Mayo 2015
del
Sitio Web
EnkiPtahSatya
La Venida de los Dioses a la Tierra y la Creación de la Raza Humana
La versión oficial de la erudición moderna afirma que la historia de la civilización humana se remonta sólo hasta el cuarto milenio AEC y que antes sólo había comunidades primitivas de cazadores y recolectores.
En cambio, el legado literario de muchas de las culturas más antiguas como la sumero-acadia, la egipcia y la hindú nos presenta una historia de la civilización del Hombre que se remonta hasta un tiempo mucho más antiguo y habla de un mundo leyendario olvidado en el cual poderosos seres divinos andaban la Tierra, fundaban grandes civilizaciones prehistóricas e interaccionaban con los Humanos primigenios.
Lo cierto es que existe
una gran discrepancia entre los registros que nos legaron nuestros
antepasados antiguos y la doctrina de la arqueología actual.
Del mismo modo, los mismos relatos son cómodamente pasados por alto o denigrados como mitologías paganas primitivas por las instituciones religiosas tradicionales cuya credibilidad sería grandemente socavada en el caso de su revelación extendida.
En el año 2003, durante la Guerra de Irak, los dueños del poder, a saber las superpotencias militares de Estados Unidos y Gran Britania, llevaron a cabo el saqueo del Museo Nacional de Bagdad y sistemáticamente destruyeron millares de tablillas históricas sumerias que aún no habían sido publicadas.
Evidentemente la élite mundial busca ocultar nuestro verdadero pasado. Los autoproclamados "expertos" quieren hacernos creer que nuestra historia primordial fue una simple fábula y que nuestros grandes Dioses ancestrales, Enki y sus héroes Anunnaki, eran nada más que abstracciones naturales o fragmentos de la imaginación antigua.
Ellos afirman que no hubo dioses y que la Humanidad simplemente los inventó cuando llegó a una etapa filosófica de su evolución.
Muchos "estudiosos"
modernos se burlan tan arrogantemente de la idea de que los antiguos
relatos de los Dioses tienen una base verídica.
En realidad, la arqueología convencional actual es un engaño.
Hoy los "eruditos" quieren imaginar que las inmensas y misteriosas estructuras megalíticas de antaño como las grandes pirámides de Egipto fueron construidas por trabajadores de la Edad del Bronce con las herramientas primitivas de aquella época. ¡Vaya menuda tontería...!
En cambio, los historiadores antiguos nos dan una respuesta clara:
En esta serie vamos a
revisar las evidencias textuales que nuestros antepasados nos
legaron y revelar la historia verdadera de la Raza Humana.
Fue un hallazgo verdaderamente asombroso. Los asiriólogos que estudiaron los textos se dieron cuenta de que las tablillas eran de la civilización sumeria antigua y constituían la literatura más vetusta jamás encontrada con una antigüedad de más de cuatro milenios.
Además, era evidente que
muchos de sus relatos se asemejaban a los narrativos del Génesis
bíblico posterior y que de hecho aquellos habían influenciado el
contenido del relato de la creación de la Biblia hebrea.
Los Anunnaki, llegados a una Tierra
prístina y virginal, establecieron una civilización pre-humana e
irguieron sus respectivas ciudades sagradas en la región de
Mesopotamia.
Sin embargo, según textos como el famoso Poema de Atrahasis y el antiquísimo Mito de Enki y Ninmah (Ninḫursaĝ), los Igigi se cansaron de tanta brega y decidieron amotinarse en protesta. Quemaron sus herramientas y hasta rodearon la morada terrestre de su soberano Enlil.
Así tuvo lugar la primera
huelga general en la historia de nuestro planeta.
Su propuesta fue la creación del Hombre (Homo Sapiens) con el fin de que reemplazara a los Igigi en sus labores.
El proyecto fue autorizado por el Concilio y Enki formó al prototipo de la Raza Humana en su sagrado Abzu. Enki fue ayudado por otras deidades, sobretodo por las "diosas parturientas".
Los primeros Humanos
fueron creados con éxito y ellos se encargaron de los trabajos de
los Igigi.
Para Sitchin y sus
seguidores, los Anunnaki crearían al Hombre a través de la
ingeniería genética extraterrestre como un minero esclavo para la
extracción de oro.
Vemos el mismo fenómeno en la Biblia posterior según la cual el trono de "dios" se ubica en el 'cielo' y además allí en el dominio celestial suceden guerras entre ángeles. El "'cielo'" se refiere al espacio exterior más allá de nuestra Tierra y a los mundos lejanos que existen allí.
Sin embargo, la verdad es que no sabemos si los Anunnaki realmente vienen de un planeta llamado Nibiru o si dicho cuerpo celeste existe.
El verdadero origen de
Enki y los Anunnaki es un planeta dentro de la
constelación de Orión y varias
culturas antiguas tuvieron cierta fascinación con la misma.
Aunque no se enfatiza la palabra 'oro' de modo explícito, el Mito de Enki y Ninmah, relato sumerio original que subyace el Poema de Atrahasis, menciona que antes de la creación del Hombre los Igigi excavaban canales y sacaban limo en la región de Harali.
Este topónimo mitológico es una referencia sutil a la extracción de oro en términos antiguos.
En la cultura mesopotámica antigua, la leyendaria tierra de Harali, conocida también como Arallu, era considerada un lugar aurífero conocido por su abundancia de metales preciosos (Ebeling y Meissner, 1997,i Reiter, 1997ii).
Curiosamente podemos ver que hasta el narrativo del Génesis bíblico posterior, un ridículo plagio tardío en el que aún se conservan varios componentes de la versión sumeria original, alude sutilmente a una relación entre la creación del Hombre y la importancia del oro.
Inmediatamente después de la formación del Hombre a la imagen y semejanza de los Elohim, el narrador bíblico hace una mención muy breve de la tierra de Havilá cerca del Edén cuyo oro es abundante y muy bueno (Génesis 2:10-12).
En fin, Sitchin sí acertó
en afirmar que el Hombre reemplazó a los Igigi en la minería de oro.
El Poema de Atrahasis enfatiza la importancia de la agricultura.
En la era pre-humana los dioses menores excavaban los cursos de agua, irrigaban los campos y vivificaban la tierra (Atrahasis 1:21-26) y más tarde los Humanos, tras reemplazar a sus antecesores divinos, construían grandes diques de riego para satisfacer el,
Del mismo modo, el llamado Relato Bilingüe de la Creación del Hombre, otro relacionado texto sumero-acadio, coloca un énfasis en el mantenimiento de la economía de la civilización.
Según éste, los Humanos cultivaban los campos de los Anunnaki, ampliaban las riquezas del país, se dedicaban a la ganadería y celebraban dignamente las fiestas de los grandes Dioses (Creación Bilingüe 35-37; 40-41).
En resumen, los Hombres
no sólo se dedicaban a la minería de oro, sino que eran agricultores
que proveían la civilización de los Anunnaki de alimentos y luego
entretenían a sus maestros divinos con sus festivales.
¡Enki y sus héroes
Anunnaki son dioses poderosísimos y no precisan de metales valiosos
como el oro para su supervivencia!
Los Anunnaki se acercaron a la zona habitable de nuestro sistema solar y encontraron nuestra Tierra llena de vida.
Aterrizaron en la región de Mesopotamia y fundaron una pequeña colonia extraplanetaria en lo que más tarde sería nuestro mundo. Su especie ya había perfeccionado la ciencia de la colonización espacial.
Esta interpretación nos
explicaría porqué en los relatos antiguos muchos de los dioses más
altos como Anu por ejemplo tenían su morada habitual en el 'cielo' y
bajaban a la Tierra sólo en ocasiones especiales como concilios
importantes mientras un equipo pequeño de dioses encabezado por
Enki y su hermanastro Enlil tenía residencia permanente
en la Tierra donde construían sus respectivas ciudades sagradas y
vigilaban el mantenimiento de la civilización pre-humana.
Al inicio fueron los Igigi, dioses menores, los que irrigaban los campos, labraban la tierra, hacían la cosecha, criaban ganado y realizaban operaciones de minería en los yacimientos minerales para mantener la civilización colonial de los Dioses.
Después de la rebelión de los Igigi, Enki, el gran genetista, manipuló el ADN de un homínido terrestre primitivo (Homo Erectus) que había encontrado en la Tierra y formó al Homo Sapiens usando su propio material genético.
Su proyecto fue un gran éxito.
El nuevo homínido hibridizado llevaba la sangre de sus hacedores divinos y reemplazó a los Igigi en sus tareas.
En aquel tiempo los
Humanos aún vivían en la estepa salvaje (denominada "Edín" en
Sumerio) fuera de las ciudades divinas y abastecían la colonia de
los visitantes extraterrestres.
La
Ciudad Sagrada de Enki
crean al Hombre
La Ingeniería Genética de los Anunnaki
La epopeya babilonia Enuma Elish relata que primero el universo fue generado en medio de un caos primordial tras una mezcla de las aguas primigenias de Abzu y Tiamat y luego los primeros dioses y sus linajes divinos fueron engendrados dentro de la creación.
Dicho de otra manera,
según la cosmología mesopotámica, el cosmos nació primero y los
dioses nacieron después. Los dioses no fueron los creadores del
universo sino una creación de él. Esto es muy interesante.
Ellos empezaron su existencia como un homínido primitivo parecido al Homo Erectus terrestre, siguieron una evolución lenta y estable y al final llegaron a convertirse en el Homo Divinus, el nivel evolutivo más alto del género humanoide.
Sus respectivas fases de evolución fueron:
Los Anunnaki son tanto dioses como extraterrestres biológicos.
Eran homínidos
alienígenos que se convirtieron en dioses a través de la evolución.
Son dioses en el sentido politeísta de la palabra; son dioses
cósmicos que nacieron dentro de la creación y alcanzaron un nivel
muy alto de poder.
Después de los disturbios
de los Igigi en la Tierra, Enki-Ea, el príncipe sabio y hijo
primogénito del malvado "dios del 'cielo'" Anu, se encargó de la
creación del Hombre a petición de su madre benévola la gran diosa
primordial Namma (Enki y Ninmah 12-37; Atrahasis 1:204-218) y junto
con su hermanastra la experta Ninmah y un equipo de diosas
parturientas logró formar a los primeros Humanos inteligentes (Enki
y Ninmah 35-37; Atrahasis 1:189-204).
¿Notan las formas plurales en esta declaración de los dioses?
Los Elohim eran
los dioses celestiales del panteón semítico (cananeo) pre-bíblico y
correspondían a los dioses Anunnaki de la cultura sumero-acadia.
Génesis, una refundición tardía de los relatos de la creación
sumerios, aquí hace referencia a la creación del Hombre por parte de
los Anunnaki.
El Mito de Enki y Ninmah relata que Enki formó a la Raza Humana de la arcilla de su sagrado Abzu y luego el producto final fue alumbrado por las diosas parturientas (Enki y Ninmah 31-37).
Del mismo modo, el
Poema de Atrahasis detalla que Enki formó al Hombre en la
arcilla mezclada, le añadió la sangre de un dios rebelde y le otorgó
un alma divina, lo cual lo mantendría vivo aún después de su muerte
(Atrahasis 1:221-230).
Así es. Enki es idéntico a la Serpiente sabia del Génesis bíblico.
¡Lo asombroso es que los
textos sumerios revelan que la Serpiente del Edén, el rival divino
del
dios judeocristiano Yahvé (Jehová),
es en realidad el 'verdadero' Padre Creador de la Raza Humana...!
Enki, junto con su hermanastra Ninmah (Ninhursag), amasó la arcilla mezclada, la separó en catorce pedazos de pasta y los colocó en las matrices reunidas de las diosas parturientas (Atrahasis K.7816 d).
Luego siete alumbraron
machos y siete más alumbraron hembras. Catorce Humanos fueron
engendrados en la morada de Enki (Atrahasis manuscrito neo-asirio
a).
En los textos sumerios se encuentra una referencia a un hombre primitivo y pre-civilizado que aún vive en la estepa en medio de las bestias,
Enki tomó el ADN del Homo Erectus, lo mezcló con su propio material genético divino (la arcilla mezclada) y luego inseminó el producto hibridizado a las matrices de algunas hembras de los Anunnaki.
Así el Hombre experimentó un salto quántico en su evolución gracias a la intervención de Enki y el Homo Sapiens nació. El Poema de Atrahasis explica que cuando la Humanidad recibe la sangre divina de sus hacedores celestiales,
Es por esta razón que
nosotros, Homo Sapiens, llevamos sólo 23 pares de cromosomas y
mostramos la misteriosa fusión telómero-telómero ancestral en el
segundo par cromosómico mientras todos los homínidos y simios
anteriores aún tienen 24 pares y sin ninguna fusión en el segundo
par.
Las religiones abrahámicas, todas
engaños del enemigo para confundir a la Humanidad, hablan de una
lucha primordial entre el "dios padre" Yahvé (Jehová) y la Serpiente
antigua "Satanás".
De hecho, el dios bíblico
Yahvé es conocido por el teónimo semítico Ēl en muchos versículos de
la Biblia hebrea. Recordemos que los Elohim y los Anunnaki son
idénticos.
Muchos autores afirman erróneamente que el dios bíblico es idéntico a Enlil, el hermanastro de Enki, y que Enlil es el enemigo de la Humanidad, pero eso no es verdad.
El Yahvé judeocristiano,
la deidad que buscó ocultarle al Hombre el Conocimiento del Cielo en
el Huerto del Edén, sólo pudo haber sido Anu. Pronto veremos por
qué.
De hecho, incluso Anu es un ser creado, engendrado por los dioses primordiales Anshar y Kishar según la cosmología sumeria (justo como su equivalente semítico Ēl fue engendrado por las deidades pre-panteónicas Elyon y Beruth en la mitología cananea antigua), y además, este mismo Anu subió al trono como un violento usurpador, derrotando a su antecesor el dios Alalu por la supremacía del 'cielo' (Van Der Toorn, 1996).iv
Anu no es "Dios" en el
sentido monoteísta de la palabra.
Además, justo como su equivalente hebreo Ēl, Anu era asociado al maléfico planeta Saturno, el juez oscuro de todos los planetas (Evans, 1998). v
Ēl (Yahvé) no sólo fue deificado en el planeta Saturno, sino que también su día sagrado, el Sábado (Día de Saturno), Shabbat en Hebreo, proviene de la palabra semítica Shabbathai, el nombre del dios y del planeta Saturno en la lengua hebrea.
En fin, Anu, Ēl, Yahvé y
Saturno son la misma entidad.
Lo que la Biblia dice
aquí es cierto y se encuentra el mismo relato, el original, en los
textos sumerios.
Enki le reveló al Hombre
la ciencia del árbol de los Me (Versión sumeria del Árbol de
la Ciencia), los saberes de la civilización de los Anunnaki, en su
Santuario de Eridú en la tierra del Edín.
Este episodio es casi idéntico en el relato bíblico posterior. En Génesis un iracundo Yahvé maldice a la Humanidad expulsándola a la tierra foránea e imponiéndole varias adversidades como la enfermedad y la enemistad (Génesis 3:14-19).
El Hombre es castigado
por conocer la ciencia de los dioses.
Para Enki, nosotros trabajaríamos para los Anunnaki en el mantenimiento de su nueva colonia terrestre y los Anunnaki acelerarían nuestro desarrollo evolutivo y nos enseñarían la civilización del 'cielo' y la ciencia de la divinidad, lo cual nos haría como los mismos dioses (Génesis 3:5).
Así nuestra convivencia conllevaría un beneficio mutuo.
Además, la colonia terrestre iba a ser para nosotros, nuestra herencia legítima, e íbamos a ser sus dueños.
Es por eso que Enki, le
enseñó a Adapa los saberes de la civilización divina. Eso fue el
conocimiento necesario para la independencia y la autonomía de la
Raza Humana en su propio planeta.
Es por eso que Anu-Yahvé impuso su política de oscurantismo. Los Anunnaki Anuistas, conservadores a ultranza, resintieron la mezcla de la sangre divina con la humana y el consiguiente salto cuántico en la evolución de la Humanidad terrestre.
Por lo tanto, Anu-Yahvé y
sus "ángeles", los invasores maléficos a los cuales los Gnósticos
llamaban "Arcontes"
del malvado Demiurgo, buscan destruir nuestra ingeniosidad inmensa y
atraparnos en sus
religiones oscurantistas y misantrópicas.
Es por eso que en
Génesis, Enki es conocido como la Serpiente y dice que el
conocimiento que él revela puede hacer al Hombre como los Dioses.
Aquí el "Fuego" se refiere tanto al conocimiento del 'cielo' como al fuego de la Kundalini que arde por el cuerpo y va abriendo los chakras de nuestra anatomía oculta.
Enki-Prometeo nos enseñó
el sagrado camino a la divinidad.
El apodo verdadero de Enki no es "Satanás" cuyo significado es "adversario" en Hebreo sino "Satya", voz sánscrita que significa Verdad Eterna.
El calumnioso "Satanás" es una corrupción de "Satya" que Anu le impuso a Enki. Enki-Satya, un dios cuya presencia histórica ha sido borrada por las religiones monoteístas violentas, es el señor del Satya Yuga, la próxima era de oro en nuestra Tierra.
(Éste llegará en la Era
de Acuario, pues Enki siempre ha sido una deidad acuífera asociada a
Acuario. ¡Noten la conexión!).
Su reino es el infame Nuevo Orden Mundial de su pueblo sionista. En este Yuga el conocimiento auténtico está perdido, la verdad está olvidada y la mentira prevalece.
El mundo está en muy
malas condiciones y a la merced de las religiones y filosofías
destructivas del falso dios de este mundo. La Tierra sigue atrapada
en la vórtice astral de Anu-Yahvé y sometida a la energía de su
maléfico Saturno, el planeta del Karma y de la miseria.
El Gran Diluvio, Babel y las Guerras Celestiales Embates contra la Humanidad
Enki instauró el oficio de sacerdote y se lo confirió a Adapa, un modelo del Hombre civilizado y el primero de los siete Gran Sabios antediluvianos de la tradición Abkallu.
Así Enki fundó las primeras escuelas de los misterios esotéricos enseñando a sus sacerdotes mucho conocimiento oculto.
Gracias a las enseñanzas de Enki, el Hombre ya tenía el conocimiento necesario para gobernar su propia civilización y ya no era un simple trabajador de los Anunnaki. Enki le había otorgado al Hombre su libertad y su autonomía.
Anu-Yahvé, enfurecido por el desafío de Enki, maldijo al Hombre y por despecho aumentó su sufrimiento en la Tierra (Génesis 3:14-19; Leyenda de Adapa).
Por consiguiente, muchas nuevas enfermedades y fuentes de dolor entraron en el mundo humano.
Eso no fue porque el Hombre cometiera un pecado ancestral como enseñan las religiones, sino porque Yahvé le tuvo al Hombre mucho rencor y al final él mismo maldijo a la Humanidad.
Anu sabía que ya había
perdido a su "raza esclava". El gran cisma entre los Enkistas
y los Anuistas se produjo. Después de castigar a la Humanidad
entera, Anu dejó la Tierra y volvió al 'cielo'.
En aquel tiempo el nivel de conocimiento espiritual era más alto y los hombres eran mucho más longevos.
Este mundo corresponde a
la leyendaria Era de Oro de las varias mitologías antiguas.
Fue entonces cuando se fundaron las míticas civilizaciones
antediluvianas como la Atlántida.
Esta hibridización fortalece grandemente al género humano antediluviano y la vitalidad divina que le proporciona hace que el Hombre sea más rebelde e incluso se convierta en un rival de los dioses (Kvanvig, 2011). i
Del mismo modo, en la muy parecida Epopeya de Gilgamesh encontramos a grandes semidioses y héroes sobrehumanos que gobiernan los reinos del mundo antediluviano.
Éstos son el resultado de relaciones sexuales entre los dioses del 'cielo' y las mujeres de la Tierra.
De hecho, se dice que el
mismo Gilgamesh, el protagonista de la epopeya, es un semidiós cuya
sangre es dos tercios divina y un tercio humana. Este mestizaje con
los Igigi podría explicar por qué encontramos a personajes sumamente
longevos en los relatos de la era antediluviana.
En Génesis 6:2 leemos que los misteriosos Bene ha Elohim , hijos de los dioses en Hebreo, ven que las hijas de los hombres son hermosas y deciden tomar para sí mujeres humanas.
Noten que la frase "hijos de Dios" en las Biblias modernas es una traducción engañosa ya que el verdadero significado del término Bene ha Elohim es "hijos de los dioses". En la Biblia aún existen muchos elementos politeístas escondidos.
Volviendo al tema, los
hijos de los dioses se rebelan contra la autoridad de Yahvé y se
acuestan con las hijas de los hombres, lo cual engendra a los
famosos
Nefilim del mundo antediluviano
(Génesis 6:4).
Según la literatura enoquiana, los Bene ha Elohim de Génesis 6:2 son 'Vigilantes', custodios angélicos, que abandonan su morada en el 'cielo', descienden a la Tierra, mantienen relaciones sexuales con las mujeres terrestres y engendran una raza de sobrehumanos medio-divinos en contra de las leyes de Yahvé (Enoc 6:2; 7:1-5; Jubileos 4:15; 5:1).
Los narrativos de estos textos apócrifos son muy interesantes y arrojan luz sobre la razón por la que Yahvé prohibió que los Vigilantes se mezclaran con los humanos.
El Libro de Enoc revela que los ángeles rebeldes les enseñaron a los hombres las artes divinas como la magia, la astrología, los presagios, la adivinación, la sanación (Enoc 7:1; 8:1; 8:3) y hasta los secretos del 'cielo' (Enoc 9:6).
Los 'Vigilantes' eran los
Igigi, aliados con Enki, que enseñaban a los iniciados los misterios
de los Dioses.
El tiránico Anu-Yahvé no permite que el conocimiento del 'cielo' se les enseñe a los hombres.
El progreso espiritual de
la Humanidad antediluviana y la consiguiente "rebeldía" percibida
fueron los motivos principales por su decisión de enviar el diluvio
mundial.
El mismo narrativo existe en los registros escritos de varias civilizaciones antiguas estando presente no sólo en el Génesis bíblico sino también en las epopeyas mesopotámicas antiguas, los escritos mitológicos griegos y la literatura hindú.
Sin embargo, la versión más antigua de este relato se encuentra entre los textos sumerios que datan del tercer milenio AEC. La Lista Real Sumeria, una cronología de las dinastías reales antediluvianas, coloca la fecha del diluvio en un tiempo alrededor de 10,000 AEC.
Este hecho es bien
significativo ya que dicha fecha corresponde al final del último
período glacial.
En el Libro de Génesis se
afirma que el corazón de todo hombre (salvo Noé y su familia) se
inclinaba sólo al mal (Génesis 6:5). Los narradores bíblicos quieren
convencernos de que el genocidio planetario llevado a cabo por su
dios extraño no sólo fue necesario sino justo.
En el Poema de Atrahasis acadio, vemos que el ruido de los Hombres empezó a molestar a algunos de los dioses, sobre todo a Enlil, el hermanastro de Enki, y por lo tanto el Concilio Celestial de Anu tomó la decisión de arrasar con el mundo humano.
Aquí la expresión ruido, cuyo equivalente en el texto acadio original es rigmu, puede incluir los matices semánticos de rebelión y sublevación (Kvanvig, 2011). ii
El Hombre se había vuelto más inteligente y por ende incontrolable gracias a la sangre divina que se le añadió al género humano a través de su mestizaje con los Igigi o 'hijos de los dioses'.
Por lo tanto, el Hombre
ya no podría ser un simple trabajador de los Dioses y en ese sentido
su rebeldía era justa y natural.
Aquí el benévolo Enki da a entender que los criminales dignos de ser castigados fueron sólo un pequeño grupo minoritario.
¡La inculpación bíblica
de que "todo designio de los pensamientos del hombre era de continuo
el mal" fue nada más que un pretexto engañoso para justificar el
exterminio ilícito de nuestra raza entera!
Su ruido empezó a molestar a Enlil que aún moraba en su santuario terrestre.
Enlil se quejó del ruido de los Hombres y convocó una reunión entre los dioses altos. En aquel entonces Enlil aún no quería a la Humanidad y conservaba la misantropía que había heredado de su padre Anu (Yahvé).
Mucha gente piensa erróneamente que Enlil fue responsable por el diluvio contra la Humanidad. Sin embargo, en el Génesis de Eridú sumerio, la versión más antigua del relato del diluvio, vemos que fue Anu el que proclamó el mandato de destruir el mundo humano (Génesis de Eridú 98-100).
Del mismo modo, en la versión babilónica presentada en la Epopeya de Gilgamesh, Anu es el primero en prestar su juramento de exterminar a la Humanidad y luego él es seguido por los otros dioses altos.
En fin, el verdadero
artífice del genocidio es nadie más que Anu, el mismo Anu que se
opuso a la iluminación del Hombre y luego lo maldijo en el Huerto
del Edén.
Enki le enseñó a
construir un vehículo para la salvación de su linaje. Tengamos en
cuenta que el relato de Ziusudra es mucho más antiguo que el plagio
bíblico del Arca de Noé por milenios.
El diluvio fue ocasionado por los Anuistas que utilizaron su tecnología climatológica extraterrestre para cambiar la temperatura del planeta y derretir los casquetes de hielo que cubrían el norte de nuestro mundo.
Por otro lado, Enki usó
sus naves avanzadas para evacuar a sus hijos humanos y salvar su
semilla genética.
Del mismo modo, en la versión griega, es Prometeo, el mismo dios benévolo que se opuso a los Titanes y le entregó al Hombre el Fuego de los Dioses, quien trastoca el plan de las deidades malévolas y salva a Deucalión.
Y asombrosamente, según el relato hindú, es Matsia, el primer avatar de la divinidad, quien salva a Manu, el hombre sabio, de la destrucción de las aguas.
En Sánscrito Matsia significa 'pez' y su avatar tocayo era una deidad pisciana. ¡Recordemos que en la cultura sumeria Enki, el señor de las aguas, era asociado al pez!
Todos los relatos pre-bíblicos señalan que Enki fue nuestro salvador de modo unánime.
Sólo la Biblia adscribe el acto
salvífico a Yahvé.
Cuando el diluvio llegó a
su fin y las aguas retrocedieron, los hombres volvieron a las
llanuras fértiles de Mesopotamia, Egipto y el Valle del Indo y
empezaron a reconstruir la civilización humana.
El Génesis bíblico,
aunque fue escrito desde la perspectiva del Enemigo de la Humanidad
Enkista, implica que el desarrollo de dicha civilización fue
trastocado por el dios hebreo porque sus habitantes poseían un nivel
del conocimiento que alcanzaba el 'cielo' y hasta preocupaba al
mismo Yahvé.
Ellos habrán bajado de las sierras altas del subcontinente índico después del diluvio y traído consigo la sabiduría enkista de la antigua Atlántida, ubicada en la India antediluviana.
Está claro que la tierra de Sinar se refiere a la región de Sumeria en el sur de Mesopotamia ya que en el capítulo anterior el mismo lugar es identificado con el Reino de Nimrod y sus ciudades principales son nombradas como,
Babel, conocido como Bab-Ilani en Acadio y Ka-Dingirra en Sumerio y cuyo nombre significa 'Puerta de los Dioses' en ambas lenguas, fue fundado por los sobrevivientes de la leyendaria civilización atlante y dotado de las ciencias ocultas de nuestros Dioses.
Babel era un verdadero
portal a la divinidad.
Yahvé, el dios bíblico, más tarde llamaría este emprendimiento humano "la obra" (Génesis 11:6). Por supuesto, esta obra no se refiere a una torre literal ya que incluso los edificios más enhiestos no pueden alcanzar el 'cielo'.
Aquí la construcción de la torre es una alegoría que simboliza una gran obra espiritual con la cual el Hombre puede llegar a ser como los dioses.
En breve, la Torre de
Babel se refiere a una enseñanza esotérica oculta.
Según el mismo relato, en aquel tiempo el Reino de Sumeria poseía los Me de la magnificencia, el mundo entero gozaba de un estado de armonía, el lenguaje de la Humanidad había sido unificado por Enki, todos los humanos hablaban a Enlil (¡sí, a Enlil!) en una sola lengua y el Hombre no tenía rival (Enmerkar 134-155).
Aquí Enki y Enlil enseñan
la sabiduría del 'cielo' a la Humanidad y Enki unifica el habla de
los hombres que antes estaba desunida. Está claro que aquí se trata
de un lenguaje espiritual.
En Babel, los Dioses nos revelaban el mismo conocimiento (Me) que Enki le enseñó a Adapa-Adán en el Santuario de Eridú, el cual nos haría como uno de los dioses, y nos enseñaban cómo unificar nuestro lenguaje espiritual y lograr la Obra de la Divinidad.
Enki, Enlil, Marduk y varios otros nos enseñaban el Opus Magnum:
En el relato de la Torre de Babel, una sola lengua unida (Génesis 11:1) se refiere a nuestros chakras alineados y una comunicación perfecta entre ellos.
El acto de cocer los ladrillos con fuego (Génesis 11:4) es una referencia a la respiración de fuego yóguica por la cual la serpiente sagrada de la Kundalini sube, y la torre cuya cúspide llega al 'cielo' (ídem) simboliza el abrimiento del séptimo chakra, el celestial ubicado en la coronilla, lo cual es la puerta a nuestro endiosamiento.
Los habitantes de Babel aprendían el Yoga divino para el levantamiento de la Kundalini sagrada y los misterios más profundos.
Los Dioses son grandes y
benévolos.
Nos faltaba muy poco,
poquísimo, para levantar la Kundalini y alcanzar el próximo nivel de
nuestra evolución natural: la fase divina. Íbamos a ser dioses,
seres poderosos, señores de nuestra propia vida y dueños de nuestro
destino. Nos faltaba muy poco.
Al ver la ciudad de los
hombres, Anu-Yahvé, el gran tirano cósmico, se enteró de que los
humanos habían comenzado el Opus Magnum y temía que nada podría
detener su emprendimiento (Génesis 11:6).
Entonces Anu-Yahvé declara:
Notemos el pronombre plural en esta declaración del dizque "único dios" de las religiones monoteístas.
El dios bíblico estaba
acompañado por otras entidades ultraterrenales cuando atacó la
Civilización de Babel.
Por consiguiente, el mundo humano se convirtió en una tierra de confusión y el nombre de Babel fue escarnecido como balal, juego de palabras en Hebreo que significa 'confundir' (Génesis 11:8-9).
La Tierra entera fue
atacada por Yahvé y la espiritualidad avanzada del antiguo orden
enkista fue destruida.
Los llamados "ángeles" de Anu-Yahvé, todos enemigos de la Humanidad, descendieron a nuestro planeta en sus naves espaciales, arremetieron contra la facción enkista con un solapado ataque de sorpresa, expulsaron a los Dioses benévolos y al final se apoderaron de la Tierra.
Enki y sus dioses, todos
guerreros nobles y valientes, buscaron resistir el embate de Anu,
mas su resistencia fue abrumada por las hordas anuistas maléficas y
el mundo fue conquistado por los invasores crueles.
La Gran Serpiente y sus legiones fueron vencidas en la batalla por el ejército del cochambroso arcángel Miguel, el supuesto "Mesías" de Anu y ahora muerto, y muchos de nuestros dioses como el gran Marduk, señor de Babilonia, fueron tomados presos y encadenados en el abismo del inframundo (véase Apocalipsis 12:7-9).
Algunos de nuestros dioses, Enki incluido, lograron escaparse a tiempo y volver a su hogar en la constelación de Orión.
Sin embargo, muchos más fueron capturados por el enemigo y encarcelados en la vórtice energética de Anu, la profundidad abismal del infierno que se ubica en el plano astral.
La invasión anuista fue un desastre total para la Humanidad.
Nuestro planeta cayó en las garras sangrientas de un dios impostor malévolo y su camarilla extraterrestre degenerada, nuestros dioses fueron desterrados y nuestro conocimiento ancestral fue suprimido.
La última era dorada de
la Raza Humana llegó a su fin...
Nuestra anatomía oculta fue cambiada por los invasores y perdimos casi todo nuestro conocimiento esotérico.
Es por eso que en estos tiempos tenemos la psique muy atrofiada y nadie es capaz de levantar su Kundalini de modo permanente y alcanzar la divinidad.
El malvado Anu-Yahvé nos ha sometido a su sistema de magia maléfica y ha reducido al Hombre al nivel de un esclavo dócil, ignorante y "castrado" espiritualmente.
El "Árbol de la Vida" de
la Kábala judía, en realidad el Árbol de la Muerte, es el
mugroso sistema mágico por el cual Anu-Yahvé y su camarilla nos
debilitan y esclavizan.
Nuestro planeta está rodeado por los extraterrestres malévolos de Anu que se esconden en el astral. Ellos son los soberanos oscuros de nuestro mundo. Ellos son los 'Arcontes', invasores ultraterrenales, del Demiurgo, Yaldabaoth (Yahvé), el falso dios de este mundo, de acuerdo con la cosmovisión del Gnosticismo antiguo.
La escuela gnóstica fue una corriente esotérica antigua que rechazaba el dogma de las religiones abrahámicas opresivas y postulaba que el mundo físico había sido atrapado por un perverso dios impostor, identificado con el dios sanguinario y psicópata de la Biblia, quien sólo busca esclavizar a la Humanidad en las sombras del oscurantismo.
Las varias sectas
gnósticas fueron aniquiladas por
la Iglesia Católica Romana en el siglo 4 tras ser
condenadas como "herejes".
¿Suenan familiares...?
El investigador y autor
gnóstico John Lash plantea que éstos son idénticos a
los Grises y
los Reptilianos de la ufología
actual. Estas razas alienígenas se aliaron con el malvado Anu-Yahvé
y sus "ángeles" en el momento de su invasión de la Tierra y ahora
trabajan para la esclavización de la Humanidad bajo el nefando
Nuevo Orden Mundial.
No obstante, la verdad es que existen más textos antiguos que relatan guerras celestiales entre grupos de dioses opuestos en un tiempo primordial.
Los Lamentos de Sumeria, un cuerpo de registros sumerios muy antiguos, describen cómo las ciudades terrestres de los Dioses Enkistas fueron desoladas por 'una tormenta arrasadora unida por un calor abrasador' y un subsiguiente 'viento maligno' que 'privó a la tierra del brillante sol del día' e hizo que 'los campos se contaminaran' y 'los rostros de los hombres se tornaran pálidos'.
El desastre fue ordenado por Anu. Los Anuistas atacaron las ciudades de Enki y Marduk con armas nucleares de origen extraterrestre.
Los mismos textos relatan
que al final los Dioses, Enki incluido, tuvieron que evacuarse de
sus santuarios terrenales, abandonar sus territorios y volver al
'cielo' 'volando como un pájaro' (Véase Lamento de Uruk y Lamento de
Eridú).
Los Devas son idénticos a los dioses benévolos y representan la Vida y la práctica de las virtudes.
En cambio, los Asuras, los representantes de las tinieblas de la era de decadencia, son los dioses de Anu que van en contra del orden natural de la Vida y hacen la iniquidad en el mundo.
En la literatura hindú
estos grupos de deidades opuestas batallan con magia poderosa, armas
sobrenaturales y
vehículos voladores.
En el Judaísmo bíblico, Yahvé, el Señor de los Ejércitos Celestiales, es un déspota belicoso y despiadado que busca vencer a los rivales de su Pueblo Elegido, destruir a los pueblos paganos de la Tierra y conquistar las naciones para su Pueblo de Israel.
Este hecho curioso parece contradecir la afirmación monoteísta de que el dios bíblico es el regente omnipotente y omnipresente de toda la creación.
Un creador universal no tendría por qué conquistar países rivales en la Tierra, pues lógicamente él ya sería su dueño.
En el Antiguo Testamento,
Yahvé, el dios del supuesto monoteísmo, es más como un
invasor foráneo que busca apropiarse de algo que no le pertenece.
Esta era de oscurantismo es el tiempo de su reinado sobre la Tierra y el monoteísmo bíblico es su engañoso programa de control contra la Humanidad. La realidad es que la Biblia hebrea, el "libro sagrado" del Judaísmo, es nada más que un cianotipo conspiratorio para la conquista de todas las naciones gentiles y la dominación mundial judía.
El llamado "Nuevo Testamento" es el siniestro vehículo del engaño por el cual el pueblo de Yahvé les impondrán su religión extraña a los pueblos gentiles y sembrar las semillas de su derrota. El monoteísmo bíblico es el 'Caballo de Troya' judío contra la Humanidad.
La esperada Era Mesiánica
judía es nada más que la esclavización total de los pueblos gentiles
y el dominio total del pueblo judío sobre el mundo. El Sionismo
bíblico es el meollo del Nuevo Orden Mundial y su dios oscuro es
nadie más que Yahvé, el engañador del mundo entero.
La Humanidad está bajo el dominio del malvado invasor cósmico, Ēl, ese maléfico Saturno, el maldecido Tiempo, el juez oscuro, el sembrador del karma y del sufrimiento, que es nadie más que Anu; y el mundo se encuentra desconectado de los Dioses originales que siguen encadenados en las prisiones energéticas (inframundos) de sus captores o exiliados en su propio planeta en Orión.
Es por esta razón que los grandes Dioses antiguos "desaparecieron" de la faz de la Tierra y después de eso la comunicación con ellos se limitaba a visiones y la clariaudiencia en estados de conciencia alterados.
Los Dioses, aún estando encarcelados o en el exilio, seguían su contacto con nosotros a través de sus cuerpos astrales. Lejos de nosotros e incapaces de volver a la Tierra en sus cuerpos físicos, ellos realizaban viajes astrales para enseñar a sus fieles humanos.
Es por eso que la comunicación con "espíritus familiares" está prohibida en la Biblia y los dioses paganos fueron denigrados como "demonios" por los fanáticos enfermizos de la Iglesia.
El mundo bajo el dominio
del orden satúrnico de Anu-Yahvé es una auténtica cárcel planetaria.
Además, el hado de nuestras encarnaciones es determinado por los Arcontes demiúrgicos y estamos sometidos al Karma, invento cruel de Anu-Yahvé-Saturno.
Sí, el Karma no
existe naturalmente; el karma es nada más que una carga
artificial que Saturno, el sembrador de la miseria, impuso a la
Humanidad.
Es todo lo contrario a Satya Yuga, la Era de la Verdad.
En Kali Yuga, el mundo entero está gobernado por el demonio Kali y sus potestades demoníacas Koka y Vikoka, el Dharma o religión auténtica está olvidado, las espiritualidades falsas prevalecen, el conocimiento verdadero está perdido, el engaño eclipsa la verdad y el mal se entiende por toda la Tierra.
Kali Yuga, que reemplazó las eras doradas de antaño, es el tiempo del reinado del malvado Anu-Yahvé sobre nuestro planeta desde su invasión de la Tierra hace unos milenios.
Según las profecías
hindúes, Kali Yuga llegará a su fin cuando Kalki, el último avatar
de la divinidad auténtica (Enki-Satya), se manifieste en el mundo y
destruya a Kali y sus demonios para inaugurar el próximo Satya Yuga.
En dicho texto, Thot, el gran dios de la sabiduría e hijo segundo de Enki, conocido como Ningishzidda en la cultura sumeria, advierte que en aquellos días,
Además, esos ÁNGELES MALVADOS gobernarán sobre el mundo, instigarán la corrupción en los gobernadores de las naciones y enseñarán cosas que son nocivas para el alma.
La era de oscuridad seguirá hasta que el gran Hacedor, Ptah (Enki), vuelva y venza al mal.
Ellos son los extraterrestres de Anu-Yahvé que invadieron nuestro planeta tras la caída de la Civilización de Babel.
Ellos son los Arcontes del malvado Demiurgo, Yaldabaoth, que atrapan a la Humanidad en su sistema ilusorio a través de sus religiones engañosas.
Ellos son las entidades
maléficas que están detrás de la magia esclavizadora de la Kábala y
el
Nuevo Orden Mundial sionista. ¡Kali
Yuga es la era del dominio anuista!
Anu-Yahvé, el engañador cósmico, se hizo pasar por "creador universal" y "único dios omnipotente" cuando invadió la Tierra y fundó sus religiones monoteístas ilusorias.
El dios bíblico es nomás un invasor foráneo. El mundo está en muy malas condiciones ahora, pero no siempre ha sido así.
Muchas de las tradiciones paganas antiguas hablan de eras doradas gloriosas que antecedieron la era de oscuridad actual. En aquellos tiempos, los Dioses originales andaban la Tierra y enseñaban a los hombres, la Tierra producía frutos en abundancia y no había hambre, el nivel de espiritualidad era más elevado y la vida humana estaba llena de gozo.
Sin embargo, todo eso
cambió cuando el tirano cósmico y sus esbirros invadieron este
planeta y nos privaron de los beneficios naturales del mundo.
Sin embargo, dentro de muy poco tiempo, Kali Yuga llegará a su fin y el mundo recibirá el próximo Satya Yuga, Era de la Verdad Eterna, la era de Enki-Satya, el verdadero libertador benévolo de la Raza Humana.
¡Todos los Dioses
Enkistas que fueron encarcelados por Anu ahora se han liberado sin
ninguna excepción y un día los grandes Anunnaki de Enki volverán
para libertar a sus hijos humanos...!
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