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por Jordi Pigem del Sitio Web BrownstoneEsp
para formar personas autónomas, plenamente adultas, libres y creativas.
Fue ideada por proyectos militares y se desarrolló al dictado del capitalismo de la vigilancia...
Shoshana Zuboff, en The Age of Surveillance Capitalism (La Era del Capitalismo de la Vigilancia), ve en el centro del nuevo orden económico emergente la extracción y manipulación de nuestros datos digitales.
En la larga definición del "capitalismo de la vigilancia" con que empieza su libro, Zuboff señala que,
Ello, continúa, constituye,
En su dar gato por liebre al rastrearnos con cada clic que hacemos espontáneamente, en su combinación de sonrisa y de engaño, el capitalismo de la vigilancia aparenta satisfacer nuestros deseos mientras despliega un control sin precedentes.
Byung-Chul Han ha descrito el smartphone como,
Snowden dice que es,
Pero el smartphone solo es un instrumento, el más visible, del capitalismo de la vigilancia...
Y el "nuevo" Capitalismo no solo cambia los instrumentos:
El capitalismo de la vigilancia que denuncia Zuboff es un aspecto clave de lo que podemos llamar tecnocapitalismo:
...que, como luego veremos, controla económicamente a sus tentáculos más visibles.
Por eso el tecnocapitalismo puede describirse de modo más incisivo, aludiendo a su núcleo, como,
La revolución digital se presentó al mundo como una promesa de "liberación"...
En enero de 1984, el Macintosh de Apple se dio a conocer con uno de los anuncios más famosos de la historia, dirigido por Ridley Scott, en el que una atleta llena de vida ponía en jaque al mundo gris y deshumanizado que había previsto Orwell.
El anuncio acababa proclamando que gracias al nuevo ordenador personal,
Muchos pioneros de la revolución digital creyeron firmemente en el poder liberador de los ordenadores y de Internet.
Ese poder es incuestionable:
Es innegable que la revolución digital nos ha empoderado.
También ha incrementado enormemente la
concentración de poder en pocas manos.
Tal vez, al fin y al cabo, los prodigios de la era digital son oasis en un desierto - que avanza bajo la dinámica desertizadora del tecnocapitalismo.
La revolución digital no se hizo para formar personas autónomas, plenamente adultas, libres y creativas.
La revolución digital ha sido también impulsada por la lógica que podemos llamar cibernética.
En griego clásico,
En griego moderno significa,
En su célebre obra Cybernetics ('Cibernética'), Norbert Wiener definía la cibernética como,
Lo esencial aquí es el control...
Y en el siglo XXI ya no se trata solo de controlar "animales y máquinas", sino también, o sobre todo,
El tecnocapitalismo intensifica el capitalismo del siglo XX hasta el punto de que jóvenes ambiciosos pueden amasar rápidamente fortunas con las que sus abuelos no habrían soñado.
Pero lo realmente nuevo en el tecnocapitalismo es su dimensión de control:
El tecnocapitalismo deja de ser primordialmente
actividad económica y se convierte cada vez más en, simplemente,
poder.
En el tecnocapitalismo confluyen las dos formas
de anular la capacidad crítica contra las que nos quisieron advertir
Huxley y
Orwell. La revolución digital ha introducido tecnologías que ni Huxley ni Orwell podían haber previsto.
Esas tendencias se manifiestan en el mundo de hoy, en el que convergen dos formas de poder:
Estas dos formas de dominio son expresadas por grandes autores de hace medio milenio.
En 1490 se publica póstumamente la primera novela moderna europea, Tirant lo Blanch (Tirante el Blanco), del valenciano Joanot Martorell (una de las pocas obras que en el Quijote se salvan de la quema).
Martorell formula esta recomendación acerca del poder:
En 1532, también póstumamente, se publica Il Principe (El Príncipe) de Maquiavelo, donde se afirma lo contrario:
Maquiavelo añade que la mentira y toda otra inmoralidad son medios válidos para obtener y mantener el poder.
Ahí se expresa por primera vez, explícitamente y a plena luz del día, el poder en su peor sentido,
Pero el poder basado en la aclamación, en el liderazgo genuino (cuando lo ha habido, de Leónidas y Espartaco a Martin Luther King y Wangari Maathai), fácilmente se corrompe en el poder de rostro sonriente y efecto narcótico que describía Huxley y encarna hoy la sociedad de consumo.
Pese a las crisis y conflictos, todo está orientado a hacernos creer que vivimos en el mejor de los mundos posibles.
Nuestro mundo no es perfecto, pero es un mundo "feliz", al menos en apariencia,
En ese mostrar públicamente un yo retocado, los individuos incorporan lo que ya era habitual en empresas y organizaciones:
Una y otra formas de poder están presentes en todas las sociedades actuales, pero en proporciones distintas:
En el prólogo que Huxley añade a Un Mundo Feliz en 1946, argumenta que,
En los dos años siguientes Orwell acaba de escribir 1984, en la isla escocesa de Jura, ante un mar más frío y riguroso que el Mediterráneo que había acogido a Huxley.
Cuando se publica, en 1949, Orwell envía un ejemplar a Huxley, que había sido su profesor en Eton y ahora reside en California. En octubre de aquel año Huxley le responde y lo felicita por su obra, pero se reafirma en defender que el mundo va hacia la pesadilla que él había imaginado:
En los últimos años, hemos podido ver como la distopía de Orwell empezaba a hacerse realidad en Corea del Norte y, todavía más, en la represión del Turquestán Oriental o Xinjiang, ocupado por China.
Por su parte, las sociedades de consumo
occidentales, con su orgía de distracciones y su escaparate de
libertades, tendían hacia la distopía de Huxley.
Desde 2020, de repente, han aparecido en las democracias occidentales imposiciones que habrían sido impensables en 2019:
El mundo ha cambiado, de repente, desde 2020...
Extraído de los capítulos 8-9 de - La vida, la conciencia y la Cuarta Revolución Industrial.' Fragmenta, Barcelona, 2021, p. 31-38.
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