipo
de sacrificios personales los delirios que urden los
manipuladores sociales.
Así, por ejemplo, mientras llueve a cántaros
durante más de tres semanas,
podrán decirles que la sequía volverá a
España tarde o temprano, y cada vez de forma más severa y
frecuente debido al "cambio climático
causado por el ser humano".
O podrán también decir que los yihadistas
que han tomado el poder en Siria están promoviendo una
"transición inclusiva" que merece ser patrocinada, mientras
rebanan cuellos de cristianos y alauitas.
O podrán decir también que almacenemos
víveres porque Putin se dispone a "invadir" Europa,
cuando apenas puede reconquistar Kursk.
Cuando la gente está desorientada y asustada,
las mentiras más burdas pueden imponerse, y a esa gente se le pueden
prometer remedios salvíficos, a cambio de que apoquine:
-
hace cinco años terapias génicas llamadas
sarcásticamente vacunas
-
hoy, rearmes que nuestro maniquí de
Moncloa llama sarcásticamente salto tecnológico en
defensas
La colusión que hace cinco años urdieron en
combinación con la
industria farmacéutica se
disponen a hacerla ahora con la
industria armamentística.
Si entonces lograron hacernos creer que el
coronavirus procedía de una delirante sopa de pangolín o murciélago
mutante,
¿como no van a conseguir ahora hacernos creer
que Putin pretende llegar hasta Lisboa, con sus tanques
fabricados con chips de lavadoras y frigoríficos...?
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