Mayo 2015

del Sitio Web EnkiPtahSatya
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Primera parte

La Venida de los Dioses a la Tierra y la Creación de la Raza Humana

Versión en ingles




 


Según la perspectiva de la arqueología convencional, el Homo Sapiens apareció en la Tierra hace más de 100,000 años y luego empezó a fundar civilizaciones sedentarias complejas hace unos 6 milenios.

 

La versión oficial de la erudición moderna afirma que la historia de la civilización humana se remonta sólo hasta el cuarto milenio AEC y que antes sólo había comunidades primitivas de cazadores y recolectores.

 

En cambio, el legado literario de muchas de las culturas más antiguas como la sumero-acadia, la egipcia y la hindú nos presenta una historia de la civilización del Hombre que se remonta hasta un tiempo mucho más antiguo y habla de un mundo leyendario olvidado en el cual poderosos seres divinos andaban la Tierra, fundaban grandes civilizaciones prehistóricas e interaccionaban con los Humanos primigenios.

 

Lo cierto es que existe una gran discrepancia entre los registros que nos legaron nuestros antepasados antiguos y la doctrina de la arqueología actual.

Actualmente el contenido asombroso de los registros escritos de nuestros ancestros es simplemente rechazado como mitos ficticios y alegorías primitivas por la academia de la corriente dominante.

 

Del mismo modo, los mismos relatos son cómodamente pasados por alto o denigrados como mitologías paganas primitivas por las instituciones religiosas tradicionales cuya credibilidad sería grandemente socavada en el caso de su revelación extendida.

 

En el año 2003, durante la Guerra de Irak, los dueños del poder, a saber las superpotencias militares de Estados Unidos y Gran Britania, llevaron a cabo el saqueo del Museo Nacional de Bagdad y sistemáticamente destruyeron millares de tablillas históricas sumerias que aún no habían sido publicadas.

 

Evidentemente la élite mundial busca ocultar nuestro verdadero pasado. Los autoproclamados "expertos" quieren hacernos creer que nuestra historia primordial fue una simple fábula y que nuestros grandes Dioses ancestrales, Enki y sus héroes Anunnaki, eran nada más que abstracciones naturales o fragmentos de la imaginación antigua.

 

Ellos afirman que no hubo dioses y que la Humanidad simplemente los inventó cuando llegó a una etapa filosófica de su evolución.

 

Muchos "estudiosos" modernos se burlan tan arrogantemente de la idea de que los antiguos relatos de los Dioses tienen una base verídica.

Pero aún así los antiguos legaron registros bien detallados de su civilización y dejaron claro que ellos recibieron la ayuda de seres superiores de origen celestial que denominaban "los Dioses".

 

En realidad, la arqueología convencional actual es un engaño.

 

Hoy los "eruditos" quieren imaginar que las inmensas y misteriosas estructuras megalíticas de antaño como las grandes pirámides de Egipto fueron construidas por trabajadores de la Edad del Bronce con las herramientas primitivas de aquella época. ¡Vaya menuda tontería...!

 

En cambio, los historiadores antiguos nos dan una respuesta clara:

La civilización humana tiene una historia mucho más larga y compleja que lo que se cree hoy y en un tiempo lejano el Hombre fue enseñado y ayudado por seres superiores, dioses celestiales, que sí existieron realmente.

En esta serie vamos a revisar las evidencias textuales que nuestros antepasados nos legaron y revelar la historia verdadera de la Raza Humana.

 

 


La Llegada de los Dioses Anunnaki a la Tierra y el Motivo de su Venida
 


 


En las últimas décadas del siglo 19 y la primera mitad del siglo 20, muchas antiguas tablillas cuneiformes fueron descubiertas en los yacimientos arqueológicos de Mesopotamia y sus contenidos fueron descifrados.

 

Fue un hallazgo verdaderamente asombroso. Los asiriólogos que estudiaron los textos se dieron cuenta de que las tablillas eran de la civilización sumeria antigua y constituían la literatura más vetusta jamás encontrada con una antigüedad de más de cuatro milenios.

 

Además, era evidente que muchos de sus relatos se asemejaban a los narrativos del Génesis bíblico posterior y que de hecho aquellos habían influenciado el contenido del relato de la creación de la Biblia hebrea.

Sin embargo, los textos sumerios más antiguos relatan una historia mucho más misteriosa que la versión hebrea tardía.

Según la versión sumeria, una raza enigmática de deidades sobrehumanas, conocidas como los dioses Anunna en los registros sumerios y luego como Anunnaki en la literatura acadia y cuyo hogar se encontraba en el 'cielo', descendió a nuestro planeta en un tiempo primigenio en el cual el Hombre aún no existía.

 

Los Anunnaki, llegados a una Tierra prístina y virginal, establecieron una civilización pre-humana e irguieron sus respectivas ciudades sagradas en la región de Mesopotamia.

Los Igigi, dioses menores subordinados a los Anunnaki, fueron los que se encargaban de la obra.

 

Sin embargo, según textos como el famoso Poema de Atrahasis y el antiquísimo Mito de Enki y Ninmah (Ninḫursaĝ), los Igigi se cansaron de tanta brega y decidieron amotinarse en protesta. Quemaron sus herramientas y hasta rodearon la morada terrestre de su soberano Enlil.

 

Así tuvo lugar la primera huelga general en la historia de nuestro planeta.

En busca de una solución al alboroto político que se había armado en el mundo pre-humano, Enki, el gran príncipe sabio de los Anunnaki y auténtico Padre Creador, se presentó en el Concilio Celestial de los Anunnaki y propuso un plan ingenioso.

 

Su propuesta fue la creación del Hombre (Homo Sapiens) con el fin de que reemplazara a los Igigi en sus labores.

 

El proyecto fue autorizado por el Concilio y Enki formó al prototipo de la Raza Humana en su sagrado Abzu. Enki fue ayudado por otras deidades, sobretodo por las "diosas parturientas".

 

Los primeros Humanos fueron creados con éxito y ellos se encargaron de los trabajos de los Igigi.

Los registros mesopotámicos dejan claro que en un inicio el Hombre fue creado como un trabajador inteligente para los Dioses. No obstante, la cuestión de "por qué vinieron los Anunnaki a la Tierra en primer lugar" no encuentra ninguna explicación clara en los textos antiguos y sigue siendo un misterio para muchos.

El autor ruso Zecharia Sitchin planteó en su libro
El 12º Planeta (1976) que los Anunnaki vinieron a la Tierra en busca de oro que supuestamente necesitaban para la reparación de la atmósfera menguante de su supuesto planeta originario Nibiru que sufría una catástrofe climática planetaria.

 

Para Sitchin y sus seguidores, los Anunnaki crearían al Hombre a través de la ingeniería genética extraterrestre como un minero esclavo para la extracción de oro.

Sin embargo, el problema con esta interpretación de Sitchin es que en los textos disponibles hay muy poca evidencia de que los Anunnaki vinieron de un lugar llamado Nibiru y no se ve ningún énfasis en la importancia de la minería de oro en particular.

Los textos sí sugieren que los Anunnaki eran una raza extraterrestre que venían de otro mundo detallando que ellos tenían su origen en el "'cielo'".

 

Vemos el mismo fenómeno en la Biblia posterior según la cual el trono de "dios" se ubica en el 'cielo' y además allí en el dominio celestial suceden guerras entre ángeles. El "'cielo'" se refiere al espacio exterior más allá de nuestra Tierra y a los mundos lejanos que existen allí.

 

Sin embargo, la verdad es que no sabemos si los Anunnaki realmente vienen de un planeta llamado Nibiru o si dicho cuerpo celeste existe.

 

El verdadero origen de Enki y los Anunnaki es un planeta dentro de la constelación de Orión y varias culturas antiguas tuvieron cierta fascinación con la misma.
 

 

 


Es cierto que los Igigi y luego los Hombres se dedicaron a la minería de oro en la Tierra.

 

Aunque no se enfatiza la palabra 'oro' de modo explícito, el Mito de Enki y Ninmah, relato sumerio original que subyace el Poema de Atrahasis, menciona que antes de la creación del Hombre los Igigi excavaban canales y sacaban limo en la región de Harali.

 

Este topónimo mitológico es una referencia sutil a la extracción de oro en términos antiguos.

 

En la cultura mesopotámica antigua, la leyendaria tierra de Harali, conocida también como Arallu, era considerada un lugar aurífero conocido por su abundancia de metales preciosos (Ebeling y Meissner, 1997,i Reiter, 1997ii).

 

Curiosamente podemos ver que hasta el narrativo del Génesis bíblico posterior, un ridículo plagio tardío en el que aún se conservan varios componentes de la versión sumeria original, alude sutilmente a una relación entre la creación del Hombre y la importancia del oro.

 

Inmediatamente después de la formación del Hombre a la imagen y semejanza de los Elohim, el narrador bíblico hace una mención muy breve de la tierra de Havilá cerca del Edén cuyo oro es abundante y muy bueno (Génesis 2:10-12).

 

En fin, Sitchin sí acertó en afirmar que el Hombre reemplazó a los Igigi en la minería de oro.

Sin embargo, no estaría correcto decir que el oro fue el motivo principal por la venida de los Dioses. De hecho, su mención en los textos es bastante periférica y su extracción es simplemente una de las muchas actividades que realizaban los Igigi y luego los Hombres.

 

El Poema de Atrahasis enfatiza la importancia de la agricultura.

 

En la era pre-humana los dioses menores excavaban los cursos de agua, irrigaban los campos y vivificaban la tierra (Atrahasis 1:21-26) y más tarde los Humanos, tras reemplazar a sus antecesores divinos, construían grandes diques de riego para satisfacer el,

"hambre de los hombres" y el "deseo de los Dioses"

(Atrahasis 1:337)

Del mismo modo, el llamado Relato Bilingüe de la Creación del Hombre, otro relacionado texto sumero-acadio, coloca un énfasis en el mantenimiento de la economía de la civilización.

 

Según éste, los Humanos cultivaban los campos de los Anunnaki, ampliaban las riquezas del país, se dedicaban a la ganadería y celebraban dignamente las fiestas de los grandes Dioses (Creación Bilingüe 35-37; 40-41).

 

En resumen, los Hombres no sólo se dedicaban a la minería de oro, sino que eran agricultores que proveían la civilización de los Anunnaki de alimentos y luego entretenían a sus maestros divinos con sus festivales.

¿Ahora pueden ver para qué los Anunnaki vinieron a la Tierra? La respuesta ahora está más clara.

Ellos no vinieron por oro para la salvación de su supuesto planeta moribundo como dijo Sitchin. Enki no nos creó como una raza esclava como afirman los fanáticos sitchinianos.

 

¡Enki y sus héroes Anunnaki son dioses poderosísimos y no precisan de metales valiosos como el oro para su supervivencia!

Aquí les revelo una perspectiva novedosa.

Enki y sus compañeros divinos eran astronautas de una civilización extraterrestre muy avanzada y capaz de hacer viajes interestelares. Tenían mucha curiosidad exploratoria como los grandes seres que eran.

 

Los Anunnaki se acercaron a la zona habitable de nuestro sistema solar y encontraron nuestra Tierra llena de vida.

 

Aterrizaron en la región de Mesopotamia y fundaron una pequeña colonia extraplanetaria en lo que más tarde sería nuestro mundo. Su especie ya había perfeccionado la ciencia de la colonización espacial.

 

Esta interpretación nos explicaría porqué en los relatos antiguos muchos de los dioses más altos como Anu por ejemplo tenían su morada habitual en el 'cielo' y bajaban a la Tierra sólo en ocasiones especiales como concilios importantes mientras un equipo pequeño de dioses encabezado por Enki y su hermanastro Enlil tenía residencia permanente en la Tierra donde construían sus respectivas ciudades sagradas y vigilaban el mantenimiento de la civilización pre-humana.

Obviamente los Anunnaki necesitaban un equipo de trabajo para el desarrollo y el funcionamiento de su nueva colonia terrestre.

 

Al inicio fueron los Igigi, dioses menores, los que irrigaban los campos, labraban la tierra, hacían la cosecha, criaban ganado y realizaban operaciones de minería en los yacimientos minerales para mantener la civilización colonial de los Dioses.

 

Después de la rebelión de los Igigi, Enki, el gran genetista, manipuló el ADN de un homínido terrestre primitivo (Homo Erectus) que había encontrado en la Tierra y formó al Homo Sapiens usando su propio material genético.

 

Su proyecto fue un gran éxito.

 

El nuevo homínido hibridizado llevaba la sangre de sus hacedores divinos y reemplazó a los Igigi en sus tareas.

 

En aquel tiempo los Humanos aún vivían en la estepa salvaje (denominada "Edín" en Sumerio) fuera de las ciudades divinas y abastecían la colonia de los visitantes extraterrestres.

Nosotros nunca fuimos esclavos en los ojos de Enki; éramos los custodios y futuros herederos de la colonia terrestre de los Anunnaki.
 

 



El Género Humanoide - El Origen de los Anunnaki y la Creación del Hombre
 



Eridú:

La Ciudad Sagrada de Enki
 



Los Dioses Prometeo y Atenea (Enki y Ninmah)

crean al Hombre
 



Imagen Sumeria:

La Ingeniería Genética de los Anunnaki
 


¿Quiénes eran los Anunnaki? ¿Eran dioses? ¿Eran extraterrestres biológicos?

Los textos cosmogónicos de la religión mesopotámica antigua explican que los Anunnaki eran una raza celestial muy antigua que se originó dentro de nuestro cosmos y después de su nacimiento.

 

La epopeya babilonia Enuma Elish relata que primero el universo fue generado en medio de un caos primordial tras una mezcla de las aguas primigenias de Abzu y Tiamat y luego los primeros dioses y sus linajes divinos fueron engendrados dentro de la creación.

 

Dicho de otra manera, según la cosmología mesopotámica, el cosmos nació primero y los dioses nacieron después. Los dioses no fueron los creadores del universo sino una creación de él. Esto es muy interesante.

¿Cómo podemos interpretar esto?

Los grandes dioses Anunnaki, que venían del "'cielo'" según los relatos sumerios, tenían su origen en un planeta lejano pero a la vez parecido a la Tierra en un rincón desconocido del cosmos donde habían seguido una trayectoria evolutiva muy antigua.

 

Ellos empezaron su existencia como un homínido primitivo parecido al Homo Erectus terrestre, siguieron una evolución lenta y estable y al final llegaron a convertirse en el Homo Divinus, el nivel evolutivo más alto del género humanoide.

 

Sus respectivas fases de evolución fueron:

Homo Erectus > Homo Sapiens > Homo Divinus.

Los Anunnaki son tanto dioses como extraterrestres biológicos.

 

Eran homínidos alienígenos que se convirtieron en dioses a través de la evolución. Son dioses en el sentido politeísta de la palabra; son dioses cósmicos que nacieron dentro de la creación y alcanzaron un nivel muy alto de poder.

Cuando los Anunnaki fundaron su colonia terrestre lejos de su propio hogar, ellos decidieron crear al Hombre como manos de obra para su mantenimiento.

 

Después de los disturbios de los Igigi en la Tierra, Enki-Ea, el príncipe sabio y hijo primogénito del malvado "dios del 'cielo'" Anu, se encargó de la creación del Hombre a petición de su madre benévola la gran diosa primordial Namma (Enki y Ninmah 12-37; Atrahasis 1:204-218) y junto con su hermanastra la experta Ninmah y un equipo de diosas parturientas logró formar a los primeros Humanos inteligentes (Enki y Ninmah 35-37; Atrahasis 1:189-204).

Este episodio corresponde al versículo bíblico en Génesis en el cual la fuerza divina creadora, 'Elohim' (dioses) en el texto hebreo, proclama:

"Hagamos al hombre a nuestra imagen y conforme a nuestra semejanza".

(Génesis 1:26)

¿Notan las formas plurales en esta declaración de los dioses?

 

Los Elohim eran los dioses celestiales del panteón semítico (cananeo) pre-bíblico y correspondían a los dioses Anunnaki de la cultura sumero-acadia. Génesis, una refundición tardía de los relatos de la creación sumerios, aquí hace referencia a la creación del Hombre por parte de los Anunnaki.

La creación del Hombre según la versión sumeria original es muy interesante y mucho más detallada.

 

El Mito de Enki y Ninmah relata que Enki formó a la Raza Humana de la arcilla de su sagrado Abzu y luego el producto final fue alumbrado por las diosas parturientas (Enki y Ninmah 31-37).

 

Del mismo modo, el Poema de Atrahasis detalla que Enki formó al Hombre en la arcilla mezclada, le añadió la sangre de un dios rebelde y le otorgó un alma divina, lo cual lo mantendría vivo aún después de su muerte (Atrahasis 1:221-230).

Cabe destacar que en la cultura sumeria Enki, el auténtico creador de la Humanidad según los textos mesopotámicos, era conocido como el Ushumgal o 'Gran Serpiente' por su sabiduría inmensa y se enseñaba que él era el dueño del Árbol del Conocimiento Divino en su Santuario de Eridú ubicado en el Edín (el Edén sumerio).

 

Así es. Enki es idéntico a la Serpiente sabia del Génesis bíblico.

 

¡Lo asombroso es que los textos sumerios revelan que la Serpiente del Edén, el rival divino del dios judeocristiano Yahvé (Jehová), es en realidad el 'verdadero' Padre Creador de la Raza Humana...!

El Poema de Atrahasis sigue describiendo el proceso de nuestra creación.

 

Enki, junto con su hermanastra Ninmah (Ninhursag), amasó la arcilla mezclada, la separó en catorce pedazos de pasta y los colocó en las matrices reunidas de las diosas parturientas (Atrahasis K.7816 d).

 

Luego siete alumbraron machos y siete más alumbraron hembras. Catorce Humanos fueron engendrados en la morada de Enki (Atrahasis manuscrito neo-asirio a).

Este episodio de la creación del Hombre es una referencia antigua a la ingeniería genética por parte de Enki. Cuando los Anunnaki vinieron a la Tierra, allí Enki encontró un homínido terrestre primitivo (Homo Erectus) que seguía una trayectoria evolutiva lenta en este planeta.

 

En los textos sumerios se encuentra una referencia a un hombre primitivo y pre-civilizado que aún vive en la estepa en medio de las bestias,

"no sabe comer pan ni vestirse con ropa, anda por la tierra medio desnudo, come como las ovejas y bebe agua de las zanjas".

Ovejas y Trigo 20-25

Enki tomó el ADN del Homo Erectus, lo mezcló con su propio material genético divino (la arcilla mezclada) y luego inseminó el producto hibridizado a las matrices de algunas hembras de los Anunnaki.

 

Así el Hombre experimentó un salto quántico en su evolución gracias a la intervención de Enki y el Homo Sapiens nació. El Poema de Atrahasis explica que cuando la Humanidad recibe la sangre divina de sus hacedores celestiales,

'deidad y hombre (ilumma u awilum) fueron entremezclados', lo cual le otorgó el tēmu o raciocinio de los dioses (Kvanvig, 2011) iii

Es por esta razón que nosotros, Homo Sapiens, llevamos sólo 23 pares de cromosomas y mostramos la misteriosa fusión telómero-telómero ancestral en el segundo par cromosómico mientras todos los homínidos y simios anteriores aún tienen 24 pares y sin ninguna fusión en el segundo par.

 

 


El Propósito del Hombre y el Comienzo del Conflicto Cósmico (Enki vs. Anu)
 



 


 



 


 


El mundo humano se encuentra en medio de un gran conflicto cósmico desde hace mucho tiempo.

 

Las religiones abrahámicas, todas engaños del enemigo para confundir a la Humanidad, hablan de una lucha primordial entre el "dios padre" Yahvé (Jehová) y la Serpiente antigua "Satanás".

Si la Serpiente del Edén es idéntica al dios sumerio Enki, entonces ¿quién es su oponente Yahvé-Jehová?

Esto podría resultarles algo sorprendente, pero el Yahvé bíblico, el dios judeocristiano, que se opuso a la Serpiente enkiana en el Huerto del Edén es nadie más que el "dios del 'cielo'" Anu, el rey y progenitor de todos los Anunnaki, conocido también como Ēl, el Altísimo del 'cielo' y padre de todos los Elohim, en el panteón semítico (cananeo) pre-bíblico.

 

De hecho, el dios bíblico Yahvé es conocido por el teónimo semítico Ēl en muchos versículos de la Biblia hebrea. Recordemos que los Elohim y los Anunnaki son idénticos.

Quiero dejar claro que Enlil no es Yahvé en absoluto.

 

Muchos autores afirman erróneamente que el dios bíblico es idéntico a Enlil, el hermanastro de Enki, y que Enlil es el enemigo de la Humanidad, pero eso no es verdad.

 

El Yahvé judeocristiano, la deidad que buscó ocultarle al Hombre el Conocimiento del Cielo en el Huerto del Edén, sólo pudo haber sido Anu. Pronto veremos por qué.

En el panteón sumerio, Anu, el Rey de los Anunnaki, es el padre biológico de Enki y de Enlil. A pesar de llamarse el "dios del 'cielo'", Anu nunca fue el creador del universo y aún menos el hacedor del Hombre.

 

De hecho, incluso Anu es un ser creado, engendrado por los dioses primordiales Anshar y Kishar según la cosmología sumeria (justo como su equivalente semítico Ēl fue engendrado por las deidades pre-panteónicas Elyon y Beruth en la mitología cananea antigua), y además, este mismo Anu subió al trono como un violento usurpador, derrotando a su antecesor el dios Alalu por la supremacía del 'cielo' (Van Der Toorn, 1996).iv

 

Anu no es "Dios" en el sentido monoteísta de la palabra.

Justo como Ēl-Yahvé en la Biblia, cuyo nombre es un epíteto (Yahvé Sebaot) que significa "él que crea los ejércitos", Anu era conocido como 'El Señor de las Huestes (ejércitos) Celestiales' y temido como un gran juez que castigaba a los hombres.

 

Además, justo como su equivalente hebreo Ēl, Anu era asociado al maléfico planeta Saturno, el juez oscuro de todos los planetas (Evans, 1998). v

 

Ēl (Yahvé) no sólo fue deificado en el planeta Saturno, sino que también su día sagrado, el Sábado (Día de Saturno), Shabbat en Hebreo, proviene de la palabra semítica Shabbathai, el nombre del dios y del planeta Saturno en la lengua hebrea.

 

En fin, Anu, Ēl, Yahvé y Saturno son la misma entidad.

Entonces, el conflicto cósmico es una lucha milenaria entre el hijo noble Enki y el padre malévolo Anu. No es una guerra fraternal entre Enki y Enlil como afirma Zecharia Sitchin.

¿Cuál fue la fuente del conflicto cósmico entre Enki y Anu? El tema del Propósito del Hombre...

El Libro de Génesis relata que la Serpiente sabia les reveló a Adán y Eva el Conocimiento Prohibido en el Huerto del Edén, lo cual los haría como uno de los Elohim (Génesis 3:5; 3:22), en contra de la voluntad de Yahvé.

 

Lo que la Biblia dice aquí es cierto y se encuentra el mismo relato, el original, en los textos sumerios.

Según la Leyenda de Adapa, el precursor sumero-acadio del relato adánico hebreo, Enki-Ea, el verdadero creador del Hombre, le adiestró a su progenie humana Adapa en la civilización de los dioses y le enseñó el Designio del Cielo y de la Tierra, el conocimiento divino, en contra de la voluntad de Anu, quien se enfadó con su hijo quejándose de que Enki se lo había revelado a un humano indigno y menospreciable (Kramer y Maier, 1989).vi

 

Enki le reveló al Hombre la ciencia del árbol de los Me (Versión sumeria del Árbol de la Ciencia), los saberes de la civilización de los Anunnaki, en su Santuario de Eridú en la tierra del Edín.

Cuando Adapa recibió el conocimiento del Designio del Cielo y de la Tierra y le permaneció fiel a Enki, el malévolo Anu, enfurecido por las acciones de Enki, devolvió al Hombre a la Tierra y lo maldijo, aumentando sus adversidades e imponiéndole muchas dolencias.

 

Este episodio es casi idéntico en el relato bíblico posterior. En Génesis un iracundo Yahvé maldice a la Humanidad expulsándola a la tierra foránea e imponiéndole varias adversidades como la enfermedad y la enemistad (Génesis 3:14-19).

 

El Hombre es castigado por conocer la ciencia de los dioses.

Notemos que en la versión sumeria fue únicamente Anu, y no Enlil, él que jugó el papel del dios oscurantista y castigador Yahvé de la versión hebrea posterior. Anu es el auténtico adversario de Enki y de la Raza Humana.

En este relato vemos un conflicto de valores e intereses entre dos grupos de dioses, un choque violento entre dos filosofías antitéticas.

Enki y sus dioses, los Anunnaki Enkistas, buscaron ayudarnos en nuestra evolución y elevarnos al nivel de los Dioses. Ellos nos veían como sus hijos humanos, pues llevamos su genética divina.

 

Para Enki, nosotros trabajaríamos para los Anunnaki en el mantenimiento de su nueva colonia terrestre y los Anunnaki acelerarían nuestro desarrollo evolutivo y nos enseñarían la civilización del 'cielo' y la ciencia de la divinidad, lo cual nos haría como los mismos dioses (Génesis 3:5).

 

Así nuestra convivencia conllevaría un beneficio mutuo.

 

Además, la colonia terrestre iba a ser para nosotros, nuestra herencia legítima, e íbamos a ser sus dueños.

 

Es por eso que Enki, le enseñó a Adapa los saberes de la civilización divina. Eso fue el conocimiento necesario para la independencia y la autonomía de la Raza Humana en su propio planeta.

Por otro lado, Anu-Yahvé y sus seguidores, los Anunnaki Anuistas, sólo veían al Hombre como un esclavo para explotar y buscaron mantenerlo dócil e ignorante.

 

Es por eso que Anu-Yahvé impuso su política de oscurantismo. Los Anunnaki Anuistas, conservadores a ultranza, resintieron la mezcla de la sangre divina con la humana y el consiguiente salto cuántico en la evolución de la Humanidad terrestre.

 

Por lo tanto, Anu-Yahvé y sus "ángeles", los invasores maléficos a los cuales los Gnósticos llamaban "Arcontes" del malvado Demiurgo, buscan destruir nuestra ingeniosidad inmensa y atraparnos en sus religiones oscurantistas y misantrópicas.

Enki sacrificó todo cuando se rebeló contra la oscuridad de su "padre". Enki hizo un tremendo sacrificio para iluminarnos y honrar sus principios fundamentales como el amor, la vida y la libertad. Enki es un verdadero héroe cósmico que no soportó la tiranía de Anu-Yahvé y luchó por el bien.

Enki, simbolizado por la Serpiente sabia en el Libro de Génesis y conocido como el Ushumgal (Gran Serpiente) por su inmensa sabiduría esotérica en la cultura sumeria, no sólo le enseñó al Hombre la civilización de los dioses, sino que también le reveló el secreto de la Serpiente Sagrada de la Kundalini, la energía yóguica, por la cual el Hombre puede lograr el Opus Magnum:

convertirse en un dios y alcanzar la inmortalidad.

Es por eso que en Génesis, Enki es conocido como la Serpiente y dice que el conocimiento que él revela puede hacer al Hombre como los Dioses.

Enki, el rebelde noble, es idéntico a Prometeo, el benévolo dios griego que fue desterrado por los titanes malévolos por haberle entregado al Hombre el Fuego de los Dioses.

 

Aquí el "Fuego" se refiere tanto al conocimiento del 'cielo' como al fuego de la Kundalini que arde por el cuerpo y va abriendo los chakras de nuestra anatomía oculta.

 

Enki-Prometeo nos enseñó el sagrado camino a la divinidad.

Es por esta razón que él fue calumniado como el "diablo" y el "adversario" por las religiones abrahámicas y llamado "Satanás" por los seguidores histéricos del dios oscuro Anu-Yahvé.

 

El apodo verdadero de Enki no es "Satanás" cuyo significado es "adversario" en Hebreo sino "Satya", voz sánscrita que significa Verdad Eterna.

 

El calumnioso "Satanás" es una corrupción de "Satya" que Anu le impuso a Enki. Enki-Satya, un dios cuya presencia histórica ha sido borrada por las religiones monoteístas violentas, es el señor del Satya Yuga, la próxima era de oro en nuestra Tierra.

 

(Éste llegará en la Era de Acuario, pues Enki siempre ha sido una deidad acuífera asociada a Acuario. ¡Noten la conexión!).

Actualmente el conflicto cósmico sigue y nos encontramos en el Kali Yuga o la era de oscuridad desde hace unos 5000 años. Kali Yuga es el tiempo del reinado del tirano cósmico Anu-El-Yahvé-Saturno sobre la Tierra.

 

Su reino es el infame Nuevo Orden Mundial de su pueblo sionista. En este Yuga el conocimiento auténtico está perdido, la verdad está olvidada y la mentira prevalece.

 

El mundo está en muy malas condiciones y a la merced de las religiones y filosofías destructivas del falso dios de este mundo. La Tierra sigue atrapada en la vórtice astral de Anu-Yahvé y sometida a la energía de su maléfico Saturno, el planeta del Karma y de la miseria.
 

 



Referencias

  1. Ebeling, E. & Meissner, B. (1997) Meek - Mythologie: Reallexikon Der Assyriologie. Berlin (p. 123)
     

  2. Reiter, K. (1997) Die Metalle im alten Orient: Unter besonderer Berücksichtigung altbabylonischer Quellen (Alter Orient und Altes Testament). Ugarit-Verlag (p. 11)
     

  3. Kvanvig, H.S. (2011) Primeval History: Babylonian, Biblical, and Enochic - An Intertextual Reading. Leiden (p. 57)
     

  4. Van Der Toorn, K. (1996) Family Religion in Babylonia, Ugarit and Israel: Continuity and Changes in the Form of Religious Life. Leiden (p. 159)
     

  5. Evans, J. (1998) The History and Practice of Ancient Astronomy. New York (pp. 8.9)
     

  6. Kramer, S.N. & Maier, J. (1989) Myths of Enki, the Crafty God. New York & Oxford. (p. 116)






 





Segunda parte

El Gran Diluvio, Babel y las Guerras Celestiales

Embates contra la Humanidad

Versión en ingles

 



El Mundo Antediluviano
 


En el Santuario de Eridú, el Huerto del Edén sumerio, Enki, el gran Benefactor de la Humanidad, se opuso al oscurantismo de su padre tiránico Anu-Yahvé y le reveló al Hombre el conocimiento del Designio del Cielo y de la Tierra.

 

Enki instauró el oficio de sacerdote y se lo confirió a Adapa, un modelo del Hombre civilizado y el primero de los siete Gran Sabios antediluvianos de la tradición Abkallu.

 

Así Enki fundó las primeras escuelas de los misterios esotéricos enseñando a sus sacerdotes mucho conocimiento oculto.

 

Gracias a las enseñanzas de Enki, el Hombre ya tenía el conocimiento necesario para gobernar su propia civilización y ya no era un simple trabajador de los Anunnaki. Enki le había otorgado al Hombre su libertad y su autonomía.

 

Anu-Yahvé, enfurecido por el desafío de Enki, maldijo al Hombre y por despecho aumentó su sufrimiento en la Tierra (Génesis 3:14-19; Leyenda de Adapa).

 

Por consiguiente, muchas nuevas enfermedades y fuentes de dolor entraron en el mundo humano.

 

Eso no fue porque el Hombre cometiera un pecado ancestral como enseñan las religiones, sino porque Yahvé le tuvo al Hombre mucho rencor y al final él mismo maldijo a la Humanidad.

 

Anu sabía que ya había perdido a su "raza esclava". El gran cisma entre los Enkistas y los Anuistas se produjo. Después de castigar a la Humanidad entera, Anu dejó la Tierra y volvió al 'cielo'.

Mientras tanto, la primera oleada de la civilización humana empezó a florecer en la Tierra. Leemos en la Lista Real Sumeria que los varios linajes reales antediluvianos se establecieron y los humanos gozaban de civilizaciones muy prósperas.

 

En aquel tiempo el nivel de conocimiento espiritual era más alto y los hombres eran mucho más longevos.

 

Este mundo corresponde a la leyendaria Era de Oro de las varias mitologías antiguas. Fue entonces cuando se fundaron las míticas civilizaciones antediluvianas como la Atlántida.

El mundo antediluviano se caracterizaba por el frecuente mestizaje entre los dioses celestiales y los humanos terrestres. El Poema de Atrahasis, el relato de la creación mesopotámico más detallado, hace una alusión sutil al mestizaje humano-divino presentando una alegoría simbólica en la que los Igigi escupen en la arcilla de la Humanidad.

 

Esta hibridización fortalece grandemente al género humano antediluviano y la vitalidad divina que le proporciona hace que el Hombre sea más rebelde e incluso se convierta en un rival de los dioses (Kvanvig, 2011). i

 

Del mismo modo, en la muy parecida Epopeya de Gilgamesh encontramos a grandes semidioses y héroes sobrehumanos que gobiernan los reinos del mundo antediluviano.

 

Éstos son el resultado de relaciones sexuales entre los dioses del 'cielo' y las mujeres de la Tierra.

 

De hecho, se dice que el mismo Gilgamesh, el protagonista de la epopeya, es un semidiós cuya sangre es dos tercios divina y un tercio humana. Este mestizaje con los Igigi podría explicar por qué encontramos a personajes sumamente longevos en los relatos de la era antediluviana.

Es en los textos hebreos posteriores donde encontramos las descripciones más detalladas de aquel episodio.

 

En Génesis 6:2 leemos que los misteriosos Bene ha Elohim , hijos de los dioses en Hebreo, ven que las hijas de los hombres son hermosas y deciden tomar para sí mujeres humanas.

 

Noten que la frase "hijos de Dios" en las Biblias modernas es una traducción engañosa ya que el verdadero significado del término Bene ha Elohim es "hijos de los dioses". En la Biblia aún existen muchos elementos politeístas escondidos.

 

Volviendo al tema, los hijos de los dioses se rebelan contra la autoridad de Yahvé y se acuestan con las hijas de los hombres, lo cual engendra a los famosos Nefilim del mundo antediluviano (Génesis 6:4).

El Libro de Enoc, un texto apócrifo hebreo de la época del Segundo Templo, cuenta la misma historia con más detalles.

 

Según la literatura enoquiana, los Bene ha Elohim de Génesis 6:2 son 'Vigilantes', custodios angélicos, que abandonan su morada en el 'cielo', descienden a la Tierra, mantienen relaciones sexuales con las mujeres terrestres y engendran una raza de sobrehumanos medio-divinos en contra de las leyes de Yahvé (Enoc 6:2; 7:1-5; Jubileos 4:15; 5:1).

 

Los narrativos de estos textos apócrifos son muy interesantes y arrojan luz sobre la razón por la que Yahvé prohibió que los Vigilantes se mezclaran con los humanos.

 

El Libro de Enoc revela que los ángeles rebeldes les enseñaron a los hombres las artes divinas como la magia, la astrología, los presagios, la adivinación, la sanación (Enoc 7:1; 8:1; 8:3) y hasta los secretos del 'cielo' (Enoc 9:6).

 

Los 'Vigilantes' eran los Igigi, aliados con Enki, que enseñaban a los iniciados los misterios de los Dioses.

Cuando los "ángeles" de Yahvé, encabezados por los malévolos "arcángeles" Miguel, Rafael, Sariel y Gabriel, se enteraron de lo que sucedía en la Tierra, esos malvados extraterrestres Anuistas descendieron a nuestro mundo y lucharon contra nuestros Dioses enkistas.

 

El tiránico Anu-Yahvé no permite que el conocimiento del 'cielo' se les enseñe a los hombres.

 

El progreso espiritual de la Humanidad antediluviana y la consiguiente "rebeldía" percibida fueron los motivos principales por su decisión de enviar el diluvio mundial.
 



 



 



 

 

 


El Gran Diluvio

El relato del diluvio es casi universal.

 

El mismo narrativo existe en los registros escritos de varias civilizaciones antiguas estando presente no sólo en el Génesis bíblico sino también en las epopeyas mesopotámicas antiguas, los escritos mitológicos griegos y la literatura hindú.

 

Sin embargo, la versión más antigua de este relato se encuentra entre los textos sumerios que datan del tercer milenio AEC. La Lista Real Sumeria, una cronología de las dinastías reales antediluvianas, coloca la fecha del diluvio en un tiempo alrededor de 10,000 AEC.

 

Este hecho es bien significativo ya que dicha fecha corresponde al final del último período glacial.

La versión judeocristiana de este relato busca hacernos creer que Yahvé envió el diluvio porque la Humanidad antediluviana se había corrompido con su mestizaje con los "ángeles caídos".

 

En el Libro de Génesis se afirma que el corazón de todo hombre (salvo Noé y su familia) se inclinaba sólo al mal (Génesis 6:5). Los narradores bíblicos quieren convencernos de que el genocidio planetario llevado a cabo por su dios extraño no sólo fue necesario sino justo.

Sin embargo, las versiones mesopotámicas originales relatan una historia distinta a la del plagio hebreo posterior.

 

En el Poema de Atrahasis acadio, vemos que el ruido de los Hombres empezó a molestar a algunos de los dioses, sobre todo a Enlil, el hermanastro de Enki, y por lo tanto el Concilio Celestial de Anu tomó la decisión de arrasar con el mundo humano.

 

Aquí la expresión ruido, cuyo equivalente en el texto acadio original es rigmu, puede incluir los matices semánticos de rebelión y sublevación (Kvanvig, 2011). ii

 

El Hombre se había vuelto más inteligente y por ende incontrolable gracias a la sangre divina que se le añadió al género humano a través de su mestizaje con los Igigi o 'hijos de los dioses'.

 

Por lo tanto, el Hombre ya no podría ser un simple trabajador de los Dioses y en ese sentido su rebeldía era justa y natural.

Además, contrario a las acusaciones de la Biblia que culpa a toda la Humanidad, en la versión mesopotámica más antigua encontramos un episodio en el que Enki, tras salvar a la Raza Humana en contra de la voluntad del Concilio Celestial, defiende a sus hijos humanos y explica que los dioses no deben castigar a la Humanidad entera por los crímenes de unos pocos (Atrahasis 6:16-19).

 

Aquí el benévolo Enki da a entender que los criminales dignos de ser castigados fueron sólo un pequeño grupo minoritario.

 

¡La inculpación bíblica de que "todo designio de los pensamientos del hombre era de continuo el mal" fue nada más que un pretexto engañoso para justificar el exterminio ilícito de nuestra raza entera!

Ahora vamos a ver cómo sucedió el diluvio y cómo la Raza Humana lo sobrevivió.

En aquel tiempo la civilización humana florecía y los Hombres, ya potenciados por su mestizaje con la sangre divina de los Igigi, se multiplicaban enormemente.

 

Su ruido empezó a molestar a Enlil que aún moraba en su santuario terrestre.

 

Enlil se quejó del ruido de los Hombres y convocó una reunión entre los dioses altos. En aquel entonces Enlil aún no quería a la Humanidad y conservaba la misantropía que había heredado de su padre Anu (Yahvé).

 

Mucha gente piensa erróneamente que Enlil fue responsable por el diluvio contra la Humanidad. Sin embargo, en el Génesis de Eridú sumerio, la versión más antigua del relato del diluvio, vemos que fue Anu el que proclamó el mandato de destruir el mundo humano (Génesis de Eridú 98-100).

 

Del mismo modo, en la versión babilónica presentada en la Epopeya de Gilgamesh, Anu es el primero en prestar su juramento de exterminar a la Humanidad y luego él es seguido por los otros dioses altos.

 

En fin, el verdadero artífice del genocidio es nadie más que Anu, el mismo Anu que se opuso a la iluminación del Hombre y luego lo maldijo en el Huerto del Edén.

En el Concilio, Enki se vio obligado a prestar su juramento de destruir a la Raza Humana, pero luego él engañó a sus compañeros divinos y le advirtió a su devoto leal Ziusudra, el rey enkista de la región de Shuruppak, apareciéndole en una visión y contándole lo que tramaban Anu y sus secuaces.

 

Enki le enseñó a construir un vehículo para la salvación de su linaje. Tengamos en cuenta que el relato de Ziusudra es mucho más antiguo que el plagio bíblico del Arca de Noé por milenios.

Cuando el diluvio llegó y las aguas subían, Enki rescató a Ziusudra y a muchos Humanos de su linaje de las olas mortíferas.

 

El diluvio fue ocasionado por los Anuistas que utilizaron su tecnología climatológica extraterrestre para cambiar la temperatura del planeta y derretir los casquetes de hielo que cubrían el norte de nuestro mundo.

 

Por otro lado, Enki usó sus naves avanzadas para evacuar a sus hijos humanos y salvar su semilla genética.

Es importante notar que el salvador del Hombre siempre es Enki, el dios rebelde, en todos los relatos diluvianos pre-bíblicos. En las versiones mesopotámicas, es Enki-Ea, el Ushumgal del Santuario de Eridú (la Serpiente del Edén), quien se rebela contra el Concilio de Anu y salva a Ziusudra.

 

Del mismo modo, en la versión griega, es Prometeo, el mismo dios benévolo que se opuso a los Titanes y le entregó al Hombre el Fuego de los Dioses, quien trastoca el plan de las deidades malévolas y salva a Deucalión.

 

Y asombrosamente, según el relato hindú, es Matsia, el primer avatar de la divinidad, quien salva a Manu, el hombre sabio, de la destrucción de las aguas.

 

En Sánscrito Matsia significa 'pez' y su avatar tocayo era una deidad pisciana. ¡Recordemos que en la cultura sumeria Enki, el señor de las aguas, era asociado al pez!

 

Todos los relatos pre-bíblicos señalan que Enki fue nuestro salvador de modo unánime.

 

Sólo la Biblia adscribe el acto salvífico a Yahvé.
 



 

 

 


La Torre de Babel

A pesar de la devastación descomunal del gran diluvio de Anu-Yahvé, en realidad un nefando genocidio anuista perpetrado a nivel planetario, unos cuantos pequeños grupos de humanos enkistas, todos protegidos por el gran dios, lograron huir a las zonas montañosas más altas al este y sobrevivir el cataclismo mortífero.

 

Cuando el diluvio llegó a su fin y las aguas retrocedieron, los hombres volvieron a las llanuras fértiles de Mesopotamia, Egipto y el Valle del Indo y empezaron a reconstruir la civilización humana.

Entre las culturas pos-diluvianas primigenias se encuentra la Civilización del Babel, la más destacada de aquella época.

 

El Génesis bíblico, aunque fue escrito desde la perspectiva del Enemigo de la Humanidad Enkista, implica que el desarrollo de dicha civilización fue trastocado por el dios hebreo porque sus habitantes poseían un nivel del conocimiento que alcanzaba el 'cielo' y hasta preocupaba al mismo Yahvé.

La Biblia relata que los fundadores de la Civilización de Babel vinieron del este y se asentaron en una llanura en la tierra de Sinar (Génesis 11:2).

 

Ellos habrán bajado de las sierras altas del subcontinente índico después del diluvio y traído consigo la sabiduría enkista de la antigua Atlántida, ubicada en la India antediluviana.

 

Está claro que la tierra de Sinar se refiere a la región de Sumeria en el sur de Mesopotamia ya que en el capítulo anterior el mismo lugar es identificado con el Reino de Nimrod y sus ciudades principales son nombradas como,

  • Babel

  • Erech (Uruk)

  • Akkad

  • Calneh

    Génesis 10:10

Babel, conocido como Bab-Ilani en Acadio y Ka-Dingirra en Sumerio y cuyo nombre significa 'Puerta de los Dioses' en ambas lenguas, fue fundado por los sobrevivientes de la leyendaria civilización atlante y dotado de las ciencias ocultas de nuestros Dioses.

 

Babel era un verdadero portal a la divinidad.

Según el relato bíblico, los hombres de aquel tiempo hablaban una sola lengua y propusieron edificar una torre cuya cúspide llegara al 'cielo' (Génesis 11:1; 11:4).

 

Yahvé, el dios bíblico, más tarde llamaría este emprendimiento humano "la obra" (Génesis 11:6). Por supuesto, esta obra no se refiere a una torre literal ya que incluso los edificios más enhiestos no pueden alcanzar el 'cielo'.

 

Aquí la construcción de la torre es una alegoría que simboliza una gran obra espiritual con la cual el Hombre puede llegar a ser como los dioses.

 

En breve, la Torre de Babel se refiere a una enseñanza esotérica oculta.

Del mismo modo, un texto sumerio antiguo conocido como Enmerkar y el Señor de Aratta, habla de una leyendaria era de oro posdiluviana en la cual el rey semidivino Enmerkar, el precursor sumerio del Nimrod bíblico, construía zigurats en la región sureña de Mesopotamia.

 

Según el mismo relato, en aquel tiempo el Reino de Sumeria poseía los Me de la magnificencia, el mundo entero gozaba de un estado de armonía, el lenguaje de la Humanidad había sido unificado por Enki, todos los humanos hablaban a Enlil (¡sí, a Enlil!) en una sola lengua y el Hombre no tenía rival (Enmerkar 134-155).

 

Aquí Enki y Enlil enseñan la sabiduría del 'cielo' a la Humanidad y Enki unifica el habla de los hombres que antes estaba desunida. Está claro que aquí se trata de un lenguaje espiritual.

El narrativo de Génesis 11 y el relato sumerio de Enmerkar y el Señor de Aratta están hablando del mismo episodio histórico.

 

En Babel, los Dioses nos revelaban el mismo conocimiento (Me) que Enki le enseñó a Adapa-Adán en el Santuario de Eridú, el cual nos haría como uno de los dioses, y nos enseñaban cómo unificar nuestro lenguaje espiritual y lograr la Obra de la Divinidad.

 

Enki, Enlil, Marduk y varios otros nos enseñaban el Opus Magnum:

Cómo convertirnos en dioses.

En el relato de la Torre de Babel, una sola lengua unida (Génesis 11:1) se refiere a nuestros chakras alineados y una comunicación perfecta entre ellos.

 

El acto de cocer los ladrillos con fuego (Génesis 11:4) es una referencia a la respiración de fuego yóguica por la cual la serpiente sagrada de la Kundalini sube, y la torre cuya cúspide llega al 'cielo' (ídem) simboliza el abrimiento del séptimo chakra, el celestial ubicado en la coronilla, lo cual es la puerta a nuestro endiosamiento.

 

Los habitantes de Babel aprendían el Yoga divino para el levantamiento de la Kundalini sagrada y los misterios más profundos.

 

Los Dioses son grandes y benévolos.
 



 



 



 

 

 


La Invasión Anuista y las Guerras Celestiales

En Babel, la Humanidad crecía espiritualmente bajo la tutela de los Dioses Enkistas e incluso estuvo a punto de lograr el Opus Magnum y conseguir la inmortalidad.

 

Nos faltaba muy poco, poquísimo, para levantar la Kundalini y alcanzar el próximo nivel de nuestra evolución natural: la fase divina. Íbamos a ser dioses, seres poderosos, señores de nuestra propia vida y dueños de nuestro destino. Nos faltaba muy poco.

Sin embargo, todo nuestro progreso asombroso fue desbaratado cuando Anu-Yahvé, el malvado dios de la Biblia, volvió a la Tierra y se dio cuenta de lo que sucedía en el mundo posdiluviano.

 

Al ver la ciudad de los hombres, Anu-Yahvé, el gran tirano cósmico, se enteró de que los humanos habían comenzado el Opus Magnum y temía que nada podría detener su emprendimiento (Génesis 11:6).

Aquí podemos ver que el supuesto "dios omnipotente" del Judaísmo y sus secuaces celestiales están alarmados por el crecimiento del Hombre y buscan impedirlo a todo costo.

 

Entonces Anu-Yahvé declara:

"Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero".

(Génesis 11:7)

Notemos el pronombre plural en esta declaración del dizque "único dios" de las religiones monoteístas.

 

El dios bíblico estaba acompañado por otras entidades ultraterrenales cuando atacó la Civilización de Babel.

El texto bíblico relata que Yahvé, una vez descendido a nuestro mundo, esparció a los hombres sobre toda la faz de la Tierra y confundió el lenguaje de toda la Humanidad.

 

Por consiguiente, el mundo humano se convirtió en una tierra de confusión y el nombre de Babel fue escarnecido como balal, juego de palabras en Hebreo que significa 'confundir' (Génesis 11:8-9).

 

La Tierra entera fue atacada por Yahvé y la espiritualidad avanzada del antiguo orden enkista fue destruida.

En este episodio bíblico se trata de una INVASIÓN EXTRATERRESTRE ANTIGUA por parte de los Anuistas...

 

Los llamados "ángeles" de Anu-Yahvé, todos enemigos de la Humanidad, descendieron a nuestro planeta en sus naves espaciales, arremetieron contra la facción enkista con un solapado ataque de sorpresa, expulsaron a los Dioses benévolos y al final se apoderaron de la Tierra.

 

Enki y sus dioses, todos guerreros nobles y valientes, buscaron resistir el embate de Anu, mas su resistencia fue abrumada por las hordas anuistas maléficas y el mundo fue conquistado por los invasores crueles.

Este acontecimiento aciago fue la base histórica de las "Guerras del Cielo" de la tradición bíblica.

 

La Gran Serpiente y sus legiones fueron vencidas en la batalla por el ejército del cochambroso arcángel Miguel, el supuesto "Mesías" de Anu y ahora muerto, y muchos de nuestros dioses como el gran Marduk, señor de Babilonia, fueron tomados presos y encadenados en el abismo del inframundo (véase Apocalipsis 12:7-9).

 

Algunos de nuestros dioses, Enki incluido, lograron escaparse a tiempo y volver a su hogar en la constelación de Orión.

 

Sin embargo, muchos más fueron capturados por el enemigo y encarcelados en la vórtice energética de Anu, la profundidad abismal del infierno que se ubica en el plano astral.

 

La invasión anuista fue un desastre total para la Humanidad.

 

Nuestro planeta cayó en las garras sangrientas de un dios impostor malévolo y su camarilla extraterrestre degenerada, nuestros dioses fueron desterrados y nuestro conocimiento ancestral fue suprimido.

 

La última era dorada de la Raza Humana llegó a su fin...

Cuando Anu-Yahvé invadió la Tierra e impuso su programa de 'confusión' como relata el Libro de Génesis, él y sus secuaces no sólo destruyeron muchos conocimientos espirituales del legado enkista y borraron los registros históricos previos, sino que también atraparon la Tierra en su red energética a través de su poderosa magia negra extraterrestre (la magia es la 'manipulación de la energía natural'), sellaron nuestros chakras, desactivaron nuestras habilidades psíquicas naturales y nos inocularon un programa de debilitamiento mental.

 

Nuestra anatomía oculta fue cambiada por los invasores y perdimos casi todo nuestro conocimiento esotérico.

 

Es por eso que en estos tiempos tenemos la psique muy atrofiada y nadie es capaz de levantar su Kundalini de modo permanente y alcanzar la divinidad.

 

El malvado Anu-Yahvé nos ha sometido a su sistema de magia maléfica y ha reducido al Hombre al nivel de un esclavo dócil, ignorante y "castrado" espiritualmente.

 

El "Árbol de la Vida" de la Kábala judía, en realidad el Árbol de la Muerte, es el mugroso sistema mágico por el cual Anu-Yahvé y su camarilla nos debilitan y esclavizan.

La red energética en la cual Anu-Yahvé atrapó la Tierra se puede llamar la Mátrix Anuista. Seguimos atrapados y bajo su influencia.

 

Nuestro planeta está rodeado por los extraterrestres malévolos de Anu que se esconden en el astral. Ellos son los soberanos oscuros de nuestro mundo. Ellos son los 'Arcontes', invasores ultraterrenales, del Demiurgo, Yaldabaoth (Yahvé), el falso dios de este mundo, de acuerdo con la cosmovisión del Gnosticismo antiguo.

 

La escuela gnóstica fue una corriente esotérica antigua que rechazaba el dogma de las religiones abrahámicas opresivas y postulaba que el mundo físico había sido atrapado por un perverso dios impostor, identificado con el dios sanguinario y psicópata de la Biblia, quien sólo busca esclavizar a la Humanidad en las sombras del oscurantismo.

 

Las varias sectas gnósticas fueron aniquiladas por la Iglesia Católica Romana en el siglo 4 tras ser condenadas como "herejes".

Curiosamente los textos gnósticos encontrados entre los Rollos de Nag Hammadi hablan de dos especies arcónticas:

  • un arconte de tipo fetoide que tenía un aspecto parecido al de un feto humano

  • un arconte dracónico que se asemejaba a un dragón o reptil humanoide

¿Suenan familiares...?

 

El investigador y autor gnóstico John Lash plantea que éstos son idénticos a los Grises y los Reptilianos de la ufología actual. Estas razas alienígenas se aliaron con el malvado Anu-Yahvé y sus "ángeles" en el momento de su invasión de la Tierra y ahora trabajan para la esclavización de la Humanidad bajo el nefando Nuevo Orden Mundial.

El relato de la Torre de Babel es la evidencia textual principal de la Invasión Extraterrestre por parte de Anu-Yahvé y sus mercenarios.

 

No obstante, la verdad es que existen más textos antiguos que relatan guerras celestiales entre grupos de dioses opuestos en un tiempo primordial.

 

Los Lamentos de Sumeria, un cuerpo de registros sumerios muy antiguos, describen cómo las ciudades terrestres de los Dioses Enkistas fueron desoladas por 'una tormenta arrasadora unida por un calor abrasador' y un subsiguiente 'viento maligno' que 'privó a la tierra del brillante sol del día' e hizo que 'los campos se contaminaran' y 'los rostros de los hombres se tornaran pálidos'.

 

El desastre fue ordenado por Anu. Los Anuistas atacaron las ciudades de Enki y Marduk con armas nucleares de origen extraterrestre.

 

Los mismos textos relatan que al final los Dioses, Enki incluido, tuvieron que evacuarse de sus santuarios terrenales, abandonar sus territorios y volver al 'cielo' 'volando como un pájaro' (Véase Lamento de Uruk y Lamento de Eridú).

En el Hinduismo védico también encontramos una guerra cósmica perenne entre los Devas y los Asuras que se desenvuelve en los tres dominios:

  • el Cielo

  • la Tierra

  • los reinos del Inframundo

Los Devas son idénticos a los dioses benévolos y representan la Vida y la práctica de las virtudes.

 

En cambio, los Asuras, los representantes de las tinieblas de la era de decadencia, son los dioses de Anu que van en contra del orden natural de la Vida y hacen la iniquidad en el mundo.

 

En la literatura hindú estos grupos de deidades opuestas batallan con magia poderosa, armas sobrenaturales y vehículos voladores.

En fin, algunos vestigios textuales de la Invasión Extraterrestre de Anu-Yahvé y la guerra antigua entre los Dioses Enkistas y los Anuistas se conservan en varios registros religiosos y mitológicos del mundo antiguo.
 



 


 



 

 

 


Anu-Yahvé - El Dueño de la Era de las Tinieblas

En la Biblia, Yahvé, el dios de los Hebreos, se presenta como el Altísimo del 'cielo', el hacedor todopoderoso del universo entero, y jura hacer guerra contra todos los dioses de los pueblos ajenos.

 

En el Judaísmo bíblico, Yahvé, el Señor de los Ejércitos Celestiales, es un déspota belicoso y despiadado que busca vencer a los rivales de su Pueblo Elegido, destruir a los pueblos paganos de la Tierra y conquistar las naciones para su Pueblo de Israel.

 

Este hecho curioso parece contradecir la afirmación monoteísta de que el dios bíblico es el regente omnipotente y omnipresente de toda la creación.

 

Un creador universal no tendría por qué conquistar países rivales en la Tierra, pues lógicamente él ya sería su dueño.

 

En el Antiguo Testamento, Yahvé, el dios del supuesto monoteísmo, es más como un invasor foráneo que busca apropiarse de algo que no le pertenece.

Como acabamos de ver, Yahvé y sus "ángeles" son invasores ilegítimos que se apoderaron de nuestro planeta tras derrotar y desterrar a los Dioses originales.

 

Esta era de oscurantismo es el tiempo de su reinado sobre la Tierra y el monoteísmo bíblico es su engañoso programa de control contra la Humanidad. La realidad es que la Biblia hebrea, el "libro sagrado" del Judaísmo, es nada más que un cianotipo conspiratorio para la conquista de todas las naciones gentiles y la dominación mundial judía.

 

El llamado "Nuevo Testamento" es el siniestro vehículo del engaño por el cual el pueblo de Yahvé les impondrán su religión extraña a los pueblos gentiles y sembrar las semillas de su derrota. El monoteísmo bíblico es el 'Caballo de Troya' judío contra la Humanidad.

 

La esperada Era Mesiánica judía es nada más que la esclavización total de los pueblos gentiles y el dominio total del pueblo judío sobre el mundo. El Sionismo bíblico es el meollo del Nuevo Orden Mundial y su dios oscuro es nadie más que Yahvé, el engañador del mundo entero.

La era del monoteísmo es un tiempo de tinieblas sobre nuestro mundo.

 

La Humanidad está bajo el dominio del malvado invasor cósmico, Ēl, ese maléfico Saturno, el maldecido Tiempo, el juez oscuro, el sembrador del karma y del sufrimiento, que es nadie más que Anu; y el mundo se encuentra desconectado de los Dioses originales que siguen encadenados en las prisiones energéticas (inframundos) de sus captores o exiliados en su propio planeta en Orión.

 

Es por esta razón que los grandes Dioses antiguos "desaparecieron" de la faz de la Tierra y después de eso la comunicación con ellos se limitaba a visiones y la clariaudiencia en estados de conciencia alterados.

 

Los Dioses, aún estando encarcelados o en el exilio, seguían su contacto con nosotros a través de sus cuerpos astrales. Lejos de nosotros e incapaces de volver a la Tierra en sus cuerpos físicos, ellos realizaban viajes astrales para enseñar a sus fieles humanos.

 

Es por eso que la comunicación con "espíritus familiares" está prohibida en la Biblia y los dioses paganos fueron denigrados como "demonios" por los fanáticos enfermizos de la Iglesia.

 

El mundo bajo el dominio del orden satúrnico de Anu-Yahvé es una auténtica cárcel planetaria.

En esta era tenebrosa,

  • vivimos en el sistema ilusorio del Demiurgo

  • estamos atrapados en su Mátrix arcóntico

  • seguimos alejados del orden natural del mundo

  • nuestros chakras están sellados

  • nuestras habilidades psíquicas naturales están desactivadas

  • nuestra espiritualidad original está totalmente perdida

Además, el hado de nuestras encarnaciones es determinado por los Arcontes demiúrgicos y estamos sometidos al Karma, invento cruel de Anu-Yahvé-Saturno.

 

Sí, el Karma no existe naturalmente; el karma es nada más que una carga artificial que Saturno, el sembrador de la miseria, impuso a la Humanidad.

En el Hinduismo, este tiempo de decadencia se llama Kali Yuga, la era de la impureza. Kali Yuga es el último de los cuatro yugas o ciclos temporales del mundo humano y se caracteriza por la ignorancia, la inmoralidad, el obscurantismo, la corrupción, la mentira y el sufrimiento extremo.

 

Es todo lo contrario a Satya Yuga, la Era de la Verdad.

 

En Kali Yuga, el mundo entero está gobernado por el demonio Kali y sus potestades demoníacas Koka y Vikoka, el Dharma o religión auténtica está olvidado, las espiritualidades falsas prevalecen, el conocimiento verdadero está perdido, el engaño eclipsa la verdad y el mal se entiende por toda la Tierra.

 

Kali Yuga, que reemplazó las eras doradas de antaño, es el tiempo del reinado del malvado Anu-Yahvé sobre nuestro planeta desde su invasión de la Tierra hace unos milenios.

 

Según las profecías hindúes, Kali Yuga llegará a su fin cuando Kalki, el último avatar de la divinidad auténtica (Enki-Satya), se manifieste en el mundo y destruya a Kali y sus demonios para inaugurar el próximo Satya Yuga.

La Profecía de Thot, un texto apocalíptico egipcio, habla sobre el advenimiento de una época de oscuridad total en los tiempos postreros.

 

En dicho texto, Thot, el gran dios de la sabiduría e hijo segundo de Enki, conocido como Ningishzidda en la cultura sumeria, advierte que en aquellos días,

  • los Dioses originales estarán ausentes de la Tierra

  • la religión verdadera será reemplazada por una ilusión

  • el conocimiento auténtico desaparecerá

  • la decadencia se extenderá por todo el mundo

  • hombres necios se mofarán de la espiritualidad y de la idea de que el alma es inmortal

  • el mal prevalecerá y ... ¡SÓLO LOS ÁNGELES MALVADOS PERMANECERÁN!

Además, esos ÁNGELES MALVADOS gobernarán sobre el mundo, instigarán la corrupción en los gobernadores de las naciones y enseñarán cosas que son nocivas para el alma.

 

La era de oscuridad seguirá hasta que el gran Hacedor, Ptah (Enki), vuelva y venza al mal.

¿Quiénes son los DEMONIOS que señorean sobre el mundo en Kali Yuga?

¿Quiénes son los ÁNGELES MALVADOS que reemplazan a los Dioses originales en la era de oscuridad?

Ellos son los extraterrestres de Anu-Yahvé que invadieron nuestro planeta tras la caída de la Civilización de Babel.

 

Ellos son los Arcontes del malvado Demiurgo, Yaldabaoth, que atrapan a la Humanidad en su sistema ilusorio a través de sus religiones engañosas.

 

Ellos son las entidades maléficas que están detrás de la magia esclavizadora de la Kábala y el Nuevo Orden Mundial sionista. ¡Kali Yuga es la era del dominio anuista!

El dios impostor, el Demiurgo en términos gnósticos, no es el creador de este cosmos. Yahvé nunca creó nada. Él no formó un mundo defectuoso en la densidad de la materia como afirma la cosmología gnóstica. El mundo material no es inherentemente malo y nunca fue su creación.

 

Anu-Yahvé, el engañador cósmico, se hizo pasar por "creador universal" y "único dios omnipotente" cuando invadió la Tierra y fundó sus religiones monoteístas ilusorias.

 

El dios bíblico es nomás un invasor foráneo. El mundo está en muy malas condiciones ahora, pero no siempre ha sido así.

 

Muchas de las tradiciones paganas antiguas hablan de eras doradas gloriosas que antecedieron la era de oscuridad actual. En aquellos tiempos, los Dioses originales andaban la Tierra y enseñaban a los hombres, la Tierra producía frutos en abundancia y no había hambre, el nivel de espiritualidad era más elevado y la vida humana estaba llena de gozo.

 

Sin embargo, todo eso cambió cuando el tirano cósmico y sus esbirros invadieron este planeta y nos privaron de los beneficios naturales del mundo.

Kali Yuga, la era de la ausencia de los Dioses auténticos, ya ha durado más de cuatro milenios y aún seguimos bajo el dominio del mal absoluto, el cual tiene por nombre Anu, El, Yahvé, Yaldabaoth, Saturno.

 

Sin embargo, dentro de muy poco tiempo, Kali Yuga llegará a su fin y el mundo recibirá el próximo Satya Yuga, Era de la Verdad Eterna, la era de Enki-Satya, el verdadero libertador benévolo de la Raza Humana.

 

¡Todos los Dioses Enkistas que fueron encarcelados por Anu ahora se han liberado sin ninguna excepción y un día los grandes Anunnaki de Enki volverán para libertar a sus hijos humanos...!

 



Referencias

  1. Kvanvig, H.S. (2011) Primeval History: Babylonian, Biblical, and Enochic - An Intertextual Reading. Leiden (pp. 57-59)
     

  2. Kvanvig, H.S. (2011) Primeval History: Babylonian, Biblical, and Enochic - An Intertextual Reading. Leiden (pp. 77-78)