por Laura Knight-Jadczyk
01 Agosto 2024
del Sitio Web
SOTT
Versión en ingles
Los Dioses destruyen
el Mundo
El dicho "aquel a quien los dioses quieren
destruir, primero lo vuelven loco", a veces expresado en latín como
Quos Deus vult perdere, prius dementat (literalmente:
Aquellos a quienes Dios quiere destruir, primero los priva de
la razón), ha adquirido una resonancia ominosa en el mundo actual.
Mientras estoy aquí sentada, reflexionando sobre
el caos que parece envolver todos los rincones de nuestra
existencia, es difícil ignorar los paralelismos entre esta
antigua sabiduría y la locura moderna que se desata sin control por
todo el planeta.
Una primera versión de la frase aparece en los versos 620-623 de la
obra Antígona, de Sófocles: τὸ κακὸν δοκεῖν ποτ᾽
ἐσθλὸν τῷδ᾽ ἔμμεν' ὅτῳ φρένας θεὸς ἄγει πρὸς ἄταν; traducido:
"El mal aparece como bien en la mente de
aquellos a quienes dios conduce a la destrucción"...
Y a continuación,
La República de Platón
(380a) cita un fragmento atribuido a Esquilo:
θεὸς μὲν αἰτίαν φύει βροτοῖς, / ὅταν κακῶσαι
δῶμα παμπήδην θέλῃ - traducido, "Un dios implanta la causa
culpable en los hombres / Cuando quiere destruir totalmente una
casa".
Curiosamente, esta idea se encuentra en el
Nuevo Testamento, en 2ª Tesalonicenses, de la siguiente
manera:
La venida del inicuo se manifiesta en la obra
de Satanás, que usa todo poder, señales, prodigios mentirosos y
toda clase de perversos engaños para los que perecen, porque
rehusaron amar la verdad y así salvarse.
Por eso Dios les envía un poderoso engaño,
haciéndoles creer lo que es falso, para que sean condenados
todos los que no creyeron en la verdad, sino que se complacieron
en la injusticia.
(2 Tesalonicenses, 2: 9-12)
En mi extensa investigación, que abarca décadas y
múltiples temas y obras, he profundizado a menudo en la idea de que
la arrogancia y la locura colectiva de
la humanidad pueden muy bien ser precursoras de su destrucción.
En "El Apocalipsis - Cometas, Asteroides y
Catástrofes Cíclicas -
The Apocalypse - Comets, Asteroids and
Cyclical Catastrophes", exploré la noción de que las
fuerzas cósmicas, más allá de nuestro control, han desempeñado
históricamente un papel significativo en la configuración del
destino de nuestro planeta y sus habitantes.
Pero no sólo debemos temer a los cuerpos
celestes, sino también,
a la locura que hay en
nosotros mismos, que en última instancia puede llevarnos
a la perdición, porque parece haber un aspecto de
"estímulo-respuesta" en este asunto de la destrucción cósmica...
Intenciones celestiales
Mientras leía montones de libros sobre arqueología, historia
(supuesta y razonablemente reconstruida a partir de datos) y, sobre
todo, las aportaciones de ciencias como la astronomía, la geología y
la genética, que deberían ser paralelas a la arqueología y la
historia, pero que normalmente no lo son por muchas razones, con el
fin de recopilar el material para mis diversos libros, algo que se
hizo cada vez más evidente fue que,
una y otra vez, este planeta ha
sido bombardeado por diversos tipos de impactos, siendo el más
común la explosión aérea de fragmentos de cometas del
tipo Tunguska.
Estos sucesos han puesto de rodillas en repetidas
ocasiones,
a culturas, naciones e incluso
civilizaciones...
Inevitablemente,
el resultado es una Edad Oscura, y
luego, cuando la sociedad humana comienza a recuperarse, se
crean mitos, nacen religiones, o renacen con giros y
distorsiones, y siempre y siempre, los hechos de la era anterior
de destrucción se cubren con velos de metáfora y alegoría...
¿Por qué? ¿Qué locura es esta?
En realidad, es muy sencillo...
Históricamente, cuando un pueblo empieza a
percibir alteraciones atmosféricas, geológicas, climáticas y
todos los males que estas acarrean a una sociedad, incluyendo,
eventualmente, hambrunas, plagas y pestes, busca individual y
colectivamente a sus líderes para que arreglen las cosas.
De ahí surgió el concepto de Rey Divino...:
Se suponía que el rey podía interceder por su
pueblo ante
los dioses.
Si el rey no tenía éxito con su intercesión,
había que encontrar una solución.
Se hacían sacrificios, se celebraban rituales
y, por supuesto, si eso no funcionaba, si los dioses seguían
enfadados, entonces el rey tenía que morir.
Si los dioses están enojados, encuentra un
chivo expiatorio.
Obviamente, los chivos expiatorios más
probables son los que mandan cuando las cosas van mal, es decir,
el "rey" y
la élite.
Es más, ellos conocen
instintivamente su vulnerabilidad a esta reacción...
Postulando que dicha
corrupción (y su propagación por toda la sociedad) es
el mecanismo por el que una civilización atrae la catástrofe
cósmica (algo así como una carga eléctrica), culpar y deponer a
la élite es una buena solución.
Obviamente, la élite no quiere esto...
Al final, tanto el pueblo como la élite buscan un paradigma que
reste importancia a las catástrofes cíclicas, pero lo hacen por
motivos diferentes.
El pueblo quiere aliviar el enorme estrés de
una gran catástrofe cierta pero imprevisible, mientras que la
élite quiere permanecer en el poder.
El compromiso que sirve a ambos objetivos es,
la ilusión de una élite capaz de proteger al
pueblo de cualquier catástrofe.
Esta ilusión puede adoptar diversas
formas:
-
rituales para apaciguar a los dioses
-
revisión de la historia que muestra una
evolución uniformitaria y sin incidentes de la humanidad
-
mucha, mucha
propaganda...
En un documento dirigido a la Oficina Europea
de Investigación y Desarrollo Aeroespacial, fechado el 4 de
junio de 1996 y titulado "The
Hazard to Civilization from Fireballs and Comets" (El
peligro para la civilización de las bolas de fuego y los cometas),
el astrónomo Victor Clube escribió:
Los asteroides que pasan cerca de la Tierra
han sido plenamente reconocidos por la humanidad desde hace sólo
unos 20 años.
Antes, la idea de que objetos no observados
pudieran estar lo suficientemente cerca como para constituir un
peligro potencial para la Tierra se trataba con tanta sorna como
el éter no observado.
Los científicos, por supuesto, se dedican a
establecer principios generales (por ejemplo, la
relatividad) y el entorno de la Tierra, supuestamente sin
incidentes y uniformitario, ya estaba muy arraigado.
El resultado fue que los científicos que no
se limitaron a hablar de los objetos cercanos a la Tierra lo
hicieron en una atmósfera de desprecio apenas disimulado.
Incluso ahora, es difícil para los profanos
apreciar la enormidad del impacto intelectual con el que la
mayor parte del Cuerpo Científico ha sido golpeado recientemente
y del que ahora está intentando recuperarse. [Refiriéndose a los
impactos del
cometa Shoemaker-Levy sobre
Júpiter en 1994].
El presente informe se ocupa, pues, de esos
otros
cuerpos celestes registrados por la
humanidad desde los albores de la civilización que o
bien no llegan a la Tierra o bien inciden en ella y que también
han sido despreciados.
Ahora se conocen respectivamente como,
Confrontadas en muchas ocasiones en el pasado
con la perspectiva del fin del mundo, las élites
nacionales se han visto a menudo en la necesidad de reprimir el
pánico público, sólo para descubrir, demasiado tarde, que los
medios habituales de control suelen fallar...
Así,
-
se espera que una ciencia
institucionalizada oculte el conocimiento de la amenaza
-
se espera que una prensa
autorregulada reste importancia a cualquier desastre
-
mientras que se espera que una
religión institucionalizada se oponga a la
predestinación y garantice la creencia general en una
deidad fundamentalmente benévola en la medida de lo
posible. [...]
Hay paradojas fundamentales que asimilar como
resultado de esta situación inesperada.
Así, la cultura de empresa e ilustración en
la que se basan los dos siglos que culminaron con la Era
Espacial y que llevaron a la humanidad a despreciar los
cometas y los bólidos puede verse ahora como el preludio de
un profundo cambio de paradigma:
la restauración de una perspectiva
medioambiental más acorde con la que precedió a la
Independencia estadounidense y que prestaba seria atención a
los cometas y los bólidos...
[Clube (1996)]
La cuestión es que suena sorprendentemente a
nuestra propia época, ¿no es así?
De hecho, Clube establece una conexión directa:
...las
culturas cristiana, islámica y judaica
han pasado desde el Renacimiento europeo a adoptar una postura
anti-apocalíptica irracional, aparentemente ajenas a la
floreciente ciencia de las catástrofes.
Ahora parece que la historia se repite:
ha sido necesaria la Era Espacial para
revivir la voz platonista de la razón, pero esta vez emerge
dentro de una tradición moderna anti-fundamentalista y anti-apocalíptica
sobre la que los gobiernos pueden, como antes, ser
incapaces de ejercer control...
Los cínicos (o sofistas modernos), en
otras palabras, dirían que no necesitamos la amenaza celestial
para disfrazar las intenciones de la Guerra Fría:
¡más bien necesitamos la Guerra Fría para
disfrazar las intenciones celestiales...!
(Clube (1996) op. cit.)
Hay diferencias en los detalles y en la escala,
pero,
la dinámica de un mundo enloquecido, una
crueldad increíble desbocada y las fluctuaciones climáticas
globales,
...son las mismas que vemos ante nosotros
ahora...
Debemos preguntarnos,
¿cómo se produjo nuestra monumental
ceguera...?
Las mentiras de
la élite en el poder
funcionan bien durante los periodos de calma, sin embargo, la
historia demuestra que,
cuando las hambrunas, los terremotos y las
plagas han golpeado y se han cobrado un alto precio, cuando los
volcanes entran en erupción o los cometas surcan el cielo o las
tormentas de meteoritos y las anomalías meteorológicas aumentan,
...la ilusión se derrumba, la raison d'être de
las élites (es decir, proteger al pueblo) se desmorona y el
objetivo siempre ha sido y será, en última instancia, las clases
dirigentes.
Y ellos lo saben...
Por eso, cuando alguien menciona estos hechos
incómodos, es silenciado con el ridículo y la difamación, e incluso
con la muerte.
Los síntomas de una mayor actividad cometaria son sistemáticamente
encubiertos por las élites como fenómenos provocados por el
hombre.
-
Las estelas de condensación de los
aviones debido a las mayores concentraciones de polvo
cometario en la atmósfera se confunden con las estelas
químicas o "chemtrails",
rociadas por las agencias gubernamentales, probablemente con
la intención de atontar a la población.
-
Las cada vez más frecuentes explosiones
cometarias aéreas se presentan como normales, o como pruebas
de misiles.
-
Los
cambios climáticos debidos
a cambios en la actividad solar o a la carga de la atmósfera
con polvo cometario se etiquetan como "calentamiento
global antropogénico", y se culpa a la humanidad
de todo lo que está sucediendo.
Al atribuir al hombre la causa de esos
acontecimientos inducidos cósmicamente, las élites mantienen la
ilusión de que tienen el control...
Los "chemtrails" pueden detenerse si se pone
fin a las "fumigaciones", las pruebas de misiles pueden
detenerse si se puede coaccionar a los militares para que lo
hagan, el calentamiento global puede reducirse controlando las
emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el
hombre.
Sin embargo, las altas estelas de condensación
provocadas por el aumento de la actividad cometaria, las explosiones
cometarias aéreas y las perturbaciones solares y meteorológicas
inducidas cósmicamente no pueden ser cambiadas por la élite.
No sólo eso, si el público se da cuenta de esto,
también puede empezar a pensar que los "dioses están enfadados" y
tratar de encontrar la verdadera razón, asentándose en última
instancia en la corrupción y la violencia de la élite
en sus esfuerzos por conseguir y mantener un mayor poder.
Si las masas de la humanidad reconocieran las causas reales
de tales fenómenos, ello implicaría reconocer la impotencia de la
élite y, por tanto, el fin de su 'mandato del cielo'...
Comenta el dendrocronólogo Mike Baillie:
Los chinos creían que un emperador sólo podía
reinar mientras gozara del Mandato del Cielo, es decir, mientras
"velara por su pueblo".
Si por alguna razón dejaba de velar por su
bienestar, el Cielo le retiraría su Mandato y el emperador y
probablemente su dinastía reinante serían depuestos. [...]
El Cielo habría retirado su Mandato cuando el
cielo se oscurecía, las cosechas se perdían y sobrevenía la
hambruna que causaba la muerte a un gran número de personas.
El emperador, culpable o no, recibe la culpa
de haber fallado a su pueblo.
Después de un suceso calamitoso, el malestar
político podría llevar fácilmente a la destitución del régimen
gobernante.
(Baillie (1999) pág. 62.)
Por supuesto, al principio de tales tiempos de
problemas, la gente quiere creer que su gobierno - sus reyes y la
élite gobernante - son lo suficientemente poderosos, o lo
suficientemente puros, como para controlar la naturaleza de manera
que cesen,
las inundaciones, los incendios forestales,
los terremotos y las erupciones volcánicas y todo vuelva a la
normalidad...
Y la élite gobernante se aprovecha de esto
durante esos tiempos tratando de encontrar probables chivos
expiatorios en otras naciones, algún grupo minoritario en su
propio país, o sus enemigos personales - incluyendo a aquellos que
están señalando que podría ser su corrupción la que está provocando
todos los males,
con el fin de distraer a la
población en general de sus propios posibles pecados de
comisión u omisión...
Esto significa que tal período puede incluir
guerras prolongadas y la carga necesaria de impuestos que
las acompañan, persecuciones de este o aquel grupo,
histeria y malestar social
generalmente crecientes,
hasta que finalmente, un día, el pueblo, en
su conjunto, despierta y ve que sus gobernantes se han
comportado muy mal y toda la culpa recae sobre ellos.
Esto es irónico porque una visión
antropocéntrica del mundo en la que el hombre cree que tiene el
control impide que la gente - incluso la gente en el poder - sea
consciente de las realidades de nuestra existencia en este planeta,
que incluyen,
acontecimientos cósmicos destructores de la
civilización...
Victor Clube escribe en
The Cosmic Winter (El invierno
cósmico):
Así pues, incluso antes de que llegara la
peste negra, una catástrofe humana de grandes proporciones
estaba en marcha a finales de la Edad Media.
De hecho, la ola de frío se prolongó mucho
más allá del periodo de la... peste.
En el registro histórico se encuentran varias
fluctuaciones de este tipo, y hay pruebas fehacientes de que
estas tensiones climáticas están relacionadas no sólo con el
hambre, sino también con,
épocas de gran agitación social, guerras,
revoluciones y migraciones masivas...
[Clube (1990)]
Mirando ahora a nuestro alrededor,
uno no puede evitar ver los signos de la locura colectiva.
Los líderes políticos, movidos por la codicia
y el poder, conducen a sus naciones a conflictos interminables.
Los
medios de comunicación, antaño
bastión de la verdad, ahora venden mentiras y manipulan la
realidad, creando un mundo en el que los hechos son subjetivos y
la verdad una mercancía.
Las masas, distraídas por trivialidades y
consumidas por el consumismo, no ven el panorama general,
ajenas a los peligros inminentes que amenazan nuestra propia
existencia.
Esta locura ¡no es nueva...!
La historia está repleta de ejemplos de
civilizaciones que han sucumbido a su propia locura antes de
encontrar su fin.
El Imperio Romano, antaño un faro
de progreso y cultura, cayó en la decadencia y el caos antes de
desmoronarse.
Al repasar la historia nos damos cuenta de lo
mucho que se parece al Imperio Romano nuestra civilización
actual...
Los romanos eran ciertamente racionales y
científicos en muchos aspectos.
Tenían fábricas que producían vajillas que se
han encontrado en los lugares más recónditos del Imperio,
incluso en casas de campesinos.
Tenían fábricas que producían tejas que
cubrían las cabezas incluso de los trabajadores más pobres y de
su ganado.
En el norte de Britania se encontró un alijo de
cartas en las que los soldados escribían a casa para que les
enviaran calcetines que, al parecer, se fabricaban en serie.
El ejército romano era superior porque
disponía de equipamiento estandarizado, producido en cantidades
masivas en fábricas situadas en los centros neurálgicos del
Imperio.
El grano, las aceitunas, el aceite, los
alimentos de todo tipo, los artículos de lujo, se producían en
masa y se distribuían por todo el mundo romano.
La alfabetización estaba obviamente muy
extendida, incluso entre las clases trabajadoras.
Había carreteras, sistemas de saneamiento,
alta cocina.
En resumen, todo lo que nosotros damos por
sentado como esencial para la civilización.
La única diferencia parece ser que nosotros hemos
aprovechado fuentes de poder que los romanos no tenían, lo que
permite a nuestra civilización aspirar a
la globalización.
Pero en casi todos los demás aspectos, somos
exactamente como ellos...
Sólo la ciencia nos ha hecho más grandes y
más malos, por así decirlo.
Y, como dice el refrán, cuanto más grandes
son, más dura es su caída.
Esa caída puede ser la extinción de la raza
humana...
El final del Imperio Romano fue testigo de
horrores y trastornos del tipo que sinceramente espero no tener
que vivir nunca; y destruyó una civilización compleja,
retrotrayendo a los habitantes de Occidente a un nivel de vida
propio de la prehistoria.
Los romanos antes de la caída estaban tan
seguros como nosotros hoy de que su mundo continuaría para
siempre, sustancialmente sin cambios.
Se equivocaron...
Haríamos bien en no repetir su complacencia.
[Bryan Ward-Perkins,
The Fall of Rome and the End of
Civilization, pág. 183.]
La
civilización Maya, con sus
avanzados conocimientos y logros, se derrumbó misteriosamente,
posiblemente llevada a la locura por presiones medioambientales y
sociales.
Y ahora, en nuestra era moderna, vemos surgir los
mismos patrones...
En mis escritos, a menudo he detallado cómo la manipulación de la
verdad y la supresión del conocimiento han sido
utilizadas como herramientas por aquellos en el poder para mantener
el control.
Esta ofuscación y distorsión deliberadas de la
realidad pueden conducir a una forma de locura colectiva, en la que
la población es incapaz de distinguir entre lo que es real y lo que
es fabricado.
Esto, a su vez, crea un terreno fértil para que
se siembren las semillas de la destrucción.
El estado actual del mundo es una prueba de ello.
Nos bombardean con información
contradictoria, medias verdades y mentiras descaradas.
El auge de las redes sociales no ha hecho más
que agravar este problema, creando cámaras de eco en las que las
personas sólo están expuestas a información que refuerza sus
creencias.
Esto ha llevado a una polarización de la
sociedad, donde el discurso racional es sustituido por el
vitriolo y el odio.
En la actualidad,
Elon Musk
se ha posicionado como uno de los "árbitros de
élite de la verdad".
Se ha puesto del lado del
Estado Profundo,
contra Venezuela
Está del lado de
los sionistas genocidas contra
los verdaderos semitas de Palestina.
Se proclama campeón de la Libertad de
Expresión y la Verdad mientras continúa censurando y
reprimiendo.
(Desde luego, no me gustaría estar en su pellejo
el "Día del Juicio Final". Y no se equivoquen, habrá un Día del
Juicio, pero nada parecido a lo que nos enseñan las religiones).
Además, la crisis medioambiental que se cierne sobre nosotros es un
claro indicio de nuestra locura colectiva.
A pesar de las abrumadoras pruebas de que
el clima ESTÁ cambiando, y no se trata de un "calentamiento
global", salvo como
precursor de una Edad de Hielo y
sus devastadores efectos, seguimos equivocándonos en todo.
Gente estúpida como
Bill Gates cree que puede
engañar a la Madre Naturaleza tapando el sol, mientras que la
"energía verde" afirma que la energía solar es el camino a seguir:
¿cómo se obtiene energía solar cuando el sol
está tapado...?
Nuestros océanos están
repletos de plástico, nuestro aire
está contaminado y nuestros bosques están siendo diezmados a un
ritmo alarmante, agravado aún más por la ridícula estafa
contra
el CO2...
Esta destrucción de nuestro planeta no es sólo un
acto de locura; es un acto de suicidio. Pero creo que es
intencionado.
Recordemos lo que escribió Victor Clube
citado anteriormente:
Enfrentadas en muchas ocasiones en el pasado
a la perspectiva del fin del mundo, las élites nacionales se han
visto a menudo en la necesidad de reprimir el pánico público,
sólo para descubrir, demasiado tarde, que los medios habituales
de control suelen fallar...
Las élites de nuestros días lo saben. Y por eso
tratan de
diezmar a la población para hacerla
más manejable...
Esa es, sin duda, la raíz del horror de
la vacuna COVID, así como de los
esfuerzos por
reducir la agricultura para que
masas de personas mueran de hambre.
Lo tienen delante de las narices y aun así la
gente ¡no hace nada...!
Es como si estuviéramos hechizados, incapaces de
ver las consecuencias de nuestros actos o de nuestra inacción.
En gran parte de mi trabajo discuto la idea de
que,
hay fuerzas más allá de nuestra comprensión
que pueden estar influyendo en nuestro comportamiento...
Ya se trate de fuerzas extraterrestres o
hiperdimensionales, el
resultado es el mismo:
una humanidad desconectada de su verdadera
naturaleza y abocada a locuras como la transexualidad, la
pedofilia generalizada, el tráfico de seres humanos y cosas
peores.
Una vez más, el apóstol Pablo se refirió a
esto:
Porque la ira de Dios se revela desde el
cielo contra toda impiedad y maldad de los que con su maldad
suprimen la verdad.
Porque lo que se puede saber de Dios les es
claro, porque Dios se lo ha mostrado. Desde la creación del
mundo, su eterno poder y su naturaleza divina, aunque
invisibles, se han comprendido y visto a través de las cosas que
ha hecho.
Por eso no tienen excusa, pues, aunque
conocían a Dios, no lo honraron como a Dios ni le dieron
gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y se
les oscureció su mente insensata.
Pretendiendo ser sabios, se volvieron necios; y cambiaron la
gloria del Dios inmortal por imágenes semejantes a un ser humano
mortal o aves o cuadrúpedos o reptiles.
Por eso Dios los entregó en la concupiscencia
de sus corazones a la impureza, a la degradación de sus cuerpos
entre sí, porque cambiaron la verdad sobre Dios por la mentira y
adoraron y sirvieron a la criatura antes que al Creador, ¡que es
bendito por los siglos! Amén.
Por eso Dios los entregó a pasiones degradantes.
Sus mujeres cambiaron el coito natural por el
antinatural, y de la misma manera también los hombres,
renunciando al coito natural con las mujeres, se consumieron de
pasión los unos por los otros.
Los hombres cometieron actos desvergonzados
con los hombres y recibieron en sus propias personas el debido
castigo por su error.
Y como no les pareció bien reconocer a Dios, Dios los entregó a
una mente degradada y a cosas que no se deben hacer.
Estaban llenos de toda clase de crueldad,
maldad, codicia, malicia. Llenos de envidia, homicidio,
contienda, engaño, astucia, son chismosos, calumniadores, odian
a Dios, insolentes, altaneros, jactanciosos, inventores del mal,
rebeldes contra los padres, insensatos, infieles, desalmados,
despiadados.
Conocen el decreto de Dios, según el cual
quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no
sólo las hacen, sino que incluso aplauden a otros que las
practican.
(Romanos 1:18-31)
Esa es verdaderamente una descripción de Quos
Deus vult perdere, prius dementat, 'A quien los dioses quieren
destruir, primero lo vuelven loco'...
¿Hay alguna esperanza...?
A lo largo de la historia, ha habido quienes se
han opuesto a la marea de la locura, quienes han intentado descubrir
la verdad y despertar a las masas.
La mayoría de las veces son ignorados
o asesinados. No creo que podamos evitar el destino
que los dioses parecen habernos deparado.
Todo lo que podemos hacer es esforzarnos por ver
más allá de las ilusiones y distracciones, buscar la verdad y
reconectar con nuestra verdadera naturaleza,
con la esperanza de que algunos sobrevivan a
la Limpieza Global que se avecina...
En conclusión,
el dicho "A quien los dioses quieren
destruir, primero lo vuelven loco" es un escalofriante
recordatorio del camino en el que nos encontramos actualmente...
Nuestra locura colectiva, impulsada por la
codicia, la ignorancia y la manipulación, nos está llevando hacia la
destrucción.
¿Es demasiado tarde para cambiar de rumbo...?
Creo que tenemos el poder de cambiar nuestro
rumbo, de despertar de nuestra locura y de crear un futuro que no
esté dictado por los caprichos de los dioses, sino por nuestras
propias elecciones iluminadas.
La pregunta es:
¿tenemos la voluntad de
hacerlo...?
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